Publicado: Jue Mar 13, 2008 4:45 am
por Roul Wallenberg
<center>CAPITULO IV - HOUFFALIZE</center>



Logotipo de IG Farben:


<center>Imagen</center>





A. Hitler saludando a su colaborador, Hermann Schmidt, cabeza de IG Farben



<center>Imagen</center>





Caricatura de la relación entre A. Hitler e IG. Farben


<center> Imagen</center>





El Dr. von Schnitzler, del IG Farben Aufsichsrat, hizo la siguiente declaración en 1943:

"No es exageración decir que sin los servicios de la química alemana realizados bajo el Plan Cuatrienal, la prosecución de una guerra moderna sería impensable."


Cuando se realizaron investigaciones acerca de los orígenes técnicos del más importante de estos materiales militares - aparte del apoyo financiero para Hitler - aparecieron las conexiones con la industria americana y con los hombres de negocios americanos.

Había numerosos convenios de Farben con empresas americanas, incluso comercializando acuerdos de cartel, acuerdos de patentes e intercambios técnicos que demostraban la transferencia de tecnología desde Standard Oil-Ethyl ya comentada. Estos convenios fueron usados por IG para promover la política nazi en el extranjero, recolectar información estratégica y consolidar un cartel químico mundial.

Uno de los aspectos más siniestros del cartel de IG Farben fue la invención, producción, y distribución del Gas Zyklon B, usado en los campos de concentración nazis. Zyklon B era ácido prúsico puro, un veneno letal producido por IG Farben Leverkusen y vendido desde la oficina de ventas Bayer a través de Degesch, un propietario independiente de la licencia. Las ventas de Zyklon B sumaron a casi tres cuartos del negocio total de Degesch; fue producido y vendido por IG Farben bastante gas como para matar 200 millones de seres humanos.

El informe del Comité Kilgore de 1942 deja en claro que los directores de IG Farben tenían conocimiento preciso de los campos de concentración nazis y el uso de químicos IG. Este conocimiento previo se vuelve significativo si se considera el rol de los directores americanos en la subsidiaria americana de IG. El interrogatorio de 1945 al director IG Farben von Schnitzler se lee:



- Q. ¿Qué hizo usted cuando ellos le dijeron que IG los químicos [sic] eran usados para matar, asesinar a las personas detenidas en campos de concentración?

- A. - yo estaba horrorizado.

- Q. ¿Hizo usted algo sobre eso?

- A. - Yo me lo guardé [para mí] porque era demasiado terrible.... Yo pregunté a Muller-Cunradi si era conocido por él, Ambros y otros directores en Auschwitz que estaban usándose los gases y químicos para asesinar a las personas.

- Q. ¿Qué dijo él?

- A. - Sí: lo saben todos los directores IG en Auschwitz.




No hubo ningún esfuerzo por IG Farben para detener la producción de gases - una manera bastante ineficaz para von Schnitzler de expresar cualquier preocupación por la vida humana, "porque era demasiado terrible".



Planta "Buna 4" en Auschwitz - Monowitz


Imagen




Ubicación de las instalaciones de IG Farben en el complejo Auschwitz:


Imagen


Imagen



Bodega de despacho de Ciclón B en la empresa Dagesch.


<center>Imagen</center>


<center>Instalación para la aplicación de gas a prisioneros en Auschwitz:</center>


<center>Imagen</center>



<center>IG Farben exhibe sus instalaciones y productos en una exposición:</center>


<center>Imagen</center>


<center>Imagen</center>





<center>Bélgica oriental</center>


<center> Imagen</center>



<center>Imagen</center>




La unidad de Frank se encontraba estacionada en el este de Bélgica en el pueblo de Houffalize, al norte de Bastogne, el que había sido blanco de los bombarderos americanos durante la ofensiva alemana de las Ardenas



<center>Imagen</center>



<center>Imagen </center>


Frank había sido destacado al Batallón de Transporte XVI, Compañía "C". En esta unidad había una compañía de abastecimiento de combustible. Tenía como misión llenar los estanques de cuanto vehículo pasara por el lugar. El Batallón formaba parte del 46ú Regimiento de Transporte, encuadrado en la 6ª División de Infantería y ésta a su vez en el 1er. Ejército integrante del 12 ú Grupo de Ejércitos al mando del General Omar Bradley. Para el año de 1945, el 12 Grupo de Ejércitos de los EE.UU. estaba formado por 4 ejércitos, 12 cuerpos de ejército, 48 divisiones, todo el conjuntó con más de 1.300.000 hombres, con lo que resultó ser el ejército más grande en la historia de su país.

