Publicado: Mar Mar 23, 2010 3:32 pm
por ParadiseLost
Lágrimas de un padre
Por Hubert Weber. Foto: Werner Hass (sobrino)

Kurt Haas nació en 1919 en Schweisweiler. Su hermano Karl llegó al mundo en 1923. Los dos fueron soldados, los dos tomaron parte en la guerra cuando su madre, Helene Hass, murió en noviembre de 1941.
Los lazos de la familia se estrecharon aun más. Para el padre, Heinrich, panadero de profesión, sus hijos lo eran todo. Pero su hijo Kurt debió marchar a Stalingrado y nunca más volvió de allí.
En 1992 Karl se dirigió a Hubert Weber (un amigo de la familia) con una petición. Le escribió: "Tengo una petición para ti. Me gustaría, que las dos últimas cartas de mi hermano Kurt, que escribió a mi padre desde Stalingrado, sean guardadas para que nuestros descendientes puedan leerlas. Los originales están muy borrosos por las numerosas lágrimas vertidas por el padre. Por favor, cópialas con la máquina de escribir. Las cartas deben hacer reflexionar a futuras generaciones sobre el valor de la vida y al mismo tiempo ser una advertencia. Cuando el hombre sea más maduro entenderá, qué creencias son necesarias para decir, en la flor de la vida, en la desesperada miseria que solo trae a la muerte como liberación: '¡Quizás está bien así!' "

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Kurt Haas, nacido el 14 de diciembre de 1919, dado por desaparecido en Stalingrado desde el 1 de enero de 1943.

Carta de Kurt Haas, escrita el 24 de diciembre de 1942:
¡Querido padre!
De nuevo llegó la Navidad, cuando la fiesta no nos trae por el contrario ninguna alegría, sino la más serias circunstancias. El año pasado contabas con que en Navidades estaría en casa para visitar la tumba de nuestra madre. Aquella Navidad fue una pobre fiesta para nosotros, pero no demasiado triste. No pude estar en casa, pero viví las fiestas en circunstancias tranquilas. Para ti no fue demasiado duro, Karl estaba aun en casa y no estabas solo. No sé donde se hallará ahora Karl, pues desde octubre no he recibido correo de él. Mi mayor alegría sería que Karl estuviera en Bitsch y pudiera visitarte y que al menos tuvieras a uno a tu lado. Para mí las fiestas son tan pobres y tristes que no puede ser más desesperadas e infelices. Pero aun sería feliz si pudiera vivir las fiestas con tranquilidad y de alguna manera puedo comer hasta quedar satisfecho, como pocos en el Ejército pueden permitírselo. Una miseria como la que aquí se presenta, no se puede imaginar si uno no la ha visto. Qué duro es, cuando camaradas que han sido heridos piden un trozo de pan y darían lo último que tiene por ello y nadie les puede dar uno. El pan que la tropa recibe, lo traen aviones de transporte, y ya no cocemos ninguno. Ayer por la mañana aun no sabía si para fiestas tendría suficiente pan para comer. Estaré contento y feliz si salgo de aquí. Los rusos han conseguido mucho y hacen lo que pueden, para acabar su obra. Si lo consiguen, sería fatal para nosotros.
¡Querido padre! Quiero escribirte algo, algo que suena duro, pero no somos mujeres. Si Karl también tuviera que venir a Rusia o ha venido ya y llegase un comunicado a casa que nadie espera, haz una solicitud en la oficina de registro, para que uno vuelva, para que no debas sufrir lo más horrible de todo, que un segundo comunicado llegase a casa. Hasta que el asunto en Stalingrado se haya liquidado, llegarán aun muchos comunicados a casa.
Los pensamientos de los que están en casa estarán ahora con sus familiares, que quizás en esta noche sagrada rechacen los enfurecidos ataques de los rusos. En los últimos días hemos tenido algo de calma con los aviones. Así que más de uno exhalará su último suspiro en la fiesta de la paz. Estoy algo deprimido por las circunstancias actuales, pero no triste. Mañana temprano asistiré a misa y tras recibir el sagrado sacramento pondré en orden mi interior para vivir en paz con nuestro Señor y entonces fortalecido de nuevo controlar esta vida con valor y confianza. Así es la sagrada fiesta de Navidad, aunque también pobre, para mí una fiesta de la paz.
Te saludo con mis mejores deseos, tu Kurt.


Carta de Kurt Haas, escrita el 1 de enero de 1943:
¡Querido padre!
Hoy el día de Año Nuevo quiero escribirte una carta. El viejo año aun lo he pasado bien, y el nuevo lo he empezado con salud y el viejo no ha acompañado con un final bonito. Desde hace dos día trabajamos en Stalingrado en una trinchera para la infantería, bajo un crudo frío, donde el suelo está congelado duro como una piedra.
Antesdeayer salvamos la vida con dos heridos y ayer, en Nochevieja, lamentamos la muerte de cuatro camaradas, que no podrán presenciar la llegada del nuevo año. Qué duro es cuando hay tan poco para comer , el largo camino con nieve congelada y las ametralladoras de los rusos y sus lanzagranadas. Qué duro es cuando al lado de uno caen los camaradas, gritan y se gimen. A media noche hemos vuelto del inicio del nuevo año, con el conocimiento de que de nuevo han muerto cuatro camaradas. A partir de las 10, los rusos han abierto fuego y ha sido horroroso. A la una me he tumbado pero no podía dormir. Hoy he asistido a misa en la intimidad y así empezar el nuevo año, que ha empezado tan duramente para nosotros, con Dios. Cuando hoy por la noche hemos acabado con el cambio de año, nos hemos estrechado la mano y deseado buena suerte, pero con una sensación que la cara seria de la vida delata. Recordaré este final e inicio de año si, si Dios quiere, vuelvo sano y salvo a casa. Quien salga del cerco de Stalingrado habrá tenido más que suerte. Para ti el fin de año de habrá sido muy alegre en estos tiempos difíciles.
No debes preocuparte por mí, hasta ahora estoy bien, y lo que venga no me preocupa. Cumplo con mi deber sin ponerme en peligro innecesariamente, y me protejo tan bien como puedo. Si algo debe pasar, en nombre de Dios, entonces que sea así y quizás esté bien.
Mientras te deseo todo lo mejor para el nuevo año, mucha suerte y salud. Me despido y te envío saludos cordiales.
¡Hasta luego! Kurt.


Fuente: Namen für Rossoschka, Schicksale aus Stalingrad
Traducción: Paradise Lost


Saludos