Para China y Japón, la Segunda Guerra Mundial se inició en 1937
31/05/2014
El llamado “incidente del Puente Marco Polo” sirvió de pretexto para una contienda que prevista de corta duración amenazaba, sin embargo, con prologarse indefinidamente
En diciembre de 1937, el mundo conoció los horrores de la guerra en China por la «Masacre de Nanking», en la que los japoneses asesinaron a unas 200.000 personas con una crueldad inaudita. Este hecho atrajo la atención de toda la prensa internacional hacia una contienda que, ignorada en Occidente, sería, sin embargo, la primera de las que jalonaron la Segunda Guerra Mundial y que, a la postre, iba a decidir que los Estados Unidos se sumaran oficialmente como beligerantes a los aliados.
Unos meses antes, el 7 de julio de 1937, el denominado «incidente del puente de Marco Polo» (un tiroteo fortuito entre soldados de ambos países) serviría de pretexto a Japón, impulsado por el militarismo expansionista, para poner en marcha una guerra total contra China, donde el Kuomintang (Partido Nacionalista Chino) de Chiang Kai-shek y los comunistas deMao Zedong, debieron de aparcar la guerra civil y olvidar momentáneamente sus diferencias para hacer causa común contra el invasor.
Sin embargo, el gobierno japonés, dirigido por primer ministro Fumimaro Konoe, que sólo esperaba la ocasión para desatar esta guerra, envió rápidamente tropas al continente, logrando hacerse con el control de la ciudad de Pekín y ocupando en pocas semanas el nordeste del país hasta el río Amarillo.
Shanghai
Tras esos fulminantes éxitos, el Cuartel General Imperial japonés se mostraba reticente a extender las operaciones a la China central. Sin embargo, Chiang Kai-shek estaba decidido a dar la batalla en Shanghai. Esta ciudad, la más industrializada del país, había sido testigo en 1932 de duros combates cuando los japoneses desembarcaron tropas con el pretexto de proteger a sus ciudadanos, encontrándose entonces una inesperada oposición de las tropas chinas.
El desembarco estuvo precedido del primer bombardeo aéreo de la historia efectuado por aviones que habían despegado de portaaviones. Aunque un acuerdo de alto el fuego convirtió finalmente a la ciudad en zona desmilitarizada, los japoneses la mantenían bajo su control.
Ahora, en el marco de este nuevo conflicto, las fuerzas chinas atacaron a los japoneses con la intención de desalojarlos. La reacción japonesa fue fulminante. El recién creado «Ejército Expedicionario de Shanghai» desembarcó de inmediato en la ciudad, apoyado por la artillería y la aviación de la Marina Imperial. Después de haber ofrecido una enconada resistencia, el ejército chino, diezmado y abrumado por la superioridad del fuego enemigo, se vio obligado a abandonar sus posiciones en la ciudad.
Para explotar esta contundente victoria, los japoneses reunieron un gran ejército a las órdenes del príncipe Asaka, tío del emperador Hirohito, con el objetivo de tomar Nanking, entonces capital oficial del país. El Ejército chino, habiendo perdido sus mejores unidades, fue incapaz de oponer resistencia. La pérdida de Nanking no consiguió convencer a Chiang Kai-shek de poner fin a la guerra.
Como tampoco sucumbió, un año mas tarde, cuando en octubre de 1938, los japoneses capturaron Wuhan, el nuevo centro militar, económico y político de China. Habría de pasar aún otro año para que los chinos lograran su primera victoria defensiva al impedir la caída de la ciudad de Changsha. La guerra, que los estrategas japoneses habían previsto ganar con rapidez, comenzaba a tener visos de prolongarse indefinidamente.
Tigres voladores
Desde el mismo inicio de las hostilidades, el principal valedor de Chiang Kai-shek fue el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, del que recibió un abundante apoyo tanto en los campos diplomático y económico como en el militar. En su afán por impedir la llegada de esta ayuda, masiva y creciente, los japoneses decidieron capturar inicialmente los principales puertos del sur de China y, en septiembre de 1940, Hai Phong, en Indochina.
Al año siguiente extendieron su ocupación al resto de la colonia francesa con un acuerdo impuesto a la Francia de Vichy. Ello provocó un durísimo embargo comercial por parte de los Estados Unidos, al que con posterioridad sumó la negativa a seguir facilitándole el vital petróleo tanto para mantener en pie la economía japonesa, como para poder mover su máquina militar.
De otra parte, la única ruta que quedaba para enviar suministros a China, la carretera de Birmania, quedó encomendada a la protección de los «Tigres Voladores», un grupo de pilotos norteamericanos voluntarios liderados por el general Chennault.
En 1941, Japón había mordido más de lo que podía engullir: derrotado por la inmensidad del territorio chino y privado de materias primas esenciales para su esfuerzo bélico, decidió huir hacia adelante, en la mejor tradición de los samurai, atacando Pearl Harbor.El ascenso de Japón a gran potencia
Al vencer a la Rusia zarista en 1905, Japón empezó a adquirir de hecho la condición de gran potencia, que refrendó quedándose con una buena parte de las colonias asiáticas de Alemania al final de la Pri-mera Guerra Mundial.
Tras su victoria sobre los rusos, había unido a sus posesiones el Ferrocarril del Sur de Manchuria y el estratégico enclave de Port Arthur, lo que junto a la isla de Taiwán y el archipiélago de Pescadores, ocupadas en 1895 en un conflicto anterior con China, le servirían de trampolín para sus indisimuladas ambiciones en el continente.
Así, en 1931, aprovechando el «incidente de Mukden» (la voladura de un tramo de vía ferroviaria, organizado por el propio ejército japonés del que se culpó a saboteadores chinos), ocupó toda Manchuria, separándola del resto de China para crear un estado títere, Manchukúo. El siguiente paso sería el intento de dominación del extenso gi-gante asiático, asolado por una guerra civil, minado por la corrupción y víctima de un atraso de siglos.
Fuente: http://www.abc.es/cultura/20140531/abci ... 01046.html