Cada conductor de un vehículo tenía que mostrar una tarjeta en la cual se anotaban los datos del vehículo, fecha lugar de destino y origen del trayecto y, una vez firmada por el soldado del registro, la tarjeta pasaba a manos del soldado que se encargaba de abastecer el vehículo el que, al finalizar el proceso anotaba la cantidad de litros entregada y lo mismo hacía en una planilla en su poder. La omnipresente burocracia militar se hacía muy notoria en el manejo de la preciada gasolina.

El valioso combustible había cruzado el Atlántico sorteando los peligros de las minas y de los U-Boote alemanes para los cuales eran su blanco favorito. Los navíos que transportaban combustible era ubicados al centro de los convoyes y eran objeto de especial protección por parte de los cazasubmarinos, corbetas, fragatas y destructores de la escolta. El único barco que les arrebató el ser el blanco más codiciado fue el Queen Mary el que por su alta velocidad navegaba solo y que podía en sus 75.000 toneladas transportar una división de infantería completa a bordo. Hitler había ofrecido una recompensa de un millón de Reichsmarks a la tripulación que lo hundiera.


El Queen Mary en tiempos de guerra, en el puerto de Nueva Y,ork


<center>Imagen</center>


Carretera "Pelota Roja" y su registro de tonelaje


Imagen



Los barcos se aproximaban a los terminales de combustibles construidos en la costa francesa y allí su contenido era transportado hacia el interior en un ir y venir incesante de camiones cisterna, a su vez blanco predilecto de aviones, baterías y blindados alemanes. Frank y sus compañeros estaban al extremo de esa línea. A veces miraba el combustible mientras era trasvasijado desde los camiones al estanque abastecedor y se acordaba de su padre, "esto lo hizo papá", pensaba. Su ilusión se hizo realidad cuando examinando unos tambores recién descargados de aceite para motores vio el logo de Standard Oil en ellos y bajo él, en letras de molde pequeñas "Baytown, Tex. USA".


Había hecho su entrenamiento básico de infantería en Fort Sam Houston, Texas y luego desviado hacia una instrucción complementaria intensiva en San Antonio para familiarizarse con el delicado manejo de combustibles y lubricantes. La gran duda era acerca si iba a ser destinado al Pacífico o a Europa. En su caso, al parecer la cosa se decidió luego de una entrevista en la que, ante la pregunta acerca de conocimiento de otro idioma Frank dijo "alemán". El suboficial que lo entrevistaba sacó a relucir el archiconocido "sprechen sie Deutsch?" (no sabía nada más del idioma de Goethe) y el porqué hablaba esa lengua. Frank apeló a la mentira "austríaca" y el hombre tomó un lápiz grueso verde y en la esquina superior derecha de la hoja de entrevista dibujó una gran "G" (german). Franz Schmidt volvería a su tierra natal como combatiente, pero en vez de un fusil, durante mucho más tiempo tendría una pistola de gasolinera en sus manos.


Houffalize era un poblado ahora apacible y casi abandonado por su población, ya que la mayoría de sus construcciones habían sido destruidas, en su momento el Ejército lo había sobrepasado rugiente y luego a una pequeña unidad de combate se le encargó asegurarlo. Los alemanes no habían alcanzado en su huída a volar la estación gasolinera, lo que fue decisivo para que la unidad de Frank quedara estacionada allí. Los soldados se distribuyeron entre una escuela desocupada y una construcción grande cercana a una iglesia donde encontraron un abrigado alojamiento. Las carpas quedaron guardadas en un almacén. Frank llegó allí a fines de Enero de 1945, había alcanzado a pasar la Navidad en casa con su familia, para de inmediato regresar a sus centros de agrupamiento y ser embarcados en camiones hacia el puerto donde abordarían el Queen Mary que los llevó a través del Atlántico.


