Publicado: Dom Jun 03, 2012 8:09 pm
por Ramcke
OPERACIÓN POLO NORTE



Introducción

La Operación Polo Norte, también conocida en alemán como “Das Englandspiel” (El juego de Inglaterra) fue una exitosa operación de contra-inteligencia del Abwehr, que permitió a los servicios de inteligencia alemanes, desmantelar de una forma total y absoluta, la red de agentes aliados que operaban en la Holanda ocupada durante 1942-1943. A través de los códigos de transmisión de los agentes capturados, los alemanes, se hicieron pasar por ellos al comunicarse con Londres y de esta manera, provocaron la captura de más de cincuenta espías aliados y enormes cantidades de suministros (armas, dinero, equipos transmisores, nuevos códigos, etc..) que los agentes traían consigo al pisar suelo holandés.


Un poco de historia

Un antiguo viajante de la región del Rin, sagaz y astuto como pocos, se limitó a seguir el consejo de un amigo suyo, cuando en septiembre de 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial. Este amigo le había confiado que si se alistaba en el ejército regular, con Hitler al mando, acabaría volando en pedazos. Por eso, una vez iniciadas las hostilidades, se decidió contribuir al esfuerzo de guerra alemán, alistándose en la Abwehr. Este antiguo viajante no era otro que Hermann Giskes. Pronto sería destinado a labores de contraespionaje, obteniendo muy buenos resultados contra los británicos, desmantelando redes de espionaje aliadas, tanto en Holanda como en Francia.

A finales de 1941, fue ascendido a comandante y trasladado a los Países Bajos. En tan sólo dos años de servicio, había pasado de ser un aprendiz de espía, a todo un consumado experto en el espionaje militar. Aprendió todos los trucos a su alcance: soborno, corrupción, desinformación, chantaje, coacción, etc. Podría decirse que, era un experimentado cazador de espías, que necesitaba un nuevo reto con el que poner a prueba su inteligencia.

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El coronel Hermann Giskes

Muy poco tiempo después de incorporarse a su nuevo destino, el flamante comandante Giskes, recibió en su despacho a un delincuente holandés, llamado Ridderhof, que le solicitó trabajar para él, como informante, a cambio de dinero. Giskes accedió con pesar, pues el tipo que tenía delante, no le inspiraba nada de confianza, pero entendió que por probar nada se pierde, así que aceptó.

A las pocas semanas, Ridderhof le remitió un informe por escrito, en donde afirmaba que dos agentes holandeses del SOE (Inteligencia británica) habían saltado en paracaídas en suelo holandés hacía pocos días. Se trataba de
Hubertus Lauwers y Thijs Taconis, que pretendían organizar una red de espías en Holanda.

Giskes, al leer el informe, no pudo por menos que sonreír de forma irónica, y en el margen de dicho informe anotó con lápiz: “Váyase con sus cuentos al Polo Norte”. Riddenhof al ir a cobrar su recompensa, pensando que su información sería de gran valor para los alemanes, se sintió despreciado al comprobar que no le creían. Pero el traidor holandés era tenaz y durante los dos meses siguientes, pudo demostrar a Giskes, que Radio Orange (La emisora radicada en Londres de la Holanda Libre) anunciaba en clave, las zonas de aterrizaje en los Países Bajos de los agentes aliados procedentes de Gran Bretaña.

La tenacidad de Ridderhof, hizo que Giskes empezara a tomar en cuenta esas informaciones. Lo que terminó de convencerle, sucedió en marzo de 1942, cuando tal y como había pronosticado Ridderhof, un bombardero de la RAF, lanzó un cargamento de armas, para un grupo de la resistencia holandesa liderado por “Thijs el Largo”, cuyo nombre real era Thijs Taconis, miembro como hemos visto de la rama holandesa del SOE. Taconis, estaba a las órdenes directas del capitán Bingham y del comandante Blunt en Londres.

Aquel frío y gris día de marzo, al comandante Giskes, se le ocurrió una jugada maestra, tras meditar sobre todo el asunto del confindente holandés y los agentes aliados enviados por el SOE a Holanda en las últimas semanas. La jugada era simple: en vez de arrestar y deportar a todos aquellos espías que cayeran en sus manos, los haría prisioneros, poniéndolos a trabajar para él. Decidió que bautizaría a dicha operación como Operación Polo Norte, rememorando aquel ácido comentario que escribió en el informe del Riddenhof.


La Operación Polo Norte, en marcha

El modus operandi de Giskes y su sección de Contrainteligencia era relativamente sencillo. Una vez que con los datos aportados por Riddenhof se capturaron a los primeros agentes aliados, éstos fueron interrogados y obligados a trabajar para los alemanes, internándolos en una prisión destinada a tal efecto. El equipo de Giskes, tras los interrogatorios, se hacía con los códigos de transmisión de cada agente, y comenzaba a comunicarse con Londres, haciéndose pasar por ellos, solicitando armas, dinero, documentación, más agentes etc. También enviaba a Londres información veraz pero de poco interés militar, para que el SOE no sospechase que algo iba mal con sus agentes. Cada vez que nuevos agentes pisaban suelo holandés, éstos eran detenidos y todo volvía a comenzar de nuevo. Aunque Giskes intuía que cada agente, podía introducir un código adicional de seguridad en sus mensajes a Londres, para certificar que se trataba del auténtico, se arriesgó a enviar los mensajes, con los códigos de transmisión capturados. Ese riesgo, se demostró crucial, porque los británicos no sospecharon nada.

