Publicado: Sab Abr 19, 2008 12:08 pm
por Bitxo
Pollo R. fue uno de tantos prisioneros de Auschwitz. Lleva tatuado el número Z9024. La Z es de Zegeuner, gitano. Según recordó:
Yo miraba con ansiedad hacia el otro lado de la verja que me impedía salir de aquel recinto, que era un puro clamor de desesperación. Cerca de mí, en varios camiones, había varios centenares de hombres, mujeres y niños desnudos. Y aunque no habían llegado allí en el mismo transporte que yo, supe que eran gitanos de Silesia, porque oí y entendí sus rezos en caló. Imploraban a Dios en vano que, por lo menos, salvara la vida a sus hijos. Yo tenía entonces sólo catorce años por entonces y ahora me doy cuenta de que no acababa de entender lo que presenciaba. Pero intuí que algo inconcebible iba a pasar. Nos apremiaron para que nos pusiésemos en fila, y a los que se rezagaban los hacían avanzar a porrazos. Un oficial de las SS señaló a un grupo de chimeneas que parecían apuntar al cielo como dedos amenazadores y nos gritó: ¡Por ahí vais a salir de Auschwitz!

W. fue una gitana presa también en Auschiwtz. Ella recordaría que:
Decían que habían esterlizado a todas las gitanas para que no tuviesen más descendencia. Y se lo hicieron a todas, desde los doce años a los cuarenta y cinco. Nunca lo olvidaré. Sin anestesia, sin nada. Una vez esterilizadas, las subían a carretillas y las devolvían al bloque. ¡Niñas de doce años!

Ceiji Stojka tenía 10 años cuando, junto con su madre, era prisionera en Birkenau, donde Mengele realizaba sus experimentos con gitanas embarazadas a las que les infectaban con el tifus para ver cómo era afectado el feto:
Mi madre no les dio oportunidad. Siempre me decía: "Si vienen los de las SS no abras los ojos y baja la cabeza". Mi madre tenía los ojos muy azules y yo los tengo verdes. Y a ellos esos les habrían interesado mucho. ¿Cómo era posible que una gitana tuviese los ojos verdes? Y mi madre insistía: "Desvía la mirada. Que no te vean los ojos. Eso es lo mejor que puedes hacer". Y gracias a eso no me ocurrió nada. De no ser por eso, no estaría aquí.

Fuente: La Segunda Guerra Mundial. Una historia de las víctimas. Joanna Bourke.