Publicado: Vie Nov 02, 2007 12:50 am
por Capitan Miller
Perdonadme por el retraso, pero entre un vil trancazo que se había encariñado conmigo y no quería rendirse, y el típico/tópico trabajo, no encontraba el momento de acabar la segunda parte. Bueno, pues ahí va.

Operación Chariot. Ataque en Saint Nazaire (2)

En Saint Nazaire, el Kapitan-zur-See Mecke, comandante de los antiaéreos, estaba extrañado por la estrategia de los bombarderos enemigos aquella noche. Habían arrojado un número muy reducido de bombas para la cantidad de aparatos que participaban en el ataque, y eso le hacía sospechar que algo se podía estar tramando. A la medianoche envió una comunicación a todos los puestos de mando indicando que "la actuación de los aviones enemigos es inexplicable, y hace sospechar posibles ataques de paracaidistas".

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El Kapitan zur See Karl Conrad Mecke, responsable de las baterías alemanas en Saint Nazaire.

A la 1:00 la mayoría de los aviones británicos había desaparecido, y los pocos que permanecían en el área volaban fuera del alcance de los antiaéreos. Mecke había ordenado de hecho que cesara el fuego y se apagaran los reflectores, pero también que se mantuviera la alerta y la observación de posibles acciones del enemigo, especialmente en dirección al mar.

El Korvettenkapitan Burhenne, comandante del 809ú Batallón Flak situado en la orilla este del rio, detectó un pequeño grupo de barcos navegando a velocidad moderada con rumbo al puerto. Cuando informó al cuartel general se le comentó que no fuera estúpido, que su trabajo consistía en vigilar el cielo y no el rio. Pero Burhenne insistió, e informó a Mecke. A la 1:15, un informe de la estación naval en las cercanías de Saint Marc reportó el avistamiento de un grupo de unos 17 barcos a gran distancia. Desde el puesto de mando de Mecke se pidió información a la Jefatura del Puerto sobre si se esperaba la llegada de un grupo de barcos alemanes, y la respuesta fue negativa. Ante la sucesión de hechos, Mecke transmitió una orden urgente a todos los puestos: "Achtung, Landegefahr!" ("¡Atención, desembarco!").

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Mapa de Saint Nazaire y las instalaciones del puerto. En azul la que debería ser la ruta normal de aproximación de cualquier barco al puerto, en rojo el rumbo seguido por la flotilla del Campbeltown.

A la recepción del mensaje de alerta todo el personal militar del puerto fue puesto en alarma de combate. Las tripulaciones de todos los barcos se convirtieron de inmediato en tropas de infantería, todas las armas antiaéreas capaces de hacerlo se prepararon para apuntar a objetivos terrestres. La sorpresa ya no era un factor de ayuda en el ataque de la flotilla del Campbeltown, pero sí hubo un detalle que actuó a su favor. Desde la alarma de desembarco lanzada por Mecke, hasta que todos los reflectores del puerto fueron encendidos y comenzaron a rastrear el mar, pasaron al menos cinco minutos. Inexplicable, pero aquellos cinco minutos serían valiosísimos para el Campbeltown y sus acompañantes en el raid.

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Un destructor alemán clase Moewe (arriba) y el Campbeltown antes y después de su transformación. De noche y de lejos... bueno... puede funcionar.

