Dom Nov 17, 2019 9:38 pm
De los documentos capturados recibidos por la Séptima Sección, Departamento Político, 62° Ejército. 01 de enero de 1943
Diario de un soldado de primera clase de la 10º Compañía, 578º Regimiento, 305 División de Infantería
22 de noviembre: Dejamos Kalach por la noche.
23 de noviembre: Aviones rusos, constantes ataques aéreos.
24 de noviembre: Me levanté a las 3:45 AM y comenzó la difícil marcha, sobre terreno arenoso, hacia el Don. Constantes disparos. En la empinada orilla del Don había rusos. Podías verlos perfectamente. En todo momento estuve oyendo el estallido de proyectiles. Por la noche dejamos esas posiciones. Pasé la noche en el suelo congelado.
25 de noviembre: Perdimos una unidad. Bombas, pilotos, artillería.
27 de noviembre: Una retirada apresurada sobre la arena. Estamos rodeados. Hace tanto frío. Estoy tiesamente congelado. Nos están bombardeando.
28 de noviembre: Está oscuro y estamos todos cargados, listos para partir. Yo y ocho de los míos. Nadie sabe a dónde vamos.
29 de noviembre: Esperamos por un tiempo en la carretera; no sabemos qué más hacer. Estoy terriblemente hambriento. Últimamente ha habido problemas con la comida. ¿Qué va a suceder? Otras unidades vecinas están cocinando, y yo aquí ni siquiera puedo conseguir una cucharada de sopa. Seguimos adelante. Nos detuvimos en un barranco. Comenzamos a buscar a nuestra compañía. El pueblo de al lado era un completo desastre: rumanos, rusos, alemanes. Después de una larga búsqueda encontramos nuestra compañía.
30 de noviembre: Temprano en la mañana alcanzamos a nuestro pelotón. Nos atrincheramos en el frío suelo. Brutal lucha día y noche. Los tanques rusos se abrieron paso al anochecer y tuvimos que defendernos de ellos. Ataque aéreo, fuego de mortero. No he comido en treinta y seis horas. Ahora tengo 1/8 de hogaza de pan, 1/16 de carne enlatada, unas cucharadas de sopa de guisantes y un sorbo de café.
1 de diciembre: Pasé la noche en una trinchera: las mismas raciones. Morteros explotando constantemente. Terriblemente frio. Estábamos en las primeras líneas, luego regresamos. Dormimos en un granero del pueblo más cercano. Justo en el fango y el estiércol. Todo está mojado, terriblemente frío.
2 de diciembre: Bombardeos por la mañana. Algunos muertos y heridos. Apenas lo logré. Todas mis cosas fueron robadas: todo lo que me queda es lo que tenía sobre mí. Marchamos doce kilómetros, estamos muertos de cansancio, hambrientos. Otro día entero sin comida. He perdido toda mi fuerza.
3 de diciembre: De nuevo marchamos, de nuevo sin agua. No puedo conseguir nada para beber. Me siento terrible. He estado comiendo nieve. Esta noche no encontramos alojamiento. Está nevando, estoy completamente empapado, agua en mis botas. Logramos encontrar una trinchera. Me quedaré allí con otros seis compañeros. Cocinamos un poco de carne de caballo en agua de nieve. ¿Que traerá el futuro? Estamos rodeados. ¡1/12 de pan!
4 de diciembre: Marcha pesada: diecinueve kilómetros. Todo cubierto de hielo. Llegamos a Gumrak; pasamos la noche en vagones.
5 de diciembre: Sigue empeorando. Tanta nieve, mis dedos están congelados. Tengo mucha hambre. Esta tarde, después de una larga marcha, entramos en Stalingrado. Nos recibieron con proyectiles. Terminamos en una bodega. Treinta de nosotros. Absolutamente sucio, sin afeitar. Apenas podemos movernos. Hay muy poco para comer. Tres o cuatro cigarrillos. Un grupo de hombres terribles y salvajes. ¡Soy tan infeliz! Todo está perdido. La gente pelea constantemente, todos están en su último nervio. El correo no llega, es terrible.
6 de diciembre: Igual que ayer. Estamos acostados en esta bodega, apenas posible salir en caso de que los rusos lo vean. Ahora, al menos, obtenemos 1/4 de pan al día, una lata de carne por cada ocho hombres, un poco de mantequilla.
7 de diciembre: Todo está como estaba. Señor, por favor, ayúdame a regresar a casa de una pieza. Mi pobre esposa, mis queridos padres. ¡Cuán difícil debe ser para ellos! Dios todopoderoso, has que esto llegue a su fin. Danos paz nuevamente. Que podamos retornar a casa, regresar a una vida humana.
9 de diciembre: Nuestras porciones en la cena fueron un poco mayores, pero solo conseguimos 1/12 de barra de pan, 1/12 de carne enlatada. Ayer fue el cumpleaños de mi esposa. Estoy deprimido. La vida ha perdido todo significado. Las discusiones y peleas nunca paran. El hambre puede tener ese efecto.
10 de diciembre: No he comido nada desde ayer. Solo algo de café negro. He perdido toda esperanza. Dios, ¿seguirá esto por mucho tiempo? Los heridos están aquí con nosotros. No los podemos enviar a ningún lado. Estamos rodeados. Stalingrado es el infierno. Hervimos la carne de caballos muertos. Nada de sal. Muchos de nosotros tienen disentería. ¡La vida es tan terrible! ¿Qué he hecho para merecer tal castigo? Treinta hombres están como sardinas en este sótano. A las dos en punto comienza a oscurecer. La noche es larga. ¿Habrá acaso un día?
