Publicado: Mié Ago 04, 2010 12:46 am
por Capitan Miller
El problema de un contraataque no inmediato, sino acumulando las fuerzas en un único punto, está a mi modo de ver influenciado, en este caso de manera negativa, por varios factores:

1º El tiempo. No se dispone de un tiempo ilimitado para ir acumulando fuerzas, y ese tiempo se va dilatando conforme la interdicción enemiga es mayor. El retraso trabaja a favor del enemigo. Para cuando ya se está en disposición de poder lanzar un contraataque se realiza en inferioridad (veasé el ejemplo de Mortain), y con la iniciativa perdida. Y recalcando el caso de Mortain, u Operación Luttich, hay que recordar que las órdenes de Hitler eran emplear ocho divisiones blindadas. Viva el realismo. Luttich se lanzó antes de lo previsto, y con sólo cuatro divisiones, porque si se retrasaba hasta completar la formación ordenada, la situación se deterioraría aún más. Problema de tiempo.

2º El lugar. ¿Dónde se lanza el contraataque? Según el enemigo va acumulando fuerzas su frente se ensancha, y se corre el riesgo de sufrir contraataques defensivos en otros puntos, que pueden acabar envolviendo el contraataque principal y, una vez más, perdiendo la iniciativa (de nuevo el ejemplo de Mortain es suficientemente claro).

3º Las fuerzas. ¿Con cuantas fuerzas se puede contar y, se vuelve al punto inicial, en qué tiempo pueden estar desplegadas? Mientras que los refuerzos alemanes tienen que recorrer media Francia para llegar, sino media Europa, los refuerzos aliados siguen llegando a la cabeza de playa a ritmo constante. Incluso con las tormentas de Junio y sus daños a los Mulberry no se llegó a poner en riesgo el despliegue aliado. Por tanto, en este escenario el enemigo siempre estará en superioridad numérica en cuanto la cabeza de playa esté consolidada.

4º Blanco fijo. Con la superioridad aérea aliada, y consecuentemente con el aumento de las misiones de observación, una acumulación de fuerzas del tamaño suficiente como para lanzar un contraataque de importancia corre un riesgo elevadísimo de ser detectada. Por tanto, su área de agrupación se convierte en un blanco fijo que puede ser castigado a conciencia con todos los medios disponibles. Tenemos el ejemplo de la Panzer Lehr, convertida en chatarra en un único bombardeo de alfombra.

Sin embargo, un contraataque inmediato goza de ventajas en los mismos puntos:

1º El tiempo. Se emplean las fuerzas más cercanas a las playas, contraatacando en el menor tiempo posible, y urgiendo la llegada de refuerzos. El contraataque puede estar organizado para el Día D+1. Lógicamente existe un fallo en el escenario real, y es que la cadena de mando debe estar centralizada sobre el terreno. Depender de decisiones tomadas a cientos de kilómetros no ayuda ni a la rapidez ni al realismo de tales decisiones.

2º El lugar. Está claro. El peligro está donde está, con independencia de que pueda producirse otro desembarco en otro lugar. Además, se contaba con efectivos suficientes en Calais para contener un hipotético segundo desembarco, y que no tendrían que emplearse en un primer contraataque sobre Normandía, al menos de momento. El primer objetivo debería ser anular la operación enemiga ya puesta en marcha, y hacerlo con todos los medios al alcance y a corto plazo. Si no se actúa en un lugar conocido se corre el riesgo de encontrarse con dos problemas: el que ya existe y el que se puede repetir en otra ubicación.

3º Las fuerzas. Se tiene lo que se tiene en ese momento, y basta con echar un vistazo a un plano con la disposición de fuerzas alemanas el Día D, lo que ya comenté en el post anterior, para darse cuenta de que no estamos hablando de dos divisiones estáticas. De nuevo nos encontramos con el problema del primer punto, la toma de decisiones dilatada. Lo lógico es que esas unidades tengan autonomía total de acción, y sus movimientos estén coordinados por un CG sobre el terreno. El objetivo es claro, evitar a toda costa la consolidación de la cabeza de playa enemiga, sometiéndola a constantes contraataques, y empeñando en ellos al mayor número de fuerzas acorazadas posibles. Con el despliegue existente el Día D se podía conseguir, pero decidiendo sobre la marcha, no esperando a que se despierte un dictador que no quiere ser molestado.

4ª Blanco fijo. No existe una acumulación de fuerzas que se pueda convertir en un tiro al blanco, del tipo de Falaise, o como sucedió en menor escala en Mortain, sino fuerzas en constante movimiento desplegadas contra el frente enemigo y, además, lo suficientemente cercanas a las líneas enemigas como para convertir el bombardeo aéreo y naval en un arma de doble filo.

Lo único que está claro es que por unos u otros motivos el plan de Rundstedt falló. Lo que podría haber sucedido si se hubiera puesto en marcha el plan de Rommel entra dentro del terreno de la pura especulación. Sin embargo, creo que ante el fracaso de lo históricamente sucedido bien se podría dar un voto de confianza a la alternativa.

Saludos.