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Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Jul 23, 2017 9:16 pm

En la página El Visitante en DeviantArt pueden verse buen número de dibujos de vehículos, aviones y naves que participan en la histoiria.

Os animo a que comentéis vuestras impresiones y deis sugerencias. En DeviantArt preferiblemente, pero si no aquí.

Buena parte de los dibujos son del compañero ReyTuerto.

Saludos

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Jul 23, 2017 11:57 pm

Al no dejarme comentar en la página de devianart, hago aquí mi pregunta ¿el Gneiseanu lleva su artillería original o le has dotado de la de 381mm que se pensó para rearmarlo mientras era reparado en Danzig en la LTR?

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mar Jul 25, 2017 4:25 pm

¿No permite comentar? Igual es preciso registrarse antes.

No, no ha sido rearmado. En la realidad se consideró porque tras la explosión del pañol proel a causa de una bomba había que reconstruir el buque. En este caso no será preciso, y no tiene sentido hacerlo habiendo portaaviones.

Saludos

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Ago 02, 2017 9:14 pm

De propina y para compensar el retraso...

Imagen

El Panther ucrónico en DeviantArt. Pronto lo veremos.

Saludos

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Ago 02, 2017 9:30 pm

Thorsten Koertig, sin querer, rememoró su experiencia hasta el momento. Se podían decir muchas cosas de la estancia en Bromberg, menos que fuese placentera.

Al coronel no le había sorprendido del todo ser llamado a Alemania pues el frente de Irán estaba tranquilo y los ingleses estaban a cientos de kilómetros de las avanzadas alemanas. El ejército persa, aunque no contaba más que un cero a la izquierda, vigilaba a los británicos y se esperaba que al menos avisase de cualquier movimiento enemigo. La calma se estaba aprovechando para distribuir a los oficiales más experimentados entre las formaciones que se estaban organizando y que tenían menos experiencia. Koertig pensaba que iba a ser enviado a alguna nueva división panzer, pero al llegar a Berlín se le había informado que su misión iba a ser organizar el primer batallón equipado con los nuevos tanques pesados. Algo que le sorprendió, pues se suponía que iban a ser distribuidos a las divisiones acorazadas. Pero el nuevo modelo de panzer tenía unos requisitos de mantenimiento muy exigentes, y con su velocidad limitada casaba poco con las rápidas panzerdivisiones. Se había preferido reunirlos en formaciones independientes para facilitar el mantenimiento y para no interferir con los veloces movimientos de las formaciones mecanizadas. El papel de los batallones pesados sería actuar como el ariete que rompe las puertas y abre paso a los otros tanques. Tras la ruptura, tendrían que enfrentarse a las masas acorazadas enemigas, que el enemigo lanzaría contra la brecha, y derrotarlas decisivamente, requisito que se consideraba imprescindible para lograr la victoria.

Los hombres de los que dispuso eran los mejores: veteranos de Francia, de los Balcanes y de África. Incluso había más hombres que también habían estado en Mesopotamia, como el capitán Ludwig Bauer, que se había distinguido en Habbaniya y en Kirkuk. Algo más que bueno pues así el coronel no tuvo que perder el tiempo desasnando a reclutas recién salidos de sus hogares. Sin embargo el problema estuvo en los tanques. Acostumbrados a los fiables Panzer III y IV, los Panzer VI resultaron una pesadilla mecánica. Su relación peso potencia era muy desfavorable y obligaba a forzar los motores, pero si el conductor se pasaba de vueltas era casi matemático que el motor o la transmisión se rompiesen. La suspensión funcionaba muy bien, pero era frágil; como se le ocurriese al conductor pivotar podía cargársela, y además sustituir una simple rueda era tarea ímproba porque a algún genio se le había ocurrido intercalarlas. Mientras que cambiar un rodillo en el Panzer IV era tarea que podía nacerse en un par de horas, en el Panzer VI era preciso desmontar media suspensión para acceder a la rueda dañada. Incluso con todo el cuidado del mundo las averías del Tiger eran muy frecuentes. Habían hecho una marcha de prueba de cien kilómetros que finalizado con la mitad de los tanques en la cuneta. Koertig temblaba solo de pensar en lo que sería una retirada con esos monstruos.

A cambio todos estaban encantados con el cañón. Potentísimo y enormemente preciso, podía batir a los tanques enemigos a tres mil metros o incluso más. Nada más llegar a Bromberg habían ido al polígono de tiro, pues según sus resultados luego los árbitros dirían si en las batallas simuladas acertaban o no. Los resultados fueron tan buenos que se les había asignado un impresionante 50% de probabilidades de impacto a la primera cuando disparaban a mil metros contra blancos móviles. Impresionante para los parámetros de Bromberg, donde pocas unidades habían conseguido alcanzar el 25% y ninguna el 40%. Con tan buenos resultados el batallón había ido al campo de maniobras pensando que se iban a comer los panzer de los profesores con patatas… solo para salir trasquilado.

En el primer enfrentamiento, que también fue la primera actuación del nuevo batallón pesado, los profesores habían rehuido el combate retirándose a toda velocidad. Tanta que solo pudo mantener el contacto la sección de reconocimiento y Koertig tuvo que enviar en su apoyo a la compañía de Panzer III, pues como la producción de Tiger iba muy despacio el batallón solo tenía dos compañías del modelo pesado, y se le había asignado otra de modelo III, supuestamente destinada a combatir a la infantería. Los veinte Tiger habían intentado seguir a los tanques ligeros pero se fueron quedando poco a poco atrás, y media docena sufrieron averías mecánicas. Entonces avisó el capitán de los Panzer III que estaban bajo fuego antitanque, justo antes de que las comunicaciones se cortasen. Los Tiger siguieron adelante para rescatarlos, pero al pasar una loma vieron que todos los Panzer III estaban humeando, y que solo un par de «enemigos» lo hacía. Entonces otro aviso llegó de la retaguardia: los Tiger averiados estaban siendo acosados por otra compañía de tanques que había salido de no se sabe dónde. Los Tiger que aun funcionaban se volvieron y consiguieron «destruir» a otros tres enemigos, pero no a tiempo de impedir que los Tiger averiados fuesen «destruidos». Entonces volvió el resto de batallón de profesores y les pilló por detrás. Cuando acabó el ejercicio, Koertig se quedó muy disgustado: había perdido trece Panzer III y once Tiger, y uno había sido el suyo, uno de ellos. Según el sobre que tuvo que abrir, toda la dotación había muerto. A cambio solo había destruido siete tanques y dos antitanques.

En los siguientes enfrentamientos la tónica fue parecida. Los profesores conocían el terreno al dedillo, sabían aprovechar cada ondulación para resguardarse, y empleaban las vaguadas para situarse en la retaguardia de los Tiger. Cuando Koertig las puso bajo vigilancia, el primer batallón empleó como pantalla un par de colinas bajas. En la siguiente «batalla» mandó a una sección de Panzer III y a otra de Tiger a ocupar las dos elevaciones, pero fueron «emboscados» por antitanques. El teniente coronel Koertig acabó por creer que su rival, Von Peter, tenía ojos en el cogote.

Poco a poco fue descubriendo algunos trucos. El primero, que era crucial conocer los movimientos contrarios: tanto que los profesores solían cebarse primero en la unidad de reconocimiento, aunque fuese preciso sacrificar algunos de sus tanques. Koertig también vio que la diferente velocidad de los Panzer III y VI era una debilidad que los contrarios intentaban explotar para separar a los tanques ligeros de los pesados. Además descubrió que si sus resultados siempre eran malos se debía a que los hombres de von Peter consideraban objetivo prioritario a los Tiger averiados, fuese por fallo mecánico o por ser «dañados» en combate. Había intentado rescatarlos, pero Von Peter empleaba su artillería contra los averiados, y bastaba con que los semiorugas SdKfz 9 de recuperación apareciesen para que los árbitros los diesen por destruidos, pues no tenían blindaje. Al final había pedido que se le cediesen dos Panzer IV, de los empleados por el segundo batallón, para poder rescatar a los Tiger bajo el fuego.

El batallón pesado 501 había pulido sus peores fallos. Ahora Koertig pensaba que tenía una estrategia ganadora contra los dichosos profesores.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Ago 06, 2017 4:49 pm

El general Guderian ofreció al regente presenciar un combate simulado. Von Lettow aceptó encantado, y casi se disgustó al saber que iba a ser sin fuego real. Es decir, peligro no habría. Comodidad tampoco, porque los árbitros empleaban semiorugas SdKfz 251, estrechos, con duros banquillos de madera y que se sacudían como batidoras. Para evitar confusiones estaban pintados con bandas rojas y negras, como los avispones; lógicamente eran apodados Hornisse. Normalmente un par de semiorugas iban con cada batallón, y algunos más se distribuían por el terreno de las maniobras. El general Von Senger invitó a Von Lettow al suyo. Guderian también subió, y como quedaba un puesto libre, el regente me hizo un gesto, explicando a Von Senger que yo también era un veterano de Egipto.

Íbamos a acompañar al batallón 501. Su misión iba a ser romper las líneas «enemigas» y luego avanzar hacia Bromberg. Era terreno casi llano salvo algunas ondulaciones, y estaba cubierto por pequeños bosquecillos y campos de cultivo abandonados. Desde el primer momento el batallón de Koertig adoptó una formación muy poco habitual: dividió sus Tiger en secciones de cuatro tanques —no de cinco como era habitual—, acompañándolos con infantería e ingenieros montados en semiorugas; pues el teniente coronel había dicho que su batallón estaba ideado para operar siempre en conjunto con otras armas, e insistió hasta que le proporcionaron un par de compañías de infantería. Estas procedían de otro regimiento que venía a Bromberg a pasar por la piedra. Delante se movían los vehículos de reconocimiento, que eran motocicletas y semiorugas, siempre cuidando con no distanciarse más de mil metros. Detrás de la línea principal estaban los vehículos antiaéreos, los auxiliares y otra sección de Tiger, para cubrir las espaldas. La compañía de Panzer III estaba dividida en secciones intercaladas con las de Tiger. Lo realmente llamativo era la gran separación entre los grupos, nada menos que doscientos cincuenta metros.

Se movían a saltos: primero las patrullas de reconocimiento se aseguraban de que el terreno estuviese libre y que podía soportar el peso de los tanques. Si era necesario, empleaban un curioso truco: un soldado subía encima de otro que se paseaba por el suelo dudoso. Si no se hundía indicaba que era apto para tanques pesados. Luego dos secciones de Tiger y otra de Panzer III se adelantaban, precedidas por los infantes y protegidas por cañones antitanques; las otras secciones se mantenían a cubierto tras alguna ondulación o bosquetes, prestas para intervenir y apoyar a las que avanzaban con sus cañones de largo alcance. Una vez «tomado» el punto —algún otro lugar donde cubrirse— se repetía el proceso. El avance, lógicamente, era lento, pero los Tiger no estaban diseñados para echar carreras.

Durante un par de horas el ejercicio fue de lo más monótono, y hasta fatigaba ver como Koertig tomaba grandes precauciones contra un enemigo que seguía sin verse. Hasta que sus patrullas encontraron a las avanzadas de Von Peter. Entonces las secciones de Tiger se mantuvieron ocultas. Se incluían las cuatro de la línea y la de reserva, que estaba detrás, y que se había formado con los tanques retirados a las otras secciones. Mientras los exploradores intentaron atraer a los contrarios al fuego de largo alcance de los tanques pesados, pero los profesores no se dejaron engañar.

Koertig había recibido la noticia del avistamiento del enemigo, pero no terminaba de fiarse. Que se hubiese localizado a las patrullas enemigas no quería decir que allí estuviesen sus tanques. Decidió adelantar una única sección —una de las dos centrales— mientras seguía esperando con las otras. Como era de esperar, las patrullas contrarias se retiraron. Las de Koertig, apoyadas por la sección de cuatro Tiger, las siguieron a distancia, hasta «caer» en una cortina de fuego antitanque. Un semioruga resultó «destruido», pero entonces los Tiger se adelantaron y además de proteger el rescate de los tripulantes, «suprimieron» los cañones contracarro disparando desde lejos. Luego emplearon sus cañones de largo alcance para acabar con las patrullas enemigas que se ponían a la vista. Figuradamente, pues solo empleaban munición de fogueo y luego los árbitros indicaban si se había acertado o no.

Rechazados los elementos de reconocimiento enemigos, Von Koertig seguía in albis. Su rival Von Peter andaba por algún sitio pero no sabía dónde. No se atrevía a enviar sus propias patrullas pues sabía lo que les ocurriría si se alejaban mucho. Podía quedarse a esperar, pero su misión no era acampar sino llegar a Bromberg. Seguro que Von Peter se estaba preparando para caer sobre él y moviéndose se lo ponía más fácil, pero no tenía otro remedio. Ordenó a las secciones de los flancos que se separasen aun más —la línea del batallón ya cubría más de dos kilómetros— y siguió avanzando a saltos. Hasta que por fin se recibió una alerta: un grupo de tanques estaba intentando desbordarle por la izquierda, pero no contaban con que la línea del 501 estuviese tan extendida y se toparon con el pelotón de Tiger del flanco. Tras «perder» cuatro blindados los profesores se retiraron. El avance del 501 prosiguió mientras el batallón contrario parecía haber desaparecido. Pero Koertig imaginaba que más allá habría alguna sorpresa. Es más, estaba seguro que los profesores mantenían alguna unidad presta a caer sobre algún despistado. Era el momento de preparar la trampa.

En primer lugar el teniente coronel miró hacia los dos lados, pensando en cual podría esconder un contrataque. Decidió que al oeste no sería pues había varios campos de cultivo amplios que le permitían ver a casi tres mil metros. Como una pequeña aldea y algunas arboledas podían tapar algún elemento enemigo, ordenó a la artillería que los batiese. Fue de nuevo algo figurado: tan solo envió un mensaje por radio, y minutos después un vehículo de los árbitros lanzó bombas de humo para simular los proyectiles.

Al este, el terreno aun parecía menos favorable para un contrataque. Pero al ojo experto de Koertig no se le escapó que un par de vaguadas que había a dos mil metros podían ser más profundas de lo que parecía, y que había algunos arbustos que podían albergar alguna sorpresa con cañón. Decidió que la fuerza principal de Von Peter se había metido ahí, y pensó en si podría atraparla con un ataque masivo. Pero las depresiones estaban demasiado lejos y los «enemigos» tendrían tiempo de escapar. Tenía que ponerles un cebo.