Frank no tenía sentimientos encontrados. Su adolescencia se había americanizado completamente. El único vínculo con su mundo anterior era el recuerdo de Sofía, sus pensamientos a veces volvían hacia ella, la chica que desde su columpio había sido la primera en llegar hasta su corazón, la recordaba con ternura, envuelta en el misterio de no saber dónde se encontraba. Por Arón, que escuchaba a su padre, se había enterado del infortunio de los judíos alemanes, pero Frank se negaba de plano a imaginarse que Sofía y sus padres estuvieran en peligro, rechazaba la idea de que les hubiera podido ocurrir algo malo y se refugiaba en que ellos estaban a salvo en Suiza. Ahora él estaba en Europa, y si la guerra terminaba pronto quizás le sería posible encontrarla.

Siempre llevaba la cajita que Sofía le había dado, la bolsita roja la había guardado para que no se deteriorara. Para él Sofía no era "su chica", ya había tenido su romance con Patty, la mayor de las Helms, pero el recuerdo de la niña era muy significativo para él, formaba parte importante de su memoria personal, a partir de ella tenía un conocimiento mejor de su pasado, era el eslabón que lo unía con su niñez, Sofía era la primera persona que no lo había querido por obligación como sus padres y su hermano, él sin saber cómo se había ganado su tierno cariño y la prueba de ello la tenía siempre en el bolsillo del corazón.


Frank había llegado a su compañía con otros tres nuevos reclutas, ninguno de los cuales había estado con él en Fort Houston Fueron recibidos con indiferencia. El cabo a cargo de su escuadra apenas le prestó atención y con desgano le indicó su alojamiento y sus deberes. Cuando llegó a la escuela a instalarse unas cuantas miradas lo recibieron y unos deslavados "hola chico". Nadie le preguntó de dónde venía ni qué había hecho. Un negro le preguntó su nombre, al responderle el joven le sonrió con una dentadura blanquísima y perfecta, soy Bob le dijo, pero acá soy "Lucky".

El grueso de la dotación de la unidad estaba en ella desde los días de Normandía, nadie había combatido en las playas, habían desembarcado cuando el sector estaba ya asegurado. De ahí en adelante todo había sido seguir a las unidades motorizadas en su avance para surtirlos de combustible, habían tenido bajas, dos camiones atacados desde el aire que estallaron en llamas, sus tripulantes no habían alcanzado a huir. Se recordaba a veces a tres soldados que buscando un sitio donde defecar se habían metido en un campo minado y también a cuatro más que se habían extraviado y habían caído en una emboscada. Al día siguiente una patrulla enviada en su búsqueda había encontrado sus cuerpos destrozados por innumerables impactos de ametralladora pesada.

En ocasiones se sentía la proximidad de la guerra, se escuchaban distantes explosiones y descargas de artillería. Había sorpresivas apariciones de aviones enemigos de vez en cuando, lo que provocaba una frenética actividad, ocultando todo majo mallas de camuflaje, los vehículos que estaban esperando combustibles salían disparados a ocultarse en una arboleda próxima a la gasolinera y entraban en acción las ocho poderosas ametralladoras antiaéreas. La última vista aérea había sido dramática, un caza alemán huía despidiendo humo por su cola perseguido por tres Mustangs que no cesaban de dispararle, al parecer con pobre puntería, ya que cruzaron el cielo con un tremendo alboroto y el avión alemán y sus perseguidores se perdieron tras una colinas. Lo que sí fue motivo de expectación fue la aparición de un jet alemán que zumbando pasó a baja altura a gran velocidad. "¿Qué fue eso?" fue la frase más pronunciada ese día.


