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Hannelore Schrieber. Mi niñez en la SGM

Sab Ago 29, 2009 3:07 pm

Testimonio aparecido en el diario on-line Tribuna de Los Angeles (California)

“Mi niñez en la Segunda Guerra Mundial y los años después”
N.R. A 70 años del inicio de la Segunda Guerra mundial, LA TRIBUNA publica el dramático y emotivo testimonio de una alemana avecindada en Los Ángeles. El relato hecho por la sra. Hannelore Schriever corresponde a un testimonio de su niñez en la II Guerra Mundial y los años después, con motivo de conmemorarse este 1 de septiembre el aniversario Nº70 del comienzo de esta guerra mundial, cuyo texto fue hecho originalmente para ser conocido por los alumnos del Colegio Alemán de Los Ángeles, donde se desempeña la docente “ para que reflexionen y conozcan otra realidad y un poco comparar con su propia vida”. Por lo que, agradecemos el gesto de la sra. Schriever de haber pensado que también podría ser un material de estudio y reflexión muy interesante para los lectores de LA TRIBUNA, y a través de nuestras páginas, pueda llegar a más niños y jóvenes de nuestra provincia.


La Segunda Guerra Mundial empezó el 1 de septiembre de 1939 y terminó el 8 de mayo de 1945. Durante la mayor parte de esos años viví como niña chica en la ciudad de Hannover, en el norte de Alemania.
Parte de lo que voy a contar, son mis propios recuerdos ,lo demás me contaron mis papás muchos años más tarde. Las fotos las copié de unos libros ya que no tengo mis propias fotos
.
Hannelore Schriever en agosto 2009

Parte A - Los años durante la guerra

1 - Enero de 1940
Alemania está en guerra hace ya cinco meses. Se ha ordenado mantener a oscuras toda la ciudad: Durante las largas horas de noche no debe verse ningún rayo de luz hacia fuera, todas las ventanas deben estar bien tapadas, las bicicletas y los automóviles viajan sin luces, y ningún alumbrado debe estar encendido.
Los primeros aviones de los enemigos sobrevuelan Hannover. No deben identificar la ciudad para que no tiren bombas sobre las fábricas, los puentes o estaciones del ferrocarril.

El invierno es muy helado y hay mucha nieve en todas partes. Mi mamá está a punto de dar a luz su segundo bebé. Cuando a las 5 de la madrugada le empiezan las contracciones, mi papá llama un taxi que llega poco después en plena oscuridad. Por esto mi mamá accidentalmente pisa en la nieve profunda. En el hospital siente tanto frío que las enfermeras deben ponerle toallas calientes en su abdomen. Finalmente, 12 horas más tarde, nazco yo.

2 - 1941 y adelante
Las sirenas suenan cada vez más frecuente durante las noches. Las ocho familias de la casa donde vivimos, deben reaccionar yendo al subterráneo que está abajo de nuestra casa. Los hombres se quedan afuera y cuidan que no entren ladrones en los departamentos. Siempre están en peligro, porque puede caer una bomba en el barrio, y la presión puede ser tan fuerte que las tejas se caigan del techo y los vidrios se quiebren.

Cuando las sirenas anuncian cese del peligro, las familias vuelven rápidamente a sus departamentos, felices de que la casa todavía está en buen estado, y tratan de dormir.
Muchas veces hay una gran cantidad de tejas en la calle, afuera de la casa. En la mañana, los ayudantes juntan todas las tejas sin daños y las que tienen pocos defectos y así reparan el techo.
El primer recuerdo de mi vida, que tengo en la memoria, es el siguiente: Yo como niña chica ayudo a buscar las tejas útiles. Todavía veo las diferentes pilas de tejas, las sin daños, las con pocos daños y las muy dañadas, y recuerdo cuanto me cuesta decidir cuáles de las tejas se pueden usar para el techo. Cuando años más tarde mencioné ese recuerdo a mi mamá, ella pensó que esto no podía ser realidad, sino que existía sólo en mi fantasía.

En 1943 casi todas las tejas de nuestra casa están rotas. Los muros también están muy dañados.