El convoy se acercaba cada vez más a Saint Nazaire, y en el puente de la nave de cabeza el comandante Ryder no podía creer en tanta buena suerte. Entonces, a la 1:22, el primer haz de reflector cayó sobre la flotilla, pero gracias a la utilización de las luces señalización alemanas y al código de radio de llamada de una torpedera alemana con base en el puerto, todavía lograron unos minutos más de engaño. Además, de noche y en la distancia, el barco mayor parecía un destructor de la clase Mowe, añadiendo aún más confusión. Y así era, ya que ningún alemán en Saint Nazaire podía imaginar que una fuerza británica fuera a correr el riesgo de atacar la base. Aún así, se dispararon unas salvas de advertencia, a las que el Campbeltown respondió con un mensaje de su reflector de señales: "Esperen". Siguió otro mensaje: "Urgente. Dos barcos dañados por fuego enemigo, permiso para entrar en el puerto cuanto antes". El fuego alemán de advertencia cesó. Un instante después fueron los cañones de Dieckmann en Chemoulin y Pont de l’Eve los que abrieron fuego; y de nuevo las señales del Campbeltown les indicaban que estaban cometiendo un error: "Están disparando a barcos amigos". Las baterías dejaron de disparar una vez más. La flotilla se encontraba ahora a seis minutos de su objetivo, pero el engaño no podía durar eternamente.

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Fotografía de reconocimiento aéreo del Dique Normandie justo dos días antes del ataque de los comandos. En el dique se pueden ver los dos buques-tanque que se encontraban allí el 28 de Marzo.

Ni Mecke ni Dieckmann tenían la certeza absoluta de que los barcos que se acercaban fueran amigos, así que ordenaron abrir fuego sobre ellos con todas las piezas. Siendo evidente que no podrían engañar a los alemanes ni un segundo más, Ryder ordenó devolver el fuego e izar la bandera de la Royal Navy. En un instante el estuario se convirtió en un volcan de impactos de artillería sobre el agua, balas trazadoras y metralla. Casi de inmediato los componentes de la flotilla empezaron a encajar impactos, y a falta de cinco minutos para alcanzar el puerto ya todo era cuestión de acelerar la marcha y responder a los disparos.

La MGB314, en la cabeza del convoy, se encontró con una pequeña patrullera alemana intentado bloquear la entrada al puerto y disparando sobre los barcos británicos. La MGB314 se acercó cuanto pudo al enemigo y barrió la cubierta con balas explosivas, dejando a la patrullera fuera de combate. Pero el blanco principal para la artillería alemana era el Campbeltown. Su tamaño atraía los proyectiles de todos los calibres, que impactaban en la cubierta, el puente y el casco del barco. La sala de máquinas y las calderas fueron alcanzadas, y los comandos intentaban protegerse en el interior como buenamente podían de la lluvia de metal que caía sobre ellos, esperando el momento en que el Campbeltown alcanzara su objetivo y pudieran saltar a tierra. El capitán Beattie, siendo consciente del riesgo que corrían los comandos ocultos en las bodegas del barco, ordenó que salieran de allí y se resguardaran en el fuertemente blindado compartimento del timón. Después ordenó a toda máquina, el Campbeltown alcanzó los 20 nudos, y Beattie se concentró en llevar al baqueteado destructor contra las compuertas del Dique Normandie, que parecía estar a un mundo de distancia. Un segundo más tarde el puente del Campbeltown fue barrido por el haz de un reflector, que cegó a Beattie, e inmediatamente después el timonel cayó muerto. El contramaestre saltó para hacerse con el gobierno del barco, pero también fue alcanzado, y fue finalmente Tibbits, uno de los comandos especialistas en demolición, quien se hizo cargo del timón.

El cañón de cubierta del Campbeltown fue alcanzado por un disparo de gran calibre, que mató a su dotación y a los comandos que se encontraban con ellos. La explosión impidió a Beattie por unos segundos comprobar el rumbo, pero en cuanto se disipó el humo pudo ver ante él la entrada sur, y las compuertas del dique a unos pocos cientos de metros por delante. La MGB314 viró para situarse a la derecha del Campbeltown y dejarle via libre, y Beattie anunció "¡Preparados para colisión!". Unos segundos más tarde alcanzaban la red antitorpedos desplegada ante el dique, pero fue incapaz de frenar a las más de 1.000 toneladas del Campbeltown lanzadas a toda máquina. En un instante el Campbeltown embestía contra el centro de las compuertas exteriores y finalizaba su extraordinaria carrera contra el tiempo y el fuego enemigo. Era la 1:34, habían alcanzado su objetivo con sólo cuatro minutos de retraso.

