Publicado: Lun Dic 27, 2010 12:38 pm
por Kurt_Steiner
El 11 de diciembre de 1941 Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos. Para entonces, ase había puesto en marcha tanto la matanza de judíos en el Reichsgau Wartheland (Polonia occidental) como la construcción de un pequeño campo de exterminio en Polonia oriental, mientras los judíos deportados del Reich habían sido matados a tiros a su llegada a Kowno y Riga. Pero esas fueron soluciones locales, no generales. La nueva situación tras el 11 de diciembre dará paso a una solución exhaustiva.

Al día siguiente Hitler se dirigió a los líderes del partido en la Cancillería en un discurso que, como hemos visto, Gerlach consideró como el anuncio de su “decisión básica” de exterminar a los judíos. Pese a las razones que existen para dudar de esta interpretación, el discurso fue importante. Goebbels lo resumió en su diario e indica cómo se iniciarían las fases cruciales de radicalización de la política anti-judía. “Con respecto a la Cuestión Judía”, anotó Goebbels, “el Führer está decidido a tomar una clara resolución. Profetizó que si provocaban otra guerra mundial, experimentarían su aniquilación. No era una frase huera. La guerra mundial ha llegado. La aniquilación de los judíos debe ser la consecuencia necesaria. Esta cuestión ha de considerarse sin sentimentalismo”, una repetición de lo ya expresado en su periódico un mes antes. “No tenemos que sentir simpatía hacia los judíos, sino sólo simpatía hacia nuestro propio pueblo alemán. Si el pueblo alemán nuevamente ahora tiene que sacrificar unos 160.000 muertos en la campaña oriental, los instigadores de este sangriento conflicto tendrán que pagar por ello con sus propias vidas” (Die Tagebücher von Joseph Goebbels, Parte II).

Cuatro días más tarde, el 16 de diciembre, Hans Frank, Gobernador General de Polonia, repitió la “profecía” de Hitler con casi las mismas palabras que Hitler había utilizado en Berlín. “¿Qué les va a suceder a los judíos?”, preguntó retóricamente. “Creéis que serán acomodados en asentamientos de aldeas en el Ostland? Nos dijeron en Berlín: ¿por qué nos están dando todos estos problemas? ¡Liquidadlos vosotros mismos!”. Concluyó: “Debemos destruir a los judíos dondequiera que los encontremos”. Pero no sabía cómo iba a ocurrir esto. Obviamente no se había desarrollado todavía un programa de exterminio exhaustivo. Calculó que había 3,5 millones de judíos en su dominio. “No podemos matar a esos 3,5 millones de judíos”, declaró, “no podemos envenenarlos, pero debemos ser capaces de tomar las medidas conducentes de alguna forma a un éxito en el exterminio” (Werner Präg y Wolfgang Jacobmeyer, eds., Das Diensttagebuch des deutschen Generalgouverneurs in Polen 1939-1945).

Durante las siguientes semanas, se tomaron los pasos. Frank y sus subalternos no necesitaron ninguna orden específica de Hitler. Comprendieron perfectamente bien lo que había querido decir la repetición de su “profecía”: el momento de la hora final de los judíos había llegado. Poco más de un mes después, en la conferencia de Wannsee el 20 de enero de 1942 para discutir la organización de lo que Heydrich llamó “la próxima solución final de la cuestión judía”, la mano derecha de Frank, Josef Bühler, secretario de Estado en el Generalgouvernement, preguntó directamente si se podía comenzar en su área. Quería que los judíos, la mayoría de ellos incapaces de trabajar, fuesen “extraídos” de allí y que se “resolviese” allí la “cuestión judía” tan pronto como fuese posible. Las autoridades harían todo lo que pudieran para cooperar. Bühler y Frank consiguieron sus fines. En la primavera de 1942, lo que ahora estaba rápidamente apareciendo como un programa de exterminio exhaustivo se extendió desde ciertos distritos al conjunto del Generalgouvernement a medida que los judíos cargados en trenes fueron transportados a los campos recién construidos de Belzec, Sobibor y Treblinka, en lo que pronto vino a ser llamada Aktion Reinhard (Véase Yitzhak Arad, Belzec, Sobibor, Treblinka: The Operation Reinhard Death Camps).

Diez días después de la Conferencia de Wannsee, hablando el 30 de enero de 1942 en el Sportpalast de Berlín, Hitler invocó de nuevo su “profecía”. “Ya declaré [...] que esta guerra no tendrá un final como imaginan los judíos, con el extermino de los pueblos arios de Europa, sino que el resultado de esta guerra será la aniquilación de la judería. Por primera vez la antigua ley judía será aplicada ahora: ojo por ojo, y diente por diente” (Hitler: Reden und Proklamationen, vol. 4). Siguiendo las reacciones al discurso, la SD (Sicherheitsdienst) observó que la declaración de Hitler había sido entendida como “que muy pronto el último judíos desaparecería del suelo europeo” A finales de marzo de 1942, Goebbels escribió en su diario sobre la liquidación de los judíos de Lublin. “Se está llevando a cabo un castigo sobre los judíos que es brutal, pero completamente merecido”, anotó. “La profecía que les dio el Führer por ocasionar una nueva guerra mundial está comenzando a cumplirse de la forma más terrible”. Añadió: “También aquí el Führer es el campeón inquebrantable y el portavoz de una solución radical” (Die Tagebücher von Joseph Goebbels, Parte II).

Durante la primavera y verano de 1942 la deportación a los campos de la muerte en Polonia -incluyendo ahora el mayor de todos, Auchswitz-Birkenau- se extendió al conjunto del Generalgouvernement, a Eslovaquia, y, finalmente, a los países ocupados de Europa occidental. Decisiones importantes previas concernientes a la “solución de la Cuestión Judía”, como la introducción de la Estrella Amarilla o la deportación de los judíos del Reich, habían requerido la autorización de Hitler. Es inconcebible que ahora no se buscara y se diese de nuevo para la ampliación masiva del programa de matanza (Véase Peter Longerich, The Unwritten Order: Hitler's Role in the Final Solution.). Como Florent Brayard ha razonado, esto ocurrió verosímilmente durante las discusiones con Himmler bajo el impacto del asesinato de Heydrich (Brayard, La “solution finale de la question juive”).