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Hitler pasado de copas

Mié Feb 19, 2014 6:28 pm

Es conocido por todos que Hitler no comía carne, no fumaba ni bebía. Con total seguridad puede afirmarse que su vegetarianismo se manifiesta posterior a la Primera Guerra Mundial, pero no sucede lo mismo con su total rechazo al tabaco y el alcohol, que al parecer es de una data anterior.

Algunos camaradas suyos notaron que Hitler jamás consumió bebidas espirituosas durante la Gran Guerra, ni tampoco era adepto a otros menesteres propios de los soldados. Varios historiadores, psicólogos y médicos han planteado diversas teorías -entre razonables e inverosímiles- sobre esta condición en el modo de vida de Hitler. Pero en el libro compilatorio de las denominadas Conversaciones de sobremesa de Hitler puede encontrarse una muy interesante, pero sobretodo cómica, anécdota de Hitler justificando su rechazo al alcohol.

En la noche/madrugada del 8/9 de enero de 1942 -mientras el Frente Oriental aún amenazaba con colapsar-, Hitler cuenta la siguiente anécdota de su juventud sobre la única ocasión en la que se pasó de copas:

Steyr era un desagradable pueblo, lo opuesto a Linz. Linz, lleno de espíritu nacional; Steyr, negro y rojo: clero y marxismo. Me alojé con un compañero de escuela en Grünmarkt Nº 9, en una pequeña habitación que daba al patio. El primer nombre del chico era Gustav,[1] he olvidado su apellido. La habitación era bastante agradable, pero la vista sobre el patio era siniestra. A menudo solía practicar el disparar a ratas desde la ventana. Nuestra casera era muy cariñosa hacia nosotros. Regularmente tomaba lado con nosotros en contra de su marido, quien era sólo un número en su propia casa, por así decirlo. Ella solía atacarlo como una víbora. Recuerdo el tipo de riña que a menudo solían tener. [...]
Petronella tenía treinta y tres años de edad. Su marido tenía barba y sin edad conocible. Él era miembro de la pequeña nobleza, y trabajaba como empleado en el servicio municipal. En ese momento Austria tenía un gran número de familias de la nobleza en circunstancias difíciles. Me pregunto si Petronella sigue con vida.
Estábamos muy encariñados con ella. Ella cuidó de nosotros en todo tipo de pequeñeces, nunca perdía la oportunidad de llenar nuestros bolsillos con manjares. En Austria, las buenas mujeres que proporcionaban alojamiento para los estudiantes por lo general eran denominadas con la palabra en latín: crux.
Después de los exámenes organizamos una gran fiesta. Es la única vez en mi vida que he estado ebrio. Había obtenido mi certificado, y al día siguiente debía dejar Steyr y regresar con mi madre. Mis compañeros y yo en secreto reunimos más de un cuarto de galón[2] de vino local. He olvidado completamente lo que sucedió durante aquella noche. Simplemente recuerdo que fui despertado al amanecer por una mujer lechera, en el camino de Steyr a Garsten. Yo estaba en un estado lamentable cuando regresé a la casa de mi crux. Me di un baño y bebí una taza de café. Entonces Petronella me preguntó si había obtenido mi certificado. Quería mostrárselo, rebusqué en mis bolsillos, los volví del revés. ¡Ni rastro de mi certificado!
¿Qué podría haber hecho con él, y qué era lo que iba a mostrar a mi madre? De hecho ya estaba pensando una explicación: La había desplegado en el tren, frente a una ventana abierta, ¡y una ráfaga de viento se la había llevado! Petronella no estaba de acuerdo conmigo, y sugirió que sería mejor pedir por un duplicado del documento en la escuela. Y, puesto que yo había bebido todo mi dinero, ella llevó su amabilidad tan lejos como para prestarme cinco monedas.
El director comenzó por hacerme esperar mucho tiempo. Mi certificado había sido traído de vuelta a la escuela, pero roto en cuatro pedazos y en un estado un tanto indecorosa. Al parecer, en la enajenación de la embriaguez, había confundido el preciado documento con papel sanitario. Yo estaba consternado.
No puedo contarles lo que el director me dijo, todavía estoy humillado, incluso desde aquí. Me hice una promesa a mí mismo que nunca volvería a emborracharse de nuevo, y he mantenido mi promesa.


Imagen
Steyr se ubica en el estado de Alta Austria, a sólo 30 km al SE de Linz. El punto A indica el centro de Steyr -donde el rio Enns se bifurca y da lugar al rio Steyr- y el punto B indica a Garsten. Steyr y Garsten en la actualidad forman una continuidad habitacional, aunque administrativamente separados. Por aquel entonces no debieron estar distanciados por más de ochocientos metros.


Adolf Hitler solamente vivió un año en Steyr, específicamente la gestión escolar 1904-05. Para hacerse una idea del marco circunstancial que dio lugar a su estadía en Steyr, con posterior celebración y consecuente “brindis”, veamos los siguientes párrafos del libro Hitler 1889-1936: Hubris de Ian Kershaw:

Su desenvolvimiento [en la gestión 1902-03] fue una vez más catalogado como ‘variable’, y permaneció así en 1903-4, cuando fue registrado como ‘insatisfactorio’ en francés. Se le permitió acceder al examen de recuperación pero sólo bajo la condición de dejar la Realschule de Linz. Bajo este fracaso, Adolf fue transferido al Realschule de Steyr, distante a unas 50 millas, [3] donde tuvo que conseguir hospedaje debido a que la escuela estaba demasiado lejos de su hogar [en Leonding]. Mucho tiempo después recordó cuán disgustado estaba al ser enviado tan lejos debido a la escuela, y cómo detestó Steyr desde el primer día.

