Norman Davies sorprende con una visión desconcertante de la SGM Carmelo López-Arias
No se trata de grandes revelaciones, sino de un enfoque detallado y novedoso del historiador inglés sobre los datos conocidos, y una valiente reflexión sobre "los buenos" y "los malos".
17 de octubre de 2008
EL FRENTE DEL ESTE
Aunque la iconografía de la Segunda Guerra Mundial nos habla sobre todo de Normandía o Iwo Jima, fue el enfrentamiento Hitler-Stalin, con mucha diferencia, el que consumió mayores recursos humanos y materiales.
LA OTRA CARA DE LA SGM
Norman Davies. Europa en guerra. 1939-1945. Traducción de Amado Diéguez. Planeta. Barcelona, 2008. 711 pp. + ilustraciones. 22,50 €
La Segunda Guerra Mundial no pasa nunca de moda como objeto de estudio. La magnitud bélica, logística, política, diplomática y -sobre todo- humana de la contienda da lugar a un continuo surgir de análisis y perspectivas por parte de nuevos y de consagrados historiadores. Pero hacía mucho tiempo que no leíamos un ensayo tan sugerente como el de Norman Davies: Europa en guerra. 1939-1945 (Planeta). El autor del exitoso Varsovia, 1944 es profesor emérito de la Universidad de Londres y miembro de la Royal Historical Society, amén de un reputado especialista en el frente oriental. Y es quizá ese buen conocimiento de la Europa del Este, y de países literalmente machacados por las invasiones de unos y de otros -como Ucrania o Bielorrusia-, lo que le permite aportar una visión rompedora sobre el conflicto.
Una visión "orientocéntrica"
Cuando pensamos en la guerra en Europa, se nos vienen a la cabeza una serie de ideas-fuerza debidas a la propaganda aliada de aquellos años y a su continuación iconográfica, fundamentalmente a través del cine: los bombardeos de Londres, la Resistencia francesa (recomendemos una vez más, que siempre serán pocas, Los alemanes en Francia vistos por una española, de Josefina Carabias, editado por Castalia en 1989: ¡un hallazgo!), las campañas en el sur de Italia, el desembarco de Normandía (imprescindible la serie de televisión Hermanos de sangre, ya en DVD) o la caída de Berlín. Sin embargo, Davies demuestra hasta qué punto la verdadera guerra en Europa tuvo lugar en el frente oriental, en proporción que no admite dudas. Partiendo de un estudio del despliegue de fuerzas en número y duración, las cifras son indicativas: multiplicando hombres por meses, la guerra germano-soviética ofrece un resultado de 406,00 millones, seguida del frente occidental tras el día D... con 16,50 millones. ¡Casi 25 veces menos! Aparecen detrás la batalla de Finlandia y la ofensiva de Adolf Hitler sobre Francia, Bélgica y Holanda (9,00), y el legendario enfrentamiento entre Erwin Rommel y Bernard Montgomery en el norte de África (5,00). En cuanto a soldados fallecidos en el viejo continente, la Unión Soviética suma 11.500.000, Alemania 3.500.000 y el resto de países (incluido Estados Unidos con 143.000) suman 1.770.000. Esto es, el 89,44% de las bajas fueron rusas (incluidos países sometidos por la antigua URSS) o germanas. Comparemos finalmente los aproximadamente cinco millones de soldados muertos en las grandes batallas y campañas del frente oriental, con los aproximadamente novecientos mil de sus equivalentes en el frente occidental. Estos datos no son nuevos, desde luego, pero Davies los encuadra en una visión de la guerra muy convincente y desconcertante para quienes la conocemos sobre todo a través de las obras clásicas de historiadores anglosajones. No se trata sólo de que cada país defienda su papel en aquellos años terribles. También el oscurantismo y la ausencia de datos procedentes de la URSS y sus países satélites impedía a los estudiosos el acceso a unas fuentes que, con la caída del comunismo, han quedado libres.