El teniente coronel ordenó que la sección del flanco derecho avanzase, como si por ahí no hubiese nada, pero al mismo tiempo dispuso que la sección de reserva se adelantase hacia el flanco, resguardándose tras una arboleda. Entonces comenzó la comedia: uno de los Tiger más adelantados se detuvo y pidió ayuda por la radio. Los otros Tiger siguieron adelante, y el averiado quedó separado tanto de los otros tres de su sección como del resto de la línea. Para rescatar al tanque inmovilizado, Koertig envió a sus dos Panzer IV de recuperación escoltados por una sección de Panzer III.

Al principio no pasó nada. Los Panzer III formaron un diamante para proteger a los dos Panzer IV de recuperación, hasta que llegaron y empezaron a trabajar. Fue entonces cuando surgieron dos compañías de tanques de los profesores, saliendo de ese barranco que había hecho sospechar a Koertig. Debían pensar que el Tiger averiado, los dos blindados de recuperación y los Panzer III serían objetivos fáciles… Pero el tanque averiado resucitó y empezó a disparar. La sección de reserva también se adelantó y disparó —con fogueo— contra los profesores desde dos mil metros, mientras los tres Tiger adelantados se volvían. Entonces las otras tres secciones de Tiger y las dos de Panzer III restantes, formando una larga línea, hicieron una conversión hacia el este. El fuego de larga distancia impedía que los tanques de Von Peter saliesen de la depresión, donde estaban parcialmente resguardados, pero al final, cuando los Tiger estaban ya cerca del borde, intentaron escapar a toda prisa. El alcance de los cañones Tiger no les permitió retirarse y al poco todos humeaban.

—General Von Senger, me parece que esta vez el teniente coronel Koertig se la ha jugado bien a Von Peter.

—Desde luego, Alteza, pero solo gracias al gran alcance del cañón de sus tanques.

Entonces intervino Guderian—. Desde luego que ha sido crucial, pero fíjense en la formación que ha adoptado Koertig y como maximiza la potencia de fuego. No es una táctica ortodoxa. Me gustaría hablar con ese teniente coronel.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Vie Ago 11, 2017 2:15 pm

Tras la colación el coronel general pidió al regente que le acompañase a unas naves algo apartadas.

—Alteza —dijo el coronel general Guderian mientras se acercaban—, por impresionante que parezca el Tiger es solo una medida provisional. A su experto ojo no habrán escapado sus importantes defectos.

El regente era zorro viejo y evitó ponerse en evidencia al responder— Algunos detalles me han chocado, desde luego—contestó—. Por eso quería escuchar las propuestas de mejora que seguramente ya habrá hecho —dijo devolviendo la pelota al tejado de Guderian.

—Claro, Alteza. El Tiger es una soberbia máquina pero puede ser perfeccionada. Respecto al armamento, una serie de problemas técnicos han impedido que se montase el cañón que se inicialmente había escogido, pero ya se han solventado —eufemismo para decir que se había defenestrado a Porsche— y la siguiente versión llevará en lugar de esta torre otra de diseño Henschel con el cañón Flak 41 o alguno similar. También se va a modificar el blindaje, porque esas placas verticales, aunque muy resistentes, no son tan buenas como una oblicua. En lugar de ese frontal escalonado, el futuro Tiger llevará una plancha inclinada para que los proyectiles enemigos reboten. También se está trabajando en el motor, que por desgracia es demasiado propenso a las averías, y mejorando la transmisión. Aunque más importante aun va a ser rediseñar los elementos del Tiger para facilitar su producción en serie. Actualmente se construyen con procesos casi artesanales, lo que no solo eleva su precio sino que impide aumentar el ritmo de fabricación. Por ahora es muy lento, apenas veinticinco unidades al mes, y ya podrá imaginar lo que el canciller Speer piensa de eso.

—Sí, coronel general, el doctor Speer ya me estuvo relatando las dificultades que ha tenido con la industria.

—Es una cuestión de gran importancia, porque a este paso solo se podrán equipar unas pocas unidades, e incluso resultará difícil reemplazar las pérdidas. De ahí la urgencia que hay en rediseñar el tanque aunque apenas haya entrado en servicio. Esperamos que la nueva versión del Tiger sustituya a la actual a finales de este año.

—Me alegra oírlo, coronel general. Pero supongo que no me habrá traído hasta este rincón apartado solo para hablarme de esos nuevos Tiger.

—Desde luego que no, Alteza. Le traigo para que pueda ver el futuro puño de acero de la panzerwaffe.

La nave estaba custodiada, denotando la importancia de su contenido. Pasamos a su interior, iluminado por unas claraboyas, y vimos decenas de blindados de tipos diversos. Los inspeccionamos mientras el general Guderian explicaba al regente las características de cada uno. El primero era un blindado con ocho ruedas.

—Alteza, está viendo el SdKfz 234/1. Está destinado a sustituir los blindados de ruedas del Pacto. Aunque se trata de un vehículo algo complejo y más caro de lo que me gustaría, las pruebas son muy prometedoras. En las maniobras ya ha visto lo importante que es el reconocimiento. El SdKfz 234 debe ser el primero de una familia de vehículos que incluya blindados de reconocimiento, de apoyo y transportes de tropas. De todas maneras tenemos intención de complementarlos con vehículos más ligeros y más baratos. Por ahora seguiremos con el SdKfz 222, pero planeamos sustituirlo por algún modelo aun más sencillo, aunque todavía no se ha decidido cuál.

Luego nos enseñó otros dos blindados de reducidas dimensiones. Parecían a medio hacer pues tenían el aspecto de cajas con orugas. El regente se extrañó al verlos y preguntó—. Esos dos de ahí ¿están sin terminar? No veo que lleven armas.

—Es que no son tanques sino transportes blindados —respondió Guderian—. Si algo hemos aprendido tanto en esta escuela como en los combates de África y Oriente es que los tanques no pueden operar sin el apoyo de la infantería. Pero las fuerzas acorazadas se mueven mucho más deprisa que los soldados a pie, y la infantería tampoco puede moverse por el campo de batalla en coches o camiones sin protección. De ahí que necesitemos transportes acorazados y en cantidad, aunque sea a costa de disminuir la producción de tanques. Hasta ahora estábamos empleando semiorugas, pero un análisis de costos ha mostrado que son más complejos, frágiles y caros que los blindados exclusivamente de cadenas. Hemos solicitado a la industria que presente propuestas que aquí tiene. Este —dijo refiriéndose al primero— es francés, el Lorraine 41. Detrás está el prototipo de BMM, el Kätzchen. Verá que son muy parecidos pero mecánicamente el checo es mejor. Lo curioso es que franceses e italianos prefieren el Lorraine, pues dicen que es más fácil de reparar. Supongo que acabaremos construyendo los dos. Como con el SdKfz 234, tenemos intención de desarrollar una familia de vehículos basada en el mismo chasis, con la in tención de disminuir el número de tipos en servicio y facilitar el mantenimiento.

—Pero general, si se construye el mismo tipo partiendo del 234 y de uno de estos de orugas, no haremos sino duplicar el esfuerzo ¿No le parece? —preguntó el regente demostrando que no tenía un pelo de tonto y que había pasado bastantes horas con Speer.

—Tiene usted razón, pero si se hace así es para que las unidades sean homogéneas. Los batallones de reconocimiento están equipados con vehículos de ruedas, y dotarlos de otros de cadenas causaría dificultades. Lo mismo con los de cadenas. Además, aunque parezca que haya más tipos en servicio, en realidad se fabrican menos modelos de chasis, que es lo que realmente cuenta.

El regente aceptó la explicación. Luego pasamos a ver la artillería autopropulsada. A Von Lettow le extrañó que se invirtiese tiempo y dinero en ella—. General, antes me ha dicho que no tienen suficientes tanques para la infantería, y ahora me muestra estos que solo sirven para llevar cañones ¿no es más fácil remolcarlos con un camión?

—Alteza, la importancia de la movilidad de la artillería es algo que también hemos aprendido en Oriente. En Suez, por ejemplo, tuvimos muchos problemas para desplazarla a la cabeza de puente porque las rutas estaban batidas por los ingleses. Aunque la mayor parte de nuestros cañones seguirán siendo remolcados, las formaciones acorazadas necesitan algunos que puedan moverse con ellas.

—Si usted lo dice, será así. Reconozco que mis conocimientos militares siguen anclados en 1918 ¿Eso de ahí es un obús del diez y medio?

—Efectivamente, alteza. Este modelo está basado en el Panzer II, pero no me termina de gustar. Funciona muy bien, pero el modelo II ya no se fabrica pues es demasiado limitado incluso para el reconocimiento. Los chasis disponibles los estamos empleando para estos cañones autopropulsados, pero implica mantener abierta una línea de producción adicional, y ya le he dicho que tenemos la intención de disminuir el número de tipos. He solicitado que se presenten prototipos basados en el Panzer III y en el cañón autopropulsado Marder, que comparte muchos elementos con el Kätzchen. Mire, ahí tiene un Marder.

Estaba señalando a un blindado que era una especie de tanque pequeño con una alta casamata en la parte posterior.

—Es un Marder III J, o Tejón, como lo llaman los españoles. Se trata de un cañón antitanque autopropulsado; ya le conté que aquí en Bromberg se ha comprobado el gran valor de las armas contracarro, pero son muy engorrosas porque los nuevos desarrollos de carros de combate requieren cañones potentes pero muy pesados, que son difíciles de mover y que resultan vulnerables. Con el Marder podemos desplegar cañones antitanque potentes con mayor seguridad. Nuestros aliados españoles tienen al Tejón en gran aprecio, pero echaban en falta un techo que protegiese de la metralla, que hemos incorporado en esta versión. Nuestro ejército también los emplea, pero solo de manera provisional, hasta que tengamos suficientes StuG.

—Sí, ya he visto los StuG en los reportajes de la batalla de Suez. Pero este de aquí —dijo Von Lettow señalando a un blindado que estaba tras el Marder— no es como el de las fotos.

—Alteza, es que se trata del novísimo modelo G. Lleva un cañón Kwk 40 que sirve al mismo tiempo para apoyo y como antitanque, y además se ha rediseñado el frontal con esa placa inclinada continua. Este modelo ya se está distribuyendo a las tropas, aprovechando que el Panzer III se ha dejado de fabricar y podemos dedicar todos los chasis a este tipo. Me gustaría tener suficientes StuG para dotar a todas las divisiones de infantería, pero no va a ser posible antes de dos o tres años. Mientras vamos a tener que seguir empleando los Marder. No estarán solos ¿Ve ese otro blindado? —se refería a otro de grandes dimensiones con un gran cañón—. Es un Nashorn, el mayor de nuestros cañones autopropulsados. Deriva del Panzer IV y lleva el cañón Flak 41, el más potente de nuestro inventario. El Flak 41 puede acabar con cualquier enemigo a tres kilómetros de distancia pero la versión remolcada es demasiado pesada. Montándolo en el Hornisse conseguimos que pueda moverse al ritmo de los demás panzer. Verá que la superestructura está abierta, pero es que los planes son emplear los Hornisse como armas de largo alcance, combinándolos con los más pequeños pero mejor protegidos Marder y StuG. El único problema que vamos a tener con el Hornisse es que la barcaza también se va a emplear para un obús autopropulsado de quince centímetros. Mi intención es que en un futuro esta barcaza solo se emplee para la artillería, y montar el Flak 41 en cazacarros mejorados. Por desgracia aun no están preparados los prototipos y no voy a poder enseñárselos.

Aun vimos más blindados. Uno se parecía al Marder pero montaba cañones antiaéreos; Guderian nos dijo que el chasis del Marder, es decir, el del Panzer 38, era tan bueno que resultaba ideal para construir vehículos auxiliares. Incluso había recomendado que se abriesen más líneas de producción en otros países de la Unión Europea. Más allá estaba otro tanque sin torre, cuya suspensión indicaba que era un Panzer IV, y que llevaba una gran hoja excavadora, grúas y cables. Por las maniobras ya sabíamos de su utilidad.

Nos llamó la atención que también había una gran plataforma con ruedas. Fue entonces Von Senger quién la describió. Nos dijo que al principio habían tenido problemas para traer los prototipos a la escuela, ya que la estación del ferrocarril estaba a varios kilómetros, y los nuevos tanques eran demasiado grandes para los camiones portacarros existentes. Construir una plataforma remolcada que pudiese llevar cargas pesadas había sido trivial para la industria. Esos remolques estaban siendo tan útiles que Tatra había empezado la producción en serie, pues no solo permitían transportar tanques por donde no hubiese ferrocarriles, sino que eran muy prácticos para otras tareas. Por ejemplo, podían ser cargados de la misma manera que un vagón de tren, y el camión tractor, en lugar de esperar a que lo descargasen, podía dejarlo e ir a por otro remolque. Venía a ser una especie de ferrocarril terrestre de valor obvio para los veteranos de África como el regente y yo.

A esas alturas se me hacía la boca agua viendo el futuro de la Panzerwaffe, pero veía que el regente se estaba fatigado de ver tanto modelo y de escuchar las explicaciones. Al llegar al final de la nave preguntó—. Tengo una duda, coronel general ¿Qué hacen todos estos blindados en la escuela?

Guderian sonrió y respondió—. No tiene mal ojo, Alteza. Los prototipos se prueban en el polígono de Kummersdorf, pero he conseguido que luego los envíen aquí para que lo manejen los profesores. Se les da mucho mejor “torturar” a los cachivaches mecánicos, y han propuesto bastantes mejoras, como las cúpulas blindadas o las ametralladoras de defensa para los cazacarros.

El coronel general pidió al regente que le dedicase unos minutos más. Pasamos a una nave aledaña, más pequeña y aun más vigilada. Ahí tres tanques nos esperaban. Uno era el Tiger, que ya conocíamos.

—El teniente coronel Koertig los ha usado magistralmente, pero los profesores quedaron menos satisfechos. Demasiado pesados y muy lentos, dijeron. Espero que la nueva versión solucione esos inconvenientes. Pero quería enseñarle esos otros dos carros de combate.

El que estaba más cerca llevaba la torre del Panzer IV en una barcaza muy baja. Guderian explicó al regente que se trataba del nuevo Jaguar.