3 - Tapados en los escombros
Durante una ofensiva muy grave, la entrada a nuestro refugio queda tapada con escombros. Las mujeres y los niños estamos tapados. Mi papá nos cuenta, más tarde, que le costó harto mover los escombros, para abrir la puerta y rescatarnos.
Pocas semanas después, nuestra casa queda tan dañada que todos deben mudarse.
Nosotros podemos alojar donde un tío. Es muy pequeño ese departamento ya que somos cinco personas, mis papás, nuestra joven niñera, mi hermano mayor y yo. Vivir en ese lugar es muy desagradable para todos.

4 - Semanas de verano en el Mar del Este
Al principio de la guerra viajamos al Mar del Este para descansar, juntos con la abuela y una tía.
Los pequeños niños jugamos en la arena blanca, construimos castillos de arena, recolectamos conchitas, jugamos en el agua y con las olas. Yo no recuerdo personalmente esas horas agradables, pero obviamente dejaron buenas huellas en mis sentimientos: Hasta hoy me siento muy emocionada y feliz, cada vez que paso un tiempito en la playa, miro las olas y siento la arena bajo mis pies.

5 - Correr al refugio
Varios meses después del tiempo que vivíamos con el tío, nos mudamos nuevamente, esta vez al edificio de administración de la empresa donde trabaja mi papá. Antes, esta empresa produjo instrumentos de medición, ahora debe producir instrumentos para la guerra. Mi papá como uno de los jefes, no debe ir a la guerra. Entre otras tareas tiene que supervisar a los prisioneros de guerra de Ucrania en sus trabajos forzados.

Los ataques de los aviones enemigos durante las noches son cada vez más frecuentes. Siempre suenan las sirenas. Afortunadamente el refugio, un edificio enorme con muros de un metro de ancho, se encuentra a sólo 800 mts de distancia. Hacia allá corrimos con cada alarma. Los hombres deben quedarse en sus lugares de trabajo hasta el último momento, y cuando finalmente pueden correr al refugio deben permanecer en la antesala del refugio, la que no está muy bien protegida. Mi papá nunca puede estar con nosotros cuando nuestra angustia es inmensa.

En el refugio todas las familias tienen sus puestos. En estos quedamos sentados con muy baja iluminación, pequeñas ampolletas, a veces media hora, otras veces dos horas. Un poco de aire fresco entra por pequeñas aberturas cuadradas. Cuando suena la sirena (cese de alarma) todos vuelven corriendo hacia sus hogares. En la oscuridad vemos a veces una casa destruida o un techo en llamas. Una vez debemos pasar muy cerca de una casa en llamas.

Algunas veces tenemos que correr al refugio dos o incluso tres veces durante la noche.
Nos acostamos siempre con toda la ropa salvo los zapatos. Cuando suena la sirena nos ponemos rápidamente los zapatos con sus cordones, lo que siempre es horrible ya que tenemos tanto miedo.
Hay semanas con 3 o 4 noches sin alarma. Esto es maravilloso, pero nunca lo sabemos antes y por esto nadie puede dormir tranquilamente.

6 - ¿Está Hannover en llamas?
De vez en cuando viajamos por unos días al campo, unos 90 minutos de Hannover, para visitar a nuestros parientes en su parcela y para traer verduras frescas, huevos y mantequilla. Allá todo está en calma, no se escuchan alarmas, no hay escombros ni bombas. Sólo los gritos de los gansos que me molestan muchísimo. Cuando algunas noches debo cruzar el patio para ir al baño, los gansos tratan de atacarme siseando fuertemente.
Un día subimos a un cerro. A la distancia vemos un muro de fuego. Mis parientes comentan: Miren que impresionante se ve! Pero mi mamá grita: ¡Eso es Hannover!
Mi papá se quedó en Hannover. En seguida partimos. Afortunadamente no le ha pasado nada malo a mi papá.

SEGUNDA PARTE....

7 - 1944 : Un parto durante un Ataque aéreo
Ahora, los aviones con sus bombas llegan a plena luz del día. En la Pascua de Resurrección del 1944 nace mi hermana en un hospital. A mi pobre mamá la asiste sólo una ayudante cuando llega el bebé, ya que suenan las sirenas y casi todas las enfermeras corren al refugio. Poco después desaparecen los muros de varias habitaciones, porque una bomba ha caído cerca de la clínica.