Frank y sus compañeros estaban muy bien informados de lo que ocurría en los alrededores por los chóferes de los vehículos que abastecían. Había dramatismo en las ambulancias y otros vehículos improvisados para llevar heridos, se les daba prioridad sobre el resto y al cargar sus estanques se escuchaban desde su interior quejidos, lamentos y a veces alaridos de dolor. Todos aventuraban pronósticos acerca de la fecha del término de la guerra, se había hecho una apuesta colectiva y había ya bastante dinero para el que ganara. Los más antiguos siempre hablaban de sus ganas de volver a casa y de lo que harían cuando llegaran de retorno.

El nivel social de la tropa era bajo, gente de arrabales de ciudad y la otra mitad provenientes del campo, de todos los puntos cardinales de EE.UU., la mayoría desconocidos del todo para Frank y otros de sus compañeros. Tuvo que acostumbrarse a las malas costumbres de los soldados y sus jefes, la jerigonza de su soez lenguaje, los hábitos inmundos en las letrinas y la repugnante forma de comer de con quienes compartía la mesa. Lo monocorde y estúpido de sus conversaciones lo hacían alejarse y simular que estaba ocupado escribiendo o haciendo algo para que no se pusieran en su contra.

Todo era muy distinto a lo que había vivido en su instrucción en Fort Sam Houston, allá eran casi todos texanos y si bien la disciplina era muy rígida, había compañerismo y algunos momentos habían sido simpáticos y alegres. Acá el nivel militar del conjunto, aún para el ojo inexperto de Frank era muy precario. Se hacía evidente que los EE.UU. , sabedores que la caída del bastión hitleriano era ya cosa de pocos meses más, destinaba los mejores elementos que se alistaban no a Europa, sino al Pacífico donde los combates rugían con tremenda furia.

A veces conversaba con Lucky, el negro que compartía con él la manguera de la gasolinera. Ante el asombro de Frank se enteró que era boxeador profesional y que había alcanzado a pelear por los "Guantes de Oro" pero la guerra se lo había llevado a otro ring. Era un chico reposado, con muy poca instrucción, se había criado en el Bronx en un gueto negro y su vida era una serie de calamidades, empezando por no haber tenido padres, pero había sobrevivido y sabiamente había evitado los líos con la policía. Lo había descubierto un viejo entrenador de boxeo que vivía cerca de la casa-hogar donde vivía Lucky y había empezado a entrenar a los 15 años. Luego se hizo un pequeño nombre el que se incrementó al ganar sus primeras peleas, era un "walter" de increíble agilidad, se había conseguido una cuerda y era la atracción cuando saltaba con ella, los otros habían tratado de usarla, pero les era muy difícil, Lucky pacientemente les trataba de enseñar, así como a pegarle a un puching-ball que con ayuda de Frank y otros habían fabricado. A Frank le gustaba mucho verlo saltando y golpeando, era un espectáculo. Y, a pesar de todas sus diferencias, Lucky era algo mayor, tenía 22 años, compartían sus cosas, Frank se entretenía mucho escuchando sus historias acerca de los barrios bajos y la agresiva vida que transcurría en ellos.


La faceta más desdichada para Frank de su nuevo mundo era la obsesión sexual omnipresente en los soldados. Él se había iniciado a los 17 gracias a algunas desprejuiciadas amiguitas de Jim y en los escasos permisos durante su instrucción había salido por ahí con algunos compañeros, no era un tema que lo agobiara. Supuso que todo se debía a la falta de mujeres. Pero lo que colmó su desagrado fue el continuo recibir lascivos comentarios dirigidos a él por parte de soldados que eran transportados y que lo observaban mientras manipulaba la bomba gasolinera, no había día en que no recibía lascivos "piropos".

Frank empezó a acumular un sordo rencor mezclado con un amargo desprecio hacia el común de los soldados que pasaban por allí y se sorprendió deseándoles la muerte en combate. Hacía muy poco que sus deseos fueron satisfechos. Había pasado un camión hacia el frente cargado de soldados los que se entretuvieron silbándole y diciéndole obscenidades mientras lo abastecía. Por fin partieron con sus últimos gritos y silbidos maliciosos.

