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Gallegos en el infierno nazi

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Moderador: ParadiseLost

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Gallegos en el infierno nazi

Notapor grognard el Lun Sep 28, 2009 2:33 pm

Gallegos en el infierno nazi
Cientos de gallegos vivieron el Holocausto nazi. Exiliados tras la Guerra Civil, huyeron de un horror para meterse en otro y 106 de ellos murieron en Mauthausen. La Audiencia Nacional acaba de ordenar la detención de tres criminales de las SS por sus delitos
Autor: Eduardo Rolland
Fecha de publicación: 26/9/2009
Hora: Actualizada a las 20:50 h

Francisco Pena despertaba gritando muchas noches del resto de su vida: «¡Que veñen os alemáns!». Sudoroso y demudado. Nunca pudo olvidar el infierno que vivió de 1940 a 1945, confinado en un campo de exterminio nazi. «Con los amigos, bromeaba, porque reírse al contar ese drama le servía de terapia, pero la verdad era distinta», recuerda el hijo del superviviente. Pena, natural de Cabo de Cruz, fue uno de los cientos de republicanos gallegos que padecieron el Holocausto. De ellos, 106 murieron en Mauthausen. Ahora, 65 años después de aquella pesadilla, la Audiencia Nacional acaba de ordenar la busca y captura de tres criminales de las SS que impusieron el terror en aquel campo.

Para las víctimas gallegas, la justicia llega tarde. No queda con vida ningún superviviente de Mauthausen. El último, Marcelino Pardal, ferrolano y anarquista, falleció el pasado junio en Francia, donde residía desde el fin de la guerra mundial.

Pero, para los familiares, las noticias de la Audiencia son recibidas con alegría. «Es bueno que se haga justicia, aunque mi abuela, que falleció este mismo año, ya no podrá verlo», afirma Fernando Villot, nieto del vigués Agustín Cameselle, uno de los primeros en morir en los campos de exterminio, en 1941. «Mi abuela vivió hasta los 102 años, siempre con miedo», asegura Villot: «Perdió a su marido y luchó por su familia; incluso fue emigrante en Alemania». Esto último es una historia común. Lo raro es que ella era viuda de un hombre asesinado en Mauthausen. Pero ¿cómo terminó allí un vigués de la céntrica calle del Príncipe junto a varios cientos de paisanos?

La historia de los gallegos en el Holocausto comienza en febrero de 1939, cuando largas columnas de refugiados cruzan los Pirineos. Huyendo de una guerra perdida, se encontrarán con el comienzo de otra. Los republicanos son mal recibidos en Francia. El Gobierno galo decide internarlos en campos como Carcasson, Argelès-Sur-Mer o Septfonds, en condiciones precarias. Muchos son reclutados para trabajar en las Compañías de Trabajadores Extranjeros, destinadas a reforzar la Línea Maginot, la «defensa infranqueable» que en pocos días de 1940 sería aplastada por la Wehrmacht.

Durante la invasión alemana, mueren muchos gallegos. Y los prisioneros pronto se convierten en un problema. Cuando los nazis preguntan al régimen de Franco si desea su devolución, el ministro Serrano Suñer responde: «No nos interesan, no son españoles». En una visita a Berlín, afirma que son apátridas y deja el caso en manos de Himmler.

El director de Mauthausen, Franz Zieireis, diría en el juicio de Núremberg: «Para estos prisioneros recibí órdenes especiales: los españoles ya no debían existir».

Tratados como una incómoda mercancía, se les aplicó el decreto Nacht und Nebel (noche y niebla), nombre en clave para la solución final. Entrarían en el campo y solo podrían salir «por el humo de la chimenea».

El 6 de agosto de 1940 aparece en la estación de Mauthausen el primer tren cargado con prisioneros españoles, muchos de ellos gallegos. Van en el convoy Agustín Cameselle y Francisco Pena. Junto a ellos, vecinos de Bueu como José Fernández Pastoriza o Manuel Rei Cruz; otro vigués: Manuel Fernández Gutiérrez; pontevedreses como Antonio Gómez Torres o Claudio Tizón; y coruñeses como Adriano Castillo Soutelo o Luis Rafales Lamarca.