Recién llegada a casa, mi mamá prepara un pedazo de tela dorada y firme para cargar al bebé. Al sonar la sirena, ella marcha al refugio cargando al recién nacido sobre su pecho y llevando de las mano a mi hermano y a mí. Ahora en el refugio hay una cuna al lado de nuestros puestos.

8 - Ataque por una bomba
Un día, cuando todos estamos sentados en el refugio, y los hombres como siempre, están en la antesala, escuchamos un ruido espantoso. Todo el refugio tiembla y se apaga la luz. Estamos como paralizados de miedo. Todos pensamos, que una bomba ha explotado sobre nuestro refugio. Las mujeres sienten mucha angustia por sus maridos. Debemos esperar un largo tiempo en total oscuridad. Por fin llega la luz de nuevo y las sirenas tocan el cese de alarma. Salimos corriendo del refugio, los hombres están en shock, pero no heridos.
Cerca de 200 mts. delante de la entrada del refugio, donde la calle hace una curva bajo el punte del ferrocarril hay un gigantesco hoyo. Allí explotó la bomba, que debía romper el puente. Todos están alivianados, porque el puente a pesar de estar con daños aún se puede usar.
El funcionamiento del ferrocarril es muy importante, no sólo para el transporte de materiales para la guerra, sino sobre todo para el transporte de alimentos del campo a la ciudad.

9 - Alegrías de los niños
Para nosotros, los niños no hay muchas cosas para jugar en esos años. Afuera jugamos en la calle con una pelota o una cuerda para saltar y cada vez más con más escombros, con tejas, alambres, tablas y muebles rotos.

En casa, mi madre canta mucho con nosotros. Cuando tiene tiempo, toca también el acordeón. Al atardecer, frecuentemente nos lee cuentos, el libro completo de los Hermanos Grimm y el de Hans Christian Andersen, cada vez y de nuevo. Las princesas, dragones, bolas doradas, brujas y hadas revolotean mi fantasía y me sacan del mundo de las sirenas y bombas. Las lindas canciones infantiles enriquecen estas historias.
No recuerdo estas escenas de leer y cantar en familia. Mi mamá y la niñera frecuentemente nos han contado sobre esto. Lo que me queda y acompaña toda la vida, es una eterna fascinación por los cuentos, para leer en conjunto y para la música; donde el cantar de viejas canciones infantiles con sus textos cortos y pintorescos, es especialmente importante para mí.

Recién cuando ya tengo 38 años, repentinamente encuentro nuestro viejo libro de cuentos, reconozco los queridos y coloridos dibujos. En este momento tomo consciencia de que esta linda parte de mi niñez existió realmente.


10 - 1945 : La guerra está por terminar - vienen los americanos
Un día llegan camiones con soldados americanos por la calle. Los hombres, algunos de tez oscura, nos provocan al comienzo temor. Varios suben a nuestro departamento en el 2º piso. Ellos ordenan que nos mudemos inmediatamente, porque quieren vivir allí. Al lado del bloque de departamentos está el hospital pediátrico, allí es acogida nuestra familia. No tenemos casi nada. Debe ser espantoso para mis padres, pero siguen igual adelante. Como los americanos son muy amigables con los niños, y yo soy una niña pequeña, de pelo rubio y rizado, mi madre me envía, cada vez con el encargo de traer alguna cosa específica de la cocina del departamento. Por ejemplo:un cucharón de sopa, etc.
Los americanos no sólo me dan eso que iba a buscar, sino, con frecuencia un trozo de chocolate o un par de galletas, cosas que nosotros como niños no conocíamos para nada.
Pero mi hermano también ve, como algunos de los soldados, sentados en las ventanas de nuestro departamento, en forma de competencia tiran platos y tazas que habíamos salvado antes, a la calle. Además disfrutan de usar nuestros discos de música como proyectiles.
Los soldados americanos buscan muchos lugares donde acuartelarse. Obligan a las pacientes de la maternidad, a abandonar inmediatamente el edificio. Mis padres cuentan que han visto a las señoras en camisolas de dormir y bata de levantarse, corriendo por la calle y detrás los soldados armados atentando contra ellas.Dado que yo personalmente, no viví esa experiencia, más tarde, apenas puedo comprender el odio que mis padres sentían hacia los americanos.

