Publicado: Vie Dic 24, 2010 1:25 pm
por Kurt_Steiner
A estas alturas parecía que se había pasado de buscar la fecha de la decisión de Hitler para la “Solución Final” a sugerir -o declarar - que no se había tomado tal decisión. Sin embargo, las teorías sobre las iniciativas locales, medidas improvisadas y los “procesos” no-dirigidos que se transformaron en un “no autorizado” programa de exterminio no convencieron a muchos historiadores. Algunos expertos - entre ellos el ya citado Christopher Browning- creyeron que los detallados estudios regionales de la aparición del genocidio habían minimizado la dirección central del programa. Hitler, de repente, había desaparecido de las teorías.

David Bankier y luego Saul Friedländer demostraron que, incluso en la década de 1930 Hitler, había estado más activo en la política anti-judía de lo que se había supuesto [David Bankier, “Hitler and the Policy-Making Process in the Jewish Question,” en Holocaust and Genocide Studies; Saul Friedländer, “Nazi Germany and the Jews: The Years of Persecution, 1933-1939”]. No parecía posible que había permanecido al margen de la toma de decisiones precisamente en el momento en que su tan declarado objetivo de “remover” a los judíos se estaba convirtiendo en una realidad. Browning continuó con un despliegue de importantes publicaciones para mantener también la importancia de una orden del Führer, y para fecharla (como siempre había hecho) en el verano de 1941, el tiempo de “euforia”. Permaneció impasible a las objeciones presentadas a esta fecha, aunque subrayó que no estaba planteando una simple decisión, sino concibiendo “el momento en el que Hitler inauguró el proceso de toma de decisiones”, el primer movimiento en los desarrollos que se alargarían durante los meses posteriores (Christopher Browning, “Hitler and the Euphoria of Victory: The Path to the Final Solution” en David Cesarani, ed., The Final Solution: Origins and Implementation).

Otros historiadores, igualmente ansiosos por enfatizar el papel directo de Hitler en la “Solución Final”, alcanzaron diferentes conclusiones acerca del momento de una orden del Führer. Richard Breitman la fechó en enero de 1941, añadiendo, no obstante, que “si el objetivo y las políticas básicas estaban ahora claras, los planes específicos no”, y siguió sólo después de algún tiempo con las primeras decisiones operacionales en julio. En otras palabras, Breitman no estaba planteando una incisiva política de decisión, sino más bien una declaración de intenciones. Pero Hitler había mantenido desde tiempo la opinión de que otra guerra ocasionaría la destrucción de los judíos. Y en este punto, a principios de 1941, en el contexto de planificar “Barbarroja”, la deportación de los judíos a las inmensidades árticas de la Unión Soviética aparecía como una perspectiva realista. Allí se espera que perecerían. Aunque esto era en sí mismo implícitamente genocida, las rarezas de la política durante los siguientes meses hablan en contra de enero de 1941 como la fecha en que Hitler tomó la decisión para la “Solución Final”.

Una sugerencia diferente para la fecha de una orden de Hitler vino de Tobias Jersak. En opinión de Jersak, la declaración de la Carta del Atlántico de Roosevelt y Churchill (que acercaba el momento de la guerra con Estados Unidos de América) fue el desencadenante de la decisión fundamental de que los judíos de Europa serían físicamente destruidos. No obstante, Jersak ente exageró el impacto de la Carta Atlántica sobre Hitler. Es dudoso que esto en sí mismo fuera suficiente para proporcionar el acicate vital para semejante decisión trascendental, tomada, en la interpretación de Jersak, con rapidez y sin ninguna consulta.

Otra interpretación fue propuesta por Christian Gerlach. Para él, las disparidades en la ejecución de las medidas anti-judías descartaban una orden específica en verano o principios de otoño. A pesar de la escalada de acciones genocidas, todavía existíaq dudas sobre el tratamiento de los judíos deportados del Reich, y las distintas medidas regionales de liquidación todavía no estaban coordinadas. La necesidad de proporcionar de forma precisa esta aclaración y coordinación se encontraba, afirmó, detrás de la conferencia de Wannsee (prevista para el 9 de diciembre de 1941). Entonces surgió Pearl Harbor y la reunión fue pospuesta. Según la interpretación de Gerlach, a la altura en que la reunión tuvo finalmente lugar, el 20 de enero de 1942, la “decisión básica” de Hitler para matar a todos los judíos de Europa había tenido lugar. La guerra se había convertido ahora en global y era el momento de aplicar medidas drásticas. Así, Gerlach ve una alocución hecha por Hitler a los Reichsleiter y Gauleiter el 12 de diciembre, y una serie de reuniones privadas con líderes nazis durante los días siguientes, como equivalente a la “decisión básica” de Hitler para la “Solución Final” [Christian Gerlach, “Die Wannsee-Konferenz, das Schicksal der deutschen Juden und Hitlers politische Grundsatzentscheidung, alle Juden Europas zu ermorden”]. Ciertamente, si bien Gerlach presenta una buena teoría, es difícil imaginar a Hitler, que se abstuvo de hablar sobre el exterminio de los judíos más que con vagas generalizaciones incluso en su séquito íntimo, escogiendo para anunciar una “decisión básica” para instigar la “Solución Final” una reunión de unos cincuenta líderes nazis. Ninguno de los presentes se refirió más tarde a este encuentro como de una especial importancia con respecto a la “Solución Final”. Y Goebbels resumió las observaciones sobre los judíos en unas pocas líneas de una entrada, por lo demás extensa, del diario, sin subrayarlas como de especial importancia.

(continuará...)