—Se trata del prototipo que presentó un consorcio italoalemán al concurso para sustituir al Panzer IV. Aunque no ganó, los italianos y los franceses quieren fabricarlo para ellos. Lo interesante es su bajo perfil pues lleva el motor en disposición transversal. No le extrañe ver esa torre, que no será la definitiva. El Jaguar incorporará la misma que ese otro. —Dijo el coronel general señalando al último tanque. Era algo más pequeño que el Tiger. La barcaza se parecía pero llevaba el glacis inclinado. La torre, troncopiramidal, montaba un cañón de grandes dimensiones.

—Alteza— dijo señalando al primero—, este es el prototipo del tanque que reemplazará a los demás carros del combate del ejército, exceptuando a los Tiger. Le presento al Panther.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Lun Ago 14, 2017 12:45 pm

De Globalpedia, la Enciclopedia Total.

Panzer V Panther

El Panther es el nombre común de un carro de combate utilizado por el ejército alemán durante la Guerra de Supremacía y que entró en servicio en 1942. Su designación oficial fue Sd.Kfz. 171 Panzerkampfwagen V Panther. Fue un desarrollo del Panzer IV destinado a reemplazar a los tanques más antiguos Panzer III y Panzer IV, y que debía poder contrarrestar los tanques pesados soviéticos KV. Junto con el Panzer VI Tiger formó el núcleo de las fuerzas acorazadas alemanas en 1943 y 1944, hasta que suplementado por el Panzer VII Jaguar.

El Panther tenía una barcaza derivada de la del Panzer IV pero de mayores dimensiones. La suspensión se había mejorado y llevaba un motor de gran potencia, siendo más rápido que su antecesor, y a pesar de sus problemas mecánicos resultó más fiable que el Tiger. La protección frontal mejorada lo hacía inmune a la mayoría de los cañones enemigos, mientras que con su potente y preciso cañón Kwk 42 de 75L70 podía derrotar cualquier tanque enemigo, incluso a los pesados, hasta 1.500 metros, y a los tanques medios como el T-34M o el Sherman a cualquier distancia de combate. Como desventajas, además de las dificultades mecánicas que padeció, el anticuado diseño del chasis del Panther limitaba su capacidad de desarrollo, la protección lateral era escasa, y la situación algo adelantada de la torre desgastaba la suspensión delantera y limitaba la movilidad.

Desarrollo y producción

El Panther fue la respuesta directa al tanque soviético KV-1, al que los alemanes tuvieron acceso tras la deserción de varios ejemplares a Prusia Oriental. El mariscal Von Manstein, muy preocupado por las características de los nuevos tanques rusos, urgió a que se desarrollase un reemplazo de los Panzer III y IV. Se convocó un concurso internacional para el desarrollo de un carro que entre otras características debía llevar una coraza oblicua similar a la del KV-1, montar un cañón de 7,5 cm de alta velocidad, y no debía sobrepasar las 32 toneladas de peso.


Skoda concursó con el Panzer 41 (VK 30.01), basado en el Panzer 38 pero con chasis de mayores dimensiones y suspensión por barras de torsión. El consorcio Fiat-Ansaldo presentó una propuesta revolucionaria, el tanque Jaguar, con motor transversal. Daimler Benz presentó el VK 30.03, basado en el tipo 34, otro tanque soviético que se acababa de conocer. Alkett concursó con un desarrollo del Panzer IV, el VK 30.04. Henschel presentó el VK 30.05 y Porsche el VK 30.06; ambos eran versiones aligeradas del tanque pesado Tiger.

La propuesta de Skoda fue rechazada al ser considerada insuficiente y no mejor que el Panzer IV. Las de Henschel y Porsche también lo fueron por considerarse anticuadas, mal protegidas (pues eran carros de grandes dimensiones habiendo sido preciso adelgazar su coraza) y en el caso de la de Porsche, por conservar el sistema de transmisión eléctrica que ya se había descartado para el Tiger por ser demasiado complejo y requerir grandes cantidades de cobre.

Los otros tres prototipos (construidos con acero dulce para acortar plazos) fueron probados Kummersdorf y rindieron bien, siendo el mejor en conjunto el Jaguar, a pesar de los serios problemas que tuvo con el motor. Sin embargo el ejército alemán rechazó equiparse con un carro que consideró inmaduro, aunque parece en la decisión pesó que fuese un diseño italiano. Finalmente fue escogido el VK 30.04 de Alkett, no tanto por sus características sino porque al conservar elementos comunes con el Panzer IV la producción podría iniciarse casi inmediatamente en las mismas cadenas de montaje. El nuevo tanque sería llamado Panzer V Panther. Aparte, el Jaguar fue considerado tan prometedor que también seleccionado para ser producido en Francia e Italia. El VK 30.03 de Daimler Benz fue considerado el peor de los tres y fue descartado; el prototipo se conserva en el museo de medios acorazados de Kummersdorf.

El Panzer V llevó la torre inicialmente desarrollada por Rheinmetall para el VK 45.01(H) (que finalmente fue desarrollado como Panzer VI Tiger), pero en posición ligeramente adelantada. Las primeras unidades estuvieron armadas con el cañón 75L48, que fue sustituido por el 75L70 a partir del ejemplar número 32. Los vehículos de preserie estuvieron disponibles en marzo de 1942, y los primeros de serie, ya con el cañón de 75 largo, entraron en combate en las cercanías de Kiev en septiembre de 1942.

Producción

Como el Panther compartía muchos componentes con el Panzer IV se esperaba que empezase a fabricarse inmediatamente, pero la introducción de algunos cambios causó un retraso de dos meses respecto a las previsiones. Solo a partir de marzo de 1942 pudo sustituir al Panzer IV en las cadenas de montaje. La gran demanda hizo que también fuese fabricado por MAN en Essen, Daimler-Benz en Berlín, Maschinenfabrik Niedersachsen en Hanover, y Henschel & Sohn en St. Valentin. El objetivo inicial de producción fue de 500 unidades al mes, aumentadas posteriormente a 750, aunque esta cifra nunca fue alcanzada, en parte por el cambio de la política del ejército que dio mayor importancia a la fabricación de piezas de repuesto. En 1943 la media fue de 427 unidades al mes, que llegaron a 615 en los primeros meses de 1944. A partir de entonces el Panther empezó a ser sustituido por el tanque Jaguar, aunque la producción se mantuvo a bajo ritmo hasta 1947 y se mantuvo en servicio durante varios años más. La gran demanda obligó a subcontratar ciertos componentes a factorías de otros estados de la Unión Paneuropea. Por desgracia algunas piezas no cumplían los estándares de producción, especialmente las fabricadas en Hungría o en Eslovaquia, y fueron frecuente causa de averías.

El nuevo tanque estaba diseñado expresamente para la producción en masa, y el coste de cada unidad fue un 5% inferior al de su predecesor, requiriendo también menos materias primas y solo las dos terceras partes de horas de trabajo. Su precio fue de 97.300 RM (excluyendo la radio y el armamento), que pueden compararse con los 82.500 RM del StuG, 96.200 del Panzer III, 103.500 del Panzer IV, 112.300 del Jaguar o 250.800 RM del Tiger. Por tanto, el Panther fue uno de los vehículos alemanes con mejor relación coste-efectividad. En todo caso, al comparar los precios hay que considerar que la producción del Panther se benefició de las medidas de reorganización industrial de Albert Speer. En 1943 las cadenas de montaje alemanas ya se acercaban a la eficiencia de las norteamericanas y el precio unitario de los vehículos disminuyó todavía más, aunque lo mismo ocurrió con el competidos del Panther, el Jaguar.

Aunque Alkett presentó propuestas para construir un Panther mejorado que solucionase las principales deficiencias del carro, por entonces el ejército alemán había decidido que el Jaguar tenía mejor rendimiento y mayor capacidad de desarrollo. El Jaguar fue sustituyendo al Panther en las diferentes cadenas de montaje y tan solo se mantuvo en la de Maschinenfabrik Niedersachsen en Hannover, hasta que en 1947 fue sustituido por el Panther II, un diseño completamente nuevo.

Características

Los Panther llevaban el motor Maybach HL 210 de gasolina, que desarrollaba 480 Kw a 3.000 rpm. La disponibilidad a partir de 1943 de gasolina de mayor octanaje permitió sustituirlo por el HL 210 P30, de 520 Kw, que también incorporaba un filtro de aire mejorado. El motor HL 210 era un motor V12 muy compacto, con mínimo espacio entre cilindros. Para reducir el tamaño del motor, las bancadas de cilindros estaban desalineadas, disposición causó muchas vibraciones y gran desgaste de las bielas hasta que se solucionó con elementos compensadores. La autonomía era de 230 km.

Inicialmente el compartimento del motor era estanco para facilitar el vadeo, pero causó serios problemas de refrigeración. Otro importante defecto de las primeras series era que las conducciones de combustible no estaban bien aisladas y tenían fugas. Los vapores de combustible se acumulaban en el pobremente ventilado compartimento del motor pudiendo inflamarse, por lo que a partir de la unidad 150 se renunció a la estanqueidad. Además se mejoró el sistema de refrigeración, se rediseñaron las conducciones, y se instaló un tabique cortafuegos que impedía que los incendios del motor se extendiesen a la cámara de combate. La fiabilidad del motor mejoró con el tiempo, pasando de 850 km en las primeras series (intervalo medio sin averías mayores) a 1.500 km en 1943 y 2.500 km en 1944.

Las cadenas del Panther eran un 50% más anchas que las del Panzer IV: unido a la mayor longitud hicieron que la presión sobre el terreno fuese un 20% inferior, a pesar del mayor peso. Tenía una rueda dentada propulsora posterior, tres rodillos de retorno, y ocho pares de ruedas de acero intercaladas recubiertas de caucho artificial: el llamado diseño Schachtellaufwerk o FAMO, utilizado también por el tanque pesado Tiger y por los semiorugas Sd.Kfz 250 y 251. Un sistema de doble barra de torsión, ideado por el profesor Ernst Lehr, daba amplia carrera a las ruedas, permitiendo que la marcha fuese confortable incluso por terreno quebrado. Sin embargo el peso combinado del cañón y de la torre desgastaba rápidamente los rodillos frontales. Fueron sustituidos por otros de acero y se instalaron barras de torsión reforzadas, pero el problema no llegó a solucionarse por completo. Las dobles barras de torsión, por otra parte, requerían espacio bajo el motor y bajo la cesta de la torre, lo que elevó la altura de la barcaza y por tanto la total del tanque. Al estar cercanas al suelo eran vulnerables a las explosiones de minas, siendo habitual que los tanques así averiados tuviesen que ser trasladados a la factoría para retirar el suelo y reconstruir las barras de torsión dañadas. Otro problema era que las ruedas intercaladas se bloqueaban con facilidad por el barro o la nieve. El mantenimiento del sistema era laborioso: para sustituir una rueda interior no solo era preciso extraer la de eje dañado sino también las de los contiguos. Posteriormente se consideró que la suspensión del tanque Jaguar, similar pero sin ruedas intercaladas, que era marginalmente menos efectiva todo terreno y requería aceros especiales, suponía en conjunto mejor elección.

El Panther llevaba una caja de cambios semiautomática de siete velocidades AK 7-200 Synchromesh, diseñada por Zahnradfabrik Friedrichshafen (ZF), y una dirección de palancas. Aunque el Panther podía pivotar sobre el terreno, se desaconsejaba porque causaba gran desgaste en la transmisión y en las cadenas. Para evitar fallos, se recomendaba cambiar a la marcha adecuada antes de cada giro. La fiabilidad del conjunto de transmisión y dirección era mediocre, inferior a la del Panzer IV y poco mejor que la del Tiger por haber sido simplificado excesivamente para facilitar la producción en serie. Como promedio, la vida media entre fallos de la transmisión era inferior a 500 km. La necesidad de repararla o incluso de sustituirla hacía que la disponibilidad del Panther raramente fuese superior al 60%. El entrenamiento de los conductores disminuyó la tasa de averías, pero siempre fue un tanque que necesitaba ser manejado con delicadeza por conductores experimentados. Se intentó solucionar el problema sustituyendo la transmisión ZF por la Lancia del Jaguar, pero para ello era preciso rediseñar la transmisión italiana. Dadas las otras limitaciones del Panther, se decidió no hacer modificaciones, y en su lugar adquirir más tanques Jaguar.

La protección del Panther era un 70% superior a la del Panzer IV, especialmente por haberse adoptado una coraza frontal oblicua que incrementaba en un 40% la resistencia para el mismo grosor, y por el aumento del espesor de la placa frontal. En un primer momento se consideró utilizar en el Panther el mismo concepto que en el Tiger, en el que la protección lateral y posterior era casi igual a la frontal. Sin embargo los análisis de carros dañados en combate demostraron que el 90% de los impactos se producía en el frontal de la torre y en la parte superior del glacis, por lo que resultaba más eficiente mejorar la protección frontal que la lateral; una táctica cuidadosa debía evitar exponer los vulnerables flancos. En las unidades de preserie la coraza era de acero endurecido pero se prescindió de dicha característica en las versiones de serie ya que en esa época era común la utilización de proyectiles perforantes de capacete, que anulaba los beneficios de la superficie endurecida. La placa frontal tenía un espesor de 70 mm y una inclinación de 55º, siendo equivalente a una placa vertical de 110 mm. Estaba machihembrada además de soldada a las placas laterales para impedir que impactos no penetrantes de proyectiles pesados la hundiesen. La protección lateral y posterior era menor, entre 40 y 50 mm. La superior era de solo 15 mm, y la presencia de las rejillas de los ventiladores la hacía vulnerable a ataques aéreos. Se ha criticado la relativa debilidad del blindaje lateral y superior, pero era similar o superior al de otros tanques coetáneos como el T-34 o el M4 Sherman. Algunas dotaciones soldaban en el frontal y en los laterales placas de acero, elementos de repuesto como ruedas o eslabones de cadena, o colocaban sacos de arena. La práctica fue proscrita porque además de ser poco efectiva (salvo contra cargas huecas) el aumento de peso dañaba la transmisión.

La protección se complementaba con cajas de almacenamiento interno de la munición de doble puerta resistentes a las deflagraciones. Estaban situadas en la barcaza, en las zonas menos expuestas. Aunque al ser propulsado por gasolina el Panther se incendiaba con relativa facilidad, esos fuegos eran lentos y permitían el escape de las dotaciones. Los incendios de propelente, de resultados catastróficos, eran poco comunes. Disminuyeron todavía más cuando se instalaron extintores automático activados por células fotoeléctricas y sensores de presión, sistema que resultó tan efectivo que se colocó en otros carros de combate del Pacto de Aquisgrán.