Informaciones sobre la ciudad de Hannover

1939 - 472.000 habitantes.
-Uno de las importantes ubicaciones de la industria alemana (quinto lugar) : neumáticos/ goma, vehículos pesados, refinerías, tanques, cañones, partes de aviones.
-El cruce del tránsito terrestre norte – sur y oeste – este.

Guerra- 125 ataques aéreos.
-Más de 300.000 personas pierden su hogar.
-Hannover se convierte en una de las ciudades más destruidas de Alemania.

Febrero 1941 - Seis horas de fuerte bombardeo. 101 muertos. Luego, medio año sin ataques.

Mayo 1942 - La Fuerza Aérea de Gran Bretaña empieza la guerra de bombardeos.

Septiembre 1943 – Bombardeo sistemático del norte y del sur de la ciudad.
8 a 9 de oct.1943 - Fortísimo ataque al centro y a la estación principal de ferrocarril.
Ola de incendios. 1200 personas mueren. Durante tres días consecutivos. La ciudad está envuelta en humo y humaredas.
10 kilómetros cuadrados del centro resultan destruidos, entre ellos, todo el centro histórico de la ciudad.
Después del bombardeo, sólo 3 de los 28 hospitales pueden funcionar.
El bombardeo resulta tres veces más “exitoso” de que los británicos habían esperado.


PARTE B - El período después de la guerra

1 - Mayo 1945: Fin de la guerra. 4 zonas de ocupación.
La guerra ha terminado. Hannover es ahora parte de la zona de posesión británica. Pronto vendrán los soldados británicos. Al principio, vemos muchos soldados con sus uniformes, más tarde no se notan tanto. Ellos viven en los departamentos de los alemanes y después en pequeños barrios con pequeñas casas nuevas, que llamaban “barracas”. Poco a poco traen a sus esposas desde Inglaterra.
Como una de las barracas estaba al final de nuestra calle, vemos frecuentemente ir a las señoras donde el almacenero y escuchamos mucho inglés, cuando ellas compran, media libra de mantequilla, un litro de leche, 500gr. de azúcar, etc. Azúcar y harina deben pesarse individualmente y vaciados en puntudas bolsas de papel. El almacén siempre está lleno, porque el pesar y empacar demora bastante. Los niños tenemos, desde pequeños, contacto con el inglés, aunque nunca nos atrevemos a hablar con una señora desconocida.
En la radio hay ahora una emisora en idioma inglés, más tarde nosotros también podemos escuchar música de la armada que está pensada para los soldados británicos.

2 - Abril 1946 - Escolarización
En mi primer día de clases me veo en el patio de la escuela, junto a innumerables niños pequeños. Las profesoras forman círculos con sus cursos, de aproximadamente 40 pequeñas niñas, y nuestra profesora nos dice: Ustedes me van a reconocer fácilmente; Yo soy la señorita con los dientes de oro. Realmente brilla su boca dorada cada vez que habla.
Mi hermano, dos años mayor que yo, debido a la guerra, recién pudo iniciar su escolaridad a los 7 años, por esta razón, siempre estuvo sólo un curso más adelantado que yo.
Nuestro camino a la escuela pasaba por debajo del puente ferroviario, que tenemos en nuestro recuerdo, desde el tiempo de los refugios. Yo tengo clases en la tarde y me voy todos los días al mediodía sola a la escuela, en primero básico y con la pizarra, estilete y esponjita, más tarde con cuaderno y pluma y portaplumas y siempre con un olla metálica con forma de riñón.
En la sala hacemos fila y cada uno recibe una porción de sopa de leche y más tarde una sopa de chocolate, una exquisitez, como se dice, que los americanos donaban a los niños pequeños.