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El Campbeltown empotrado contra la compuerta exterior del Dique Normandie. El viejo destructor consiguió penetrar justo hasta el punto en que se encontraban las cargas de explosivos.

El resto de la flotilla se dirigió hacia sus objetivos, con mayor o menor fortuna. Una gran parte de las lanchas que componían las columnas de babor y estribor sufrieron graves daños y bajas entre sus tripulaciones y comandos, pero lograron poner fuera de combate algunos de sus objetivos; como la estación de bombeo, los mecanismos de las compuertas y algunos de los depósitos subterráneos. De regreso al Viejo Muelle, y un tanto desanimados por no haber podido alcanzar todos los objetivos, se reunieron con el grupo del Cuartel General del coronel Newman y esperaron ser recogidos por las ML, pero la mayoría de ellas habían sido hundidas por el fuego enemigo en el transcurso del ataque. Ante esta eventualidad se había contado con que los comandos debían intentar abrirse paso por Saint Nazaire y buscar una vía de regreso por si mismos. Las órdenes del coronel Newman eran, en primer lugar intentar regresar a Inglaterra, segundo, no rendirse hasta quedar sin munición, y tercero, no rendirse si podían recibir ayuda por parte de la Resistencia.

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Comando británico prisionero tras los combates.

Los cañones de Mecke y Dieckmann habían diezmado la flotilla. El fuego sobre la ML del teniente Roland Swayne, por ejemplo, había ido incrementandose conforme se acercaban al muelle, uniendosele el de las armas de infantería a corta distancia. La lancha estaba sufriendo un castigo tan duro, que Swayne ordenó la retirada ya que cualquier esfuerzo por alcanzar el puerto sería inútil. Sin embargo, fueron alcanzados en su retirada por varios barcos enemigos, acabando todos ellos muertos o capturados y devueltos a Sainte Nazaire.

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Dos marineros alemanes muestran la bandera de la Kriegsmarine izada en el Campbeltown como engaño hasta que comenzó el combate.

Cuando el ataque finalizó, sólo unos pocos hombres lograron escapar, y únicamente dos ML no fueron hundidas. Las pérdidas de unidades y hombres habían sido elevadas, algo con lo que ya se contaba, y entre los alemanes causaba extrañeza el motivo de aquel ataque tan poco afortunado y sin un objetivo claro. Pero el momento cumbre de la Operación Chariot estaba por llegar.

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Las tropas alemanas de Saint Nazaire combatiendo contra comandos y grupos de la Resistencia.

La mañana transcurría en Saint Nazaire con las tropas alemanas ocupadas en encontrar y neutralizar a los comandos que habían comenzado a retirarse en busca de una vía de escape y en tímidos golpes de mano organizados por la Resistencia aprovechando el caos del momento. Mientras tanto, en el dique Normanie, una multitud se había ido congregando alrededor del Campbeltown. Oficiales de inteligencia de la Kriegsmarine, altos mandos curiosos por contemplar el inútil intento de los británicos, personal de mantenimiento, trabajadores franceses… A las 11:35 de la mañana de aquel 28 de Marzo de 1942 una terrible explosión sacudió Saint Nazaire. Las cargas de explosivos ocultas en el interior del viejo destructor estallaban volatilizando la proa del barco y a un gran número de los allí presentes. Fruto en parte de la pericia de su capitán y en parte de la casualidad, el Campbeltown había quedado encajado justo hasta el punto exacto en el que se encontraban los explosivos, y la destrucción provocada por la explosión fue inmensa. Las esclusas externas desaparecieron, y el barco, impulsado por la fuerza del agua al penetrar en el dique, salió disparado hacia el interior, yendo a chocar contra los dos buques tanque que se encontraban en él.

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Bomberos franceses entre las ruinas provocadas por la explosión del Campbeltown, y los restos del mecanismo de las compuertas exteriores volado por los comandos.

