Publicado: Dom Ago 23, 2009 12:41 pm
por Bitxo
En la reunión del partido en el campo de desfiles, en 1934, Speer rodeó el área con 150 proyectores antiaéreos. Esto creaba un efecto de "catedral de luz", como lo llamó el embajador británico Sir Neville Henderson.


Esto es curioso porque en sus memorias Henderson no le da exactamente ese nombre:

(...) Su llegada [de Hitler] fue tetralmente saludada por el súbito encendido de al menos trescientos focos; su luz azulada se proyectaba sobre miles de manos alzadas, a las que una nube pasajera añadió mayor realismo. Solemne y hermoso, uno creía estar dentro de una catedral de hielo.

El fracaso de una misión, Nevile Henderson.


No creo que el traductor haya confundido "hielo" con "luz", pero como no tengo la versión en inglés tampoco puedo asegurarlo. Quizás, si fue realmente Henderson quien acuñó el nombre, el embajador no pensó que ello transcendería en la historia y pudo haber utilizado varios términos. Me lo imagino allí, en Nüremberg, comentando el escenario con Mr. Gilbert -el encargado de negocios estadounidense que le acompañó- y diciendo: ¡Oh, qué bonito! Si parece una catedral de luz.. Y años más tarde, recordando el evento pero no sus palabras, escribir catedral de hielo. Otra opción es que no fuese él quien acuñase el término.

Si miramos en las memorias de Speer, nos encontramos el siguiente texto:

(...) como había tenido ocasión de ver nuestros nuevos reflectores antiaéreos, cuyo haz de luz ascendía varios kilómetros, pedí a Hitler 130. Al principio Göring puso algunas trabas a mi solicitud, pues esos reflectores constituían la parte más importante de la reserva estratégica. Hitler, sin embargo, logró convencerle:
- Si los montamos aquí en tan gran cantidad, en el extranjero creerán que tenemos reflectores a manos llenas.
La impresión superó con mucho lo que había imaginado. Los 130 haces de luz claramente delimitados, colocados alrededor del Zeppelinfeld sólo a doce metros uno de otro, resultaban visibles hasta una altura de 6 a 8 kilómetros, y allí se difuminaban en una gran superficie luminosa. El conjunto daba la impresión de un espacio gigantesco en el que los distintos haces parecían tremendos pilares de unos muros exteriores infinitamente altos. Una nube surcaba de vez en cuando la corona de luz y añadía un elemento surrealista al grandioso efecto. Creo que aquella catedral de luz constituyó la primera muestra de arquitectura luminosa.


Bueno, aparte de la anécdota de cómo y por qué aceptó Hitler la utilización de los focos, parece que no fue Henderson quien acuñara el término. Si leemos un poco más, resulta que Speer cita a Henderson y nos elimina la duda sobre el error de traducción:

Solemne y hermosa a la vez, como si uno se encontrara en una catedral de hielo, escribió el embajador británico Henderson.


¿Fue Speer quien acuñó el término al invento? Speer no dice nada de eso en sus memorias. Pero sí se rumoreaba que fue su compañero en la clase de H. Tessenow, Hans Peter Klinke, el verdadero artista inventor. En cualquier caso, lo normal es que se atribuya a Speer el merito del invento y de su nombre.

Ahí os dejo con las dudas... :wink: