Fuente: http://www.cuaderno10.com/blogs/PR%D3TESIS/2009/08/
Título: Los espías de Varsovia
Autor: Alan Furst
Editorial: Seix Barral
Año de edición: 2009
ISBN: 9788432231889
Páginas: 352
Precio Euros: 19.50
Encuadernación: Rústica
Sinopsis
Un atardecer de otoño de 1937, un ingeniero alemán llega a la estación de tren de Varsovia. Esa noche se reunirá con su amante; al día siguiente intercambiará información por dinero. Así empieza Los espías de Varsovia, una novela por la que desfilan veintiún espías y en la que el amor es lo único capaz de iluminar un tiempo incierto y peligroso.
La guerra entre espías siempre precede al rugido de la artillería, y en los albores de la Segunda Guerra Mundial los agentes de inteligencia franceses y alemanes están enzarzados en una lucha a muerte. En la embajada francesa, un atractivo aristócrata se suma a la lucha, el coronel Mercier. Mientras Mercier vive un apasionado romance con una parisina de origen polaco, los secuestros, traiciones e intrigas se suceden en las calles de Varsovia.
Artículo aparecido en El Periódico de Aragón
Varsovia, nido de espías
Alan Furst recrea episodios del espionaje internacional en el contexto de la Segunda Gran Guerra.
14/10/2009. JUAN Bolea
Las novelas de espionaje constituyen por sí mismas un subgénero dentro de la clasificación más general de la novela de intriga.
A veces, la novela de espías se confunde con la policíaca o con el thriller, pero en muchos otros casos (Eric Ambler, John Le Carré, Graham Greene o el propio Alan Furst) mantiene una personalidad propia y una serie de claves que, debidamente orquestadas, deberían ser susceptibles de proporcionarnos una sinfonía literaria inspirada por la guerra fría o por cualquier otro episodio contemporáneo en el que la historia se sumerja en los laberintos del espionaje internacional.
En Los espías de Varsovia, Alan Furst ha elegido como marco novelesco los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, con la capital de Varsovia como base de operaciones y nido de espías.
El protagonismo de la acción va a recaer en el coronel Mercier, agregado militar de la embajada francesa en Varsovia y encargado de vigilar los movimientos de los nazis, sus maniobras militares en los Sudetes, su insoportable presión sobre Austria. También, las reformas llevadas a cabo en su material bélico, especialmente en sus carros de combate, puestos a prueba en la reciente contienda española con escaso éxito y numerosas prestaciones que mejorar, comenzando por el blindaje y terminando por los calibres a disparar.
El personaje del coronel Mercier encarnará al espía clásico, todavía con un punto romántico, heredero de la Primera Guerra Mundial. Aquélla en la que un joven y ambicioso oficial francés, llamado Charles de Gaulle, bien dotado para la oratoria y la escritura, pronunciase, bajo un diluvio de balas alemanas, la siguiente frase a sus soldados agazapados de miedo sobre el suelo: "¡Caballeros, compórtense!".
Jean François Mercier, además de aristócrata, guerrero y espía, será también un hombre cultivado y sensible. En este terreno, en el que se mostrará un poco más vulnerable, no tardará en caer en brazos del amor.
Hay en esta buena y sólida novela, Los espías de Varsovia (Seix Barral) un tácito o explícito reconocimiento a los tiempos en que el espionaje fue realmente una profesión arriesgada, romántica y, en ocasiones, dependiendo del valor del agente y de su capacidad de poner en riesgo su vida, acaso hasta decisiva para los intereses estratégicos, bélicos, de su propio país.
Mercier, a quien acabarán colgando la etiqueta de héroe, no sólo se dedicará a confraternizar con la aristocracia polaca o a asistir a veladas flamencas en la embajada española, sino que cruzará de noche las alambradas fronteras para arrastrarse reptando, como una sombra, hasta los acantonamientos de tropas alemanas y espiar sus emplazamientos y defensas.
Desde la óptica del espionaje se ve con bastante claridad el brusco cambio que iba a suponer la irrupción del nacionalsocialismo. Los viejos códigos de la guerra decimonónica, ya cuestionados en la primera gran contienda universal, iban a hacerse definitivamente añicos con la irrupción de los secuaces de Hitler. La seria intentona del Führer de protagonizar la historia, de dominar el mundo, habría tenido, sin duda, más posibilidades de prosperar de haberse dedicado los espías occidentales a otros menesteres. Pero estuvieron allí, en sus invisibles puestos, para salvar vidas e inspirar novelas.
Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noti ... kid=531270
Fuentes
http://www.casadellibro.com/libro-los-e ... 0001297185
http://www.lecturalia.com/libro/24950/l ... e-varsovia