El Panther adoptaba con escasas modificaciones la torre diseñada por Rheinmetall para el Tiger y que no había podido montarse en ese tanque por limitaciones del anillo. El escudo frontal estaba formado por una placa redondeada de 100 mm de espesor, cuya forma creaba una trampa para proyectiles ya que los redirigía al techo del glacis. Se consideró sustituirla por un montaje similar al del tanque Jaguar, pero finalmente el Panther mantuvo la placa redondeada durante toda su carrera, aunque la versión final Panther E tenía un reborde inferior que disminuía el riesgo de los rebotes. La torre se movía con un motor hidráulico, pero solo alcanzaba la velocidad de giro máxima con el motor principal a altas revoluciones. Había un sistema manual auxiliar con ajuste fino para la puntería. La torre llevaba una cúpula para el comandante de siete periscopios que ofrecía una visión de 360º, que resultó tan útil que fue incorporada en el resto de los tanques del Pacto.

El armamento principal era un cañón Rheinmetall-Borsig 7,5 cm KwK 42 (L70) con mecanismo semiautomático de eyección de cartuchos. Se transportaban 62 disparos que aumentaron a 77 en la versión E, que prescindía del ametrallador. Aunque el calibre de 75 mm era habitual en los carros de combate, el Kwk 42 usaba cargas de gran tamaño, que junto con el largo tubo proporcionaban gran velocidad inicial y excelentes capacidades perforantes, superiores a las del Kwk 36 de 88 mm del Tiger. La trayectoria era muy tensa, facilitando la puntería, y tenía escasa dispersión. Inicialmente se distribuyó munición de tres tipos: Panzergranate 39/42 (perforante - explosivo de capacete), Sprenggranate 43 (de alto explosivo) y Panzergranate 40 (de núcleo perforante y envuelta rígida, similar al HVAP norteamericano). Con estos últimos proyectiles el cañón podía perforar incluso la coraza frontal del tanque pesado M29 norteamericano, aunque las dotaciones preferían el uso del Pzgr. 39/43 por causar mayor efecto en el interior de los tanques enemigos. También se distribuyeron proyectiles incendiarios-fumígenos, y al final de la guerra los proyectiles de alto explosivo fueron sustituidos por los Granate 44 de carga hueca, que conservando la efectividad contra la infantería tenían una apreciable capacidad antitanque.

El armamento se complementaba con dos ametralladoras MG34, una coaxial y otra en el glacis. En la versión E esta última fue retirada para ampliar el espacio de almacenamiento de munición. Muchos Panther llevaron una MG42 en la escotilla del jefe del carro para defensa antiaérea, e incluso algunos llevaron otra ametralladora adicional para el cargador. Gran parte de los carros contaron también con una pistola lanzahumos de 47 mm, instalada en el techo de la torre y que se manejaba desde el interior, y que podía disparar bombas antipersonal para defensa cercana.

Partiendo del Panther se preparó un cazacarros con cañón de 88L71, el Jagdpanther. Considerado inferior al Jagdjaguar, se fabricaron pocos. La necesidad de un blindado capaz de recuperar a carros pesados que tuviese más capacidad que en Bergepanzer IV hizo que se desarrollase el Bergepanther, armado solo con una ametralladora para autodefensa y que tenía grúa, gancho de remolque y cajas de almacenamiento para repuestos.

Uso en combate

Los primeros Panther fueron entregados al Panzer Abteilung 601 en Junio de 1942. Este batallón, así como los posteriormente creados 602 y 603, fueron unidades de conversión para adiestrar a las dotaciones sobre sus nuevos tanques. Operaron con la versión A (armada con el cañón de 75L48), mecánicamente deficiente y que no se consideraba apta para el combate.

El 8ª Panzer Regiment de la 8ª Panzerdivision fue la primera formación de combate en ser equipada con Panther en septiembre de 1941, y los utilizó por primera vez en la batalla de Lochwiza, en las cercanías de Kiev. Estas unidades eran de la versión A1, armadas ya con el Kwk 42 de 75L70. Sin embargo aun no eran vehículos maduros y sufrieron una alta tasa de averías. Aunque solo se perdieron tres en combate, otros ocho fueron destruidos por incendios debidos a problemas mecánicos.

A partir de enero de 1943 el ejército alemán empleó un número creciente de Panther, y a pesar de los problemas mecánicos la combinación de potente armamento y buena protección consiguió excelentes resultados. En el verano de 1943 el Panther era el tanque más numeroso del ejército alemán y se distinguió en las batallas de Jarkov y Stalingrado. Sin embargo mostró también sus limitaciones: a la escasa fiabilidad mecánica se unía el peso del blindaje frontal y el largo cañón, que sobrecargaban la suspensión delantera y limitaban la movilidad todo terreno. Además el tanque estaba sobrecargado y no podía aceptar mejoras en el armamento o la protección. La panzerwaffe prefería el Jaguar, que con el mismo armamento y similar protección era más ágil y tenía un perfil más bajo. Tras una valoración detenida, se decidió sustituir el Panther por el Jaguar, cerrándose las líneas de producción en el otoño de 1944, salvo en Hanover . A medida que se entregaban más tanques Jaguar los socios de la Unión Europea recibieron tanques Panther dados de baja por el ejército alemán. Este retiró sus últimos Panther de las unidades de primera línea en 1947, pero un número importante permaneció en servicio en los ejércitos yugoslavo y húngaro.

Respuesta aliada
Las cualidades del Panther y su presencia en gran número tuvieron hondo impacto en las potencias aliadas. La URSS descubrió que el cañón de 76 mm que montaban los tanques KV, T-34 y T-34M era ineficaz contra la coraza frontal, mientras que el Kwk 42 alemán podía batir a los tanques soviéticos a cualquier distancia. Como medida de emergencia varios chasis de tanques T-34 y KV fueron convertidos en autopropulsados, montando obuses de campaña de 122 y 152 mm. Esas armas eran capaces de dejar fuera de combate a un Panther, pero solo un pequeño número de SU-122 y SU-152 habían sido construidos cuando se libraron las grandes batallas de tanques del verano de 1943. También se construyeron dos centenares de tanques T-34-57, equipados con un cañón antitanque ZIS de altas prestaciones, pero solo eran efectivos contra el Panther a corta distancia. El único cañón eficaz contra el Panther a mayores distancias era el antiaéreo de 85 mm, que fue seleccionado para los siguientes desarrollos rusos: en octubre de 1943 se inició la producción del tanque KV-85, y en enero de 1944 se fabricaron los primeros SU-85 y T-34BM. Pero la mayor parte de los tanques en servicio siguieron siendo T-34 y T-34M, cuyo armamento no había llegado a potenciarse, y que eran muy inferiores a los tanques del Pacto.

El ejército norteamericano se enfrentó por primera vez con tanques Panther en febrero de 1943, en los combates de Dahla. Los tanques M3 que utilizaba no podían compararse a los Panther, e incluso el nuevo M4 solo podía combatirlos a corta distancia. Ni siquiera el cañón de 76 mm que armaba al tanque pesado M6 (y que también equipó al M4 desde mediados de 1944) podía perforar la coraza frontal del Panther a más de 500 metros. Tan solo en noviembre de 1944, con la entrada en servicio en pequeña escala del tanque medio M26, los norteamericanos tuvieron un tanque comparable al Panther.

Siguiendo la doctrina propugnada por el general McNair, los norteamericanos también construyeron cañones autopropulsados. A diferencia de los alemanes no llevaban el armamento en casamata, sino que eran muy similares a los tanques aunque con menor blindaje, torres sin techo y cañón algo más potente. Se pretendía que se enfrentasen a los tanques alemanes, y que los carros convencionales se empleasen contra la infantería. Esa teoría demostró estar equivocada: tanto el M10 como el M18 llevaban el cañón de 76 mm poco efectivo contra los Panther, y su escasa coraza los hizo muy vulnerables. En septiembre de 1944 se recibieron los primeros M36, que eran autopropulsados M10 (a su vez derivados del tanque medio M4) con cañón de 90 mm. En potencia de fuego eran comparables a los Panther, pero el blindaje seguía siendo deficiente.

Como medida de emergencia para conseguir un carro de combate capaz de superar a los nuevos tanques del Pacto, el ejército norteamericano reinició el desarrollo del tanque pesado M6, equipándolo con un cañón de 90 mm. El M6A2E1 rivalizaba por peso con el Tiger I, al que recordaba vagamente por su frontal escalonado. Como llevaba el mismo conjunto de motor y transmisión que el tanque medio M4 pero pesando casi el doble, no solo fueron muy lentos sino también muy propensos a las averías. La coraza seguía siendo inadecuada contra los cañones de 8,8 cm que por entonces llevaban no solo los Tiger sino también los Jagdjaguar y Jaguar, o contra los antitanques sin retroceso de 10,5 cm. Los pocos ejemplares empleados en combate dieron mal resultado y el desarrollo del M6A2 fue abandonado. También se diseñó un tanque pesado derivado del M26. Este vehículo, el M29, que solo participó en las fases finales de la Guerra de Supremacía, fue casi tan problemático como el M6A2. En la práctica el ejército de los Estados Unidos no dispuso durante la guerra de tanques comparables a los del Pacto.

Versiones

Panther A: 50 unidades de preserie con coraza de acero endurecido. Panther A1: 120 unidades, similares al Panther A y cúpula panorámica. Panther A2: con mejoras en el sistema de refrigeración: 320 unidades.

Panther B: versión experimental con cañón de 88L71, no construida en serie.

Panther C: la primera versión considerada apta para el combate, con torre Krupp y cañón de 75L71. 3.760 unidades.

Panther D: similar a la C, con mejoras en la transmisión y en la refrigeración. 5.400 unidades.

Panther E: versión final, sin ametrallador frontal, escudo de la torre mejorado y más capacidad de munición. 2.300 unidades.

Panther F: con frontal de la torre rediseñado y con transmisión Ansaldo AM-15 semiautomática. No construido.

Bergepanther: tanques Panther A convertidos en vehículos de recuperación (210 unidades), y Panther D y E de nueva construcción (230).

Jagdpanther: cazacarros con cañón de 88L71 en casamata, basado en el Panther C. 220 unidades.

Producción total: Panther: 12.050. Jadgpanther: 220.

Especificaciones (Panther D)

Tipo: carro de combate medio.

Servicio: 1942 -1947 (Alemania). 1943 — 1958 (Pacto de Aquisgrán).

Usuarios: Alemania, Hungría, Eslovaquia, Yugoslavia, Finlandia, Rumania, Ucrania, Suecia, Turquía, Irak, Irán, China.

Diseñador: Alkett.

Diseño: 1941.

Producido: 1941 - 1947.

Peso: 38,2 Tn. 39 Tn (Jagdpanther).

Longitud: 6,2 m (sin contar el cañón). 9,1 m (con cañón).

Ancho: 3,02 m.

Altura: 2,91 m.

Tripulación: 5 hombres. Panther E: 4 hombres.

Blindaje: 110 mm.

Armamento: Cañón KwK 42 75L70. Dos o tres ametralladoras MG34 de 7,92 mm.

Motor: Maybach HL210 de gasolina 410 Kw.

Relación Peso/Potencia: 8,4 Kw/Tn

Transmisión: ZF de siete velocidades adelante y dos detrás.

Suspensión: Barras de torsión.

Altura sobre el suelo: 460 mm.

Combustible: 420 litros.

Autonomía: 190 km.

Velocidad: 48 km/h.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mar Ago 15, 2017 1:42 am

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Cañonero antisubmarino clase Noya

Cañoneros antisubmarinos clase Noya

Los cañoneros de la clase Noya (posteriormente redenominados cor-betas) fueron construidos para la Armada Española y para la Kriegsmarine partiendo de un diseño de los astilleros Echevarrieta, a su vez lejanamente inspirado en la clase Flower británica, de la que se habían podido estudiar las unidades en construcción en astilleros franceses. Tenían un casco de mayor tamaño que las hizo más marineras. Las superestructuras eran muy diferentes a las de los barcos ingleses y recordaban a las corbetas italianas de la clase Gabbiano. Aunque según el diseño los Noya debían ser propulsados por un motor diésel MAN, dificultades con el suministro llevaron a que muchas unidades recibiesen una planta de vapor de triple expansión.

Inicialmente los Noya estaban armados con un cañón de 10,5 cm y seis de dos cm en montajes dobles, dos varaderos para cargas de profundidad y un lanzacohetes antisubmarino. Posteriormente en muchos se sustituyó el cañón de 10,5 cm por dos antiaéreos de 3,7 cm. Disponían de hidrófonos, un sonotelémetro de casco, y a partir de mediados de 1942 fueron equipados con radiotelémetro.
Los Noya sustituyeron en las misiones de vigilancia costera y de es-colta a los «bous» o pesqueros de altura militarizados, que a pesar de su buen desempeño en la Guerra Civil Española dieron mal resultado en la Guerra de Supremacía. Los Noya resultaron ser buques resistentes, muy marineros y gracias a su potente armamento, temidos por los submarinos aliados. Sin embargo, su limitada velocidad los relegaba a la protección de convoyes lentos y les impedía dar caza a los sumergibles en superficie. Aun así rindieron meritorios servicios en la vigilancia de las costas españolas y del estrecho de Gibraltar. A medida que se dispuso de buques de mejores características fueron empleadas en otras misiones como la lucha contra minas o el rescate.

La Kriegsmarine solicitó 24 unidades para la protección de sus bases, adquiriendo posteriormente otras 12 al ser consideradas más eficaces que las corbetas italianas de la clase Gabbiano o los Flottentorpedoboot. Se perdieron nueve unidades. Del resto, ocho fueron transferidas a Finlandia al finalizar la guerra y el resto, empleadas como patrulleros durante un decenio.

El Moguer fue construido por los astilleros Echevarrieta en Bilbao y entregado a la Armada en septiembre de 1942. Operó con las fuerzas de vigilancia del Estrecho y a partir de 1944, como buque de salvamento. En 1946 fue retirado y fue desguazado al año siguiente.

Características

Longitud: 60 m (en la flotación).

Manga: 9,4 m.

Calado: 2,7 m.

Desplazamiento: 1.025 Tn a plena carga.

