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La guerra en el Alma

Mar Sep 01, 2009 9:24 pm

La guerra en el Alma.

A través de la explanada, poblada de un césped húmedo y verdoso, se detiene y entoces me mira, clava en mí sus pupilas porque hace un instante que yo estoy haciendo lo mismo. Incluso a esta distancia, puedo observar los destellos que arranca el Sol a sus medallas. Hoy no parece llevar el gorro típico de los tanquistas alemanes, pero no tengo dudas.

En la quietud soleada que nos rodea, el silencio es un pesado manto que los grillos no se atreven a enturbiar y a través de el me observa fijamente. No puedo evitar que los destellos de mis insignias lleguen hasta su posición, ni que le delaten que hice la elección opuesta... ya es tarde... ¿Está evaluándome tal como yo hago con él?

Frente a frente, separados por la explanada, nos miramos en silencio. Entonces sus ruedas comienzan a moverse, va poco a poco dándome la espalda, lo observo alejarse y como siempre me pregunto quien será el primero en abrir fuego.

- ¿Todavía no se hablan? -preguntó la jefa de enfermería.
-¿Te refieres a los dos veteranos? -dijo la auxiliar.
- Esos mismos...
- Es una pena, tendrían tanto que contarse... -la auxiliar comenzó a doblar una sábanas y prosiguió -aunque a lo mejor quien sabe.
- Están muy solos, ya no les queda nadie, al menos se tendrían el uno al otro aquí, tan lejos de sus casas, aunque bañados por nuestro acalorado y benigno clima... ya sabes lo que dicen, que en el norte siempre llueve, ya sea Inglaterra o Alemania... ya les gustaría a esos tener nuestro bendito Sol... Cuando termines con las sábanas, acuérdate que tienes que ayudarme con unos papeles en el despacho...
- Ahora voy, jefa... ya casi he terminado de doblar esto... por cierto, ¿crees que dará resultado el sacarlos a tomar su baño de Sol a la misma hora?
- Chica... no lo se, lo que sí puedo decirte es que como no se hagan amigos, van a morirse los dos muy pronto, de viejos, de pena y sobretodo, de soledad...
- ¿Tan mal los ves, jefa? -la auxiliar había terminado de doblar las sábanas, y ahora ya sin estorbos ni disimulos, centraba toda su atención en la conversación.
- Sí... los dos están bastante seniles... puedes creerlo... La pasada noche, Herman...
- ...Un momento -la auxiliar se enderezó visiblemente- ¿Herman cual es?
- El Alemán... ¿puedo seguir? -dijo la jefa de enfermería.
- Ah, el de la silla de ruedas... -comentó la auxiliar.
- Chica, si les prestaras atención cuando se quejan, notarías claramente la diferencia de acento...
- No se, para mí los dos hablan igual de raro.
- Bueno, a lo que iba, que sinó aquí hoy no terminamos... La pasada noche, Herman, el Alemán -añadió dirigiendo una sonrisa pícara a la auxiliar- comenzó a vociferar, visiblemente alterado. Tuvieron que entrar un par de camilleros, ya que no había forma de calmarlo, y terminó atado con correas a la cama y sedado. Esta mañana, al despertarse, volvió a repetir al numerito. Mientras iba a su habitación a toda prisa, tropecé en el ascensor con la hija del señor alemán tan simpático que tenemos en tratamiento, por unas complicaciones debido a su alergia al veneno de las medusas...
- Sí, la verdad que el pobre tuvo mala pata...
- Bueno, pero ya está mejor. Otra vez te me vas por las ramas, chitón. Bueno, pues le pedí a la hija si podía acompañarme a la habitación de Herman, y por el camino le fui explicando lo que pasaba, ya sabes que es una chica muy inteligente que habla varios idiomas... Al llegar a la habitación, la chica se le acercó y comenzó a calmarlo hablándole en alemán... Comenzó a relajarse al instante, pero seguía hablando y vi que la pobre chica comenzaba a ponerse pálida. Finalmente consiguió despertarse del todo y el rubor subió a sus mejillas, nos pidió muy educadamente que saliéramos de la habitación y se disculpó un tanto avergonzado.

Ahora la jefa de enfermería se puso muy seria, su vista pareció perderse en la distancia, lo cual aumentó a cotas muy elevadas la impaciencia de la auxiliar, que ya no se atrevía a interrumpirla más. Finalmente, prosiguió:

- Bueno, en el pasillo de nuevo, aparté a un lado a la chica. Tenía gran interés por saber lo que decía Herman, saber que es eso que le atormenta por si podemos hacer algo más por él y de alguna manera ayudarle a pasar mejor las noches. La verdad es que me costó hacerla hablar, hasta que le expliqué claramente el motivo de mi interés... Y ahora bien, soltó la lengua, y la mayoría de expresiones no las había entendido, parecían jerga militar, ya sabes, como la que sale en las películas... pero sin duda estaba recordando cosas, hablaba de compañeros muertos en un instante a su lado, filas interminables de heridos... supongo que una colección de los peores horrores que se viven en la guerra.

