Publicado: Sab Dic 23, 2006 1:28 am
por Bitxo
Bien, por supuesto acepto las disculpas. Si coincidimos en muchas cosas, a excepción de tu defensa cuasi patriótica de las motivaciones sentimentales del gobierno Truman. No obstante, ya que tenía el trabajo muy adelantado, permitirme todos que suelte otro rollazo impresionante. Espero que os resulte interesante.

Pasemos ahora al libro escrito por Churchill, La Segunda Guerra Mundial:

"(…) Todavía no se había conquistado Japón. Todavía no había nacido la bomba atómica. El mundo estaba confuso. El principal lazo del peligro común que había unido a los grandes aliados se había desvanecido de golpe. En mi opinión, la amenaza soviética ya había reemplazado al enemigo nazi aunque todavía no existía ninguna alianza contra ella."

Quedan claro los temores de Churchill tras la rendición de Alemania, pero no eran sólo estos.

"(…) El tipo de actitud y de perspectiva que se había notado en Yalta se fortaleció. Se decía que Estados Unidos tenía que procurar no dejarse arrastrar hacia ningún antagonismo con la Rusia soviética."

Luego Churchill pasa a narrar el cambio de actitud del gobierno de los EUA hacia él y hacia lo que él consideraba los problemas de un futuro inmediato, especialmente en Europa. Ante la propuesta del líder británico de una reunión de las tres potencias, el de EUA recomienda hacerla de manera que sea la URSS la que la proponga, para que no parezca que haya malestar con ella. Incluso propone una reunión previa entre Truman y Stalin en Europa, sin Churchill, sugerencia que "me dejó atónito". Al final se decidió que iría Hopkins a Moscú, es decir, que los EUA, a fin de cuentas, se reunirían con la URSS sin la presencia de GB, ni nada más ni nada menos que en Moscú, y usando al principal enlace entre ambas potencias. El tema principal de la reunión fue Polonia y "En realidad fue la primera vez que se avanzó un poco." Churchill no sabría que EUA había pactado con Stalin la "amistad" no sólo de Polonia, sino del resto de países que tenían frontera con la URSS y que, por tanto, ni se mencionaron las elecciones libres en Polonia.
Luego, tras el anuncio de "los bebés", Churchill, por supuesto, también habla del coste de vidas EUA y GB que supondría la invasión de Japón, y la ventaja que para evitar esto suponían las bombas atómicas. Pero, de inmediato, retorna a su principal obsesión:

"Además, así no necesitaríamos a los rusos. El final de la guerra en Japón ya no dependía de la intervención de sus ejércitos para provocar una matanza definitiva y quizá prolongada. Ya no teníamos necesidad de pedirles favores. Por consiguiente, podríamos afrontar la serie de problemas europeos en función de sus circunstancias y de acuerdo con los amplios principios de las Naciones Unidas."

Se puede decir más alto, pero no más claro. Luego añade, tras un breve repaso a la utilidad de la bomba atómica para ahorrar vidas humanas, que "la aprobación británica para usar esta bomba se concedió el cuatro de julio, antes de que se llevara a cabo la prueba. La decisión final dependía entonces del presidente Truman, que era quien tenía la bomba, pero jamás dudé de cuál sería esa decisión ni tampoco he dudado desde entonces de que tuviera razón. Sigue siendo un hecho histórico, y así se debe juzgar con posterioridad, que la decisión de si usar o no la bomba atómica para obligar a Japón a rendirse ni siquiera se tuvo que discutir."

Luego Churchill recuerda el lamentable estado de la Armada japonesa y de las dificultades del gobierno para desembarazarse de la partida fanática y lograr un proceso de paz. En este contexto, menciona las conversaciones con Truman a quien "Hice hincapié en el enorme coste de vidas estadounidenses y, en menor medida, británicas si imponíamos a los japoneses una rendición incondicional. Él tenía que plantearse si esto no se podía manifestar de alguna otra manera para que pudiéramos conseguir todos los elementos esenciales para la paz y la seguridad futuras dejándoles al mismo tiempo la impresión de que conservaban su honor militar y cierta garantía de su existencia nacional después de cumplir con todas las salvaguardias necesarias para el conquistador. El presidente contestó sin rodeos que no creía que a los japoneses les quedara ningún honor militar después de Pearl Harbour."