Parte B - El período después de la guerra

1 - Mayo 1945: Fin de la guerra. 4 zonas de ocupación.
La guerra ha terminado. Hannover es ahora parte de la zona de posesión británica. Pronto vendrán los soldados británicos. Al principio, vemos muchos soldados con sus uniformes, más tarde no se notan tanto. Ellos viven en los departamentos de los alemanes y después en pequeños barrios con pequeñas casas nuevas, que llamaban “barracas”. Poco a poco traen a sus esposas desde Inglaterra.
Como una de las barracas estaba al final de nuestra calle, vemos frecuentemente ir a las señoras donde el almacenero y escuchamos mucho inglés, cuando ellas compran, media libra de mantequilla, un litro de leche, 500gr. de azúcar, etc. Azúcar y harina deben pesarse individualmente y vaciados en puntudas bolsas de papel. El almacén siempre está lleno, porque el pesar y empacar demora bastante. Los niños tenemos, desde pequeños, contacto con el inglés, aunque nunca nos atrevemos a hablar con una señora desconocida.
En la radio hay ahora una emisora en idioma inglés, más tarde nosotros también podemos escuchar música de la armada que está pensada para los soldados británicos.

2 - Abril 1946 - Escolarización
En mi primer día de clases me veo en el patio de la escuela, junto a innumerables niños pequeños. Las profesoras forman círculos con sus cursos, de aproximadamente 40 pequeñas niñas, y nuestra profesora nos dice: Ustedes me van a reconocer fácilmente; Yo soy la señorita con los dientes de oro. Realmente brilla su boca dorada cada vez que habla.
Mi hermano, dos años mayor que yo, debido a la guerra, recién pudo iniciar su escolaridad a los 7 años, por esta razón, siempre estuvo sólo un curso más adelantado que yo.
Nuestro camino a la escuela pasaba por debajo del puente ferroviario, que tenemos en nuestro recuerdo, desde el tiempo de los refugios. Yo tengo clases en la tarde y me voy todos los días al mediodía sola a la escuela, en primero básico y con la pizarra, estilete y esponjita, más tarde con cuaderno y pluma y portaplumas y siempre con un olla metálica con forma de riñón.
En la sala hacemos fila y cada uno recibe una porción de sopa de leche y más tarde una sopa de chocolate, una exquisitez, como se dice, que los americanos donaban a los niños pequeños.
Nuestros primeros cuadernos son de papel áspero, en los que de vez en cuando, se ven pequeños trozos de madera. Que rizábamos para tocarlos, pero cuando los movíamos se salen y queda un hoyo en la página. En cada pupitre hay una hendidura para poner un tintero.
Aprendemos, a escribir con pluma y tinta. Cada equivocación es un problema, porque al corregir, la tinta traspasa fácilmente el papel hasta el otro lado, sobre todo cerca de los trocitos de madera. Esto es siempre vergonzoso, porque el cuaderno debe verse bonito y los profesores criticaban fuertemente cada corrección.

3 - Tiempo libre
En casa tenemos algunos juegos de mesa, que jugamos en familia el fin de semana, cuando nuestros padres tienen un poco más de tiempo.
Cuando el tiempo lo permite, jugamos afuera en nuestra calle o en los escombros cercanos. No podemos entrar en las ruinas de las casas destrozadas, porque el riesgo de que caigan trozos es muy grande. Ruinas, medias casas, negras cuevas de ventanas y hacia la calle, habitaciones abiertas con roperos dañados, tinas de baño recostadas, cortinas rasgadas, son una vista normal para nosotros, los más pequeños.
Cuando tengo 8 años, recibimos maravillosos regalos en Navidad: Patines con ruedas de goma en vez de los comunes con ruedas de metal. Primero ensayamos todos los días en el pasillo del departamento. Cuando llega la primavera podemos andar por una acera. Nosotros tenemos que aprender a andar entre muchos cerritos pequeños y redondos del asfalto. Estos cerritos se originan cuando los enemigos, durante la guerra, lanzaron bombas de fósforo por todas partes.

4 - “Mudanza” de la abuela
Mi abuela vive con los parientes en la montaña de Harz. Desde 1945, esta parte de Alemania pertenece a la zona soviética de la ocupación.
Resulta casa vez más difícil visitar a la abuela. Antes de que sea tarde y años antes de la construcción del Muro en Berlín que cerraría esta parte, mi papá decide llevar a su mamá a Hannover.
Años más tarde nos cuenta que la viejita fue transportada en un carro por un bosque, donde no se pudo ver bien la frontera.