Por la tarde, por un conductor que ya conocía y que pasaba varias veces al día por el lugar, se enteró que el camión aquél, con toda su carga humana a bordo se había encontrado con dos Sd Kfz 234 (carros de 8 ruedas de reconocimiento) que habían aparecido de repente y de quizás dónde y que lo había volado con sus cañones de 5 mm. Le contó que había cadáveres despedazados por todos lados y que se habían salvado muy pocos, pero con graves heridas. Frank nada le comentó, se limitó a mover la cabeza, pero cuando el jeep se fué, pateó el suelo con fuerza y medio agachado agitó su puño. ¡Bien hecho, así me gusta, que los hayan reventado! y lamentó no haber visto el ataque o al menos el resultado de éste, le habría encantado verlos hechos pedazos.






Frontis del casino de IG Farben en Frankfurt am Mein


<center>Imagen</center>




El espionaje e IG Farben


La oficina Berlín NW 7 de IG Farben era un centro clave del espionaje nazi en el extranjero. La unidad operó bajo el director de Farben Max Ilgner, sobrino del presidente IG Farben, Hermann Schmitz. Max Ilgner y Hermann Schmitz estaban en la Mesa del IG americano, con los socios directores Henry Ford de Ford Motor Company, Paul Warburg de Banco Manhattan, y Charles E. Mitchell del Banco de la Reserva Federal de Nueva York.

Al inicio de la guerra en 1939, a los empleados de VOWI se les enroló en la Wehrmacht pero de hecho continuaron realizando el mismo trabajo como cuando estaban nominalmente bajo IG Farben. Uno de los más prominente operadores de esta inteligencia de Farben en NW 7 era el Príncipe Bernardo de los Países Bajos, que se unió a Farben a comienzos de los 1930’s después de un periodo de servicio de 18 meses con el uniforme negro de las S.S.

El brazo americano de la red de la inteligencia de VOWI era Chemnyco Inc. Según el Departamento de Guerra, utilizando las vías normales de los negocios, los contactos Chemnyco pudieron transmitir a Alemania grandes cantidades de material que va de las fotografías y planos a descripciones detalladas de todas las plantas industriales. El vicepresidente de Chemnyco en Nueva York era Rudolph Ilgner, un ciudadano americano y hermano del director IG. Farben americana Max Ilgner.

Para abreviar, Farben operó VOWI, la operación nazi de inteligencia extranjera, antes de la Segunda Guerra Mundial y esta operación VOWI estaba asociada con miembros prominentes del "establishment" de Wall Street a través de American IG y Chemnyco. El Departamento de Guerra americano también acusó a IG Farben y sus socios directivos americanos de ser una punta de lanza nazi en el programa de guerra psicológica y económica en el extranjero a través de la difusión de propaganda vía agentes de Farben, y de mantener contactos extranjeros activos para esta propaganda nazi.

Los convenios del cartel de Farben promovieron la guerra económica nazi - el mejor ejemplo es la voluntaria restricción de Standard Oil de New Jersey en el desarrollo de caucho sintético en Estados Unidos para beneficio de IG Farben, como el informe de Departamento de Guerra lo expone:


La historia, para abreviar, es que debido a la determinación de Standard Oil de mantener un monopolio absoluto de desarrollo de caucho sintético en los Estados Unidos, IG cumplió totalmente su propósito de paralizar la producción de Estados Unidos disuadiendo a las compañías de caucho americanas de emprender la investigación independiente de desarrollo de procesos de caucho sintético.



<center>Imagen</center>




Una de las miles de gasolineras de Standard Oil en los EE.UU.:



<center>Imagen</center>




En 1945 Dr. Oskar Loehr, vicepresidente del IG "Tea Buro", confirmó que IG Farben y Standard Oil of New Jersey operaron un "plan preconcebido" para detener o retrasar el desarrollo de la industria de caucho sintético en los Estados Unidos, para ventaja de la Wehrmacht y desventaja de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Testimonio del Dr. Loehr (parcial) en Nüremberg:

- Q. ¿Es verdad que mientras el retraso en divulgar el proceso del buna [caucho sintético] a las compañías de caucho americanas, Chemnyco y Jasco estaban en entretanto manteniendo a IG bien informado con respecto al desarrollo del caucho sintético en EEUU?