En mi opinión, esto también es revelador. A mí me da la impresión de que Truman, con o sin bomba atómica, estaba muy dispuesto a invadir Japón costase lo que costase. Si antes habíamos descubierto el papel de la opinión de la población al descubrir las barbaridades de los campos de exterminio y su peso a la hora de tomar una decisión, ¿qué no vamos a pensar de la influencia de la misma población sobre un tema que los había "despertado" como lo fue el "día de la infamia"?

Y más adelante afirma categóricamente: "Sería un error suponer que el destino de Japón se resolvió mediante la bomba atómica. Su derrota era indudable antes de que cayera la primera bomba y se debió a nuestro abrumador poderío marítimo que, por sí solo, hizo posible que nos apoderáramos de bases oceánicas desde las que lanzar el ataque definitivo y obligar a su Ejército metropolitano a capitular sin asestar ni un golpe. Sus embarcaciones habían sido destruidas. (…) Se hundieron más de ocho millones y medio de toneladas de embarcaciones japonesas, de las que cinco millones se debieron a nuestros submarinos. Nosotros, como potencia insular dependiente del mar igual que ellos, podemos interpretar la lección y comprender el destino que nos habría esperado si no hubiéramos conseguido dominar a los submarinos alemanes."

Esto lo explica mejor Liddell Hart, en su Historia de la Segunda Guerra Mundial: "Ese [el hundimiento de la Armada japonesa, incluida la mercante, claro] fue el factor más importante en el colapso final del Japón, decisivo por cómo se explotó su debilidad económica y su dependencia de los suministros de ultramar." Lo cierto es que, pese a que el arma submarina tuvo un inicio cochambroso en los EUA, en buena medida por el miedo de la Armada tradicional a que le hicieran la competencia, luego se convirtió en una cruz para los japoneses que, para postre, no disponían de un sistema de protección de convoyes adecuado y no lograron ponerse a la altura de las circunstancias, con lo que en la metrópoli comenzaba a faltar, no sólo el petróleo y otras materias primas, sino hasta el arroz.

Liddell Hart, resume muy bien el papel de la fuerza aéra: "Los efectos fueron tremendos, la moral de la población declinó lamentablemente después de los ataques e incendios de Tokio, y todavía más, cuando LeMay comenzó a arrojar octavillas avisando sus próximos blancos. Más de ocho millones y medio de personas huyeron al campo, en perjuicio de la producción de guerra, en un momento que la economía bélica del Japón estaba al borde del abismo. La producción en la industria de la refinería de petróleo había descendido en un 83%, la de motores de aviación en un 75%, en aviones en un 60%, y en equipo electrónico en un 70%. Los bombardeos habían destruido o averiado seriamente más de 600 importantes fábricas de guerra."
"Por encima de todo esto estaba el hecho de que la campaña de bombardeos había llevado el convencimiento a la población japonesa de que sus fuerzas ya no podían protegerlas y que la rendición, incluso incondicional, era ya inevitable."

También narra muy bien la historia de la rendición del Japón:

"[los] acercamientos nipones en busca de la paz habían comenzado mucho antes, y ya eran conocidos por las autoridades americanas, mucho mejor de lo que Churchill indicaba o sabía. Antes de la Navidad de 1944, la Inteligencia americana en Washington recibió un informe de un agente diplomático bien informado en el Japón, en el que se anunciaba que estaba naciendo y ganando terreno un partido a favor de la paz. El agente predijo que el Gobierno del General Koiso sería pronto sucedido por otro gobierno buscador de la paz, presidido por el Almirante Suzuki, el cual iniciaría las negociaciones, con el respaldo del Emperador. Esta predicción se cumplió en abril."
"La sacudida producida por esa noticia [la caída de Okinawa], junto con la noticia de que los rusos rompían su pacto de neutralidad con el Japón, precipitó la caída del Gabinete de Koiso, el 5 de abril, y entonces Suzuki pasó a Primer Ministro."
"Pero aunque las cabezas visibles del partido de la paz predominaban ahora en el gobierno, estaban confundidos sobre cómo proceder. Ya en febrero, siguiendo la iniciativa del Emperador Hirohito, se habían hecho acercamientos a Rusia, pidiendo que ella, "como neutral", actuara de intermediario para arreglar la paz entre el Japón y los Aliados Occidentales. Estos contactos se hicieron, primero, a través del Embajador ruso en Tokio, y luego, a través del Embajador japonés en Moscú. Pero no se adelantó nada. Los rusos no habían pasado una sola palabra sobre estos deseos japoneses."

Bien, es probable que Stalin, que sospechaba que los Aliados Occidentales atrasaban la invasión de Europa a propósito para sangrarle, desease hacer lo mismo con ellos en Japón. Pienso que tenía bastante claro que él sería mucho más rápido avanzando por Manchuria que ellos invadiendo la metrópoli y el conjunto de islas necesario para ello, con lo que mataba dos pájaros de un tiro: él ganaba la influencia deseada en Asia y de paso debilitaba a los Aliados ante futuras negociaciones.

"Pasaron tres meses antes de la primera insinuación. Fue a finales de mayo, cuando Mr. Harry Hopkins, enviado personal del Presidente, voló a Moscú para celebrar conversaciones con Stalin sobre el futuro del mundo. En su tercera reunión, Stalin sacó el tema del Japón."

Esta es la reunión "en la que se había avanzado" según Churchill.

"En la conferencia de Yalta, en febrero, había prometido unirse en la guerra contra el Japón, a condición de obtener las islas Kuriles, todo el Sakhalin y un puesto de control en Manchuria. Pasó a decir que si los Aliados seguían aferrados a su demanda de rendición incondicional, los japoneses lucharían encarnizadamente hasta el fin, mientras que una modificación de ella podría animarles a ceder, y luego los Aliados tendrían ocasión de imponer su voluntad y obtener sustancialmente los mismos resultados. Resaltó también que Rusia esperaba obtener una participación en la ocupación del Japón. Fue en el transcurso de esta conversación cuando reveló que "ciertos elementos del Japón estaban buscando caminos para la paz", pero no aclaró que se trataba de acercamientos oficiales a través de los embajadores."
"[Los miembros del Gobierno japonés estaban] Ansiosos por conseguir la paz, la aceptación de la demanda Aliada de una rendición incondicional aparecería como una traición a las fuerzas que luchaban en el campo de batalla, dispuestas a pelear hasta la muerte; estas fuerzas, que mantenían en prenda la vida de miles de prisioneros Aliados, civiles y militares, medio muertos de hambre, podían negarse a obedecer una orden de alto el fuego, si los términos eran humillantes, sobre todo, si había alguna demanda de apartamiento del Emperador, que a sus ojos no era sólo el soberano, sino también un ser divino."

Todos sabemos que la aceptación de la paz supuso una pequeña guerra civil al levantarse en armas la facción que deseaba continuar luchando. Es un tópico ya aquello de que los gritos de alegría por el fin de la guerra apenas sofocaban el ruido de los disparos de quienes se suicidaban o se levantaban contra su gobierno. También es evidente que el gobierno de Truman, tan deseoso de minimizar el coste de vidas EUA, no tuvo en cuenta a esos miles de prisioneros.

El propio Emperador, al ver a su gobierno dividido, envió al príncipe Konoye a Moscú para negociar la paz y con instrucciones privadas de conseguirla al precio que fuera. Stalin informó a Churchill y este a Truman, tal y como cuenta cuando le proponía, además, una mitigación del término rendición incondicional. Hubo más intentos, siempre a través de Stalin. Además la Inteligencia EUA había interceptado los mensajes entre Japón y la URSS.

