Publicado: Dom Sep 23, 2007 11:57 pm
por Durand
Los líderes de la Deutsche Studentenschaft también proclamaron sus propios Feuersprüche (decretos de fuego contra el espíritu anti-alemán). Los libros de escritores judíos o de temas pacifistas o antibelicistas (por ejemplo, los de Erich Maria Remarque) de bibliotecas públicas y de la Universidad de Humboldt también fueron quemados.
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No hay muchas obras cuyos títulos hayan trascendido el nombre del autor hasta el punto de que, en la medida que el título se convertía casi en lugar común, el nombre del autor se perdía.Es el caso de Sin novedad en el frente, el nombre de la novela de mayor éxito de Erich María Remarque, escritor nacido el 22 de junio, hace 100 años, en Osnabruck, Alemania, y muerto a los 72 años en una casa frente al lago Maggiore, en Suiza.El destino de la frase lacónica del título (no tan lacónica en su traducción literal: En el frente occidental no hay novedades) fue convertirse en una frase hecha, un artefacto irónico, útil para referirse tanto a la vida en general como para ser utilizado entre compañeros de trabajo durante un relevo.Pero las imágenes que difundió con sus muchísimos ejemplares (10 millones hacia 1970), en 48 idiomas, son también un patrimonio público. Seguramente, si uno se imagina la Primera Guerra Mundial como una sórdida lucha de trincheras en las que se arrastraban miles de soldados entre el barro y la sangre, y si identifica esa guerra con restos humanos pendientes de las alambradas y hombres muriendo entre atroces convulsisones por los gases venenosos, eso es, en gran parte, gracias a la novela In Westen nichts Neues.Partes militares teminaban invariablemente con tales palabras cuando Remarque, nacido Paul Kramer Remark, estaba precisamente en el frente, allí donde se moría acribillado, atravesado por esquirlas o por una bayoneta, envenenado o de asco, sin avanzar ni un metro durante semanas. El terrible sin novedad ocultaba esa lucha lenta, exasperante, que además de muertos y mutilados producía dementes.La novela de Remarque apareció por primera vez en capítulos en el diario Vossische Zeitung en 1928. Había sido un desahogo personal. Tuvo un éxito enorme. Se convirtió en la novela antibelicista por antonomasia. Remarque fue postulado al Premio Nobel pero no se lo dieron. Entretanto, siguió escribiendo. De regreso y Tres camaradas completaron su trilogía sobre la Primera Guerra.Pero se gestaba muy lentamente otra. Remarque no era un alemán bien visto en su patria, donde crecía el belicismo hitlerista. Algunos trataban de desprestigiarlo diciendo que las cosas no habían ocurrido como él las había narrado. Imposible, contestó un veterano, eso sólo pudo hacerlo alguien que estuvo entre nosotros. En 1938, Adolf Hitler emitió un decreto privando a Remarque, que vivía en Suiza y Francia, de su nacionalidad alemana. Sus libros fueron arrojados en la hoguera que ardió ese año en Berlín, junto con obras de otros autores antialemanes.El hombre, compositor de música vocacional a quien la guerra convirtió en escritor, era ya un autor próspero. En 1940, se mudó a Estados Unidos y siete años después se nacionalizó estadounidense.En Hollywood había colaborado como argumentista en varias películas. Se le atribuyeron amores con Greta Garbo y Marlenne Dietrich, que pegaban con su imagen: Es un hombre alto, delgado, de ojos azules, de voz suave y estilo muy vieja Alemania, lo describe en 1958 el periodista Pierre Joffroy. Ese año, se había casado con Paulette Goddard, la chica de Tiempos modernos, ex esposa de Chaplin.Al estilo de las revistas actuales de ricos y famosos, pero en versión más modesta, el reportaje de Joffroy se publicó en la porteña Vea y lea acompañado de fotos donde la pareja aparece en los jardines y el salón de la residencia del escritor en Porto Ronco, Suiza. Remarque tenía 60 años. Ella, aparentaba poco más de 30.Un día estaba triste. Tenía 30 años. compré un florero antiguo que no estaba roto y me parecía hermoso. En el mercado, de paso, compré un ramo de lilas y, de regreso a mi casa, lo puse en mi florero. Miré y al cabo de media hora me abandonó el aburrimiento. Estábamos allí los tres con nuestras edades: el florero de 2.500 años, la lila que iba a morir dos días más tarde y yo. La lila no se quejaba. Yo tampoco.Dice el periodista que este breve cuento se lo dijo de un tirón Remarque. Mucho para un escritor a quien consideraban un cronista, un autor testimonial. Quisiera saber qué culpa tienen ellos, dice con furia y piedad el campesino Detering en el frente, cuando ve morir a los caballos. Es la más horrenda infamia que los animales tengan que venir a la guerra. ¿Cuánto de Ernest Hemingway y del neorrealismo estaba allí?Remarque escribió muchas otras novelas -El obelisco negro, Arco de triunfo, llevada al cine con Ingrid Bergman y Charles Boyer, El cielo no tiene favoritos, entre ellas-, pero fue siempre el autor de Sin novedad en el frente y así se anunció su muerte en 1970.Su libro había sido la guerra misma, sin adjetivos. Todavía es angustioso leerlo hoy, después de tantas imágenes de masacres, de tantas escenas del Holocausto o de Vietnam o de Sarajevo. Y de la AMIA y Oriente Medio. Como lección, es evidente, no sirvió. Quizás eso confirme que se trata de literatura en estado de pureza.

http://www.clarin.com/diario/1998/06/22/e-05201d.htm


Sin Novedad en el Frente,que recuerdos, fue el primer libro que leí cuando era niño y fue entonces cuando comprendí que la Guerra no era como la pintaban en el celuloide.Una fábrica de medallas y amigos para toda la vida,en donde cada soldado estaba convencido que iba a salvar el mundo.

Aunque me he desviado un poco del tema,me pareció nostálgico leer como los trabajos de unos de mis mejores autores fueran desechados en la hoguera :(

Un Saludo.Durand.....