Sucesivos trenes van descargando presos. El 13 diciembre de 1940 llega el mayor contingente de gallegos. El viaje ha sido terrible. «Los de la Gestapo nos metieron en vagones de carga. Fueron tres días y tres noches encerrados, sin agua ni comida, haciendo nuestras necesidades en un rincón del vagón, que estaba precintado; viajamos entre vómitos y diarreas, sin saber a dónde íbamos», explicaba en sus memorias José Jornet, un catalán que viajaba a bordo.

Pero el viaje no les hizo sospechar la magnitud del horror: «Cuando llegamos al campo, vimos una alta chimenea de la que salían humo y llamaradas. Despedía un olor nauseabundo. Creímos que era el sistema de calefacción», afirma Eugenio Batiste, en su autobiografía El sol se extinguió en Mauthausen.

«Mi abuelo solo resistió diez meses», explica Fernando Villot, nieto de Cameselle: «Mi familia supo de su muerte por una carta de un superviviente exiliado en México, que lo había visto morir en sus brazos».

En Mauthausen, se les tatuó su número de preso, se los vistió con el drilich (el famoso pijama de rayas) y se los identificó con un triángulo azul y una S, correspondientes a apátrida y a Spanien. Un contrasentido en medio de una locura.

La tortura del campo es conocida. La hemos visto en decenas de películas, sin sospechar que, entre las víctimas, había gallegos. Para todos, lo peor era el Appell, el recuento de prisioneros. Mercedes Núñez Parga, natural de Bergondo, y superviviente de Ravensbruck, se lo contó cientos de veces a su hijo, Pablo Iglesias, un vigués que hoy es el delegado en Galicia de la Amical de Mauthausen, la asociación que honra en España a las víctimas del holocausto. «Mi madre estaba marcada por el Appell. Formaban en el patio, en posición de firmes; estaban entre una y doce horas así. Veían caer a compañeros y no podía ayudarlos; quien moviese la cabeza era apaleado hasta la muerte». El récord fueron 40 horas seguidas, bajo cero, y se saldó con 500 muertos, que iban desplomándose en la formación.

«Por cualquier tontería se los sometía a sesiones de latigazos», explica Pablo Iglesias. «Tenían que contar cada golpe y, si se equivocaban, volvían a empezar», añade.

Mercedes Núñez, que falleció en Vigo en 1986, «sabía contar hasta treinta en alemán». Al igual que el resto de los supervivientes, terminó dominando la lengua de Bach y de Emmanuel Kant.

Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/portada/20 ... 711649.htm
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Re: Gallegos en el infierno nazi

Notapor Wyrm el Dom Ago 10, 2014 9:33 am

Una gallega que sobrevió al holocausto
10 de agosto de 2014

La calle Mercedes Núñez Targa, en Bouzas, honra a la viguesa que logró salir viva de Ravensbrück y fue secretaria de Pablo Neruda


Mercedes Núñez nunca olvidó los números en alemán. «Hasta el fin de sus días, contaba de carrerilla hasta treinta», recordaba recientemente su hijo, el vigués Pablo Iglesias Núñez, promotor de la Amical de Mauthausen en Galicia, la asociación que mantiene viva la memoria de los españoles en los campos de exterminio.

Su madre era natural de Bergondo (A Coruña) y sobrevivió al campo de Ravensbruck, el mayor para mujeres en suelo alemán. Allí se practicaba el famoso Appell, un odioso método de tortura. Los presos formaban en el patio -una vez hasta 40 horas seguidas- en posición de firmes, con temperaturas bajo cero: «Quien moviese la cabeza era apaleado hasta la muerte», explica Iglesias. Además, los sometían a latigazos: «Tenían que contar cada golpe y, si se equivocaban, volvían a empezar». Mercedes Núñez, que falleció en 1986 en Vigo, terminó así dominando los números en la lengua de Johan Sebastian Bach y Enmanuel Kant.