Propulsión: 1 motor diésel MAN, 2.500 HP, una hélice.

Velocidad: 16 nudos.

Autonomía: 4.000 millas náuticas a 12 nudos.

Dotación: 57 hombres.

Armamento: Original: 1 cañón de 10,5 cm, 6 de 2 cm. 2 varaderos de cargas de profundidad con 20 cargas. Modificado: 2 cañones de 3,7 cm, 4 cañones de 2 cm. Un lanzacohetes antisubmarino. 2 varaderos de cargas de profundidad con 24 cargas.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Jue Ago 17, 2017 2:46 pm

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Patrulleros antisubmarinos clase Urgull

Patrulleros antisubmarinos clase Urgull

La clase de patrulleros Urgull fue construida para la Armada Española durante la primera fase de la Guerra de Supremacía para complementar a otras unidades antisubmarinas. Llevaron nombre de colinas y sierras próximas al mar.

Tenían casco de pesquero de altura con casco de madera y, depen-diendo del astillero donde habían sido construidos, había pequeñas diferencias. La carencia de madera curada hizo que las últimas unidades se construyeron de acero; estos últimas tenían diferencias menores. Aunque estaba previsto equiparlos con motores diésel, muchas unidades llevaron otros de gasolina procedentes de pesqueros, que les daban prestaciones inferiores. El armamento también era variable dependiendo de las existencias en almacenes y en buques desmilitarizados. En muchas unidades tuvo que ser aligerado para mejorar su comportamiento con mala mar, y a finales de la guerra consistía solo en ametralladoras y cañones ligeros, más armas antisubmarinas.

Los Urgull actuaron en misiones de vigilancia, antisubmarina costera y, las unidades con casco de madera, en la guerra contra minas. Al finalizar el conflicto muchos fueron convertidos en pesqueros, otros desguazados, y algunos conservados como patrulleros.
El Monte del Toro fue una unidad de la primera serie, construido en Tarragona. Actuó en aguas del Estrecho de Gibraltar. Tras la guerra fue convertido en pesquero, pero en 1967 fue adquirido por una fundación privada y restaurado a su estado original. Actualmente se conserva en el Arsenal de Cartagena.

El Sierra Helada pertenece a la subclase Tibidabo de casco de acero. Entregado avanzada la guerra, operó en las costas gallegas y en la vigilancia de la base naval de Vigo. Posteriormente tuvo una larga carrera como patrullero de vigilancia aduanera, siendo retirado en los años sesenta.

Características (Monte del Toro)

Longitud: 32 m (en la flotación).

Manga: 5,7 m.

Calado: 1,95 m.

Desplazamiento: 211 Tn (a plena carga).

Propulsión: 1 motor diésel MAN, 400 HP, una hélice.

Velocidad: 11,5 nudos.

Autonomía: 1.000 millas náuticas a 12 nudos.

Dotación: 29 hombres.

Armamento: 1 cañón de 10,2 cm, dos cañones de 2 cm. Un varadero de cargas de profundidad con 20 cargas (1941). Dos cañones de 2 cm, dos ametralladoras y un lanzacohetes antisubmarino (1944).

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Vie Ago 18, 2017 9:26 am

Gracias por las nuevas entregas, Domper.

Una pregunta: ¿Llevar la tracción a la rueda trasera del Panther, en lugar de mantenerla en la delantera como en el modelo original, es para simplificar la transmisión y ganar ergonomía en el interior de la barcaza u obedece a otros motivos?

Saludos.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Vie Ago 18, 2017 5:31 pm

Es para simplificar, evitando tener que poner un eje en ele suelo del tanque.

Un detalle, de los patrulleros, donde pone «20 cargas» debiera poner «seis cargas». Está pegado del mensaje anterior y no detecté el fallo.

Saludos

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Ago 20, 2017 3:26 pm

Gracias, Domper. Sí, eso mismo fue lo primero que pensé, evitas la columna de la transmisión y ganas en ergonomía interior, además de simplificar todo el sistema de transmisión. Una buena idea para solventar, en lo posible, uno de los principales puntos débiles del Panther.

Saludos.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Jue Ago 24, 2017 5:54 pm

Segunda parte

El once de marzo de 1938, cuando la Wehrmacht se preparaba para cruzar las fronteras de Austria, la superficie de Alemania era de 468.787 kilómetros. Cuatro años después la Unión Paneuropea, la criatura que había alumbrado Goering y que Berlín dirigía, extendía su poder sobre catorce millones de kilómetros cuadrados: cuatro millones en Europa, trece en África, otro en Asia.

Catorce millones de kilómetros cuadrados es una extensión inimaginable. Si quisiésemos trazar un surco que recorriese cada palmo de terreno, necesitaríamos tanto tiempo como el transcurrido desde la creación del Universo. Pero no tendríamos que hacerlo solos, pues un enorme número de almas, al menos trescientos millones, poblaban esos inmensos territorios. Almas y cuerpos que, unos fervorosamente, otros con renuencia, seguían las directrices que emanaban desde Berlín. El Imperio Alemán había alcanzado unos límites inconcebibles y aspiraba a conseguir la victoria final sobre el bando aliado, en el que aparte de unos pocos exiliados ya solo Gran Bretaña militaba.

Pero, aun siendo enorme, el Reich seguía siendo pequeño comparado con el potencial de su enemigo. El imperio británico todavía regía sobre cuatrocientos millones de personas en una superficie que doblaba a la de la Unión Paneuropea y sus colonias. La neutral pero inquietante Unión Soviética era más extensa, casi más poblada, y disponía de imponentes recursos naturales de todo tipo. Los Estados Unidos no eran demasiado grandes, apenas el doble de las posesiones europeas de la Unión, ni podían rivalizar en población; pero su economía era comparable a la del resto del mundo junto, y si bien se mantenían nominalmente al margen de la guerra, se posicionaban claramente del lado de británico. Reunidos, abrumarían al Reich y a sus aliados, por grande que fuese.

No había opciones para Alemania. Para vencer debía derrotar a los ingleses mientras aun era factible. Si podía.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Sep 06, 2017 12:21 am

Tras el paréntesis vacacional, una imagen:

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El Graf Zeppelin en DeviantArt


KGS Graf Zeppelin

Aunque varias potencias se habían equipado con portaaviones en el periodo de entreguerras, generalmente eran considerados buques auxilia-res, destinados a la exploración y a la protección de los buques de batalla (los acorazados) y no como buques capitales en sí mismos. El Grossadmiral Raeder, que dirigió la reconstrucción de la Kriegsmarine en los años treinta, compartía la opinión. Además proponía una estrategia según la cual la marina alemana no disputaría el dominio del mar a los británicos, sino que lo negaría empleando cruceros de superficie y submarinos. Los portaaviones, que debido a las necesidades de combustible para su fuerza aérea tenían autonomía limitada, no entraban en sus planes. Sin embargo, ya que varias potencias habían decidido construir portaaviones, finalmente solicitó dos unidades. En 1935 se aprobó la construcción del Flugzeugträger «A», posteriormente bautizado Graf Zeppelin en honor del inventor de principios de siglo. Sin embargo, la inexperiencia dela Kriegsmarine hizo que el diseño fuese muy ineficiente, con características propias de buques un decenio anteriores (como la potente batería de superficie) y sobre todo el complejo e ineficiente sistema de lanzamiento de aviones, con una catapulta de gran longitud y carritos especiales para cada modelo.

En diciembre de 1938 fue botado, y cuando se desencadenó la guerra de supremacía estaba completo en un 85%. La escasez de acero y el escaso interés de Raeder hicieron que las obras se ralentizasen, y se suspendiesen tras la conquista de Noruega, ante la necesidad de buques ligeros. Sin embargo, el almirante Marschall, que había sustituido a Raeder por Marschall en julio de 1941, consideraba que los portaaviones podrían tener un papel relevante. El ataque realizado por los aviones del portaaviones inglés Ark Royal contra el Scharnhorst, y sobre todo el papel de las unidades inglesas en la batalla de San Vicente, hicieron que se reemprendiesen las obras. Se buscó la colaboración japonesa, y siguiendo su consejo se sustituyó el sistema de lanzamiento y de recogida por uno más sencillo similar al del Akagi. Asimismo se retiró la batería de superficie colocando en su lugar armas antiaéreas adicionales.

El Graf Zeppelin fue entregado en diciembre de 1942, e inició las operaciones aéreas en febrero, solo cuatro después que desde el Putziger un Arado 96 DM apontase y despegase por primera vez en la Kriegsmarine. Sin embargo, la pérdida del Frisches (un portaaviones auxiliar gemelo del Putziger) el 14 de febrero tras un accidente de un avión hizo que Marschall ordenase la suspensión de las pruebas mientras se investigaban las causas. En marzo se reanudaron y aunque en el Graf Zeppelin también se produjeron varios accidentes, ninguno tuvo consecuencias graves para el buque. Pero cuando el buque se trasladaba a Kiel para recibir sus primeros aviones de combate, fue gravemente dañado por la explosión de una mina magnética que abrió una gran brecha en el casco. Fue preciso embarrancar el buque para evitar su pérdida, pero se produjeron daños adicionales y el casco quedó deformado. Aunque fue reparado y volvió a la Kriegsmarine en abril de 1943, la velocidad del buque había quedado limitada a 21 nudos y tan solo puso ser empleado para la instrucción, operando casi exclusivamente con los entrenadores Arado 96 DM y Fieseler 168 BM.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Sep 06, 2017 12:15 pm

Otro barquito, cortesía de ReyTuerto

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El Hindenburg en DeviantArt

Clase Hindenburg

Los portaaviones ligeros de la clase Hindenburg fueron construidos por la Kriegsmarine durante la Guerra de Supremacía, y empleados durante las fases finales del conflicto y en los primeros años de la posguerra. Llevaron nombres de grandes personajes (políticos y militares) alemanes; aunque la primera unidad debiera haberse llamado Adolf Hitler, tras la muerte de su sucesor Goering fue bautizada Hindenburg, en honor del mariscal y posterior presidente de la república alemana.

El primer portaaviones de la Kriegsmarine fue el Graf Zeppelin, en-tregado en febrero de 1941. Pero no solo era un buque defectuoso debido a la inexperiencia alemana en este tipo de unidades, sino que los graves causados por una mina impidieron emplearlo en acciones bélicas y solo pudo ser empleado para la instrucción. Por entonces, la marina alemana había comprendido que en la aviación naval estaba el futuro de la guerra marítima, por lo que se estaban modificando buques mercantes como portaaviones auxiliares (programa Hilfsflugzeugträger 40). Pero se trataba de barcos de características mediocres que no podían enfrentarse a los portaaviones de flota aliados. Se consideró imprescindible proveerse con buques similares a los enemigos. Dio mayor impulso al programa la consideración de que los portaaviones eran unidades más adecuadas que los acorazados para el crecimiento de la flota, al no requerir materiales especiales como grandes blindajes o cañones pesados.

Por orden del almirante Marschall, en 1940 se habían iniciado los estudios para la construcción de portaaviones para la Kriegsmarine. Se consideraron varias opciones, incluyendo buques muy ligeros de apenas seis mil toneladas que probablemente hubiesen sido inadecuados. Finalmente se había decidido construir un diseño derivado del Graf Zeppelin, a pesar de sus obvias eficiencias. Pero en esa fase del conflicto, y a pesar de las malas relaciones entre Japón y Alemania, la Kriegsmarine mantenía estrechas relaciones con su equivalente nipona, y gracias a su asistencia pudo emprenderse la construcción de unidades derivadas de los proyectos nipones G-15 (un portaaviones pesado mejora del Taiho, equivalente a los Indomitable británicos o los Essex norteamericanos) y G-16. Este último, una mejora del portaaviones ligero Soryu, estaba ideado para su construcción rápida en gradas aptas para cruceros o buques de pasaje.

Las unidades alemanas, sin embargo, tenían importantes diferencias con las japonesas, en parte debidas a las diferentes técnicas constructivas (por ejemplo, el casco derivaba de los de cruceros dela preguerra) y en parte gracias a la experiencia adquirida con los portaaviones auxiliares y mediante el estudio de otros buques (los portaaviones franceses clase Joffre, o los restos del inglés Eagle, abandonado en Alejandría). Entre las más llamativas estaba el puente de mando de mayores dimensiones con chimenea vertical (la oblicua japonesa se consideró más compleja y además las pruebas con modelos mostraron que no era necesaria). La proa era cerrada, como la del japonés Taiho, al ser más adecuada para las tormentosas aguas del Atlántico Norte. El hangar no era interior como en los barcos japoneses; esta disposición, que había sido escogida para facilitar su construcción, permitió construir aperturas para la ventilación forzada y combatir los fuegos, medida considerada necesaria tras la pérdida del portaaviones auxiliar Frisches por un incendio secundario a un accidente. Otra modificación de gran calado, hecha durante la construcción, fue la adopción de una cubierta de vuelo oblicua que hacía más seguras las operaciones aéreas. Como en los Unryu, se había previsto que se pudiesen instalar diversos tipos de plantas motrices; las dos primeras unidades (Hindenburg y Moltke) llevaron las plantas motrices destinadas a cruceros de la clase Stadt, limitando su velocidad a 29 nudos; las siguientes recibieron plantas de mayor potencia que les permitieron alcanzar los 31 nudos. El armamento inicialmente estaba compuesto por cañones antiaé-reos de 10,5 y 3,7 cm, pero en las cuatro últimas unidades fue sustituido por una batería de cañones automáticos de 7,5 cm. El equipo electrónico era muy completo e incluía radiotelémetros de exploración, de dirección de aeronaves, de tiro, y sistemas de escucha e interferencia. El Derfflinger y el Mackensen llevaron también hidrófonos y sonotelémetros de detección submarina. La clase había sido diseñada para facilitar su construcción rápida y recibió máxima prioridad. Las dificultades encontradas y los cambios de diseño hicieron que la entrega del Hindenburg, cuya quilla se había puesto en junio de 1941, se demorase hasta diciembre de 1943. El tiempo medio de construcción de las restantes unidades fue de veintitrés meses, aunque se consiguió terminar la cuarta (el Yorck) en solo diecinueve.

