Akeno escribió:... Pues volveríamos a lo mismo: conspiración!!!
Yo siempre me hago la misma pregunta ¿por qué dejarte atacar por sorpresa?
Hasta la fecha, nadie me ha dado una explicación convincente, por lo que deduzco que la intención no existía y que fue negligencia pura y dura.
Una cosa es dejarse atacar, otra muy distinta es dejarse atacar por sorpresa. Ese es el quid de la cuestión.
Saludos
Me parece que sobre esto ya se ha dicho todo. Que yo sepa, hasta el momento no hay ninguna prueba que avale la teoría de la conspiración y que no pueda ser explicada por una negligencia. Pero recapitulemos.
Vamos a suponer que sí, que Roosevelt sabe que las Hawai van a ser atacadas. Recapitulemos los hechos:
Primero: No hay duda que Roosevelt había decidido poner a Japón entre la espada y la pared. Claro de la espada y la pared es desde la óptica japonesa, porque el embargo (exclusivamente comercial) al que sometió a Japón no era peor que le que sufrió (por ejemplo) España en la posguerra inmediata.
Ocurría que Japón había decidido crearse un imperio colonial en Asia (que incluiría Corea, toda China, Indochina, parte de los archipiélagos indonesios, filipinos, etc., Micronesia y tal vez incluso Siberia) pero como no tenía suficientes recursos, pretendía hacerlo "de prestado", es decir, con préstamos norteamericanos para adquirir mercancías occidentales. La negativa norteamericana a ese juego se consideró una provocación intolerable. A mí eso me suena a la Ley del Embudo (ancho para mi, estrecho para ti) pero…
Segundo: Supongamos que Roosevelt sabe (o adivina) que Pearl Harbor va a ser atacada.
Este es el punto clave: no hay pruebas de ello, lo que parece raro, pues un secreto así se hubiese difundido, no en el momento, pero sí a largo plazo, como lo han sido tantos relacionados con Corea o Vietnam.
Además sigue sin demostrarse como podía enterarse. Los norteamericanos no podían leer los mensajes del código naval japonés, menos aún tras su cambio a principios de Diciembre, aparte que (como se ha dicho ya) las órdenes no se emitieron por radio. El código diplomático, que los norteamericanos sí leían, sólo daba indicios de un ataque inminente en el último momento, cuando se retransmitió una alerta que por causas conocidas llegó tarde. Además los japoneses hicieron un gran esfuerzo para despistar a los aliados, incluyendo el desembarcar telegrafistas, hacerse ver en otros escenarios…
(por cierto, yo no recuerdo haber escrito que en Pearl había una máquina púrpura, si es así ha sido por error, me comerí el "no")
Lo único que podía alertar eran unos indicios sobre actividades de espionaje en Pearl, pero que podrían considerarse "normales" suponiendo un ataque en otro lugar: aunque el ataque vaya a ser en Filipinas, es importante saber si la flota norteamericana sigue en puerto, cuanto le puede costar salir, o si ya está a toda máquina hacia Cavite.
A cambio, había indicios mucho más claros que apuntaban a un ataque en Indonesia, Malasia o las Filipinas: preparativos militares, incluso la detección de convoyes de invasión dirigidos hacia Malasia (y contra los que zarparon el Prince of Wales y el Repulse).
Pero bueno, supongamos que sí, Roosevelt o ha leído planes japoneses, o ha dedudico un ataque inminente contra las Hawai. Tiene muchas opciones:
1. Ceder al chantaje: admitir que Japón va en serio, y ceder a las exigencias niponas. Tras lo de Munich me parece inadmisible, como se lo hubiesen recordado los electores al Partido Demócrata en los meses siguientes. A esas alturas todo el mundo sabía que las apetencias (alemanas, italianas, japonesas…) eran ilimitadas. Sólo serviría para comprar unos meses de paz.