Mercedes Núñez Targa tiene hoy una calle en Vigo, en la zona de Bouzas. Su mayor mérito en la vida fue sobrevivir al holocausto. Y seguir viviendo tras ver aquello. Pero tuvo una existencia intensa, en la que también fue secretaria del poeta Pablo Neruda o autora ella misma de varios estudios. El presidente De Gaulle la condecoró con Legión de Honor.

Su paso por los campos nazis es una historia común a otros republicanos españoles. Detenida tras la Guerra Civil, fue condenada a 12 años de prisión y trasladada a la cárcel madrileña de Ventas. Pero un error burocrático le permitió escapar, cruzó los Pirineos y terminó internada en el campo de Argelés y Carcassonne, desde donde la Gestapo la traslada a Alemania. Sobrevivirá casi tres años en Ravensbrück. Destinada al crematorio (Renacimiento, 2011) es uno de los libros que rescatan la memoria de esta viguesa de adopción.

Pero hubo más gallegos en el holocausto. Algunos sobrevivieron para ver en Mauthausen a los tanques del general Dager entrar en el campo para liberarlo el 5 mayo de 1945. Una foto histórica muestra el momento, con una pancarta sobre el portalón que dice, en castellano: «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras».

106 muertos gallegos
Faltan datos, pero sólo en el campo de Gusen entraron 3.846 presos republicanos y sobrevivieron 444. En Mauthausen están documentados 106 muertos naturales de Galicia entre miles de españoles. Su historia es la de una formidable derrota. Francia los internó en campos de refugiados tras la Guerra Civil. Y, con la invasión alemana, se convirtieron en un problema. Cuando Himmler pregunta a Franco qué hacer con ellos, Serrano Suñer responde: «No nos interesan, no son españoles». Así, se les aplicó la misma «solución final» ideada contra los judíos: sólo saldrían de los campos «por el humo de la chimenea».

Otro superviviente gallego, Ramón Garrido Vidal, de O Grove, describió en un diario las horas previas a la foto de la liberación: «Amanece lloviendo. Durante la noche, murieron dos o tres por extenuación». Esos compañeros no despertaron para ver a los Sherman de Dager entrar en Mauthausen.

Desde el principio de la guerra mundial llegaron republicanos españoles a los campos de la muerte nazis. El 6 de agosto de 1940 apareció en la estación de Mauthausen el primer tren cargado con prisioneros españoles, muchos de ellos gallegos. Van en el convoy los vigueses Agustín Cameselle y Francisco Pena. Junto a ellos, vecinos de Bueu como José Fernández o Manuel Rei. Otro vigués, Manuel Fernández Gutiérrez; pontevedreses como Antonio Gómez o Claudio Tizón; y coruñeses como Adriano Castillo o Luis Rafales Lamarca.

El 13 diciembre de 1940 llega el mayor contingente de gallegos. José Jornet, un catalán que viajaba a bordo, relata aquel viaje: «Los de la Gestapo nos metieron en vagones de carga. Fueron tres días y tres noches encerrados, sin agua ni comida, haciendo nuestras necesidades en un rincón del vagón, que estaba precintado; viajamos entre vómitos y diarreas, sin saber a dónde íbamos».

La candidez de los prisioneros
Pero ni en sus peores pesadillas podían suponer qué les esperaba. Eugenio Batiste, en su autobiografía El sol se extinguió en Mauthausen, explica la candidez de los nuevos prisioneros: «Cuando llegamos al campo, vimos una alta chimenea de la que salían humo y llamaradas. Despedía un olor nauseabundo. Creímos que era el sistema de calefacción».
El franquismo se desentendió de aquellos ciudadanos y el tema del holocausto fue en España un tabú durante toda la dictadura. Fernando Villot, nieto de Agustín Cameselle, relataba recientemente: «Mi familia supo de su muerte por una carta de un superviviente exiliado en México, que lo había visto morir en sus brazos». En Mauthausen, se les tatuó su número de preso, se les vistió con el drilich -el pijama de rayas- y se les identificó con un triángulo azul y una S.