La recepción de estos buques permitió la rápida expansión de la fuerza aeronaval alemana suponiendo una seria amenaza para la norteamericana, y jugando un papel capital en la resolución del conflicto bélico. Por desgracia el pequeño tamaño las hizo vulnerables y tres (Goeben, Graf Spee y Tegetthoff) se perdieron. Otros dos (Moltke y Yorck) sufrieron daños graves que obligaron a su retirada. De los siete supervivientes, el Hindenburg, menos potente y en peor estado, fue desguazado al finalizar el conflicto. Al ser demasiado pequeños pequeños para operar con reactores de altas prestaciones, la Kriegsmarine solo conservó las dos últimas unidades como portaaviones antisubmarinos, pasando los otros cuatro a la reserva y posteriormente transferidos a marinas aliadas.


Características (Mackensen):

Desplazamiento: 19.320 Tn estándar.

Longitud: 231,19 m (en la flotación). Manga: 22 m. Calado: 7,92 m.

Propulsión: 8 calderas Rateau-Bretagne y turbinas engranadas Wagner, con 160.000 HP Velocidad: 32 nudos.

Autonomía: 6.500 millas náuticas a 18 nudos.

Dotación: 1.415.

Armamento: 12 cañones automáticos Breda de 7,5 cm. Un lanza-cohetes antisubmarino.

Coraza: cubierta del hangar: 3 cm.

Grupo aéreo: 50 aeronaves (en 1945, 24 Fw 190, 16 Ju 287, 6 Fi 168, 4 Fa 223).

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Sep 06, 2017 5:58 pm

Otro magnífico dibujo de ReyTuerto que ya conocemos:

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Crucero ligero Galicia en DeviantArt

Crucero ligero Galicia

Atención: el texto está escrito según la historia alternativa narrada en «El Visitante» y por ello se emplean términos como «Alzamiento Nacional», sin que ello indique que el autor tenga inclinaciones ideológicas en tal sentido.

El Plan Miranda de 1915 de expansión de la Armada Española preveía la construcción, entre otras unidades, de cuatro cruceros ligeros. Dos de ellos, inspirados en la clase «C» británica, nacieron ya anticuados y su valor militar fue escaso, pero la otra pareja, la clase Cervera, dio tan buen resultado que fue ampliada en otra unidad. Los Cervera estaban basados en la clase «E» británica aunque con cambios en la distribución de las calderas. Por desgracia, las tres unidades conservaban características obsoletas como los montajes artilleros parcialmente abiertos.

La segunda unidad de la clase, bautizada Príncipe Alfonso, fue redenominado Libertad tras el derrocamiento de la monarquía. Al producirse el Alzamiento Nacional la tripulación se amotinó contra sus mandos y se unió a la flota republicana. Participó en el combate del cabo Cherchel, alcanzando al crucero pesado Baleares al que causó serios daños, y en el del cabo de Palos, donde fue hundido el ya citado Baleares. En 1939 huyó a Bizerta (Túnez) donde fue internado y luego devuelto a la Armada Española, siendo rebautizado Galicia.

En parte por haber quedado en zona nacional los arsenales del Ferrol y de la Carraca, y en parte por desidia, no se había hecho el necesario mantenimiento del buque cuyas calderas estaban en muy malas condiciones. Se decidió aprovechar el periodo de reparaciones para reconstruir el crucero, redistribuyendo el armamento principal (que quedó en los extremos del buque aunque seguía estando en montajes), reforzando la artillería antiaérea, e instalando equipos electrónicos de origen alemán. Volvió al servicio en septiembre de 1941 siendo sus equipos claves en las operaciones subsiguientes. Participó en el hundimiento del Ramillies, los combates de las islas Desertas, San Vicente, bombardeo de Freetown y Rockall, pero tras ser gravemente da-ñado en la acción del Cabo Mayor fue trasladado al Ferrol donde las obras de reparación se demoraron dieciocho meses. Tras su vuelta al servicio operó como escolta de portaaviones hasta el final de la guerra.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Sep 06, 2017 6:46 pm

Un barquito más, este mío partiendo de un dibujo de Gollevainen.

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Clase García de los Reyes en DeviantArt

Torpederos clase García de los Reyes

Los destructores ligeros o torpederos de la clase García de los Reyes fueron construidos por la Armada Española durante la Guerra de Supremacía.

Estaban basados lejanamente en los torpederos de las clases Orsa italiana y Le Fier francesa. Este tipo de buques habían sido diseñados por no estar incluidos en los tratados de limitación de armamentos navales de Washington y Londres, pero resultaron demasiado pequeños y no solo tenían capacidad militar limitada sino que resultaron poco marineros, su casco se dañaba con facilidad por el oleaje, y sus ligeras máquinas fueron excesivamente frágiles.

Sin embargo los García de los Reyes, al ser de tamaño algo mayor, solventaron muchos de estos inconvenientes, aunque no podían compararse a los destructores pesados contemporáneos. Fueron construidos en dos series, con casco soldado o remachado, dependiendo de las capacidades de los astilleros, y fueron empleados sobre todo como escoltas antisubmarinos rápidos, desmontando parte del armamento artillero. Posteriormente este fue sustituido por una batería de cañones automáticos Breda de 7,5 cm. De las veinticuatro unidades construidas sobrevivieron dieciséis a la guerra. Las de la segunda serie (de casco remachado) fueron dadas de baja en poco tiempo, pero las de la primera se mantuvieron en servicio hasta los sesenta. Dos que fueron transformados en patrulleros fueron los más longevos.

Características

Desplazamiento: 1,260 Tn estándar, 1.530 Tn a plena carga.

Longitud: 92,15 m (en la flotación). Manga: 9,35 m (9,80 en los Capitán Barreto). Calado: 3,3 m.

Propulsión: 2 calderas Yarrow, 2 turbinas engranadas Parsons, 19.000 HP, dos hélices. Velocidad: 29.5 nudos.

Autonomía: 3.500 millas náuticas a 18 nudos.

Dotación: 175.

Armamento (original): Tres cañones de 10,5 cm, ocho de 3,7 cm, ocho de 2 cm. Dos montajes triples lanzatorpedos de 53,3 cm. Dos varaderos de cargas de profundidad con 24 cargas.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mié Sep 06, 2017 7:35 pm

Otro estupendo dibujo de ReyTuerto con algunos cambios míos:

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Junkers 189 en DeviantArt

Junkers Ju 189

El programa de bombarderos pesados de la Luftwaffe avanzaba a buen ritmo desde que el general Ritter von Greim aceptó la sugerencia de Heinkel de desarrollar una versión cuatrimotor del Heinkel 177, el Heinkel 277. El He 277 era un aparato muy avanzado, con capacidad superior a la de los bombarderos cuatrimotores en servicio (el norteamericano B-17 Fortress y los británicos Stirling y Halifax) aunque inferior a la del Boeing B-29, por entonces en desarrollo. Paralelamente Messerschmitt estaba desarrollando el Me 264, un aparato de características aun superiores pero cuyo prototipo aun no había efectuado su primer vuelo. Además el Reichsluftfahrtministerium había solicitado a Messerschmitt que reemplazase los motores Daimler Benz DB 603, con los que se pretendía equipar a varios modelos de aviones del Pacto de Aquisgrán, por el más avanzado y potente Junkers Jumo 214. Con una planta motriz de gran potencia y buen rendimiento a alta cota el Me 264 prometía excepcionales características, pero el desarrollo del modelo sufrió un retraso de varios meses.

Tanto el He 277 como el Me 264 suponían un importante riesgo tecnológico, y de fracasar la Luftwaffe carecería de bombarderos pesados similares a los de sus contrincantes. Como alternativa el RLM encargó a Junkers el desarrollo de una versión de bombardeo de su cuatrimotor de pasajeros Junkers Ju 90, que era una evolución, a su vez, del Ju 89, un bombardero rechazado por el RLM.

Se ofreció a Junkers una prima si conseguía que el nuevo avión estuviese dispuesto antes de seis meses. Para acortar plazos se partió del prototipo Ju 90 V6, conservando la nueva planta alar y la configuración de los planos de cola, pero con un fuselaje más estrecho derivado del Ju 89. El nuevo aparato, que recibió la designación Junkers Ju 189, hizo su primer vuelo el 11 de octubre de 1941, sin mostrar defectos graves. Sin embargo sus prestaciones resultaron mediocres, especialmente el techo operativo y la velocidad máxima. Además, al ser un avión de ala baja la bodega era de pequeñas dimensiones, por lo que la carga máxima de bombas o las armas de gran tamaño solo podían transportarse externamente. Por el contrario, dos incidentes ocurridos con los prototipos V2 y V4 (una fractura del tren de aterrizaje y un accidente en pista con el prototipo del Ju 188) mostraron la gran solidez del aparato, que posteriormente llegaría a ser proverbial.
El RLM estuvo considerando rechazar el nuevo avión, pero el general Von Richthofen decidió aceptarlo a causa de las demoras de los He 277 y Me 264. Además, aunque el Ju 189 fuese inferior en velocidad y techo al Dornier 217, ya en servicio, podía llevar una carga bélica un 50% superior al doble de distancia. El armamento defensivo era más potente y estaba mejor distribuido que en el Dornier.

Finalmente el Ju 189 fue aceptado y fue destinado inicialmente a las secciones de bombardero nocturno y a las de reconocimiento marítimo, en las que suplementó y luego sustituyó a los Focke Wulf 200. El Kampfgeschwader KG 80, creado en enero de 1942 en Galicia (España) para efectuar operaciones aeronavales en el Océano Atlántico, recibió en marzo de 1942 los primeros Ju 189 B-0 de preserie, equipados con el nuevo radar FuG 241 Ries de onda centimétrica, que en mayo efectuaron las primeras misiones de combate.

Aparatos representados:

Junkers Ju 189 V3. Fue el primero equipado con armamento, incorporando una torre defensiva en cola.

Junkers Ju 189 A2. III/KG1 «Hindenburg». Venlo (Holanda), junio de 1942. La A2 fue la primera versión de bombardeo en servicio. Aunque tenía prestaciones limitadas, su gran alcance y sobre todo la resistencia del aparato lo hizo una máquina eficiente, aunque requería escolta para operar. En 1943, tras la entrada en servicio del mucho más capaz He 277, el Ju 189 fue relegado al bombardeo nocturno.

Junkers Ju 189 V4. Este aparato se accidentó en Rechlín al colisionar con un Ju 188, pero los daños fueron escasos y pudo ser reparado, siendo transformado en el prototipo de la versión de reconocimiento marítimo.

Junkers Ju 189 B3. I/KG 40. Labacoya (España), julio de 1942. El Ju 189 se reveló especialmente útil como aparato de patrulla marítima sustituyendo a los vulnerables Fw 190. Este aparato dispone de radiotelémetro FuG 241 (en un carenado en la panza) y de radiogoniómetro FuMB 3 Helgoland, destinado a detectar las emisiones de radiotelémetros británicos (carenado bajo el morro).

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Jue Sep 07, 2017 8:15 pm

Vuelta al relato:

Capítulo 16

Cuando se viaja en avión solamente existen dos clases de emociones: el aburrimiento y el terror.

Orson Welles


Friedrich, Jörg. La guerra que hubo que ganar. Spiegel-Verlag. Berlín, 2007.



Tras la infructuosa salida al Atlántico de la división de cruceros del almirante Regalado, en Londres se seguía debatiendo sobre cuál sería el siguiente movimiento del Pacto. Sin embargo, aun no se había conseguido localizar a los buques mayores del Pacto. Se los había supuesto en el Atlántico, apoyando a los cruceros, pero los reconocimientos realizados habían sido infructuosos. Además se había detectado la salida desde Nápoles de un gran convoy de tropas que parecía dirigirse hacia Oriente. Esta posibilidad pareció realizarse cuando la escuadra francesa del almirante Laborde inició la segunda fase de las operaciones en el Mar Rojo.

El citado mar es una estrecha franja acuática que a pesar de tener dos mil doscientos kilómetros de longitud solo tiene doscientos setenta de anchura máxima. Se comunica con el Mediterráneo por el Canal de Suez, y con el Océano Índico por el estrecho de Bab-el-Mandeb, entre el extremo sur de la península arábica y Djibuti, de veintisiete kilómetros de anchura. El estrecho está dividido por la isla de Perim en dos canales, el occidental de veinticinco kilómetros de anchura y profundidad máxima de trescientos metros, y el occidental de solo dos kilómetros con sondas máximas de treinta metros.

Desde la antigüedad el Mar Rojo había permitido la conexión entre China y la India con el mundo Mediterráneo, siendo el control de sus accesos de gran importancia estratégica. La apertura del Canal de Suez le dio aun mayor valor al ser la vía más rápida de conexión entre Europa y Asia, y especialmente entre la metrópoli británica y su enorme colonia hindú. Por tanto, se convirtió en objetivo principal del Imperio Británico el control de sus dos salidas, primero la artificial de Suez (desplazando la previa influencia francesa) y la de Bab-el-Mandeb. Pero en el mismo estrecho el terreno resultaba particularmente inhóspito: extremadamente árido y caluroso, y sujeto a frecuente actividad volcánica. Solo en la costa yemení había algunas aldeas de pescadores, pero en el resto no había ocupación humana permanente, ni siquiera en la estratégica isla de Perim, que carecía de fuentes de agua. Aunque la isla había sido ocupada por diferentes potencias europeas desde el siglo XVI, nunca había tenido guarniciones importantes. La base británica principal tuvo que establecerse ciento cincuenta kilómetros al este, en Adén.

Tras la entrada en guerra de Italia en 1940, las posiciones en el estrecho y en Adén resultaban imprescindibles para impedir la salida al indefenso Océano Índico de la escuadra italiana apostada en Massaua. Cuando en 1941 las fuerzas inglesas fueron expulsadas de Egipto y Palestina, y se procedió a limpiar el Canal de Suez, la amenaza ya no fue del paso de unos pocos destructores o cruceros auxiliares, sino de la potente Regia Marina. Situación que la evacuación de Sudán con la pérdida de las últimas posiciones en el Mar Rojo (exceptuando las del estrecho) agravó. La posesión de Bab-el-Mandeb no solo cerraba el acceso al Índico, sino que permitía la entrada de fuerzas ligeras inglesas al Mar Rojo: mientras que el canal principal había sido minado y era batido por una batería instalada en Perim, el canal oriental, inaccesible para los italianos, permitía el paso franco de los submarinos ingleses.

