Año de producción: 2002
Dirección: Costa-Gavras
Intérpretes: Ulrich Tukur, Mathieu Kassovitz, Ulrich Mühe, Michel Duchaussoy, Ion Caramitru, Marcel Iures.
Guión: Costa-Gavras, Jean-Claude Grumberg, Rolf Hochhuth
Música: Armand Amar
Fotografía: Patrick Blossier
Alemania, años de la II Guerra Mundial. El racismo nazi impera a sus anchas. Por ejemplo, a la hora de aplicar la eutanasia y la eugenesia, barbaridad que se detiene sólo por la intervención de la Iglesia, aunque cuando ya se han asesinado a muchos disminuidos físicos y psíquicos. La siguiente atrocidad es la "solución final", el encierro de judíos en campos de exterminio y su eliminación masiva. Kurt Gerstein, químico y miembro de las SS, recibe la orden de suministrar gas Zyklon para los crímenes. Teniendo conocimiento del horror, decide permanecer en su puesto como "espía de Dios", mientras solicita a las autoridades internacionales y al Vaticano una denuncia pública. Pero entre dudas y miedos nadie parece hacer caso, excepto el padre Riccardo, que sirve de enlace para transmitir sus informaciones.
Adaptación de la polémica obra de teatro "El vicario", de Rolf Hochhuth. Lo más interesante es el personaje de Kurt Gerstein, cristiano evangelista, que se encuentra impotente ante el horror del que es involuntario protagonista. Sus dudas morales, su intento de hacer algo para detener la barbarie, mantienen el interés. Menos fuerza presenta la carga ideológica que imprime Costa-Gavras, cineasta especializado en cine político (Desaparecido, Z, El sendero de la traición) y antiguo marxista, al simplificar el comportamiento de la Iglesia ante el holocausto.
Es un lugar común acusar a Pío XII de inhibirse ante la persecución de los judíos. Se olvida que, siendo nuncio en Berlín, fue uno de los "negros" de la encíclica Mit Brenneder Sorge de 1937, rotunda condena al nazismo. El documento, prohibido en Alemania, fue introducido clandestinamente y leído en las iglesias católicas. En su presentación en Roma Pío XII comparó a Hitler con el diablo, y manifestó su temor a que los nazis se lanzaran a una guerra de exterminio. En 1941 The New York Times elogió editorialmente la oposición del Papa al nazismo, y en 1945 el Congreso Mundial Judío hizo lo propio. También en 1945 el gran rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, señaló sus "esfuerzos para salvar vidas judías". Golda Meir dijo cuando murió Pío XII: "Cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó a favor de las víctimas." Y Albert Einstein: "Sólo la Iglesia se pronunció claramente contra la campaña hitleriana que suprimía la libertad".
Fuentes: http://www.decine21.com/Peliculas/Amen-1681.asp?id=1681