Biografías de los personajes más relevantes en el conflicto
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El falsificador de pasaportes, de Cioma Schonhaus

Vie Jul 24, 2009 3:03 pm

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Fuente: http://le-idos.blogspot.com/

Título: El falsificador de pasaportes
Autor: Cioma Schonhaus
Traducción: Gerardo di Masso
Editorial: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores
Año de edición: 2009
ISBN: 9788481097849
Páginas: 282
Precio Euros: 18,00 Euros (Precio Club: 16,95 Euros)
Formato: 13 x 21 cm
Encuadernación: Tapa Dura

Sinopsis
Un joven judío que se burló de los nazis, cenó en sus fiestas, cortejó a sus mujeres... y sobrevivió donde parecía imposible hacerlo. Una emocionante novela llena de suspense: la increíble aventura real de un hombre que no se resignó a su destino.
La historia de Cioma Schönhaus, contada por él mismo, no se parece en nada a otros testimonios sobre el Holocausto. El autor y protagonista de la historia real narrada en El falsificador de pasaportes vive con intensidad, con increíble osadía, y es capaz de disfrutar de la vida y de la juventud, de engañar a los nazis una y otra vez, de tener amantes -e incluso hacer lo que siempre había soñado, navegar en velero- en el entorno más espantoso posible: el de un judío atrapado en el Berlín hitleriano.
El falsificador de pasaportes es mucho más que el testimonio de un momento histórico, es también una apasionante novela de suspense, de las que se devoran de un tirón, que te mantiene en vilo como en las mejores obras de ficción. Y también es una novela llena de esperanza, que transmite al lector las ganas de vivir, la energía, el optimismo y el valor de su protagonista.
http://www.novelasrecomendadas.com/nove ... pasaportes

Esta es una historia real. Cioma Schönhaus rememora sus asombrosas vivencias en el Berlin nacionalsocialista de 1942, cuando con apenas veinte años, decide pasar a la clandestinidad para escapar de las garras del régimen. Con sus padres ya deportados y con su último penique, el de la suerte, entregado a la Gestapo. Cioma consigue gracias a su talento innato para el dibujo, un curioso trabajo que le ayudará a salvar la vida de muchos compatriotas judíos, además de la suya propia: falsificar documentos. Lejos de rendirse y dejarse llevar por el miedo, el joven Cioma desafía a su destino y apuesta por la vida hasta rozar lo temerario: tiene una aventura con la esposa de un soldado alemán, frecuenta los locales de moda y los mejores restaurantes -los mismos que acostumbran a visitar sus perseguidores- y hasta adquiere un pequeño yate de vela. Pero la Gestapo empieza a cerrar el círculo sobre el escurridizo Cioma, y el osado dibujante se lanza a la que tal vez sea la última oportunidad para sobrevivir: huir a Suiza en bicicleta.
http://www.estudioenescarlata.com/ficha ... 8109-784-9

Una interesante reseña en:
http://libros.libertaddigital.com/un-sa ... 36836.html


Más información en la "página oficial" de Círculo de Lectores, incluyendo sinopsis, sobre el libro y el autor, imágenes (pintadas por Cioma Schonhaus), contexto histórico y referencias en prensa.
http://www.circulo.es/EspecialesCirculo ... index.html