A pesar del gran valor del enclave, la guarnición era muy reducida: una compañía en Perim y algunos escuadrones de fuerzas indígenas en Ras Menheli y en la aldea de Schech Said. Tras la pérdida de Suez se decidió reforzar la guarnición, pero la llegada de fuerzas adicionales se retrasó una y otra vez. Las graves pérdidas sufridas en Irak, el temor a una invasión japonesa de Malasia, y el creciente descontento en la India hicieron que las únicas fuerzas disponibles fuesen las evacuadas de Sudán: la Primera Brigada de Sudáfrica, que fue desplegada en la isla de Perim, la 23ª brigada de Nigeria en Ras Menheli, y los batallones 1/2º y 3/15º del Punjab en el interior. El general Brink tenía el mando de las tropas, que aunque nominalmente eran fuertes y numerosas, en conjunto tenían escaso valor combativo: estaban muy por debajo de sus efectivos tras haber sufrido muchas bajas en las operaciones precedentes, se carecía de material pesado, y las tropas estaban muy bajas de moral tras las continuas retiradas. El espíritu de algunas unidades disminuyó más por las tensiones raciales: los batallones punjabíes, que ya habían sido retirados dos veces (de Aqaba y de Sudán), fueron tachados de cobardes y relegados por los sudafricanos. Al no haber defensas fijas los soldados tuvieron que cavar trincheras bajo el fuerte sol, con el agua severamente racionada, y bajo los cada vez más frecuentes bombardeos de la aviación del Pacto que operaba desde Massawa y posteriormente desde la más próxima Assab.

Tras el combate de las islas Dahlak la escuadra del almirante Laborde se había retirado a Suez para repostar y reponer munición, siendo además fue reforzada las fuerzas navales que habían participado en la invasión de Chipre. En total, Laborde disponía de dos acorazados (Strasbourg y Provence), dos cruceros pesados y seis ligeros, incluyendo al italiano Bari y al español Navarra. Las fuerzas de desembarco las proporcionaba la primera división de infantería colonial francesa y el segundo batallón paracaidista italiano, veterano de Malta.

El día 17 de febrero se hizo al mar la fuerza de invasión y el 20, coincidiendo con la salida al Atlántico de la flota combinada, comenzó el bombardeo de las posiciones británicas mientras los dragaminas despejaban los canales. Al día siguiente el 21º Regimiento de Infantería Colonial desembarcó en las playas del norte de la punta de Ras Menheli. Las baterías de la isla de Perim permanecieron en silencio: construidas para dominar el estrecho de Bab-el-Mandeb, sus arcos de tiro no cubrían las playas. Aunque el terreno volcánico hubiese permitido la resistencia, la brigada nigeriana había sido sorprendida por el bombardeo, tenía muchas bajas y se desmoronó: la mayor parte de los soldados se rindieron y solo algunas unidades intentaron unirse con los punjabíes del interior. A las cuatro horas la península había sido asegurada. La brigada sudafricana quedó aislada en la isla de Perim, sometida a repetidos ataques aéreos y al fuego de la flota. Una bomba alcanzó el aljibe principal, que no estaba protegido, dejando a las tropas casi sin agua. La isla capituló al día siguiente, horas antes de que se produjese un asalto anfibio.

Tras la caída de Bab-el-Mandeb la primera división colonial francesa se dirigió hacia Adén. Los escasos remanentes de la fuerza del general Brink, acosados por la sed, los ataques aéreos, y por bandas de forajidos árabes, apenas presentaron resistencia y la vital ciudad cayó dos semanas después. En total, los británicos perdieron quince mil hombres (casi todos prisioneros) mientras que las bajas francesas fueron nimias.

La captura de Bab-el-Mandeb y posteriormente de Adén tuvo una repercusión mucho mayor de lo calculado en Londres. La primera consecuencia fue que el Mar Rojo quedó cerrado a los submarinos británicos y se convirtió, como el Mediterráneo, en un lago del Pacto. Al poder ser abastecidas directamente, las tropas expedicionarias en Abisinia, Somalia y Yemen se prepararon para actuar contra los focos del dominio británico en el Índico. La nueva derrota inglesa hundió más su prestigio ante los árabes, y el rey Ibn Saud, que hasta entonces había sido hostil al Pacto, afirmó su neutralidad al mismo tiempo que enviaba una delegación a Berlín.

Pero la principal consecuencia fue sobre el dominio inglés del Océano Índico. La noticia del ataque a Bab-el-Mandeb, inicialmente, no causó excesiva preocupación en el Almirantazgo, creyendo que las restantes bases británicas en la región (Adén, Berbera en Somalia y la isla de Socotora) podrían bloquear la salida al océano de las fuerzas navales contrarias. Pero Adén se perdió poco después, y con él el dominio en Yemen. Berbera estaba amenazada y se vio sujeta a repetidos ataques aéreos por la aviación del Pacto, que había solucionado sus problemas logísticos. Durante la evacuación de Adén fueron hundidos el crucero Durban, el destructor Vampire y la corbeta Azalea, y en Berbera fue hundido el destructor Encounter y dañado el crucero Emerald; ante las pérdidas se decidió dejar solo una línea de vigilancia y retirar los buques pesados a Bombay. Incluso esa medida se reveló inadecuada cuando una flotilla de submarinos alemanes fue basada en Massaua y empezó a operar en el Golfo de Adén y el Mar Arábigo. En dos semanas fueron hundidos dos destructores, una corbeta y tres pesqueros armados, forzando a que la vigilancia tuviese que hacerse a mayor distancia. En la práctica quedó abierto el océano Índico a las incursiones de los buques del Pacto, y se facilitó el paso de buques «forzadores del bloqueo» con destino a la Indochina francesa y Japón.

Aunque la Eastern Fleet había sido reducida al haberse retirado los buques modernos supervivientes del Mediterráneo, aun contaba con dos acorazados, un portaaviones, cuatro cruceros pesados y seis ligeros. Sin embargo, su potencia real era pequeña. El portaaviones Hermes era un buque pequeño y anticuado con mínima capacidad. Los dos acorazados eran lso más viejos de la flota, y además el Royal Sovereign estaba siendo reparado en Triconmalee de los daños causados por un torpedo aéreo. La presencia en el Massaua del acorazado francés Strasbourg representaba una gravísima amenaza, ya que se trataba de un buque mucho más veloz que los barcos de batalla ingleses, con gran autonomía que le permitía operar como corsario, y que con su artillería pesada podía destruir a cualquier crucero inglés. Peor aun, la flota de superficie del Pacto, de la que se desconocía su posición, podía estar dirigiéndose hacia Suez para caer sobre las desprotegidas costas hindúes. El espectro de la pérdida de la joya de la corona corrió por Londres, y el Premier Churchill ordenó reforzar urgentemente las fuerzas del Índico, aunque fuese en detrimento de la Home Fleet. Los acorazados Valiant, Malaya y Barham y el portaaviones de escolta Archer aparejaron hacia el Cabo de Buena Esperanza intentando llegar al Índico cuanto antes.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Sab Sep 09, 2017 5:14 pm

Tenemos otros dos tanques dibujados por ReyTuerto

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Kätzchen y Mangouste en DeviantArt

Kätzchen y Mangouste

El concurso de 1941 para proveer de medios acorazados al Pacto de Aquisgrán preveía renovar el parque de transportes de personal, hasta entonces formado por múltiples tipos, tanto semiorugas como de ruedas o de cadenas, algo que causaba serios problemas logísticos. Prácticamente todas las industrias pesadas de la Unión Paneuropea optaron con diseños de todo tipo, pero la mayoría fueron descartados en la fase previa. Finalmente se aceptaron cuatro prototipos: el SdKfz 250 de Demag, que era una versión a menor escala de su semioruga SdKfz 251. El SdKfz 10 era un vehículo de orugas diseñado por MAN partiendo del Panzer II. BMM concursó con el Kätzchen, un derivado del Panzer 38, y Europanzer con el VAB 41, que se basaba en el transporte Lorraine 39 L. El SdKfz 10 de MAN fue descartado por su reducido tamaño y por ser técnicamente obsoleto. Aunque el SdKfz 250 resultó tener excelentes prestaciones por caminos, las campo traviesa fueron menores, y sobre todo se juzgó que los semiorugas eran excesivamente caros y complejos comparados con los que eran exclusivamente de cadenas.

El SdKfz 280 Vollkettenaufklarer 38 Kätzchen «gatita», producido por Böhmisch-Mährische Maschinenfabrik AG (BMM) en Ostrava (Moravia), fue el que tuvo mejores prestaciones y fue seleccionado por el ejército alemán, Era un vehículo de perfil bajo, con motor central y sin techo, con capacidad para el conductor, un tirador de ametralladora MG34, y hasta ocho infantes.

El Europanzer VAB 41 «Mangouste/Manguste» fue producido por Lorraine en Luneville y por Ansaldo en Génova. Aunque sus prestaciones en camino eran inferiores a las del Kätzchen, lo superaba en terrenos irregulares. El motor delantero no solo aumentaba la capacidad, que era de ocho a diez infantes (más el conductor y el ametrallador) sino que mejoraba la protección. La versión VAB 43 Belette incorporaba un techo para proteger a sus pasajeros de la artillería.

Sin embargo, tanto el Kätzchen como el Mangouste habían sido concebidos como «taxis blindados» y adolecían de protección cuando se empleaban como vehículos de asalto. A partir de 1945 fueron sustituidos por el Schützenjaguar (derivado del tanque Jaguar) en las misiones más comprometidas, aunque se conservaron los SdKfz 80y los VAB 43 para las restantes y para los escenarios en los que el Schützenjaguar resultaba demasiado pesado.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Sab Sep 09, 2017 5:33 pm

A seguir disfrutando con los dibujos de ReyTuerto

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Tanque Verdeja en DeviantArt

Tanque Verdeja

El Verdeja fue un carro de combate de proyecto autóctono destinado a reemplazar a los tanques Panzer I y T-26 del Ejército Español. Fue desarrollado por el capitán Don Félix Verdeja Bardales, que estaba al mando de la compañía de Carros de Combate de la Legión. El capitán Verdeja, comprendiendo la necesidad que el Ejército Nacional tendría de tanques, emprendió el diseño de un carro de combate que aunase las mejores características de los tanques Panzer I alemanes y T-26 rusos. Debido a su posición el capitán tenía acceso a los dos modelos, conocía tanto su rendimiento en combate como sus principales defectos, y pensaba que podía diseñar un nuevo tanque que, mejorando los dos carros antes citados, pudiese ser construido por la industria nacional.

A partir de aquí el texto es ucrónico. El Verdeja hubiese debido equipar a las formaciones acorazadas españolas y se aprobó la construcción de un millar, pero el penoso estado de la industria nacional y las dificultades de gestión causadas por imposiciones políticas hicieron que solo se finalizasen tres series de 20 unidades cada una (aunque gran parte de los vehículos de la primera fueron desmantelados para fabricar las siguientes). Los Verdeja tenían deficiencias, relacionadas con la mala calidad de los materiales y la tosca construcción, y cuando Alemania cedió un gran número de tanques Panzer 38 y autopropulsados Marder I, se decidió dar por finalizado el programa. Los carros construidos se emplearon brevemente para la instrucción y no llegaron a ser empleados en combate.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Sep 10, 2017 10:05 pm

Más de ReyTuerto: nuestro viejo conocido Jaguar (la primera parte).

Tabla de reconociminto del tanque Jaguar en DeviantArt

Tabla de reconocimiento del tanque Jaguar (I)

Durante la larga carrera del Europanzer Jaguar se produjeron gran tipo de variantes: además de las dieciséis principales, hubo ocho blindados auxiliares basados en el mismo chasis, y cuatro versiones principales del transporte acorazado Schützenjaguar. De cada tipo hubo subvariantes y además se hicieron muchas modificaciones locales, especialmente en la posguerra.

Jaguar A0: prototipo con torre del tanque Panzer IV. No considerado apto para el combate por sus defectos mecánicos debidos al motor Gamma.

Jaguar C: versión inicial, similar a las A (italiana) y B (francesa). La C estaba destinada al ejército alemán y llevaba motor Maybach. A pesar de montar la torre del Panther, conservaba el armamento de las versiones finales del Panzer IV.

Jaguar E: vehículo de ingenieros con obús de 10,5 cm y equipo especial. En su mayoría, fueron vehículos de las versiones A, B y C modernizados.

Jaguar F. Llevaba la torre Henschel definitiva, pero conservaba aun el cañón de 75L48. A partir de la unidad 150 recibieron el cañón 75L70.

Jaguar G: similar al anterior con cañón 75L70.

Jaguar M: versión definitiva de la guerra, con cañón 88L60.

Jaguar R: versión de posguerra con cañón 105L42.

Irbis: producido para el ejército ruso, con cañón D5T 75L55.

Kivu 3: Jaguares de modelos antiguos modernizados por Sion con cañón 105L55.

Ocelot: Versión de posguerra con carros dados de baja convertidos en cazacarros con nueva torre y cañón 105L55.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Lun Sep 11, 2017 7:12 pm

Más dibujos del compañero ReyTuerto.

Variantes del Jagdjaguar en DeviantArt

Variantes del Jagdjaguar

El Jagdjaguar fue producido exclusivamente en la factoría Renault de Charleroi (Francia). Sustituyó a los menos protegidos Adolf hasta que apareció el Jaguar M con cañón de 88L60, casi equivalente al 88L71 al emplear munición mejorada. Además un cambio en la doctrina dio prioridad a los carros de combate con torre sobre los cazacarros. Aun así, entre 1942 y 1944 el Jagdjaguar se fabricó en grandes cantidades potenciando la capacidad antitanque de las fuerzas del Pacto de Aquisgrán.

Jagdjaguar A: chasis de Jaguar A y B con cañón de 75L70. Se construyeron solo 350 unidades ya que se consideraba débilmente armado.

Jagdjaguar C: la versión principal de producción, armada con cañón 88L71. Se construyeron 5.850 unidades.

Jagdjaguar Raketen: versión de la posguerra con Jaguares A y C desarmados y equipados con misiles filoguiados X-10. Se transformaron unas 400 unidades.

Sturmjaguar: aunque el aspecto era muy similar al Jagdjaguar, se construyeron en Praga partiendo de chasis de Jaguar F y G averiados. Equipado con obús de 15 cm y equipo de ingenieros. Se transformaron 650 unidades, más 50 Jagdjaguar A rearmados
.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Lun Sep 11, 2017 9:04 pm

Podéis seguir admirando lso excepcionales trabajos de ReyTuerto, con alguans modificacioens mías (pocas).