11 de diciembre: Hoy recibimos 1/7 de barra de pan, algo de manteca de cerdo, y supuestamente tendremos algo más de comida caliente. Pero esta noche colapsé de debilidad.
12 de diciembre: Todavía en Stalingrado. Se nos ha asignado una nueva unidad. La situación alimenticia es todavía muy mala. Ayer traje algo de carne de caballo. Hoy, desafortunadamente, no hay nada. Me mantengo con la esperanza de que puedo continuar. Debería mejorar. Hubo realmente una tormenta anoche: fuego de artillería, proyectiles. La tierra se sacudió. Nuestro suboficial salió a pelear. Le seguiremos pronto. Tenemos personas aquí con disentería. Estoy tan hambriento. Si sólo fuera un poco más fácil. Si no estuviéramos enfermos o heridos. Dios ayúdame. Las armas están disparando constantemente. Puedes oír el silbido de proyectiles que vienen. Hoy escribí una carta. Espero que mi familia la reciba pronto. Ahora mismo puedo ver a mi esposa tan claramente delante de mí.
13 de diciembre: Esta tarde conseguimos harina de arroz y 1/16 de carne enlatada. Estaba feliz de haberlo obtenido. Nada nuevo aparte de eso. Me estoy sintiendo muy débil, muy mareado.
14 de diciembre: Aun siento desfallecer. Ninguna ayuda a ser recibida. Hay muchos heridos aquí que no están siendo atendidos. Todo debido al encierro.
Fumé mi último cigarrillo. Todo está acabándose. Las cosas que he experimentado esta semana pasada –es demasiado. Estoy siempre tan terriblemente hambriento. El año pasado en Rusia fue nada comparado con lo que está ocurriendo ahora mismo. Esta mañana comí 1/7 de barra de pan, un pedazo diminuto de mantequilla. Nos han estado bombardeando desde anoche. ¡Qué existencia tan desapacible! ¡Qué terrible país! Estoy poniendo toda mi esperanza en Dios. He perdido mi fe en la humanidad.
15 de diciembre: Se nos requiere en el frente. Trastabillamos y gateamos nuestro camino a través de las trincheras y ruinas de Stalingrado. Cruzamos sendas llevando a cuestas a un soldado herido seriamente. Arribamos al puesto de mando. Luego descendimos al sótano de una fábrica, y entonces la mayor parte de nuestra unidad salió a pelear. Sólo trece de nosotros nos quedamos. Era el de mayor rango ahí. Había suciedad y escombros por todas partes. Ninguna salida. Todo cambiando de posición y desmoronándose bajo el fuego de artillería ruso.
16 de diciembre: Aun estoy aquí. Traen a los heridos acá abajo. En el sótano es oscuro tanto en el día como en la noche. Construimos una hoguera justo en el suelo. A Las 4:00 P.M. la entrega de ración llegó: sopa, 1/8 de barra de pan, un poco de mantequilla, un poquito de carne enlatada. Comí todo de inmediato y me tendí. Veinticuatro horas hasta la siguiente comida. El 15 de diciembre envié una carta por correo aéreo. Espero que logre llegar para la Navidad. Mi pobre, querida esposa y mis padres.
18 de diciembre: El día pasa, al igual que todos los demás. Comemos por la noche. Una vez cada veinticuatro horas obtenemos comida, luego no hay nada. Tuve que arrastrar adentro a un hombre herido. Buscamos al doctor por mucho tiempo antes de encontrarlo, quien estaba también en el sótano de un edificio que había sido completamente destruido. Hallé a un hombre muerto cuando regresé a mi trinchera. Era Rill, hablé con él tres días atrás. Estoy sentado en esta trinchera con otro soldado. Es de Austria, veinte años de edad. Tiene disentería, el hedor es insoportable. Constante explosión de proyectiles. Me duelen los oídos y estoy realmente frío. A cincuenta metros está el Volga. Estamos justo al lado del enemigo. Ya no me preocupo por nada más. No puedo ver una salida a este infierno. Los heridos no son evacuados, sólo los dejamos en los pueblos, dentro del kessel. Todo lo que puedo esperar es un milagro. Nada más puede ayudar. Nuestra artillería se ha callado completamente, probablemente se han quedado sin munición. Estoy muriendo de hambre, estoy congelado, mis pies son como el hielo. Ninguno de nosotros dice nada –¿de qué se puede hablar? Nos estamos acercando a las felices fiestas de Navidad. Qué memorias maravillosas tengo de eso, la infancia. [...]
Mis queridos padres, les saludo desde lejos. Gracias por todo lo que han hecho por mí. Lo lamento si les he causado problemas. Nunca quise hacerlo. Mi pobre mamá ¿qué vas a hacer? Mi dulce hermana, es duro para mi pensar en aquellos tiempos en los que jugábamos juntos; desde el fondo de mi corazón te deseo felicidad en tu vida futura. No hay nadie que ame tanto como a ti, mi dulce esposa, mi rubia Mitzi. Daría cualquier cosa para saber que vamos a reencontrarnos nuevamente. Si eso no sucede, déjame darte las gracias por todas las horas felices que has añadido a mi vida.
No sé si estas líneas alguna vez llegarán a manos tuyas. Escribir me alivia de la soledad y el vacío. Pueda darte Dios fuerza y consuelo si algo me ocurre. Pero no quiero pensar en eso. La vida es tan hermosa. ¡Oh, si sólo pudiésemos vivir en paz! Aun no soy capaz de aceptar la muerte, pero esa diabólica música de batalla, trayendo muerte, sólo sigue y sigue.
Es de día ahora, el sol brilla, pero los proyectiles están constantemente estallando por todas partes. Estoy completamente exhausto. ¿Es posible sobrevivir esto? Todo se mueve, como en un terremoto.