Supervivientes gallegos de los campos hay documentados menos de medio ciento. «Muchos ocultaban su procedencia para proteger a sus familias», aseguraba Pablo Iglesias. Hoy ninguno de ellos vive. La foto de la liberación no cuenta qué pasó después: El último drama de sus vidas fue que los aliados avalaron a Franco y ellos nunca pudieron regresar a su país.

Fue una segunda maldición histórica. Los combatientes con Hitler en la División Azul regresaban a casa como héroes. Las víctimas españolas del holocausto siguieron en el exilio y derrotadas. Como Mercedes Núñez Targa, que sin embargo nunca cejó en su lucha. Y que pudo finalmente regresar y asentarse en Vigo, donde falleció en 1986. Hoy una calle en Vigo, en la zona de Bouzas, honra su memoria.

La bujía del domingo, por Eduardo Rolland

Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/vi ... 0C4991.htm
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Re: Gallegos en el infierno nazi

Notapor Wyrm el Lun Dic 29, 2014 11:32 am

Mercedes Núñez, la gallega que se salvó del crematorio nazi
28 de diciembre de 2014

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Los campos nazis tuvieron víctimas gallegas. Una de ellas fue Mercedes Núñez, que se salvó del exterminio y llegó a crear una lista sobre gallegos deportados. Conversamos con su hijo sobre una historia que estremece


La casa de Pablo Iglesias es un gran museo dedicado a su madre. No es que se trate de una estancia de grandes proporciones, pero los documentos reunidos a lo largo de años investigando son tesoros en sí. El valor que portan es el de ser testigos de una vida que Mercedes Núñez Targa (Barcelona, 1911- Vigo, 1986), siempre tuvo claro que quería contar. Perfectamente clasificados, Pablo guarda desde un pequeño retal que su progenitora cosió en la cárcel de Ventas, a los certificados de su pertenencia a la Resistencia francesa durante la ocupación nazi, o la carta de su detención por parte de la Gestapo y su traslado al campo alemán de mujeres de Ravensbrück, en mayo de 1944.

En la pared del piso de Vigo también cuelgan la tela casi deshilada en forma de triángulo y con una «S» con la que eran marcados los prisioneros españoles tachados de comunistas por los nazis, la medalla de la Legión de Honor de Francia que le dio De Gaulle o la Médaille Militaire. Son casi todas distinciones expedidas por el país vecino, aunque Mercedes, hija de un joyero de Bergondo que emigró a Barcelona, siempre se sintió gallega. Vivía en París «con las maletas hechas», cuenta su hijo. Tan pronto murió Franco solo tuvo que cogerlas y venirse. «No quería morir bajo ningún concepto en el exilio».

Imagen


Integrante del PSUC, detenida en el 39 por la policía franquista en A Coruña, refugiada en Francia tras su huida del régimen y superviviente de un campo nazi, Mercedes fue una mujer comprometida. De vuelta en Galicia, a principios de los ochenta empezó a elaborar la lista de todos los gallegos a los que sus familiares les perdieron la pista sin saber que sus últimos días transcurrieron en un campo de exterminio. «Contabilizó más de 200 deportados gallegos», confirma Pablo.

La militante comunista murió en 1986 sin conocer a uno de los hombres que más daño han hecho a su lucha. Enric Marco (Barcelona, 1921), es el personaje del que todos hablan ahora tras la publicación de El Impostor (Random House), de Javier Cercas. El protagonista de este libro sigue vivo y es de carne y hueso. Su historia, sin embargo, carece de toda realidad. Representó a los españoles que lucharon en la Segunda Guerra Mundial y fueron capturados por los nazis. Defendió la Ley de Memoria Histórica y presidió durante más de dos años Amical de Mauthausen, el colectivo que reúne a la mayor parte de los casi 9.000 supervivientes y familiares de supervivientes del nazismo en España y del que Mercedes fue delegada en Galicia.