2. Montar una pirula diplomática por canales reservados. Es decir, enviar a los diplomáticos un mensaje que dijese, más o menos "chicos, os hemos visto, daos la vuelta u os llevareis una zurra". El problema es que si Japón había decidido que su única opción era la guerra, iría a la guerra, e incluso de forma más perjudicial para los aliados, atacando Siberia o Indonesia, o preparando un ataque aún más sibilino para unos meses después.
3. Montar la pirula, pero en el Congreso y ante la prensa: "Señores, tenemos pruebas que corroboran que mientras Japón envía diplomáticos para una negociación engañosa, su ejército y su marina se dirigen contra nosotros para un ataque a traición". Es la opción más digna, pero también mala, ni garantizaba el ir a la guerra (en ese caso todavía se discutiría sobre el "montaje"), ni daba ventajas militares a los aliados.
4. No hacer nada. No prevenir a los atacados, esperar que sea Japón quien quede como un traidor. Es lo que suponen los partidarios de las teorías conspirativas. La ventaja es obvia, la declaración de guerra y la movilización norteamericana estaba garantizadas. Pero desventajas las había. Las pérdidas podrían ser muy graves y condicionar la guerra. Podía suponer incluso la pérdida de las Filipinas, de Hawai, Indonesia, Malasia e incluso Australia, y la aniquilación de la flota americana del Pacífico (la más importante) y de buena parte del ejército de tierra.
Militarmente es un desastre, pues los barcos pueden reponerse, pero los hombres no. Ya se ha dicho, llenar un barco de reclutas es fácil, pero instruir mandos no. El ejército y la Marina norteamericanos dieron pruebas de bisoñez en los primeros meses, sorbe todo por la gran expansión (y la incorporación e personal inexperto). Si no queda ni un cuadro de veteranos…
También es un desastre desde el punto de vista estratégico. Si se conservan las Filipinas se amenaza cualquier movimiento japonés. Si se pierden las Hawai, las únicas bases posibles están muy alejadas (Australia, si resistía, Samoa, también amenazada, o la Costa Oeste, al otro lado del mundo): se podría dar por perdido el Pacífico durante varios años. Incluso se amenazaba la victoria final, un Japón victorioso en el Pacífico podía dirigirse contra la URSS, la India y el Golfo Pérsico.
Semejante desastre tiene su traducción interna, Roosevelt y su partido podían darse por acabados, incluso podía ser destituido el Presidente (mediante el mecanismo legal de Impeachment que amenazó a Jonson o a Clinton).
Luego esta opción parece ser muy desventajosa, sólo para escoger si no hay alternativas.
5. Montar una emboscada. La idea es permitir que Japón lance su ataque, pero previniendo a los atacados.
Habría que disimular, ya que los japoneses estarían alerta. Lo ideal sería prevenir primero sólo a mandos superiores, y alertar a los inferiores en el último momento: los mandos intermedios, la tarde anterior, los marinos por la noche. Cortando las comunicaciones con Hawai en las últimas 24 ó 48 horas (averías del cable submarino), y haciendo salir al mar en la tarde anterior a la mayor parte de la fuerza.
Hoy sabemos que ni así se hubiese evitado una victoria japonesa dada la veteranía de sus dotaciones, pero eso no se sabía el 5 de Diciembre. Se podía esperar una victoria norteamericana, más o menos costosa. Incluso la victoria japonesa sería muy costosa en aviones, buques y hombres.
Al día siguiente Roosevelt podría dirigirse a la nación alabando la competencia de su ejército y su marina, y mostrando a los japoneses como unos traidores, que negociaban mientras preparaban una puñalada trasera. Políticamente no sería diferente a lo ocurrido a la realidad. Militarmente, una victoria condenaría a Japón, en un momento en el necesitaba imperiosamente tomar Indonesia. Estratégicamente, el mantener la posesión de Hawai, Guam y Filipinas partía por la mitad a las fuerzas japonesas.
Esta última opción era la ideal, y no se tomó, sino al contrario, una de las peores. Luego o Roosevelt era un conspirador capaz de urdir una trama maquiavélica pero sin prever sus consecuencias (un poco raro), o se explica todo mucho mejor simplemente por negligencia y desidia.
Saludos