Publicado: Vie Dic 22, 2006 11:07 am
por Domper
Bueno, mi opinión es que la decisión de lanzar la bomba fue la adecuada. Y me explico:

La pregunta no debe ser ¿era necesaria la bomba? (creo que sí) sino ¿los norteamericanos creían necesitarla? (sin lugar a dudas).

En primer lugar: hay que juzgar por lo que sabía Truman, no por lo que sabemos ahora. Tal vez Hiro Hito estaba pensando en rendirse, pero eso no lo podían saber los aliados. Los intentos de negociación no eran sino eso, buscar una paz negociada, y no una rendición incondicional como exigían los aliados. Hay que recordar que el germen de la Segunda Guerra Mundial estuvo en un tratado de paz (el de Versalles) que parecía duro a los alemanes pero que, a la vista de lo ocurrido, fue muy permisivo.

La carrera de Japón, hasta entonces, había sido pésima. Ataques por sorpresa (en Yalú, Port Arthur, China, Pearl Harbor). Nulo respeto por los tratados. Nulo respeto por los países vecinos y sus ciudadanos. Asesinatos masivos. Mientras que los soldados norteamericanos no odiabana los alemanes, sí lo hacían con los japoneses. Luego los intentos vía URSS eran baldíos. Si de verdad se quería una negociación, se podía usar la radio.

La enconada resistencia en Peleliu, Iwo Jima y Okinawa, además de los ataques kamikaze, mostraban la determinación japonesa y el altísimo riesgo que hubiese tenido, para los soldados norteamericanos, seguir la guerra. La misión de los mandos aliados era vencer con el menor coste posible. Indirectamente, además, la prolongación de la guerra causaría mucho más sufrimiento: a la población japonesa, a sus soldados (recordad que en Okinawa e Iwo Jima murieron más japoneses que en Hiroshima), a los soldados aliados, y también a los prisioneros de los japoneses, a la población sometida y a los trabajadores esclavos.

Durante 1944 y 1945 se vio un mayor encono en el trato homicida que sufrían prisioneros y trabajadores esclavos. Fenómenos como los barcos del infierno (en los que moría hasta la mitad de la "carga" en un viaje de una semana), asesinatos masivos (que se produjeron incluso tras el 15 de Agosto), etcétera, no facilitaban ni la comprensión ni la negociación. En 1945 los norteamericanos acababan de liberar Manila, descubriendo pruebas de asesinatos masivos, y algunos campos de prisioneros.

No debe olvidarse, además, el efecto que estaba teniendo la guerra convencional sorbe los japoneses. Los ataques incendiarios causaron más víctimas que las bombas atómicas. Y estaba en marcha la operación Starvation (hambruna), una de las campañas aeronavales más eficaces de la Historia. Durante ella los B-29 de las Marianas lanzaron cientos de minas (de varios tipos: magnéticas, acústicas, de presión, combinadas) en todos los puertos japoneses. Estas minas hundieron miles de toneladas de los pocos barcos que les quedaban a los japoneses (incluyendo un portaaviones), hundieron a la mayoría de los dragaminas que se usaron, y cerraron a la navegación los puertos principales. Eso significaba que a muy corto plazo (tres meses a lo sumo) empezaría a morir de hambre la población civil japonesa.

La verdad que entre morir de hambre poco a poco, quemado por napalm, o en uan explosión atómica, poca diferencia hay.

Una falacia que suele olvidarse: Hiroshima SÍ era un objetivo militar, uno de los más valiosos que quedaban en Japón. Era una de las principales bases navales japonesas, la sede de un ejército (20.000 de sus soldados murieron en la explosión, pues la bomba estalló casi directamente sobre la sede del ejército) y una importante ciudad industrial.

La disposición de la industria japonesa daba motivos para los ataques a las ciudades: buena parte de la producción se hacía no en grandes plantas fabriles, sino en talleres con menos de 100 trabajadores situados en los barrios residenciales. Por eso los ataques de LeMay resultaron tan efectivos: destruyeron los talleres, obligarona la población a huir, y la producción bélica japonesa se desmoronó. De repente faltó combustible (las plantas de benzol fueron arrasadas), repuestos, municiones, todo. Hiroshima era de los pocos centros fabriles que quedaban, como también lo eran Kokura (la ciudad de la suerte) y Nagasaki. Si lo que se pretendía era atacar a la población civil, lo mejor era Kyoto: una ciudad no muy grande pero con un enorme valor simbólico. Fue precisamente ese valor el que la borró de la lista de objetivos de los ataques convencionales y nucleares: Kyoto se salvó.

La otra opción, el de una explosión de demostración sobre una pequeña isla, un volcán o una pequeña ciudad, no era buena opción: Japón no se había rendido ni tras el desastre de las Marianas, ni tras las Filipinas, ni tras el bombardeo de Tokio, ni tras Okinawa. Los aliados esperaban una repetición de la campaña de Alemania, que costó cientos de miles de muertos (si se cuentan los rusos). Para eso, incluso una sola bomba podía no bastar, la segunda bomba era como decir "y nos quedan muchas, vosotros sabréis".

Para acabar, lo de la advertencia a la URSS y demás, me parecen tonterías revisionistas. La URSS declaró la guerra a Japón por exigencia norteamericana, y tras la rendición USA desmovilizó sus tropas y fernó la investigación militar: los test de Bikinio casi no se pudieron hacer (no había material para bombas), se frenaron los proyectos de casi todo (en Corea se combatió con fusiles, tanques y cañones de la SGM, pro haberse anulado los proyectos en desarrollo), se desguazaron millones de toneladas de barcos, etcétera. Con ese material se podría haber hecho una advertencia mucho más seria a la URSS. Al contrario, las entregas de equipo se mantuvieron hasta la fecha de la rendición japonesa.

Saludos