Publicado: Mar Ene 06, 2009 3:27 am
por Bitxo
Tanto el Holodomor como el Holocausto tienen un transfondo económico. En el caso del Holocausto el supuesto de que los judíos controlaban la economía y las artes alemanas dio pie a la conveniencia de su eliminación. Para un nazi, lograr una Alemania para los alemanes suponía librarse definitivamente de los judíos. Y ya puestos, hacerlo de manera que resultase provechosa, que supusiera un beneficio económico.

En el caso de la colectivización forzosa lo que molestaba era una clase rural que suponía más del 80% de la población soviética y que peligraba un rápido progreso de la URSS como potencia industrial. En http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=23&t=1429 expliqué el problema económico al que se enfrentaba la URSS. Básicamente, si se deseaba una industrialización rápida, era necesaria la incautación de grano en tal de poder captar tanto divisas como tecnología y maquinaria, además de lograr una adecuada relación económica entre la urbe proletaria y el mundo rural. El método normal, por así decirlo, suponía no sólo una lenta progresión para una potencia que se sentía amenazada, sino un desviacionismo político en una potencia surgida de una revolución doctrinal. Realmente, el proceso de la toma de decisión supuso una conjunción de la percepción del peligro para el único Estado comunista el hecho de que fuese mayoritariamente agrario, con el ansia de absolutismo de Stalin y la conveniencia de usar a la doctrina como tapadera. En otras palabras, si en la Rusia zarista resultaba ideal para que naciera el comunismo, no lo era para que este pudiera subsistir como entidad internacional. Esta percepción conllevaría a acusaciones sobre el grado de comunismo -o leninismo- hábilmente manejadas por un Stalin deseoso de un poder omnipotente. La situación creada por él fue tal que quien desease afianzarse al poder debía apoyar la campaña o ser tachado de desviacionista.

El Holodomor es un episodio concreto y localizado dentro de la colectivización forzosa. La colectivización forzosa fue a nivel de la URSS y fue un genocidio de clase social, pues se persiguió y masacró a la clase rural. El Holodomor fue la colectivización forzosa en Ucrania, donde los métodos se recrudecieron por dos motivos: por ser precisamente la república que más trigo producía, y por ser una república periférica. Al ser periférica resultaba más influenciable desde el exterior, más refractaria al sistema comunista implantado y donde resultaba más previsible una invasión que podría estar apoyada por esos elementos refractarios. De ahí que en Ucrania -pero no sólo en Ucrania- se actuase con más saña, aprovechando la campaña de colectivización forzosa para la domesticación de la población. Así pues, el Holodomor no sólo es un genocidio de clase social, sino que además lo es de tipo político y nacional.

¿Podía la URSS llevar a cabo su industrialización sin la colectivización forzosa? Sí, claro, como cualquier otra nación. Pero le hubiera llevado muchísimo más tiempo. Aquí merece la pena recordar que la Depresión facilitó la conveniencia de la campaña de terror. Vender trigo barato cuando las economías estaban derrumbadas fue la manera que tuvo la URSS para lograr que le abrieran las puertas las potencias occidentales. Gracias a ello estas bajaron el listón del bloqueo -al menos a nivel comercial- y, básicamente, cambiaron maquinaria y tecnología por trigo manchado de sangre. De hecho ese trigo que costó la vida a millones de soviéticos ayudó a superar la Depresión a países como Estados Unidos.

¿Hasta qué punto resultó provechosa la colectivización forzosa? Esto es lo más difícil de contestar. En el aspecto político tenemos dos consecuencias directas y contrapuestas: el terror, sin duda, volvió a los soviéticos más refractarios hacia el régimen, pero también les enseñó a tener miedo. Por otro lado, la terrible hambruna quizás trajera maquinaria y tecnología que resultaba necesaria, pero también fue un descalabro económico pues la URSS tuvo que importar grano en los años siguientes. La eliminación de toda una élite campesina que conocía su labor supuso la improducción. Y esta sería azuzada por la merma de la cabaña de animales de tiro, muertos de hambre o matados por campesinos muertos de hambre. El hambre, por otro lado, potenciaría el apatismo y la sumisión de la clase rural, lo cual era el verdadero objetivo y el único que se puede decir que se alcanzó. La campaña de terror también dotó al Estado de un recurso del cual antes no disponía: esclavos.

Con todo Stalin salió reforzado. Cuando todo un aparato de gobierno se mancha las manos de sangre, se cierran filas en torno a su líder. Cuando un gobierno pone en su contra al pueblo, sólo el Gobierno puede salvar al Gobierno. La dictadura se tornaría más férrea en tal de lograr la homogenización necesaria para poder mantenerse. El trigo volvería a fluir hacia las ciudades y la clase proletaria ya no pasaría hambre por culpa de una tijera económica. Se produciría menos a partir de entonces -está sobradamente demostrado que las granjas colectivas fueron un fracaso-, pero el libre mercado no volvería a retrasar un proceso de cambio considerado urgente. A partir de entonces el proletariado no tendría mayores problemas para poder comprar alimentos a un mundo rural que había aprendido a subsistir por su cuenta hacía siglos y resultaba incluso reacio a comprar los productos nacidos en las fábricas.

En el mejor de los casos se puede considerar a la colectivización forzosa como un descalabro económico a corto plazo y un éxito a largo plazo, pues sin duda sentó el embrión para una industrialización acelerada. Pero, por supuesto, y se mire como se mire, fue un genocidio contra toda una clase social a nivel de Estado, y otro político/nacional cara las repúblicas periféricas. Mongolia, por cierto, fue la nación más castigada.