- A. - Sí.

- Q. ¿Así en todo momento IG estaba totalmente consciente del estado del desarrollo de la industria americana de caucho sintético?

- A. - Sí.

- Q. ¿Estaba usted presente en la reunión de La Haya cuándo Mr. Howard [de Standard Oil] llegó allí en 1939?

- A. - No.

- Q. ¿Quién estaba presente?

- A. - Mr. Ringer que fue acompañado por Dr. Brown de Ludwigshafen.

- Q. ¿Le informaron ellos sobre las negociaciones?

- A. - Sí, hasta donde ellos lo estaban acerca de la parte de buna de esto.

- Q. ¿Es verdad que Mr. Howard le dijo a IG en esta reunión que los desarrollos en EEUU habían alcanzado tal fase que ya no sería posible para él mantener oculta la información con respecto a los procesos del buna de las compañías americanas?

- A. - le informó a Mr. Ringer.

- Q. ¿Fue en esa reunión que por primera vez Mr. Howard le dijo a IG que las compañías de caucho americanas podrían tener que ser informadas de los procesos y él aseguró a IG que Standard Oil controlaría la industria de caucho sintético en EEUU? ¿Es eso correcto?

- A. - Eso es correcto. Ésa es la información que yo obtuve de Mr. Ringer.

- Q. ¿Así en todos estos arreglos desde el principio del desarrollo de la industria de caucho sintético, la supresión de la industria de caucho sintética en EEUU fue parte de un plan preconcebido entre IG en un lado y Mr. Howard de Standard Oil en el otro?

A. - Esa es una conclusión que debe deducirse de los hechos anteriores.





<center>Hitler inaugurando una planta de IG Farben</center>


<center> Imagen</center>



Manifestación nazi en una planta de IG Farben


Imagen



El servicio de Frank era a la intemperie, en la nieve, pero estaba bien abrigado. La industria textil americana en un alarde del manejo de nuevas tecnologías había incorporado fibras elaboradas por la petroquímica a las telas, haciéndolas impenetrables al frío sin dejar de ser livianas y flexibles.

El soldado norteamericano en Europa fue el mejor abrigado, alimentado y asistido de todos los combatientes de la SGM. Por cada soldado japonés en combate había a retaguardia entre 3.8 y 4 en los servicios auxiliares, los rusos evolucionaron de un 4.6 a 5.1 x 1 los ingleses y alemanes en sus mejores momentos iban entre 5.8 a 6.1 soldados de los servicios por cada combatiente. Los norteamericanos, al final de la guerra, en Francia y Alemania llegaron a una relación entre 7.8 a 8 x1.

Había unidades de lavandería, unos extraños vehículos llenos de lavadoras automáticas que relevaban a los soldados de la ingrata y a veces imposible tarea de lavar sus ropas. También había duchas portátiles, con agua tibia, de tal manera que comúnmente los GI andaban aseados y con su indumentaria limpia, la higiene contenía enfermedades e infecciones como el temido "pie de trinchera". Otra unidad que fue considerada de gran importancia por los sicólogos asesores del E.M. fue la de camiones de reparto de Coca-Cola. La sola visión de los familiares logotipos, las botellas y el tan familiar sabor de su contenido aproximaba mucho a los soldados a sus hogares. Las tripulaciones de esos camiones eran muy intrépidas y en ocasiones corrieron riesgos temerarios al aproximarse a territorios en disputa y encontrarse de pronto en medio de una balacera y verse obligados a huír precipitadamente con su bulliciosa carga. A cambio eran muy populares y estimados por todos.

Había unidades que se movían discretamente en una dolorosa labor, la de identificar y enterrar provisoriamente a los muertos. Frank se enteró por ellos mismo que muchos provenían de empresas funerarias. La mayoría de ellos eran negros.