En esa misma página se encuentra también un extracto del capítulo XX

EXTRACTO, CAPÍTULO XX
Regreso contento en el tranvía a la Waldstrasse, a nuestra tienda. Ludwig está otra vez de caza filatélica. Estoy solo. La carta con la dirección a lápiz ha llegado enseguida a casa del doctor Meier. La he metido en mi billetero con mi nuevo carné de identidad. Si hay un control policial por lo menos no oiré siempre en mi interior: «El carné lo has hecho tú... lo has hecho tú... lo has hecho tú...». Ahora todo es auténtico. Es casi un placer corporal. Quiero ver otra vez el documento. ¿Dónde está? Lo busco. Revuelvo en todos los bolsillos. ¡El billetero ha desaparecido! ¿Cómo ha podido pasar tal cosa? Probablemente cuando pagué en el tranvía lo metí mal en el bolsillo interior de la chaqueta. Y al apearme, se salió por entre la camisa y el pantalón. ¿Aún dentro del tranvía? ¿O ya en la calle? A saber. Pero el carné no tiene por qué haber ido directamente a la policía. Quizá lo haya encontrado alguien que lo necesita él mismo. Quizás un niño esté jugando con mi billetero. Abro en pleno día la cama, me acuesto vestido y me cubro la cabeza con el edredón. ¡Dios mío, ayúdame! ¿Qué hago ahora?
–No hagas nada. Espera.
Suponiendo que encuentren el sobre dirigido a mí y quieran entregar el billetero en esa dirección, allí no me conoce nadie. Después me buscarán en la AEG, pero allí también soy un desconocido. Luego la policía preguntará por mí en la biblioteca de préstamo de la Turmstrasse. Y dirá en todas partes:
–¡Si aparece Peter Petrov, den parte inmediatamente a la policía!
Pero sigo esperando y procuro tranquilizarme: «Cálmate. Al caer la tarde puedes llamar a la biblioteca de préstamo. Según cómo reaccionen, notarás si ya te han buscado allí». Es sin duda muy improbable, pero poco antes de las seis voy a una cabina telefónica y, conteniendo la respiración, marco el número. Contesta la biblioteca de la Turmstrasse.
–Disculpe, le habla Peter Petrov. Echo de menos mi billetero. Probablemente lo he dejado olvidado ahí. ¿Lo han encontrado? Creo no haber oído bien. Al otro extremo, dice el dueño de la biblioteca:
–Sí, señor Petrov, su billetero está aquí. ¿Cuándo viene a por él?
Tengo la sensación de que alguien me oprime la garganta. No me sale una sola palabra y cuelgo el auricular en silencio. Ha ocurrido lo peor que podía ocurrir. Yo no había estado en esa biblioteca desde hacía semanas. En nuestra tienda voy de acá para allá, de allá para acá, como un león enjaulado. Lo peor es que soy yo el culpable de mi caída. Mamá lo decía siempre: «Sería un chico tan majo si pudiera ser más ordenado». Ahora ella ya no está. Y papá tampoco. Porque los domingos siempre venían vecinos para pedirle consejo en todo tipo de cuestiones. ¿Dónde está él ahora? Sólo hay una vinculación indirecta con él. Aquí abajo. Su último amigo. Aquel al que le dio de despedida en la prisión sus reservas de pan. Werner Schlesinger. ¡Él existe todavía! Y sé también dónde puedo encontrarle. En Steglitz. En la Schlosstrasse, esquina con la Markelstrasse. Allí hay un restaurante en el que ofrecen venado. Sin cupones. Ya le he visto allí varias veces por la noche. Espero que esté comiendo en ese establecimiento. Voy a contarle lo que me ha pasado, quizás él sepa lo que debo hacer.
Como ya han preguntado por mí en la biblioteca, parece que la policía toma en serio la búsqueda de Peter Petrov. Y como seguramente he perdido el billetero en el trayecto entre la parada del tranvía y nuestra tienda, me buscarán en ese barrio. He de tener cuidado. Para hacerme un poco menos reconocible, me llevo prestado el sombrero de Ludwig. Sin preguntar. Me oculto la cara con él cuanto puedo. Una mirada al espejo y después, a Steglitz.
El restaurante de Steglitz consta de dos grandes salas alargadas. Cuando se entra, a la derecha está el mostrador niquelado donde se sirve la cerveza. A la izquierda hay unas cuarenta sillas junto a mesitas de tableros redondos de mármol y patas de hierro forjado. Siguen dos grandes puertas de doble batiente que dan a la parte posterior del restaurante. Allí hay otros cincuenta asientos, todos con los mismos veladores de mármol.
Detrás de la puerta de la derecha está sentada Ruth Schlesinger, la mujer de Werner. Con ella, sentado a la misma mesa, hay un desconocido. Está comiendo carne y espinacas. Me siento con ellos, doy la mano a Ruth, pido una jarra de cerveza. Pero de momento no digo nada, para no tener que contar mi historia dos veces. Prefiero esperar a Werner. Cuelgo el sombrero de Ludwig en un gancho de la percha, directamente encima de mi cabeza. Debajo cuelgo mi cartera, donde están las llaves del piso de la señora Schirrmacher. Luego me enciendo un cigarrillo. Ruth me pide que me levante para dejarla pasar. Quiere ir al aseo. Mientras pasa muy justo a mi lado, veo venir a Werner Schlesinger.
–Ahí viene Werner –digo.
Ruth se adelanta y le reconviene:
–¿Por qué vienes siempre tan tarde, sabiendo como sabes el miedo que paso?
Werner se pone el índice delante de la boca, parpadea y sisea:
–¡Brigada de Investigación Criminal!
El restaurante está casi hasta los topes. Yo estoy aún de pie y doy un paso a la derecha en dirección a la mesa vecina. Con la mayor despreocupación posible pregunto:
–¿Puedo echar una ojeada a su carta?
Tintineo de copas, gente que ríe. Oigo a mis espaldas:
–Pero aquí está todavía la cerveza; aquí está también el cigarrillo.
Voy a la mesa siguiente.
–¿Por favor, puedo echar una mirada a su carta?
Veo a las dos figuras de espaldas. En mis oídos resuena: «Pero aquí está todavía el cigarrillo; aquí está también la cerveza». Muy despacio voy a la mesa siguiente.
–¿Me permite que vea su carta?
Después me quedo parado. Ahora otros tres pasos hacia delante.
–¿Me permite que vea su carta?
Y otra vez me paro y hago como si leyera. Me muevo con gran lentitud. Quedan tres pasos hasta la puerta
de doble hoja. En la mesa siguiente:
–¿Me permite que vea su carta?
Ya se oye el ruido de la calle. Por precaución me detengo una vez más.
–¿Me permite que vea su carta?
Y luego, como a cámara lenta, hacia la puerta de salida. Ahora, con paso mesurado, bajar los tres peldaños hasta la acera.


Información obtenida de:
http://www.casadellibro.com/libro-el-fa ... 0001309615
http://www.estudioenescarlata.com/ficha ... 8109-784-9
http://www.circulo.es/EspecialesCirculo ... index.html

Re: El falsificador de pasaportes, de Cioma Schonhaus

Vie Jul 23, 2010 1:13 pm

Hola,
hace unos meses me leí este libro y para quien esté pensando en leerlo le diré que a mí me pareció muy bueno. Está genial en mi opinión.
Un saludo.
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