Historias, relatos... escritos por los usuarios del foro
Escribir comentarios

Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 2:03 pm

Estaba tratando de buscar algo que hubiese escrito sobre la SGM y solo he encontrado esto. En realidad es una reescritura del cuento de Ambrose Bierce "A Baffled Ambuscade" con la acción trasladada de la Guerra de Secesión a la SGM. Evidentemente sin ninguna intención de enmendarle la plana a don Ambrosio (qué más quisiera), sino solo a modo de ejercicio.

Extraña emboscada

El 16 de diciembre de 1944 las fuerzas del Tercer Reich desencadenaron la que sería su última ofensiva en el frente occidental. Aprovechando el mal tiempo, que impedía la superioridad aérea aliada, el 6ú Ejército Panzer del Generaloberst Josef Dietrich, apoyado al sur por el 5ú Ejército Panzer del general Von Manteuffel, debía desencadenar un ataque masivo sobre las líneas aliadas entre Monschau y Echternach, cuyo objetivo era llegar a Amberes, cercando así a las fuerzas americanas que habían llegado hasta Holanda y echándolas de nuevo al mar.
En un principio las fuerzas americanas se vieron completamente sorprendidas en los bosques de las Ardenas. Los alemanes lograron infiltrar varias unidades con uniformes americanos que crearon el caos en las primeras horas. Pese a ello, algunas unidades lograron resistir inicialmente. Así, el regimiento 110ú de la 28ª División consiguió mantener la línea entre Heinerscheild y Marnach durante 48 horas, hasta que fue barrido por la abrumadora superioridad del enemigo. Los alemanes habían vuelto a utilizar las tácticas que tan bien les funcionaron en Francia cuatro años antes. Los blindados avanzaban sin detenerse, y las fuerzas de infantería que iban detrás solo tenían que reducir algunos grupos aislados e ir recogiendo a los prisioneros que, totalmente desconcertados, no se explicaban lo que les había ocurrido. Por un momento pareció que Alemania podía ganar la guerra en el frente occidental.