Otro adelanto se hizo presente y se puso a disposición de los soldados, éste de la industria fotográfica. Para todos los soldados, de todos los rangos, el correo es muy importante, es el único hilo conductor que enlaza los sentimientos de los seres amados con los del solitario guerrero. Los atrasos del correo afectan fuertemente la moral de la tropa y no hay forma de contrarrestar sus efectos. Kodak diseño e implementó un sistema de microfilmado de correspondencia, de tal manera que todo avión de transporte que cruzaba el océano levaba a bordo, cual más, cual menos rollos de microfilme conteniendo cada uno centenares de cartas. Se escribía en un formulario especial el que iba a un vehículo con varias microfilmadoras que reducían lo escrito a una mínima expresión. De esta forma se llegó a alcanzar un record de rapidez entre la escritura de una carta y su recepción de una semana de lapso, el que fué ruidosamentebpublicitado, pero que nunca se volvió a repetir.

Frank se hizo el propósito de escribir un poco todos los días. Cuando terminaba una carta la despachaba en el popular furgón del correo y empezaba de inmediato con otra. Poco tenía que contar, se esforzaba por tranquilizar a su madre relatándole que de la guerra prácticamente se enteraba igual que ella, por noticias. Optó por enviarles cartas dirigidas a todos para que la leyeran en conjunto. Sus padres más que nada le infundían optimismo. Con las cartas de su padre tuvo extrañas experiencias al recibir la reproducción fotográfica de algunas de ellas con agresivas tachaduras de la censura. Las alegres cartas de su hermano lo divertían y lo tenían muy al tanto de lo que ocurría en el vecindario, novedades de los amigos de Frank, de las chicas y los acontecimientos deportivos locales.

Los capellanes tenían que hacer esfuerzos y multiplicarse a sí mismos. Salvo casos especiales, el mando, siempre escaso de vehículos les obligaba a compartir un jeep (además que comúnmente vivían juntos) y así andaban juntos el cura católico, el pastor protestante y el rabino, de esa forma se veían obligados a compartir sus destinos y a dar el ejemplo de convivencia. Se sabía de dramáticas experiencias en que un clérigo se había encontrado con un moribundo de otra religión y había tenido que salir del paso. Por ello acostumbraban a andar con una cartilla con oraciones y usos de las otras religiones, casi todos los rabinos se sabían de memoria el Padrenuestro.

La distribución de cigarrillos era otro factor de apoyo sicológico considerado importante. Frank no había fumado antes por su afición deportiva, pero ahora, solo, por imitación, por el frío y el aburrimiento de vez en cuando pitaba un cigarrillo. El aburrimiento de pronto se esfumaba. Frank pudo estrechar manos de famosos cuando retornaban del frente después de haber actuado para las tropas en Navidad y Año Nuevo. Pasaron por el lugar caravanas con artistas de Hollywood. Si bien no habían podido disfrutar de las presentaciones, pero no fueron ignorados y cuando tenían que detenerse los vehículos para reaprovisionarse, los artistas se dieron el tiempo para compartir con los soldados, hacerlos reír con sus chistes y divertidas ocurrencias. Quizás Frank y sus compañeros los disfrutaron mejor al estar mucho más cerca de ellos en cerrados corrillos. Para esas ocasiones sí aparecían todos los oficiales a los que había que cederles los lugares preferenciales. No bien partía la festiva caravana éstos volvían a tomar café a sus cómodos y abrigados cubículos desentendiéndose de la tropa.


