Según cuenta la historia, en 1938 un campesino simpatizante hizo un regalo de cumpleaños para el Führer. Le construyo una una esvástica gigante en el medio de un tupido bosque de pinos, cerca de la aldea rural de Zernikow, a 110 kilómetros de Berlín.
La esvástica del bosque, como se la conoce popularmente, estaba formada por simples alerces alineados que cubrían casi 60 metros cuadrados. El regalo sólo se podía ver durante unas pocas semanas al año, en otoño y primavera, cuando el cambio en la coloración de las hojas de los alerces descubría el símbolo oculto entre el frondoso verde de los pinos. Además, por sus dimensiones, sólo se podía apreciar bien desde el aire.
La esvástica nazi pasó desapercibida para el mundo por más de 50 años. Fue descubierta en 2000 por un avión que realizaba exámenes aéreos de los territorios estatales de Alemania.