5 - Repatriados
Con el transcurrir de los años, llegan a Hannover cada vez más hombres de aspecto gris y muy pobres en su vestimenta.
Son soldados volviendo del cautiverio. A muchos les falta un brazo o una pierna y por esto deben caminar con muletas.
Alrededor del año 1953 todas las alumnas de mi colegio tienen que juntarse en una asamblea especial. Nuestra directora nos presenta a un señor pálido, flaco y muy serio que antes había sido profesor en nuestro colegio y recién ha vuelto del cautiverio.
Dos años después, este señor es uno de mis profesores. Para nosotras fue siempre un extraño. Nunca lo vi reír o sonreír.

6 - Un problema entre las generaciones
Los niños y jóvenes estamos fascinados por todo lo nuevo. Esto incluye todo lo que es de idioma inglés o de origen americano. Gracias a las potencias de ocupación, sobre todo los americanos, escuchamos cada vez más “hits” americanos, bailamos Boogie y más adelante Rock’n Roll y además tratamos de imitar el “nuevo” estilo de vida.

Para la generación de nuestros padres, quienes han presenciado mucho más intensamente la guerra y el actuar de los soldados americanos, nuestro entusiasmo es un problema muy grande. Muchísimas veces tenemos que conversar con ellos y tratar de explicarles que nuestras acciones son totalmente inocentes e inofensivas.

Parte C -

HUELLAS Y CONSECUENCIAS DE LA EXPERIENCIA DE LA GUERRA.

1. Tras más de 60 años, las huellas de la guerra y el tiempo posterior, no se han borrado de mi alma.
Algunas vivencias fueron tan traumáticas, que aún hoy me producen intensas reacciones, que para las personas normales, no son comprensibles. La reacción puede ser “ponerse la piel de gallina”, “quedar helado”, o un profundo sentimiento de repugnancia e incluso de pánico.

Para esto corresponden:
- Soldados y uniformes. Aquí necesité mucho tiempo para acostumbrarme al uniforme escolar.
- Armas y tanques.
- Música militar y marchar. Incluso el himno nacional de Chile, que, en mis primeros años aquí, se tocaba y cantaba muy militarizado. Al principio apenas podía soportarlo.
- Vuelo bajo de aviones y helicópteros.
- Un sorpresivo ruido fuerte, como por ejemplo en una tormenta de invierno con muchos truenos en la cercanía.
- Poca luz y ampolletas solas, sin pantalla, en el cielo-raso. Ahí me dan ganas de gritar:
¡Enciendan una verdadera luz!
- Cuando quedo encerrada en un lugar y no puedo salir. Me pasó hace algunos meses, en el colegio, cuando otro vehículo estaba atravesado delante del mío, y no podía irme. En esa
oportunidad , quise gritar de pánico.
- Papeles sucios y arrugados en el piso, sobre la mesa o en la calle, sobre todo si hay viento.
- Una sirena de los bomberos o una alarma de autos cerca.

Cuando mostraron las primeras imágenes, en la televisión, de la guerra de Irak, viví, prácticamente toda la guerra de mi niñez de nuevo.

2. Pero, por suerte, hay también un lado positivo.

A mí me quedaron:
- La humildad y el agradecimiento.
- La alegría de pequeñas cosas y sorpresas.
- Vivir con poco y cosas sencillas, sea esto vestuario, alimentación o implementos.

Todo esto, me ha ayudado en diferentes situaciones difíciles. También es una buena preparación para esos tiempos en que uno debe restringirse.

Hannelore Schriever,
Agosto de 2009

Fuentes
http://www.diariolatribuna.cl/noticias.php?p_id=17945
http://www.diariolatribuna.cl/noticias.php?p_id=17984
http://www.diariolatribuna.cl/noticias.php?p_id=18005

Re: Hannelore Schrieber. Mi niñez en la SGM

Lun Mar 29, 2010 8:11 pm

Muchas gracias por tan emotivo relato. Pensamos en los hombres y en como se endurecen para soportar una guerra, y eso no es absolutamente nada comparado con la infinita fortaleza de las mujeres, superando castigos iguales o peores, dando a luz en condiciones precarias, preocupándose de sus maridos mientras sacan adelante una familia sin apenas medios y teniendo fuerzas suficientes, ya no me imagino de donde, para sonreir a los niños en el terror de las noches y contarles un cuento entre canciones.

Sirva este párrafo como homenaje a todas ellas.
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