Bing Crosby cantando para los soldados


Imagen


Danny Kaye en el frente


Imagen



Mickey Rooney entreteniendo a los soldados


Imagen



Marlene Dietrich junto a un herido


Imagen


Hubo otra ocasión en la que aparecieron todos los oficiales muy bien presentados, hasta el jefe del batallón, el mayor Ron Johnson se hizo ver. Alguien venía y muy importante, se ordenó todo, se limpió todo y se ocultó todo lo inconveniente. Y llegó, y claro que era importante, el Comandante en Jefe del 12ú Grupo de Ejércitos, General Omar Nelson Bradley. Lo hizo en un jeep descubierto con otros dos de escolta, uno atrás y otro adelante. Los tres jeeps se detuvieron y un sargento preguntó por las letrinas, las que hacía minutos habían sido terminadas de limpiar al milímetro. Dos escoltas entraron al lugar y salieron en pocos momentos. Por sus insignias Frank los identificó como "Rangers", no portaban rifles, sino metralletas. Permanecieron junto a la puerta y a continuación hizo su ingreso el General, solo. Al rato salió secándose las manos. Frank ya había llenado los estanques de los jeeps. Bradley respondió el saludo de la formación y le dio la mano a Johnson que se aproximó a saludarlo. No conversó con el mayor más que unas breves frases, se saludaron y el general volvió a su jeep, no subió, sino que de una carpeta de cuero extrajo un mapa, lo desplegó sobre el capot y se puso a examinarlo detenidamente tocándolo con el dedo índice. Frank no le quitaba la vista de encima. Vió como Bradley llevaba su mano al bolsillo superior de su acolchado chaquetón y sacó un cigarro virginiano que puso en su boca. Sin quitar los ojos del mapa de un bolsillo lateral sacó un encendedor del que se abrió la tapa con el inconfundible clack de un Zippo.

Frank actuó sin pensarlo, se aproximó con rápidas zancadas, se detuvo a unos dos metros del general, se cuadró y dijo en voz alta "¡mi General!" Bradley giró un poco la cabeza hacia él y respondió su saludo tocándose el casco con un dedo de la mano en la que sostenía el encendedor abierto - Lo siento muchísimo mi general, siguió Frank extendiendo la mano derecha en dirección al enorme letrero "NO SMOKING" que estaba a la derecha y un poco atrás del general, fuera de su vista. Éste miró en ésa dirección y volvió la cabeza hacia Frank que estaba en posición de "firme", lo miró de soslayo y asintió levemente, se dejó el cigarro en la boca y clack cerró el Zippo volviendolo al bolsillo. Frank sintió todas las miradas clavadas en él; Consejo de Guerra, me fusilarán, pensó, pero acá está prohibido fumar y nadie fuma.

Retornaron a sus jeeps los escoltas, Bradley saludó al subir a su jeep despidiéndose a los oficiales rígidos en formación frente a él, al otro lado del camino, los que llevaron sus tiesas manos a las viseras de sus cascos. Frank había avanzado más allá de la gasolinera para retirar las barreras que había colocado para que nadie interfiriera con la comitiva. Los jeeps se aproximaban a él, Bradley le dijo algo al conductor y éste detuvo el vehículo. Frank vió que estaba haciendo algo como escribiendo, aunque empuñaba un cortaplumas. Guardó el instrumento volvió a poner su cigarro en la boca y en su mano apareció el Zippo, clack se abrió la tapa, lo accionó y salió la llama y encendió el cigarro sonriendo y mirando a Frank. Clack, se cerró el encendedor y en vez de guardarlo hizo algo extraño, bajó la mano, su brazo quedó como colgando fuera del jeep y lo hizo oscilar dos veces hasta que su brazo extendido lanzó el Zippo hacia Frank que tuvo que saltar para pescarlo al vuelo. Alcanzó a escuchar un agudo "let`s go" y los jeeps se movieron. Frank alcanzó apenas a saludar pero el general no volteó la cabeza, pero adivinando su gesto levantó su mano derecha haciendo una señal de despedida.



<center>Imagen</center>



No le hicieron consejo de guerra, Ron Johnson lo mandó llamar y lo felicitó calurosamente, todos los otros oficiales tuvieron que hacer lo mismo. Luego con sus compañeros, recibió palmoteos y todos quisieron ver el dichoso encendedor y probarlo. En uno de sus costados llevaba grabado el emblema del 1er. Ejército y en el otro, por mano del General de 4 Estrellas Omar Bradley había grabada una tosca "B". Más tarde, y ya solo, lo usó para encender un Camel, guardó el Zippo en el bolsillo del corazón y sintió el suave golpe al chocar dos metales. Ahora tenía dos regalos, ambos de personajes muy importantes, uno de Omar Bradley y otro de Sofía Kohn, el primero general de un ejército que contribuiría a la derrota del imperio de la cruz gamada. vengando así a la segunda, su víctima inocente



<center>FIN CAPITULO IV</center>



(continúa)



Salu-2