Invenciones
Conferencias, entrevistas, condecoraciones, incluida la Creu de Sant Jordi. Marco consiguió emocionar a varios diputados, entre ellos Carme Chacón, en el discurso que dio el 27 de enero del 2005 en el Congreso de los Diputados. Estuvo a punto de repetir gesta unos meses después durante la conmemoración de los sesenta años del cierre de Mauthausen. Pero lo desenmascararon. Resulta que nunca fue un prisionero, si no que trabajó en uno de los campos, voluntariamente. Consiguió, a base de invenciones, una repercusión de la que nunca antes había gozado Amical. Mercedes jamás contó con financiación pública para recopilar los datos de los gallegos deportados. «Mi madre no llegó a conocerlo, yo sí. De él solo puedo decir esto: un mentiroso que contaba verdades».

Pablo, que continúa con el trabajo de Amical en Galicia, no esconde que le incomoda la trascendencia de esta no-historia: «No he leído el libro de Cercas ni me interesa hacerlo. Gran parte de los que se interesaron o se interesan por el tema de Enric Marco no se han preocupado en la vida de la memoria de los españoles en los campos», sentencia. Hijo de dos deportados, su padre, Medardo Iglesias, también era español, su nacimiento en 1949 en París fue toda una hazaña. Su madre arrastró la tuberculosis desde su liberación de Ravensbrück en el 45. Mercedes estaba, como se titula el libro que Pablo logró publicar junto a su compañera Ana Bonet y con prólogo de Xesús Alonso Montero, Destinada al crematorio. Se salvó por los pelos y tras pasar por condiciones infrahumanas. No corrieron la misma suerte otros republicanos españoles: «No hay que olvidar que las víctimas españolas del nazismo son a su vez víctimas del franquismo», apostilla Iglesias.


Sin olvidar el pasado
Enfrascado en una idea: «La juventud debe conocer su pasado para construir el futuro», sigue recopilando datos. «Junto a mi compañera Ana, hija también del exilio, logramos reconstruir en gran medida la trayectoria de mi madre, pero aún queda mucho por hacer. Hay que decir que los Archivos, tanto en Francia como en España, no facilitan demasiado la labor». Pablo vive sin olvidar el pasado, y al mismo tiempo muy pegado al presente. Otro Pablo Iglesias que no es él acapara recientemente todos los titulares. «El fenómeno Podemos, que no quiero personalizarlo en él, trae una ilusión que espero no sea flor de un día», reflexiona.

Aunque prefiere no seguir hablando de Enric Marco, ni del libro que ha vuelto a traer a colación la historia olvidada de los españoles en los campos, uno de los últimos supervivientes, Esteban Pérez, murió hace tan solo unos días con 103 años, hay una cita de la novela de Cercas que puede servir para explicar el éxito de la vida inventada de Marco a la hora de concienciar sobre el exterminio nazi: «La realidad mata, la ficción salva». Iglesias es sin embargo más de otro autor, Saramago, al que citó recientemente en una conferencia en San Simón. La pronunció en gallego: «Somos a memoria que temos e a responsabilidade que asumimos. Sen memoria non existimos, sen responsabilidade, quizais non merezamos existir».

Fuente de texto e imágenes: http://www.lavozdegalicia.es/noticia/so ... P10991.htm

Mercedes Núñez aparece en un par de noticias del foro que tienen relación con esta misma:
Gallegos en el infierno nazi
Una gallega que sobrevivió al holocausto
Españoles en los campos nazis
"Si un hombre es capaz de saltar de un avión, ese hombre será capaz de combatir."

2b. Medalla del Mérito Aéreo (1) 4c. Long Range Desert Group (1) 4e. Orden del Sol Naciente (1) 8h. Cruz de Guerra griega (1) 6b. 1ª Div. de Infantería USA (1) 5g. Medalla de Honor (1)
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