Publicado: Sab Oct 03, 2009 4:54 pm
por Bitxo
X.

Aún era de noche cuando regresaron al campamento. Kuchma y Babkin fueron a por algo caliente y pudieron disfrutar del privilegio de dormir calientes en la enfermería. Iliá fue a informar a Vasily y se enteró de que Baranov había llegado hacía una hora, calculando que el camión con tropas llegó a Baranavichy poco después de que ellos lograran salir de allí. Al salir vio que Mijaíl le había estado esperando.

- ¿Quieres que hablemos?
- ¿Ahora tú también eres un politruk?
- Todos necesitamos hablar de nuestras cosas, Iliá.
- No quiero hablar. Para ser más concretos, no te quiero oír hablar. Pero, si me prometes quedarte callado, me gustaría que me acompañases al claro que hay fuera del campamento. Ya sabes, a Vasily no le gusta que nadie salga de aquí solo. Son normas de seguridad.
- Está bien. Te acompañaré.

Iliá necesitaba ver otra vez las estrellas, sentir que le aprobaban. Miraba absorto los cúmulos de puntitos tililantes allá donde Gutka no había vencido. Pensaba en Nadia, la muchacha cuyo nombre se había grabado en su memoria gracias a su esfuerzo por ser algo más que una mula para el arado, o un mero entretenimiento en un mundo de hombres envilecidos. Pero también en algo más.

- Mijaíl…
- ¿Ahora quieres que hable?

Iliá se arripintió de haber abierto la boca y trató de resolver por sí mismo lo que le angustiaba.

- Vamos, Iliá, era una broma…

Sentía una opresión agobiante en la garganta y en el estómago, como si su cuerpo tratase de contener cuanto había en la mente. También un frío narcotizante en el borde de los ojos. Algo húmedo y sincero se estaba congelando allí.

- ¿Tú crees que estarán a salvo?
- ¿Quién?

Iliá se revolvió furioso y, agarrando a su amigo del abrigo, lo empujó contra un tronco. No contento con ello, proseguía malgastando las fuerzas que le quedaban tratando de levantarlo.

- ¡Iliá, tranquilízate!
- ¿Crees que mi familia estará bien? ¡Tú sabes más que yo de la guerra! Cuando estuviste en la granja de Potapov viste más que yo aquí en el bosque. ¿Crees que pudieron huir tras nuestras filas?

Iliá cedió el impulso conforme se agotaba en su esfuerzo, y escondía la cabeza en el pecho de su amigo. El caudal de los ojos había aumentado considerablemente y las lágrimas ya podían correr por el rostro. Mijaíl le abrazó y le dio palmaditas en la espalda.

- Estarán bien, Iliá. Estarán bien. No debes preocuparte más.

FIN