- Pues que quiere que le diga... el otro, el Inglés... también calla lo suyo. En el salón de estar hace como tres o cuatro noches, viendo la televisión, anunciaron un reportaje sobre aviones del siglo pasado. El hombre estaba allí plantado, tiritando como si tuviera cuarenta de fiebre. Le tomamos la temperatura, y estaba bien, así que algo de lo que vio por la televisión debió alterarlo muchísimo.

- En fin, chica... pobrecillos... aquí todavía no tenemos medicamentos contra los recuerdos.

Ahí está de nuevo el Inglés, como siempre, a la misma hora. Puntual como si fuera la hora del té. No entiendo que extraño paréntesis nos abarca, a través de la nebulosa en la que parece debatirse mi mente recuerdo que somos enemigos, pero algo me impide actuar, a veces consigo recordar fragmentos que enlazan en el puzzle de mi mente y por instantes todo vuelve a tener sentido, y en esos instantes recuerdo que nunca le haría daño al Inglés, es más, ni siquiera lo conozco... pero otras veces, como hoy, no me explico porque lo veo como si fuera mi enemigo. Y se que es Inglés, esas insignias... y su mirada, cuantas veces he visto esa mirada...
Me han dicho que tuve una mujer, una familia, pero no puedo recordar nada de ello. De la neblina colosal que abarca todos mis pensamientos, los únicos que permanecen límpidos son los de la guerra. No se cuanto tiempo llevo aquí, a veces paseo la mirada por el entorno sin ver nada, y sigo encerrado en mi cuerpo, con toneladas de recuerdos y tormentos. No se que será esto, si un hospital de campaña, un puesto avanzado en el frente...a veces estoy a punto de averiguarlo, pero el hilo lógico que me lleva a tal idea se desintegra tan rápido como aparece. Por suerte no nos bombardean, ni tenemos que aguantar la siempre comprometida visita de los mandos. No se como irá la guerra, pero nunca conocí a ningún soldado que lo supiera ciertamente, y los mandos callaban quedamente cuando se les preguntaba...

Coincidimos por fin, a escasos palmos, un día soleado, uno de tantos ya pasados. No lleva uniforme, y entonces me doy cuenta de que yo tampoco, pero por algún motivo, ambos nos colgamos las medallas. Hoy tengo una gran lucidez mental, y algo me dice que quizás sea la última vez. Nuestras insignias y recuerdos, lo poco que nos queda, es lo único ya que nos ata a este mundo, será por eso que cada mañana con manos temblorosas y de erroneos movimientos hacemos el supremo esfuerzo de colocárnoslas.
Miro sus ojos, como cada día, y esta vez no veo tras ellos la bruma que se come y medra en los recuerdos. Largamente nos observamos, y por primera vez, y constantándolo en el otro, nos damos cuenta de lo viejos que somos y de lo poco que nos queda, de cordura, de recuerdos y de tiempo por vivir. Adelanto una palabra, que empieza con un gesto, que se inicia con un terrible rebullir de sentimientos encontrados:
- Smith, capitán Peter Smith, de la RAF...
- Kultz, Herman Kultz, divisón Panzer Lehr... jefe de carro.

Se miran nuevamente. Las cartas sobre el tapete.

- Herman, no me queda mucho tiempo... los he visto de nuevo, creo que han venido a por mí.
- Yo también los he vuelto a ver estas últimas semanas, y cada vez me ha costado más despertar, como si se aferraran a mí, o quizás yo me aferrara a ellos...
- ¿Sabes donde estamos Herman?
- A veces creo que sí, pero otras... ni tan siquiera se en que año estamos, ni como va la guerra...
- Creo Herman, que somos dos viejos completamente locos por la edad, dos dinosaurios apartados a un lado del camino que tan sólo esperan el momento de extinguirse...

.... ...... .......

- ¿Sabe qué están haciendo? -dijo la auxiliar de enfermería.
- Estan frente a frente, a dos palmos, y ni se hablan... -contestó la jefa de enfermeras.
- Cree usted... no parecen hablarse, pero sin embargo, han asentido varias veces, y la intensidad con que se miran...
- Tonterías, está mañana ya ninguno de los dos fue capaz de articular palabra ni reaccionaban a casi ningún estímulo, en realidad he decidido esta terapia como una medida desesperada, a ver si dos veteranos como ellos son capaces de ayudarse mutuamente, aunque si te digo la verdad, todo esto que te cuento es oficioso.
- Señora... espero que tenga razón.