El desenvolvimiento de Adolf en Steyr no mostró una mejora inicial. En su reporte escolar del primer semestre del periodo 1904-5 obtuvo buena calificación en educación física y dibujo. Su ‘conducta moral’ era satisfactoria, su diligencia ‘variable’, recibiendo resultados mediocres en instrucción religiosa, geografía e historia (posteriormente afirmando que estas dos últimas eran sus materias favoritas), química, una calificación algo mejor en física, pero fracasando en el curso opcional de estenografía y dos materias obligatorias: lenguaje alemán y matemáticas. Si estos fracasos hubieran continuado en la segunda parte del año escolar lo hubieran condenado a repetir aquél año. Para septiembre de 1905, acorde al reporte del segundo semestre, evidentemente se había aplicado mejor y fue capaz de mejorar sus calificaciones, esforzándose en la mayoría de las materias, aprobando matemáticas y alemán, sin embargo fallando en geometría, lo que significaba ir a recuperación antes que se le permitiera ingresar al examen anual final en la Realschule inferior. El 16 de septiembre, Adolf retornó a Steyr y pasó la recuperación en geometría. Con esta calificación, ahora era candidato para la consideración de ingreso al Realschule superior, o a una escuela técnica.

Es dudoso que hubiera podido ser admitido debido a sus mediocres calificaciones de los anteriores cinco años. Pero en cualquier caso Adolf para esta época ya no tenía estomago para la escuela. Utilizó enfermedad –fingido o muy probablemente genuino pero exagerado- para persuadir a su madre afirmando que no estaba apto para continuar con los estudios, y en otoño de 1905, a la edad de 16, gustosamente puso su educación atrás para siempre con ningún camino futuro trazado.


Entonces su celebración bien pudo tener lugar el 16 o 17 de septiembre de 1905, ya que es la fecha cuando aprueba el examen de recuperación de su única gestión escolar en Steyr.

Las Conversaciones de sobremesa de Hitler están plagadas de muchas anécdotas como ésta, vertidas en medio de un público mixto entre civiles y militares con gran poder dentro del Reich que le prestaba el máximo de atención a este tipo de nimiedades, pero ignorantes -en la mayoría de los casos adrede- de lo que sucedía en escenarios que a la postre definieron el resultado de la guerra y el destino de Alemania.

Pueden rescatarse varios datos importantes de estas conversaciones pero, sin lugar a dudas, a leerlas uno no saldrá libre de las carcajadas.


[1] En algunas páginas de internet lo identifican como August Kubizek, quien escribió un libro que en español lleva el título de Hitler: Mi amigo de Juventud. Pero tal parece que dicha asociación es errónea, ya que Ian Kershaw en su libro “Hitler 1889-1936: Hubris” escribe lo siguiente: August Kubizek –‘Gustl’– era unos nueve meses mayor que Adolf Hitler. Se conocieron por casualidad en el otoño de 1905 (no en 1904, como afirmaba Kubizek) en una ópera de Linz.
August Kubizek nunca fue compañero de aula de Hitler, puesto que lo conoció cuando éste ya había abandonado los estudios.

[2] galón. Medida de capacidad para líquidos, usada en Gran Bretaña, donde equivale a algo más de 4,54 L; y en América del Norte, donde equivale a 3,78 L.
Por lo tanto un cuarto de galón podría ser más o menos 1 litro.

[3] De hecho Steyr no se encuentra a 80 kilómetros (50 millas) de Leonding o Linz, sino a 30-35 km.

Re: Hitler pasado de copas

Jue Feb 20, 2014 3:18 am

Gracias por este aporte, Fallschirmjäeger.

La verdad es que es increible, pero cierto, que Hitler pueda sacar la sonrisa de alguien.
Estas conversaciones de Hitler eran en sumo grado hilarantes, como testifican muchos de los que las escucharon, y a menudo estaban llenas de situaciones chistosas, como el asunto que se lee más arriba de la tal Petronella.

Y es que las tragedias tienen en ocasiones algo de cómico. En este caso tan monstruoso personaje era a la vez capaz de desarrollar conversaciones de carcajada.

Otro motivo más que indica que toda la alta cúpula que rodeada a Hitler tenía algo de irreal, de cómico, de Cantinflas, pues era capaz de tomar las más duras e inhumanas medidas y al mismo tiempo verse envuelta en situaciones de sainete.

Saludos.

Re: Hitler pasado de copas

Vie Feb 21, 2014 12:50 am

Pues gracias a ti, Anibal, por leerla y comentarla.

Anibal clar escribió:Y es que las tragedias tienen en ocasiones algo de cómico. En este caso tan monstruoso personaje era a la vez capaz de desarrollar conversaciones de carcajada.

Es probable que la imagen más recurrente que se tiene de Hitler es del hombre duro, imponiéndose a sus generales y ministros a base de gritos y tomando decisiones de frialdad sin precedentes; pero en estas conversaciones, donde los presentes eran en su mayoría de estamentos militares o paramilitares, puede verse que las situaciones cómicas contadas por Hitler son creadas adrede, a veces demasiado buscadas que al final pierden gracia o se tornan inverosímiles.
Desconozco la razón del por qué, ya que no recuerdo haber leído en ningún libro interpretación alguna para esta conducta poco esperada en tal personaje.
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