Publicado: Jue Jul 26, 2018 2:48 pm
por grognard
Pregunta 3267

- A las buenas...
- Vaya, dichosos los ojos, Herr Grognard… ¿No estaba de vacaciones?
- Forzosas aún... pero en breve volveremos al cuartel...
- Sí, ya he notado que aunque cojea aún un poco, no lleva muletas...
- A ver, dígame ¿qué es una rotura de tobillo para un Fallschirmjager?
- Pues, no sé... ¿Un fastidio?
- Un gaje del oficio, Sasha, un simple gaje del oficio...
- Bueno, como lo de poner una pregunta para el Quiz...
- La traía preparada, pero póngame antes una pinta de cerveza helada y unos pepinillos para acompañar.
- ¿No quiere unas aceitunitas? Precisamente Herr Clar ha traído unas cuantas de su terreno en la Toscana, y...
- Pues póngala para acompañar a los pepinillos... y échele un ojo a esta imagen.
- ¿Otra de cine?
- Ya ve usted
- Veamos...

Imagen

- Pues así al pronto...
- No se deje llevar por las apariencias.
- No, si conociéndole, ya sabemos que la noche será día, el día noche, y que nada es lo que parece...
- Me tiene usted en alta estima...
- Ya le digo... pero aporte alguna pista y le pongo otra cervecita.
- Está bien... Es un film anterior a 1970, el protagonista realizó otros filmes bélicos y del oeste, en ella salía (uncredited, que dicen los americanos) un conocido tipo duro de la década de los 70, y el guión se basa en una novela que cuenta experiencias reales durante la SGM.
- Se ha ganado otra ración de aceitunas con la cervecita... ¡Cuántas pistas!
- Me da que esas olivas italianas no tienen mucha salida, ¿no?
- Pues... cómo se lo diría... Las mismas que un congelador en Groenlandia...
- Der Teufel! Eso me recuerda una ocasión en la que Herr Ramcke y yo nos encontrábamos aislados en un bosquecillo en las cercanías de Narvik, perseguidos por unos jäger noruegos muy persistentes, cuando encontramos una cabaña junto a un pequeño lago y ¿adivina quién estaba allí?
- Le dejo que me dé la sorpresa.
- Pues nada más y nada menos que la señorita Moira McDonald, que por mor del destino, o del diablo, estaba pasando una cura de aguas en aquel remoto paraje acompañada por su dueña, una recia muchacha irlandesa que hubiese sido capaz de tumbar de un derechazo al mismo Max Schmelling. Imagínese la situación: los noruegos a nuestra espalda y las británicas en nuestro frente. Un cerco en toda regla...
- Miedo me da preguntarle qué sucedió a continuación...