Publicado: Dom May 25, 2008 2:06 pm
por Kurt_Steiner
En el momento de su alistamiento los YAMATO constituyeron una fuerza de combate capaz de enfrentarse a cualquier escuadra del mundo. Baste señalar que una escuadra formada por los dos YAMATO, los portaaviones SHOKAKU y ZUIKAKU y su correspondiente escolta de cruceros y destructores hubiera podido derrotar en 1941 a cualquier flota de la Royal Navy británica. Si el BISMARCK de una tacada hundió al HOOD y estuvo a punto de hacer lo mismo con el PRINCE OF WALES no es difícil imaginarlo.

Naves monstruosas, acorazadas hasta hacerlas invulnerables a los proyectiles navales y armadas con los mayores cañones navales jamás embarcados hubieran dado al Japón la supremacía naval mundial como décadas antes los DUILIO y DANDOLO se la dieron a Italia...

...Y sin embargo estas naves formidables fueron hundidas sin poder demostrar su asombroso potencial.

¿Cómo fue posible?

Simplemente porque los YAMATO eran naves condenadas a muerte desde el mismo momento de su alistamiento. Desgraciadamente para ellos y para el Japón, la era de los acorazados ya había pasado. El puesto de Capital Ship ahora estaba en manos de los nuevos reyes de la mar: los portaaviones.

Los YAMATO habían sido construidos para enfrentarse a cualquier acorazado enemigo sin riesgo, y efectivamente, hubieran podido derrotar a cualquier nave adversaria aguantando sus proyectiles y hundiéndola o dejándola fuera de combate con sus monstruosos cañones. Sin embargo, en la II GM surgió una nueva amenaza que dejó obsoletos a los acorazados. Los portaaviones, capaces de lanzar escuadrillas enteras de bombarderos y torpederos con un potencial de fuego equivalente al de flotas enteras. Los YAMATO fueron hundidos por ataques desencadenados por oleadas sucesivas de aviones embarcados norteamericanos que saturaron de bombas y torpedos a estos acorazados.

Perdida toda esperanza de ganar una guerra que jamás debió empezar, Japón se planteó cómo sería esa derrota. Una vez más los japoneses fueron engañados por los astutos norteamericanos que, al igual que en 1941, les hicieron bailar a su son sin que ellos se dieran cuenta. El efecto más trágico de este juego fue la innecesaria prolongación de la guerra para poder demostrarles a los soviéticos el potencial de las nuevas bombas atómicas. Mientras tanto, la Marina Japonesa decidió morir combatiendo en el mar y no esperar la rendición o la aniquilación anclada en puerto. El 24 de octubre de 1944, perdida ya la batalla de Leyte, el MUSASHI se retiraba con su escolta cuando fue descubierto por la aviación naval estadounidense. Inmediatamente despegaron de los portaaviones oleadas de aviones cuya misión era hundirlo. A las 1030 comenzaron los ataques.