"Pero el presidente Truman y la mayoría de sus principales consejeros, en particular Mr. Stimson y el General Marshall, Jefe del Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos, estaban ya tan atentos a usar la bomba atómica para acelerar el colapso del Japón, como Stalin lo estaba en entrar en la guerra contra el Japón ante que aquélla terminara, a fin de conseguir una posición ventajosa en el Extremo Oriente."

"El efecto [de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki] sobre el gobierno japonés fue, sin embargo, mucho menor de lo imaginado en aquel entonces. No conmovió a los tres miembros del Consejo de los seis que se habían opuesto a la rendición incondicional, y todavía insistían en que debían obtenerse primero algunas seguridades para el futuro, particularmente en lo relativo al mantenimiento de la posición soberana del Emperador. En cuanto al pueblo del Japón, no se enteró hasta después de la guerra de lo que había sucedido en Hiroshima y Nagasaki."
"La declaración de guerra de Rusia, el 8 de agosto, y la inmediata marcha sobre Manchuria al día siguiente, parece que fue casi tan eficaz en acelerar la cuestión, y aún más, la intervención e influencia del Emperador. En una reunión del Gabinete interior en su presencia, el día 9, señaló lo desesperado de la situación, con tanta claridad y tan firmemente decidido a favor de una paz inmediata, que los tres oponentes a ello se mostraron más inclinados a ceder y aceptar la celebración de un Gozenkaigi, o reunión de Estados Mayores, en la que el propio Emperador tomaría la decisión final. Mientras tanto el Gobierno anunció por radio su disposición a rendirse, siempre que fuera respetada la soberanía del Emperador, punto sobre el que había guardado silencio la Declaración de los Aliados en Potsdam, del 26 de julio. Después de algunas discusiones, el presidente Truman aceptó esta cláusula, que suponía una notable modificación de la rendición incondicional."
"El uso de la bomba atómica no fue realmente necesario para producir semejante resultado. Con las nueve décimas partes de los barcos japoneses hundidos y averiados, sus fuerzas aéreas y marítimas desarboladas, sus industrias desmanteladas y los suministros de alimentos del pueblo disminuyendo de forma acelerada, el colapso era ya cierto, como dijo Churchill."
Luego Liddell Hart añade el informe de la Inspección del Bombardeo Estratégico: "El lapso de tiempo entre la impotencia militar y la aceptación política de lo inevitable podía haber sido más corto, si la estructura política de Japón hubiera permitido una determinación más rápida y decisiva de la política nacional. No obstante, parece claro que aun sin los ataques con bombas atómicas la supremacía aérea pudo haber ejercido suficiente presión para provocar la rendición incondicional y evitar la necesidad de la invasión." La declaración del Almirante King también es decisiva: "[sólo el bloqueo naval habría] obligado a los japoneses a la sumisión [por falta de suministros] si nosotros hubiéramos querido esperar."

Liddell Hart no sólo aboga por las ganas de desembarazarse de los rusos como motivación al lanzamiento de los artefactos atómicos, sino también a la necesidad de justificar los dos billones de dólares que había costado el Proyecto Manhattan.
Sea como fuere, la necesidad de librarse del papel de "malo" ha impuesto el mito de lo imprescindible de las bombas atómicas. También uno ve, si mira la visión rusa, cómo estos consideran la ofensiva a Manchuria como la detonante del anuncio de rendición en Japón, cosa que tampoco se puede considerar cierta. A mi juicio, lo que se puede considerar cierto es que Japón deseaba rendirse hacía tiempo, pero se enfrentaba a graves problemas internos, incluso con sus tropas, muy numerosas aún, fuera de la metrópoli, con las que escaseaba el contacto. Además, estaban los problemas foráneos: la reticencia de un presidente de los EUA a hacer tragar a su enfurecida población por el "día de la infamia" y los campos de exterminio otra cosa que no fuera una victoria total y humillante para sus enemigos, y la necesidad de proteger los intereses de su país amenazados por la otra potencia y tras los esfuerzos realizados.