Publicado: Mié Sep 16, 2009 2:21 pm
por Anibal clar
Hola camaradas.
Ahora que estoy sólo frente al frío ordenador, estaba pensando en lo que era Aníbal hace unos cuantos años ya, cuando su madre le llevaba al "cole", con su carterita, para que empezase a aprender el camino de la vida.
Esa misma vida que luego, en ocasiones, se mostró esquiva y cruel, con su gélida mirada y su duro revés, al que tuve que saber combatir.
En fin, de aquel pequeño Aníbal, al que le gustaban los cochecitos en miniatura y también los de verdad (aprendí a sumar con las matrículas de los coches), queda tal vez sólo la esencia, porque eso no se pierde nunca.
Antes de ser adolescente entró en mi vida la SGM.
Aquellos héroes que yo veía en esos libros que me parecían muy grandes y tal vez pesados (en el sentido de aburridos), fueron ocupando un sitio en mi memoria.
Primero lo más elemental: Rommel, Montgomery, el Biskmarck, la batalla de las Ardenas, la de Midway, la película "El día más largo" con John Wayne, "El puente sobre el río Kway" con mi querido y muy admirado Sir Alec Guinness... Todos esos personaje seran héroes, yo estaba conociendo el lado "amable" de la SGM.
Fueron pasando los años y se incorporaron personajes menos conocidos para los neófitos y el público en general.
Apareció Kesselring, Ugo Cavallero, Auchinleck, Vandergrift, el Rey Haakon.
Invariablemente me gustaban los alemanes, esos uniformes, los panzer... me atraían sobremanera. Sin embargo, para todos eran los "malos". En las películas eran los malos, entre la gente de la calle eran los malos.
Se despertó en mi una especie de "sentido de protección" hacia aquellos que recibían palos de todos y compasión de nadie.
Fueron pasando los años, y nuevos nombres aparecieron en escena. Rudolf Hoss, Paul Blobel, Klaus barbie... Imágenes de horribles torturas y asesinatos en nombre de Alemania, pero ¿de qué Alemania?. Muchos jóvenes morían en el hielo soviético pisoteados, desconociendo muy posiblemente esos horribles crímenes. ¿en nombre de que Alemania?
Aníbal fue comprendiendo mejor a Británicos y americanos, que con sus defectos y sus virtudes, trataban de salvar al mundo de una degeneración terrible.
Aquella estética de la muerte era implacable. Todo lo que rodeaba a los alemanes tenía relación con la muerte, era como un idilio fatal, una vorágine en cuyo remolino sucumbía la vida y la dignidad del ser humano.
Era una Rattenkrieg (guerra de ratas) de Alemania contra todos. Y la frase de Hitler: "es posible que caigamos, pero nos llevaremos a un mundo con nosotros". La mirada triste de los niños (los grandes perdedores de todas las guerras), las ciudades hechas escombros.
Eso fue descubriendo Aníbal. Un terrible sentimiento de pena y desesperación en lo más hondo de mi corazón, al ver a los jovencísimos granaderos panzer de la 12 SS Hitlerjugend, imbuidos por un fanatismo tan letal como equivocado, entregando su más preciado bien, su juventud, a la garras de la muerte. Una juventud que hubiese tenido que ser dedicada al amor, y no al odio, a reir y no a odiar. Una juventud que quedó deshecha físicamente en la zona de Normandía, pero intelectualmente en los despachos del NSDAP.
No puedo imaginarme bien lo que percibirían esos muchachos alemanes, su sentimiento de frustración. 18 años, 19 años de edad tirados por la borda a causa de un ideal esquivo y fiero. la estética de la muerte.
Y al otro lado de la linea, los soviéticos, británicos, franceses, polacos y americanos, por mencionar a los que más intervinieron.
Cada uno con sus inquietudes.
Los pobres polacos, humillados, heridos, vapuleados por todas partes, tratando de encontrar la paz duradera y restablecer su dignidad (que nunca perdieron) y ver sonreir para siempre a esa bella ciudad, eterna ciudad y bendita ciudad que es Varsovia, para la cual nunca se rezará un Padrenuestro de más.
Los británicos, paladines de la lucha, con su peculiar sentido del honor, como auténticos leones, arrancaron la victoria de las manos de la Luftwaffe para convertirla en una amarga derrota de la aviación de Goering.
Los franceses, dolidos por la derrota, con muchos problemas internos, también tratando de encontrar unhueco en el podio del honor.
Los norteamericanos, dandis de la guerra, bien preparados (aunque no al principio), con su peculiar estilo de vida y su sociedad elegante y despreocupada, también le echaron lo que había que echar cuando fue necesario, y cumplieron perfectamente su papel en la historia.
Y los soviéticos.
Tal vez los que más sufrieron, ya que recibieron palos de propios y extraños. Machacados por Stalin y por Alemania, se repusieron y levantándose sobre su propia miseria, sobre sus millones y millones de muertos, consiguieron una victoria tan brillante como merecida y que pasará eternamente a los anales de la guerra.
Todo esto fue aprendiendo Aníbal.
Personalmente, que adoro el romanticismo como movimiento artístico, en toda esta guerra cruel, me quedo y me quedaré siempre con los muchachos de la Hitlerjugend.
Por supuesto, no por su caduco y criminal ideal político, el cual no sólo critico, sino también desecho.
No, no es por una cuestión política, sino por lo que antes mencioné. Por la entrega de la juventud a la muerte sin pestañear, por servir a la muerte esa sangre fresca, ese "gran reserva de sangre", permítaseme la cruel expresión, por esquivar a la vida y por hacer culto a la muerte y la destrucción.
Por perder el rumbo de la alegría y el amor, que son eternos, por entregar las pulsaciones de un corazón que en lugar de amar la primavera, amó el invierno.
Por no navegar entre los versos de Goethe y Holderlin, por no sentirse identificados con los cuentos de los hermanos Grimm, por no exaltar a Rainer Maria Rilke.
Por morir abrasados dentro de un Sdkfz 251, por no usar sus manos para descubrir las curvas de los labios de una bonita chica en el Tiergarten, sino para empuñar una maquina de la muerte, una MG-42.
Eso vió Anibal.
Por supuesto, el sufrimiento fue mutuo. No sólo los jóvenes alemanes sufrieron.
Pero jamás se ha lanzado con más fiereza y más desprecio al combate a una juventud como se hizo con aquella.
Dios perdone a los responsables de esa masacre y alumbre siempre el camino de los jóvenes, que son el futuro del mundo y el motor que mueve los más bonitos sentimientos.
En cuanto a Aníbal, ahora que ya conoce todas las caras de la SGM...
Supongo que seguirá soñando con un Panther, con la disputa de Prokhorovka, con los cielos del Pacífico, con la determinación de Eisenhower y Zhukov, con los torpedos tripulados italianos de De la Penne.
Pero ese mismo Aníbal, cuando quede dormido en las frías noches de invierno, donde el sonido de la lluvia y el viento hace aflorar la melancolía, verá las imágenes de los niños detrás de la alambrada, sus lágrimas, las ciudades destrozadas, el odio en la retina de la muerte.
Y sentirá como suya la humillación sufrida por la juventud alemana en Normandía, entregada a los brazos de esa misma muerte.
Un abrazo camaradas, y deseo que jamás una ideología política corrompa y destruya al amor y la piedad.
Nada más.