Publicado: Dom Ene 25, 2009 3:14 pm
por Bitxo
A mí me parece que hay una visión muy romántica de la naturaleza y, por tanto, de los animales. Hasta cierto punto está bien en una especie que parece haberse desligado lo suficiente de los mecanismos naturales gracias a su inteligencia, y que ahora ve en su entorno manipulado y "pacificado" a su gusto una suerte de candidez que no concuerda con las leyes que se aplican en este.

Los animales, entre los cuales incluyo al ser humano, tienen una resistencia a matar según casos muy concretos. Un lobo que se pelee con otro de la misma manada (en la que suele haber fuertes vínculos familiares, por cierto) y pierda el envite, ofrecerá el cuello al ganador y este no aprovechará la ocasión para matarlo. Pero si una manada de lobos entra en conflicto territorial con otra, la cosa cambia mucho y a ninguno de los lobos se le ocurrirá ofrecer su garganta. La principal misión del león, el macho, no sólo es proteger las crías mientras las leonas cazan. En realidad esta misión es derivada de la otra que tiene cuando las leonas están presentes en la camada: tratar de matar la camada de otra familia de leones. También está demostrado que las ratas se matan las unas a las otras cuando una población demasiado elevada provoca la escasez de alimentos. Son tres ejemplos que se me han ocurrido de golpe a porrazo pero, si nos molestamos en buscar, los encontraríamos a centenares.

El matar por matar en un ser humano considerado "sano" no es propio de nuestra especie. Está en la naturaleza y forma parte de la ley del más fuerte, sea por controlar un territorio, sea por controlar la población en dicho territorio, sea por asegurar que la carga genética que se transmita sea la de un individuo dado y no la de otro. Hay casos de todo tipo, y matar no es el único recurso. Creo recordar que era el carbonero, un pájaro muy común en España, el que se dedica a aparearse con varias hembras. Pero con el detalle de que sólo a una la ayudará a mantener a la prole. A las otras las dejará tiradas por lo que difícilmente sobrevivirán los polluelos por falta de alimento. Eso lo hace para limitar las posibilidades de que otro macho transmita sus genes y, en definitiva, para controlar la población.

En mi opinión, el ser humano hace (hacemos) lo mismo. Solo que al ser una especie más inteligente, los métodos, causas y efectos son mucho más variados y complejos. El ser humano está dotado para la guerra y por tanto la lleva a cabo. Y no es el único capaz de atacar a otra "nación". Los suricatos, un tipo de mangosta, se organizan para tratar de desalojar a otra manada de suricatos haciendo una auténtica batalla campal en la que más de uno puede llegar a morir en el combate.

La verdad, yo no veo diferencia de grado entre el comportamiento del ser humano y el de los animales. Mentes más complejas idearán no sólo métodos más complejos, sino también justificaciones más complejas. Los mecanismos pueden variar mucho (un suricato no utiliza una bandera ni una uniformación, claro), pero en mi opinión no deja de ser lo mismo. La diferencia está, o al menos eso parece, en que un suricato no va a preguntarse si es justa o no la guerra planteada. Claro que no hay cerca de 7.000 millones de suricatos en el mundo agotando los recursos naturales ni disponen de sociedades económicas tan complejas como las nuestras. Tampoco sus relaciones sociales son igualmente complejas ni disponen de recursos tecnológicos que les permitan plantearse una alternativa a la guerra, si es que esta realmente existe. Nuestra inteligencia no sólo nos permite mejorar nuestras posibilidades para la guerra, sino también las posibilidades para evitarla. Así que, quizás, desde un punto de vista etológico, esas crisis de conciencia no sean más que una reminiscencia de nuestra inteligencia que nos dice que podemos idear mecanismos diferentes a la guerra en la que todos salgamos ganando.