El Sol seguía bañándolos lentamente, formando pequeñas perlitas de sudor en sus frentes arrugadas. Los ojos de ambos, seguían enfocados en una conversación más allá de las palabras, como sólo pueden posibilitar las experiencias más terribles.

Finalmente la jefa de enfermeras hizo un gesto y varias auxiliares salieron al jardín. Lenta, muy lentamente separaron a ambos viejos. Esa misma noche, Herman Kultz y Peter Smith murieron en sus camas. A la mañana siguiente, tras empaquetar sus escasas pertenencias, un camillero se acercó al despacho de la jefa de enfermeras con dos cajitas en sus manos.
- Jefa, ¿qué quieres que haga con esto?

Se levantó del escritorio y se acercó a las cajas que le tendían. Las abrió sobre su mesa y contempló largamente su contenido. Eran medallas, sus medallas, y sintió un terrible acceso de cólera al darse cuenta de que nadie tenía derecho a separarlas de sus dueños. Controló su primer impulso, salió de su despacho ante un atónito camillero que no pudo evitar preguntar:
- ¿A donde va?

Se giró, dirigió ahora sí una fulminante mirada al camillero, y entre dientes contestó:

- A asegurarme que los entierran con ellas...

Re: La guerra en el Alma (Nota del Autor)

Mar Sep 01, 2009 9:32 pm

Estimados amigos del foro, la pasada noche me di cuenta atónito de que hace exactamente 70 años del inicio de la segunda guerra mundial, este primero de septiembre. La idea de un relato, a modo de homenaje a tantos y tantos veteranos de guerra que nos han ido dejando y de los cuales apenas queda ya un puñado, empezó a cuajar en mí.

Espero perdoneis mis torpes errores a la hora de escribirlo, pues está hecho con más corazón que hábiles artes y con más sentimiento que dominio del verbo, dudé mientras lo hacía e incluso una vez terminado si publicarlo o no, ya que soy ultra reacio a publicar en ningún sitio aquello que escribo, pero viendo que pasaba este primero de septiembre y sobretodo, el pesar mucho más el corazón con el que está escrito que las posibles negativas consecuencias de hacerlo (soy un poco paranoico...) me decidió finalmente.

También me gustaría dedicároslo a los foreros de esta increible página, porque cada vez que escribís un artículo encendeis una pequeña vela, prendeis una diminuta llamita en las tinieblas de la memoria donde terminan olvidadas todas las gestas gloriosas y la mayoría de actos de heroismo y sacrificio.

Un saludo a todos, espero que os guste.

Re: La guerra en el Alma

Mar Sep 01, 2009 9:51 pm

Estimado Lestat. Sólo puedo agradecerte que finalmente hayas querido compartir con nosotros tu relato. Decirte también que desde mi punto de vista se trata de un relato muy sentido, y perfectamente adecuado a su propósito de servir de pequeño gran homenaje en el aniversario que nos ocupa. Desde aquí quiero animarte a que venzas tus reparos y nos permitas compartir otros relatos o escritos tuyos. Creo, sinceramente, que la experiencia merece la pena. Para tí y para nosotros.

Re: La guerra en el Alma

Mié Sep 02, 2009 4:44 pm

Excelente relato, realmente me puso piel de gallina.
Cuantos habrá todavía que sienten sus manos manchadas por una situación que no provocaron...

Re: La guerra en el Alma

Mié Sep 02, 2009 10:05 pm

Excelente Lestat, excelente. Me alegra que hayas logrado vencer esa resistencia a publicarlo, de no ser así nos habriamos perdido un soberbio y conmovedor relato. :)

Saludos.

Re: La guerra en el Alma

Jue Sep 03, 2009 1:05 am

Muy bueno, Lestat. Me ha gustado mucho. Espero que te animes a publicar más relatos :wink: .

Re: La guerra en el Alma

Jue Sep 03, 2009 1:14 am

Hola Lestat.
He empezado a leer los relatos que me quedaban pendientes, y he empezado por el tuyo.
Me ha encantado los personajes de los dos ancianos. Sobre todo esto:
- Herman, no me queda mucho tiempo... los he visto de nuevo, creo que han venido a por mí.
- Yo también los he vuelto a ver estas últimas semanas, y cada vez me ha costado más despertar, como si se aferraran a mí, o quizás yo me aferrara a ellos...


Felicidades y gracias por compartirlo con nosotros.
Saludos

Re: La guerra en el Alma

Jue Sep 03, 2009 3:19 pm

Gracias a todos vosotros por leerlo.
Un saludo.
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