En algún lugar cerca de Heinerscheild, a escasos kilómetros de lo que había sido la Skyline Drive, un grupo de unos diez hombres con uniformes americanos, lo cual no quería decir mucho en aquellos días, avanzaba torpemente por la cuneta de una carretera entre los árboles cubiertos de nieve. Cualquier ruido les hacía ocultarse rápidamente, la noche era cerrada, las nubes ocultan la luna llena que debía haberles iluminado. Se hallaban detrás de las líneas enemigas.
El teniente Reed empezaba a pensar que no había sido una buena idea seguir la carretera. En cualquier momento podían verse sorprendidos por el enemigo. Su grupo había quedado aislado de su unidad en un ataque hacía varias horas. Al principio Reed pensó que lo mejor sería tratar de llegar hasta Clervaux, donde estaba su cuartel general. Ahora no creía que lo que fueran a encontrar allí fuera muy diferente de lo que habían visto hasta el momento.
Los chicos de la 28ª División habían combatido duramente desde que pusieron los pies en las playas de Normandía, pero hasta ahora siempre era el enemigo el que retrocedía. Aquello era nuevo para ellos.
Al llegar a un cruce de carreteras, el teniente hizo parar a su tropa. El sargento Cale se acercó con un cigarro en los labios.
-No se le ocurra encender eso, Mat.
-No tenga cuidado, teniente, es solo para matar el gusanillo.
El teniente Reed y el sargento Cale llevaban juntos desde mucho antes del Día D, y no formaban mal equipo. El oficial se fiaba del olfato de Cale, y éste nunca hacía nada que pareciese llevar la contraria al teniente, aunque siempre solía salirse con la suya.
-¿Dónde cree que estamos?
-Por lo que sé podríamos haber llegado a las afueras de Berlín sin darnos cuenta.
-¿Conoce ese cruce?
-No, señor, todos parecen iguales desde que quitamos los indicadores para confundir a los boches.
-Sí -contestó Reed resoplando. Su aliento se condensó inmediatamente. Hacía frío de verdad aquella noche- ¿Alguna idea?
-He mandado a Tex adelante.
-¿Está loco? Creo que ya le di mi opinión sobre separar nuestras fuerzas.
-Sí, señor, pero no podemos quedarnos aquí toda la noche y…
Un disparo de fusil no le dejó terminar.
-Vino de allí, mi sargento -indicó Herb, uno de los soldados, señalando hacia la dirección que había seguido Tex.
Reed miró al sargento con cara de reproche, el suboficial se limitó a encogerse de hombros.
-Espero que haya sido Tex el que ha disparado -dijo.
Luego, ordenó a sus hombres dispersarse entre los árboles, y avanzar con cuidado. Reed marchaba en cabeza empuñando su pistola, trataba de ver algo en medio de aquella maldita oscuridad, pero la carretera parecía perderse en ella unos metros adelante.
Intentaba no pensar en Tex.
"Siento tener que comunicarles que su hijo Douglas ha fallecido en acto de servicio en Europa". Reed trató de apartar esos pensamientos de su cabeza, sobre todo porque sabía que, a lo peor, la cosa no sería así. Conocía a Douglas Kane, Tex para todo el mundo pese a ser de Pórtland, Oregón, de toda la vida, y a sus padres. Si mataban al chico no podría limitarse, como otras veces, a escribir una escueta carta de condolencia a la familia en la que contaría, de manera más o menos creíble, lo heroico que había sido su hijo. Esta vez tendría que llamar en persona al timbre de la casita de madera que tenían los Kane, y revivir los buenos ratos pasados con el muchacho sentado en el porche con Martha y Will, sus padres, mientras apuraba un vaso de limonada con un nudo en el estómago.
Esperaba no tener que pasar por ello.
Unos pasos más y la carretera se perdía en una curva a la derecha que limitaba aún más la visibilidad. Reed mandó avanzar a uno de sus hombres, y le siguió con cautela, sintiendo que sus pasos en la nieve hacían demasiado ruido.
De repente, el soldado se echó al suelo y quedó inmóvil apuntando con su fusil. Reed llegó hasta él y quedó petrificado detrás del tronco de un árbol.
A diez metros escasos, una figura oscura se adivinaba entre las sombras tan inmóvil como ellos.
Reed sintió que se le encogía el corazón.
Un momento después, intuyó a sus espaldas la cautelosa llegada de Cale y el resto del grupo. Se llevó un dedo a los labios para que no hablaran, no fue capaz de hacer ningún otro movimiento.
Se hizo el silencio. Solo los ruidos de la noche y el rechinar de los dientes de aquellos que esperaban muertos de miedo y frío habría impedido pensar a un observador que el tiempo se había detenido. La luz de la luna, apareciendo en un claro entre las nubes, vino a terminar con el misterio.
El que se ocultaba entre las sombras de la noche no era otro que Kane.
El soldado miró a sus compañeros y sonrió. Se oyó un resoplido general. Tex indicó silencio y señaló con su dedo índice hacia tres posiciones a ambos lados de la carretera delante del grupo de americanos.
Al teniente le duró poco el alivio de ver a Kane con vida. Siguiendo con la mirada el dedo de Douglas, creyó ver movimiento entre los árboles en varias direcciones. Asintió para que Kane supiese que había comprendido y, en ese momento, vio el cuerpo.
Tendido al pie de un árbol, junto a Kane, yacía un hombre con uniforme americano. No pudo ver su rostro, pues las sombras de los árboles caían a plomo sobre la parte superior del cuerpo del muerto. Reed imaginó que Kane se había encontrado con uno de aquellos krauts disfrazados de americanos, le había descubierto de alguna manera y lo había matado antes de que fuese él quien hiciera lo propio. Sin duda esa era el origen del disparo que habían oído. El teniente imaginó lo cerca que había estado Tex de la muerte, y casi se le aflojan las tripas.
Inmediatamente mandó emplazar la ametralladora y repartió órdenes para eliminar a los enemigos emboscados.
El bosque se llenó con el ruido de la fusilería. El ataque no duró más de diez segundos. Cogidos en su propia trampa, los alemanes, que pertenecían a una unidad de élite de las Waffen SS, fueron eliminados o puestos en fuga.
El teniente volvió luego a retaguardia para felicitar a su gente. Al llegar al punto donde había comenzado todo, vio a Cale y tres de los hombres que formaban un corro en torno al enemigo que había matado Kane. El sargento le oyó llegar y se volvió. Estaba lívido.
Reed, extrañado, se acercó más al grupo. Uno de los soldados empezó a santiguarse y a repetir una oración. El teniente miró al cadáver.
Allí, en algún lugar de Europa, al pie de un árbol cargado de nieve, yacía el soldado Douglas S. Kane del Ejército de los Estados Unidos de América. Tenía un orificio negro en la frente, no había sangre, y su rostro reflejaba una extraña sonrisa.
Última edición por Gunther Prien el Jue Nov 20, 2008 10:10 pm, editado 3 veces en total

Re: Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 4:28 pm

Buen aporte, Gunther.

Si no recuerdo mal el relato original de Ambrose Bierce trataba de un cañón y del oficial nordista que lo comandaba, y finalmente acaba manejándolo, al quedarse solo, deteniendo el avance de los sudistas en un estrecho desfiladero.

Re: Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 4:31 pm

Un buen relato Gunther, sin dudas, muchas gracias por compartirlo aqui :wink:

Saludos!

Re: Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 5:00 pm

Gracias. El original:

http://www.readprint.com/work-78/Ambrose-Bierce

Nada que ver :oops:

Re: Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 5:03 pm

Buen relato, Herr Prien. Veo que además de gobernar un U-boot, y de hundir buques aliados, se te da bien, escribir relatos cortos....Gracias por compartirlo aquí.

Un saludo :)

Re: Extraña emboscada

Jue Nov 20, 2008 9:49 pm

Muy bueno Gunther, sí señor. :)

Saludos.
Escribir comentarios