No es una historia de "buenos" y "malos"
Y nos hemos centrado sobre todo en la preeminencia que Davies asigna al frente del Este como fuente fundamental del desgaste bélico. Pero muchos otros aspectos de la Segunda Guerra Mundial son cuestionados de manera similar. Por ejemplo, la identificación entre "campos de concentración" y "Tercer Reich", dado que la red del Gulag soviético tuvo muchos más campos, en un área más extensa y durante el doble de tiempo. Nunca más odiosas que en este caso las comparaciones, ni intentar dilucidar quién fue mejor o quién fue peor en una brutalidad común: lo que intenta nuestro autor es sacar del olvido una serie de realidades que empañan el juicio corriente sobre el horror que fue Europa en aquellos años. Lo hace en un volumen encabezado por una apasionante introducción que estudia los cinco factores decisivos de la SGM (geográficos, militares, ideológicos, políticos y morales) y las diez "formas de selectividad" que hacen de anteojeras en las respectivas visiones de la guerra por países. A la introducción siguen cuatro grandes áreas de estudio (las operaciones militares en Europa, la evolución de las alianzas políticas, la vida de los soldados y la de los civiles) y un excelente capítulo a modo de mini-ensayo autónomo sobre la SGM y el cine. ¿Quién ganó realmente la guerra? Una foto fija del mapa de Europa en 1939, comparada con otra de 1945, dice claramente que la ganó Stalin. Dice también que, aunque la guerra se hiciese "por la libertad", el número de hombres libres en Europa era menor en 1945 que seis años antes. Sólo George W. Bush tuvo la valentía de admitir en 2005, durante una visita a Letonia, que Yalta y Postdam habían condenado a millones de personas a la esclavitud comunista. La guerra, "inconcluye" Davies, no fue sólo una cosa de Hitler y de la lucha contra Hitler, ni de "buenos" contra "malos". Lo extraordinario de esta obra no es que nos cuente y/o sugiera estas y otras reflexiones, sino que lo hace de una forma coherente, respaldada por cifras y tablas muy bien construidas y con una objetividad notable y una originalidad de planteamiento que seduce al lector porque le hace ver cosas que no veía o no valoraba adecuadamente. ¡Qué largo se hace leer algunos folletos, y qué poquitas parecen estas setecientas páginas!
Aunque la iconografía de la Segunda Guerra Mundial nos habla sobre todo de Normandía o Iwo Jima, fue el enfrentamiento Hitler-Stalin, con mucha diferencia, el que consumió mayores recursos humanos y materiales.
LA OTRA CARA DE LA SGM
Norman Davies. Europa en guerra. 1939-1945. Traducción de Amado Diéguez. Planeta. Barcelona, 2008. 711 pp. + ilustraciones. 22,50 €
La Segunda Guerra Mundial no pasa nunca de moda como objeto de estudio. La magnitud bélica, logística, política, diplomática y -sobre todo- humana de la contienda da lugar a un continuo surgir de análisis y perspectivas por parte de nuevos y de consagrados historiadores. Pero hacía mucho tiempo que no leíamos un ensayo tan sugerente como el de Norman Davies: Europa en guerra. 1939-1945 (Planeta). El autor del exitoso Varsovia, 1944 es profesor emérito de la Universidad de Londres y miembro de la Royal Historical Society, amén de un reputado especialista en el frente oriental. Y es quizá ese buen conocimiento de la Europa del Este, y de países literalmente machacados por las invasiones de unos y de otros -como Ucrania o Bielorrusia-, lo que le permite aportar una visión rompedora sobre el conflicto.
Una visión "orientocéntrica"
Cuando pensamos en la guerra en Europa, se nos vienen a la cabeza una serie de ideas-fuerza debidas a la propaganda aliada de aquellos años y a su continuación iconográfica, fundamentalmente a través del cine: los bombardeos de Londres, la Resistencia francesa (recomendemos una vez más, que siempre serán pocas, Los alemanes en Francia vistos por una española, de Josefina Carabias, editado por Castalia en 1989: ¡un hallazgo!), las campañas en el sur de Italia, el desembarco de Normandía (imprescindible la serie de televisión Hermanos de sangre, ya en DVD) o la caída de Berlín. Sin embargo, Davies demuestra hasta qué punto la verdadera guerra en Europa tuvo lugar en el frente oriental, en proporción que no admite dudas. Partiendo de un estudio del despliegue de fuerzas en número y duración, las cifras son indicativas: multiplicando hombres por meses, la guerra germano-soviética ofrece un resultado de 406,00 millones, seguida del frente occidental tras el día D... con 16,50 millones. ¡Casi 25 veces menos! Aparecen detrás la batalla de Finlandia y la ofensiva de Adolf Hitler sobre Francia, Bélgica y Holanda (9,00), y el legendario enfrentamiento entre Erwin Rommel y Bernard Montgomery en el norte de África (5,00). En cuanto a soldados fallecidos en el viejo continente, la Unión Soviética suma 11.500.000, Alemania 3.500.000 y el resto de países (incluido Estados Unidos con 143.000) suman 1.770.000. Esto es, el 89,44% de las bajas fueron rusas (incluidos países sometidos por la antigua URSS) o germanas. Comparemos finalmente los aproximadamente cinco millones de soldados muertos en las grandes batallas y campañas del frente oriental, con los aproximadamente novecientos mil de sus equivalentes en el frente occidental. Estos datos no son nuevos, desde luego, pero Davies los encuadra en una visión de la guerra muy convincente y desconcertante para quienes la conocemos sobre todo a través de las obras clásicas de historiadores anglosajones. No se trata sólo de que cada país defienda su papel en aquellos años terribles. También el oscurantismo y la ausencia de datos procedentes de la URSS y sus países satélites impedía a los estudiosos el acceso a unas fuentes que, con la caída del comunismo, han quedado libres.
No es una historia de "buenos" y "malos"
Y nos hemos centrado sobre todo en la preeminencia que Davies asigna al frente del Este como fuente fundamental del desgaste bélico. Pero muchos otros aspectos de la Segunda Guerra Mundial son cuestionados de manera similar. Por ejemplo, la identificación entre "campos de concentración" y "Tercer Reich", dado que la red del Gulag soviético tuvo muchos más campos, en un área más extensa y durante el doble de tiempo. Nunca más odiosas que en este caso las comparaciones, ni intentar dilucidar quién fue mejor o quién fue peor en una brutalidad común: lo que intenta nuestro autor es sacar del olvido una serie de realidades que empañan el juicio corriente sobre el horror que fue Europa en aquellos años. Lo hace en un volumen encabezado por una apasionante introducción que estudia los cinco factores decisivos de la SGM (geográficos, militares, ideológicos, políticos y morales) y las diez "formas de selectividad" que hacen de anteojeras en las respectivas visiones de la guerra por países. A la introducción siguen cuatro grandes áreas de estudio (las operaciones militares en Europa, la evolución de las alianzas políticas, la vida de los soldados y la de los civiles) y un excelente capítulo a modo de mini-ensayo autónomo sobre la SGM y el cine. ¿Quién ganó realmente la guerra? Una foto fija del mapa de Europa en 1939, comparada con otra de 1945, dice claramente que la ganó Stalin. Dice también que, aunque la guerra se hiciese "por la libertad", el número de hombres libres en Europa era menor en 1945 que seis años antes. Sólo George W. Bush tuvo la valentía de admitir en 2005, durante una visita a Letonia, que Yalta y Postdam habían condenado a millones de personas a la esclavitud comunista. La guerra, "inconcluye" Davies, no fue sólo una cosa de Hitler y de la lucha contra Hitler, ni de "buenos" contra "malos". Lo extraordinario de esta obra no es que nos cuente y/o sugiera estas y otras reflexiones, sino que lo hace de una forma coherente, respaldada por cifras y tablas muy bien construidas y con una objetividad notable y una originalidad de planteamiento que seduce al lector porque le hace ver cosas que no veía o no valoraba adecuadamente. ¡Qué largo se hace leer algunos folletos, y qué poquitas parecen estas setecientas páginas!
Fuente originaria : http://www.elsemanaldigital.com/articul ... culo=88583