Los comandos que se encontraban en tierra, huidos, heridos o prisioneros, escucharon la explosión y se dijeron unos a otros: "Ahí va el Campbeltown". El número de soldados alemanes civiles muertos y desaparecidos se elevó a 400, incluyendo entre ellos a 40 altos oficiales. La confusión fue total, todo el mundo intentaba escapar de la zona de puerto, incapaces de saber si se trataba de otro ataque o de un bombardeo. Durante el caos de aquellos momentos las tropas alemanas abrieron fuego causando la muerte de casi trescientos trabajadores franceses y obreros de la Organización Todt, confundidos con ingleses al vestir monos de trabajo de color caqui. El puerto tuvo que ser cerrado durante varios días, y toda la población de la Ciudad Vieja evacuada.Incluso dos días después, el 30 de Marzo, continuaban explotando algunas de las cargas y torpedos retardados que los comandos y los barcos de la flotilla habían usado en el ataque.

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El Dique Normandie nueve meses después del ataque. La entrada la dique ha tenido que ser cerrada y en el centro se pueden ver todavía claramente los restos del Campbeltown.

La noticia del ataque corrió por toda Francia, elevando la moral patriótica de sus habitantes y enfureciendo al propio Hitler. Si la pérdida del Dique Normandie ya era un mal asunto, era todavía peor el hecho de que los comando británicos hubieran sido capaces de traspasar las defensas alemanas de modo tan fácil. Hitler ordenó a Von Rundstedt la apertura de una investigación que fuera supervisada por el mariscal en persona. Las pesquisas se pusieron en marcha el día 31, y Von Rundstedt informó que no había existido ningún tipo de negligencia en el comportamiento de las tropas alemanas encargadas de la defensa del puerto, más bien al contrario, pero ello no fue suficiente para calmar la ira del Fuhrer. Se ordenó a Jodl que visitara en persona a Von Rundstedt tres días más tarde para "examinar en más detalle el fracaso en repeler al enemigo", lo que llevó a serios encontronazos entre el Heer y la Kriegsmarine, al querer hacer quedar a ésta como chivo expiatorio por el golpe recibido.

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Los condecorados con la Cruz Victoria. El capitán Ryder, el teniente-comandante Beattie, el marinero Savage, el teniente coronel Newman y el sargento Durrant.

La fuerza atacante británica sufrió unas bajas de 144 muertos y más de 200 prisioneros. Los participantes en el raid de Saint Nazaire recibieron un total de 83 condecoraciones, entre ellas cinco Cruces Victoria, tres para la Royal Navy (capitán Robert Ryder, teniente-comandante Stephen Beattie y marinero William Savage), y dos para el Ejército (teniente coronel Augustus Newman y sargento Thomas Durrant). El resultado final del ataque fue un éxito total, y una llamada de atención para los defensores de la Muralla del Atlántico en el sentido de que los aliados eran capaces de golpear a lo largo de su aún incompleta línea de defensa. En palabras de Lord Luis Mountbatten, escritas al teniente coronel Newman tras su liberación como prisionero de guerra en 1945:

"Habiendo estado asociado a lo largo de mi carrera a prácticamente todas las operaciones combinadas, desde pequeños asaltos protagonizados por sólo dos hombres hasta el desembarco en Normandía, no tengo reparos en decir que el mejor y el que mayores resultados produjo de todos ellos fue nuestro ataque en Saint Nazaire."

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El monumento a la Operación Chariot y el cañón del Campbeltown en la Plaza de los Comandos, en Saint Nazaire.

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El cementerio de Escoublac, en el que reposan los restos de la mayoría de los comandos muertos durante la Operación Chariot.

Es un perfecto epílogo para una operación que Winston Churchill describió como "una hazaña gloriosa".

Saludos.

Fuentes: Fortress Europe; George Forty. 2002, Ian Allan Publishing.
St. Nazaire 1942. Osprey Publishing.
http://www.stnazairesociety.org
www.wikipedia.org