Homenajean a veteranos españoles que lucharon en II Guerra Mundial
Asegura no sentirse un héroe, pero ha luchado en dos contiendas, ha sido condecorado por dos Ejércitos y ha acabado sufriendo 'casi diez años de guerra' contra el fascismo y por la libertad.
Miguel Ramírez, con 91 años, ocho medallas sobre el pecho y el título de Caballero de la Orden de la Lealtad a la República Española, es uno de los veteranos españoles de los Ejércitos aliados en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) homenajeados hoy en la Embajada de España en Londres.
'Yo no soy un héroe. Héroes son las muchas personas y los muchos niños que tuvieron que salir de España adonde podían', afirma.
Su historia arranca en plena Sierra de Grazalema, en la provincia andaluza de Cádiz, donde se ganaba la vida como jornalero, sin ninguna afiliación política, 'porque en un cortijo tú no tenías política, solamente trabajabas siete días a la semana y no sabías cuándo era sábado o cuándo era domingo'.
Hasta el 18 de julio de 1936.
El estallido del Guerra Civil pilló a otro de los veteranos, Francisco Sixto, también de 91 años, preparándose para irse al baile, 'porque era sábado'.
'Llegó un camarada y me dijo '¡qué bailes, ni qué hostias! Qué se han sublevado unos militares, tenemos que ir a coger armas'', recuerda Francisco.
Luchó en el frente del Pardo y en Extremadura y, tras aprobar unas oposiciones para oficial en 1938, le destinaron al Ejército del Este.
'Cuando ya se habían retirado las tropas del Segre y el Ebro, sólo quedaba en la zona unas compañías de asalto que un día sin decir ni adiós se marcharon y nos dejaron allí solitos a nosotros', explica.
'No teníamos órdenes de nadie y decidimos retirarnos', añade.
Al igual que otros cientos de miles de españoles, Francisco acabó cruzando los Pirineos.
'Fue algo desesperante. Si tuviera que vivir esa experiencia otra vez no lo haría. Llegamos a Francia y no sabíamos ni que estábamos' en Francia, recuerda.
Y como tantos otros, acabó en un campo de refugiados, en el de Saint-Cyprien.
Miguel también luchó durante tres años en el bando republicano, también cruzó los Pirineos y también fue internado en un campo de concentración.
Se alistó en el Ejército francés, con el que luchó en el Norte de Africa y Noruega, donde también combatió Francisco.
'Allí caí herido y me evacuaron a Escocia. Yo no entré en Gran Bretaña a luchar. Me evacuaron aquí', explica Miguel.
Pero una vez recuperado, Miguel se enroló en el Ejército británico y participó en la liberación de Francia.
'Para celebrarlo, cogimos dos botellas de coñac, nos las cascamos con el estómago vacío y dormimos en un pajar. Despertamos al otro día. No fuimos ni al cuartel', recuerda entre risas.
Su compañía, compuesta por unos quinientos españoles, entró en Normandía varías semanas después del Día-D.
'Entré a las 3 ó las 4 de la madrugada. Todavía se veían a los que habían perecido, el equipaje flotando en el agua. Fue muy duro', rememora.
Y a la liberación de Francia sucedió la de otros países europeos.
'Pero yo estaba desilusionado, porque antes de la invasión de Francia, (el primer ministro británico, Winston) Churchill decía que había que luchar para que todos fuéramos democráticos. Pero cuando llegaron a Francia, yo esperaba que algún Ejército tirara para nuestra frontera. Pero ahí no hubo 'na'', recuerda.
Acabada la guerra, Miguel trabajó en la construcción y se acabó casando con Asunción, una niña de la guerra, 'que salió de España en el 37, con doce años'.
Tiene dos hijos, seis nietos y un biznieto, 'todos ingleses ya', dice con orgullo.
Su apellido desde que salió de España es Ramira, 'porque los gendarmes franceses lo escribieron mal', pero se queja de que en España figura todavía con los apellidos de mi madre, Fajardo Parea, porque durante la guerra quemaron todos los registros.
Miguel y Francisco son sólo uno de los miles de españoles que 'sufrieron casi diez años de guerra' por la democracia y la libertad, destacó hoy el embajador de España en el Reino Unido, Carlos Miranda.
Ahora Manuel Moreno, hijo de una niña de la guerra y un exiliado español, trabaja en la elaboración de un registro de los aproximadamente 7.000 españoles que vivieron el exilio en territorio británico.
Para rescatar más historias como ésta del olvido.
Terra Actualidad - EFE