El jefe del servicio de códigos del SOE, Leo Marks, afirmó después de la guerra, que habían notado que en los mensajes cifrados procedentes de Holanda, no contenían errores en su cifrado, algo bastante inusual, pero que los hacían indescifrables. Su departamento lo achacó a que los agentes no cometían errores en el cifrado, porque no lo realizaban en situaciones comprometidas, ya que se suponía que las operaciones del SOE en Holanda, eran algo que los alemanes ignoraban. Lo que no supo Marks y sus superiores hasta el final de la operación, es que esa perfección a la hora de codificar, era mérito de los criptógrafos alemanes. En descargo de Marks, hay que decir que notó cosas raras en las transmisiones, que envió mensajes de prueba a los agentes holandeses para tratar de esclarecer las sospechas y que elevó quejas a sus superiores, pero éstos las ignoraron. Quizá, la rivalidad entre las agencias de espionaje aliadas (el SOE y su rama holandesa), unida a un exceso de confianza y a cierta imprudencia, provocaron el desastre.

Mientras tanto, Giskes y sus hombres siguieron haciendo su trabajo. En el verano de 1942, tenían operativas unas treinta zonas de lanzamiento, que usaban para recibir todo lo que la RAF les lanzase. Los espías aliados seguían cayendo del cielo, eran detenidos poco después, interrogados y conducidos al seminario de Heeren, lugar donde se confinaba a los agentes capturados. Giskes solía acudir en persona a recibir al infortunado agente, y a recoger la botella de whisky que éste traía de Inglaterra, ya que de forma jocosa, se solicitaba a Londres que cuando fuera a ser lanzado un nuevo agente sobre Holanda, éste trajera una botella. Giskes las coleccionaba en su despacho.

La Operación Polo Norte, tuvo un gran éxito. Se capturaron cincuenta y cuatro agentes aliados, casi doce mil armas cortas de todos los calibres, armas secretas británicas como explosivo plástico, y grandes cantidades de dinero (dólares, libras esterlinas, florines, monedas de oro)

Giskes, fue ascendido a coronel, y Berlín no cabía de gozo, por lo que el antiguo viajante del Rin estaba haciendo en Holanda. Tanto fue así, que el coronel de las SS Otto Skorzeny, visitó a Giskes, para tratar de aprender sus técnicas y comprobar si todo lo que se decía en Berlín era correcto. Puso a prueba a Giskes, encargándole uno de los nuevos revólveres británicos de un único disparo equipados con silenciador. Giskes, accedió y dos semanas después, la RAF hizo la entrega del arma en uno de sus lanzamientos. Skorzeny, anonadado probó el arma e informó a sus superiores de la valía de Giskes.


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Monumento ubicado en La Haya, dedicado a los 54 agentes que se lanzaron sobre Holanda y fueron capturados por la sección de Giskes

Final de la Operación

A finales de agosto de 1943, Pieter Dourlein y Johann Ubbink, dos “inquilinos” forzosos del seminario de Heeren, lograron evadirse, protagonizando una fuga a través de la ventana de las letrinas, descolgándose por el muro, y logrando escalar las alambradas. Eran libres, pero tenían un largo camino hacia Inglaterra. Tras un largo viaje por la Europa ocupada, los dos agentes aliados lograron llegar a Inglaterra, pero una vez allí, fueron arrestados por espionaje y alta traición.

Resultó que Giskes, tras enterarse de la fuga de los dos espías aliados, decidió ponerse en contacto con Londres y transmitirles que ambos, eran agentes alemanes. Las autoridades británicas no creyeron a los infortunados espías holandeses hasta principios del verano de 1944, cuando la operación estaba finalizada, y se descubrieron los errores cometidos por el SOE.

Giskes, sabía que la operación estaba finiquitada y que poco rendimiento más iba a sacar de todo ello, por lo que con cierta socarronería envió el siguiente telegrama al SOE:

A los Sres Bingham Blunt y sucesores STOP Están intentando hacer negocios en Holanda sin nuestra ayuda STOP Nos parece injusto vista nuestra larga y fructífera colaboración como su agente exclusivo en el país STOP Pero no se preocupen: cuando vengan de visita al continente pueden estar seguros de que recibirán la misma bienvenida que todos los que nos enviaron antes. STOP Adiós


El telegrama de Giskes, nunca fue respondido por los británicos.

Así, de esta forma, acabó una de las operaciones de espionaje más asombrosas de la Segunda Guerra Mundial.
A modo de curiosidad, añadir que Giskes seguiría en el servicio activo, realizando operaciones de contra-inteligencia en acontecimientos relacionados con Market Garden y con la batalla de las Ardenas. Sería capturado en abril de 1945, en Bélgica, por el ejército de EEUU. No le fue imputado crimen de guerra alguno.



Saludos


Fuentes:

http://ww2photo.se/person/d/abwehr/giskes.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Englandspiel
"La guerra secreta. La batalla de las Ardenas" de Charles Whiting, editado por Crítica