Variantes del Walther

Variantes del Walther

Se conocen como Walther a varios blindados derivados del tanque Jaguar, aunque nunca recibieron tal denominación oficial. Partían del chasis «Adolf», que estaba basado en el del Jaguar pero contaba con motor central, teniendo pues un puesto de conducción delantero (el del ametrallador fue eliminado), el motor, y una cámara de combate posterior con una gran superestructura abierta. Se pretendía equipar a los grupos de artillería de las divisiones acorazadas con estos modelos y se fabricaron en grandes cantidades. Sin embargo, avanzada la guerra fueron reemplazados por los autopropulsados Mantide, con el mismo armamento pero mucho más ligeros. Muchos Walther fueron transformados en transportes acorazados de personal en la posguerra.

Dado que el cambio de régimen no hacía atractivos los nombres de Adolf y Hermann, oficialmente los vehículos fueron rebautizados «Hornisse» y «Hummel», pero sus tripulaciones siguieron empleando las mismas denominaciones. Tan solo se consiguió que la familia de vehículos, llamada originariamente Hermann, pasase a ser llamada Walther.

Adolf: cazacarros equipado con el cañón Kwk 42 88L71. Tenía gran alcance pero al ser la protección mínima, fue sustituido por el Jagdjaguar en cuanto estuvo disponible. Se construyeron 1. 400 unidades.

Adolf B: vehículos Adolf en los que se sustituía el cañón antitanque por uno de 122L46 que podía emplearse para apoyo y como contracarro. Al carecer de reja posterior, llevaba un prominente freno de boca para atenuar el retroceso. Se construyeron 200 unidades. Los Walther B (840 unidades) y Walther C (600 unidades) eran muy similares, pero partían del autopropulsado Walther y del tanque Jaguar G, respectivamente.

Hermann: obús autopropulsado de 15 cm. 2.400 unidades. Era apo-yado por el Hermann munitionsträger, chasis desarmados con munición adicional (conversiones de Walther). 700.

Walther: cañón autopropulsado de 10,5 cm. 1.400. Considerado poco potente, muchos chasis fueron equipados con cañón de 12,32 cm, o convertidos en munitionsträger.

Walther C: aunque tenía el mismo nombre, era un concepto comple-tamente diferente, con un cañón de 10,5 cm en torre giratoria, con chasis de Jaguar. Fue producido en la posguerra en gran número, parte como conversiones de tanques Jaguar dados de baja, parte nuevos, y equipó a la mayor parte de los grupos de artillería autopropulsada alemanes.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mar Sep 12, 2017 9:05 pm

Más dibujos.

Flakpanzer Jaguar en DeviantArt

Flakpanzer Jaguar

A pesar de la superioridad de la Luftwaffe en la mayoría de los fren-tes, resultaba cada vez más acuciante la necesidad de proveer a las formaciones móviles de cañones antiaéreos. Los sistemas remolcados (de 2 y 3,7 cm) aunque tenían potencia suficiente, no siempre podían seguir a las unidades acorazadas. Como medida de emergencia se equiparon semiorugas SdKfz 7 con montajes cuádruples de 2 cm o simples de 7 cm, pero la solución no era por completo satisfactoria, especialmente por carecer de protección. También se montaron armas de estos tipos en chasis de tanques antiguos. El más numeroso de estos tipos fue el 2cm Flakvierling 38 auf Panzerkampfwagen VII Flakjaguar, que llevaba un montaje cuádruple de 2 cm en un montaje abierto sobre una plataforma. Se colocaron placas de blindaje pero eran fijas y debían abatirse para abrir fuego, por lo que la dotación del cañón seguía sin protección. Aun así resultó un arma efectiva más móvil que los SdKfz empleados hasta entonces.

En 1943 se presentó el Flakjaguar Wirbelwind, con una torre abierta sin techo, pero giratoria, que proporcionaba alguna protección. Estaba armado con un Falkvierling de 2 cm de un modelo mejorado de menor perfil. Similar fue el Flakjaguar Ostwind, que empleaba la misma torre pero que montaba un Flak 43 de 3,7 cm; a pesar de su cadencia de tiro mucho menor, el cañón tenía un sistema hidráulico de giro más veloz, disparaba proyectiles más potentes capaces de derribar a cualquier cazabombardero aliado, y contaba con un calculador mecánico que mejoraba la puntería. Se prefirió al Wirbelwind y se produjo hasta el final de la guerra. Tanto el Wirbelwind como el Ostwind también se usaron ampliamente contra objetivos terrestres, siendo muy útiles en terrenos urbanos por el grado de elevación de sus cañones.

En la posguerra se consideró que los cañones apuntados manualmente o por medios mecánicos no podrían afrontar la amenaza que suponían los reactores, por lo que se diseñó un vehículo completamente nuevo, el Nordwind. Disponía de un radar Munchen de barrido cónico y estaba armado con dos cañones Flak 47 de 3,7 cm alimentados por cinta, montados en una torre cerrada con protección NBQ. El Nordwind resultó un arma muy eficaz que se mantuvo en servicio hasta los años setenta.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Sep 17, 2017 9:21 pm

Tenemos otro dibujo de ReyTuerto aunque a este le he metido mucho la mano.

KGS Mackensen en DeviantArt

KGS Mackensen

Los cuatro últimos portaaviones de la clase Hindenburg se construyeron con un proyecto modificado y frecuentemente son clasificados como una clase aparte. En el diseño de los Hindenburg se adoptaron soluciones constructivas japonesas para acelerar su construcción, aunque se consideraban inadecuadas por ser demasiado pesadas o estructuralmente ineficientes, y que se pretendían corregir en la segunda serie, la de los Mackensen. Inicialmente, debiera haber sido de ocho unidades que se debían construir en las gradas dejadas libres por las primeras. Sin embargo la experiencia estaba mostrando que los Hindenburg eran demasiado pequeños y finalmente se decidió anular los últimos a favor de unidades adicionales de la clase Káiser.

La quilla del Mackensen se puso en Kiel el 17 de septiembre de 1943, en la grada que había ocupado el Hindenburg, botado dos semanas antes. El barco heredaba las mejoras de los Hindenburg, incluyendo la proa cerrada, la cubierta oblicua que mejoraba la seguridad de las operaciones a bordo, y la torre de mando de grandes dimensiones, precisa para instalar el completo equipo electrónico de los buques. El casco era diez metros más largo y tenía dos más de manga, desplazando tres mil toneladas más.

El Mackensen llevaba el equipo electrónico más completo instalado hasta entonces, incluyendo el nuevo radiotelémetro de descubierta aérea FuMO 41 Salzburg, llamado «de somier» por la forma de la antena y que se instaló en un mástil aparte. Dicho equipo se convertiría en estándar de los buques del Pacto durante la década siguiente. Un radiotelémetro de onda centimétrica FuG 301c Morse 2 complementaba al Salzburg para menores distancias y para la vigilancia de superficie. También por primera vez, se incorporaba un radiotelémetro de barrido vertical para detección de cota FuG 311 Tapferkeit. Se incorporaban equipos para el seguimiento y guiado de las aeronaves, y cuatro direcciones de tiro FuMO 26b asociadas a radiotelémetros FuG 44 Weisswal que también tenía un subsistema óptico. Los Mackensen también tenían equipos electrónicos mejorados, destacando los directores de tiro para la batería antiaérea. El Mackensen y el Derrflinger contaban con sonotelémetro, pero se pensó que el equipo era redundante con los de los buques de escolta y no se instaló en la segunda pareja (Blücher y Scharnhorst).

El armamento fue modificado por completo. Los Hindenburg llevaban una combinación de cañones de 10,5 cm/65 SK C/33, 3,7 cm C/30 y 2 cm C/38, armas anticuadas y que habían sido superadas por diseños más recientes. Se contempló montar el potente cañón de 10,5 C/35, pero no podía instalarse en las ménsulas con montantes típicas de los diseños japoneses. Finalmente se resolvió unificar la batería antiaérea con dieciséis montajes automáticos Breda 7,5 cm C/41, un cañón automático basado en el tubo del antitanque Pak 40 con un sistema de recarga de carrusel. Los montajes se distribuían en cuatro grupos en los extremos del buque, controlado cada uno por uno de los directores FuMO 26b. El calibre de 7,5 cm fue escogido por ser el menor que podía disparar proyectiles con espoleta de proximidad, y resultó muy efectivo, con probabilidades de impacto superiores al 80% contra las aeronaves de la época. Los principales inconvenientes estaban en las frecuentes interrupciones (que se remediaron disminuyendo la cadencia de tiro) y en que el sistema tardaba entre cinco y quince segundos en poder adquirir un nuevo blanco, dificultando la defensa contra ataques masivos. Como esos montajes tampoco podían instalarse en las ménsulas de los Hin-denburg, se remodeló el buque con un diseño más racional que además permitía mejores arcos de fuego. Una ventaja secundaria fue que estas armas requerían menos dotación que los modelos previos, algo importante en buques que eran poco espaciosos.

Inicialmente no debían llevar otras armas, pero se pensó que una pérdida de energía eléctrica dejaría al buque indefenso (ya que los cañones Breda, si se operaban manualmente, tenían una cadencia de tiro muy baja) y se instalaron cuatro montajes cuádruples de 2 cm C/42, que contaban con estabilización en tres ejes y que también se podían operar manualmente.

Otro cambio importante fue la popa completamente cerrada, que au-mentó la capacidad interna del buque y permitió reposicionar el hangar que, aunque mantenía la misma capacidad que los modelos precedentes, tenía una disposición más racional. Se ampliaron las aperturas del hangar, que podía ventilarse naturalmente o con tiro forzado. Aunque tenían la misma capacidad aérea que los Hindenburg resultaba más sencilla la operación de las aeronaves.

Las cuatro unidades fueron entregadas antes de finalizarse el conflicto, pero solo el Mackensen llegó a participar en operaciones bélicas. En el combate de Socotora sus aviones hundieron al portaaviones Belleau Wood y averiaron al Bunker Hill y al acorazado Indiana, y su artillería derribó siete aviones y dos misiles Bat. En la posguerra, las cuatro unidades permanecieron en servicio y aunque resultaban algo pequeños para operar con reactores avanzados, apoyaron las operaciones aeronavales de los conflictos de la descolonización. En 1952 pasaron a la reserva. Cuatro años después fueron convertidos en portahelicópteros de asalto, siendo reactivados por parejas hasta su retiro definitivo a finales de los setenta. Entre 1972 y 1974 el Scharnhorst operó con una escuadrilla experimental de reactores de despegue vertical Dornier Do 629.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Mar Sep 19, 2017 2:16 pm

Relato de Antonio Herrera Vich

Yo esperaba que sería llegar a Tenerife y acabar con los herejes, pero estaban resultando bastante coriáceos. No en el aire, que cuando pasamos a la isla la Armada ya había dado un buen repaso a la base de Gando, dejándola ideal para sembrar patatas. Así que nada de batallas aéreas como las de Portugal. De todas maneras los britones tenían unos cuantos portaaviones y siempre era posible que viniesen a vernos. Hubiese sido de mala educación no tener nada con que recibirles. Un guasón —que nunca faltan por estos lares— hasta tenía listo un poco de té, que no sé de dónde lo habría sacado, y pedía que le mandasen algunos invitados. Dejaba a nuestra elección que llegasen en paracaídas o en caída libre, chamuscados o no. Aunque los herejes no se vieron tentados por el convite, siempre había que dejar algunos Mochos en Tenerife por si las moscas se ponían a picar.

Tampoco efectuábamos misiones de escolta. Aparte que la RAF se había despedido de las Canarias y no parecía tener intenciones de volver, la mayor parte de los bombarderos habían dejado Tenerife para pasar a Fuerteventura, pues la gran isla desértica no solo tenía lugares excelentes para las bases aéreas, sino que estando más cerca del continente era más fácil aprovisionarla. Tenerife tenía buen puerto pero para que llegase un convoy la Armada tenía que organizar una de Padre y Señor nuestro, mientras que el salto a Fuerteventura podía hacerse con correíllos escoltados por los bous. En Los Abrigos, el aeródromo al sur de Tenerife donde estábamos, solo había una escuadrilla de Heinkel 111 que habían sido adaptados para llevar torpedos. Los hidros de reconocimiento operaban desde Santa Cruz y también desde La Palma, la isla más adentrada en el océano.

Que no fuese necesario borrar herejes de los cielos, o que no hubiese que escoltar bombarderos, tampoco nos dejaba sin trabajo. Quedaba el más peligroso, que era recordar a los ingleses que mientras siguiesen en Gran Canaria vivían de prestado. Un día sí y otro también había despertarles con bombitas. Los chicharreros lo aplaudían, pues no he dicho que mientras que en Portugal la guerra había sido de caballeros —siempre que se suponga que los herejes son caballeros, que es mucho suponer—, en Canarias era a muerte. Incluso en Tenerife, que los ingleses no habían conseguido pisar —salvo algunos que llegaron esposados— se respiraba el odio por Churchill y sus secuaces. En la Gomera habían capturado bastantes, y cuando desfilaban hasta el aeródromo para montar en los Canguros, que era como llamaban por aquí a los Marsupiale, los soldados tenían que defenderlos de la multitud enfurecida. De Gran Canaria llegaban noticias aterradoras de matanzas y venganzas, y cuando empezaron a llegar los refugiados contando sus historias de hambre todos nos hicimos el propósito de aprovechar cada salida para mandar unos cuantos herejes de visita con Pedro Botero.

Saludar a los intrusos tenía su miga. Oportunidades no faltaban, pues los britanos estaban cada vez más apelotonados en el rincón norte de la isla vecina, y los Mochos eran cazabombarderos mejor que buenos. No eran tan precisos como los Stuka pero volaban tan deprisa que a la antiaérea le costaba acertarles. Menos mal, porque los herejes habían plantado ni sé yo cuántos cañones y el cielo se llenaba de nubes de humo en cuanto amanecíamos. Aparte que el mando, siempre pensando en nuestro bienestar, nos había encomendado como objetivo precisamente esos emplazamientos, faena entretenida comparable a meter la mano en un nido de víboras para hacer cosquillas a los animalitos.

La misión del día iba a ser contra las baterías antiaéreas de la Isleta. Ya conocerá el lugar de los documentales, pero se lo recuerdo no sea que tenga memoria de pez. La ciudad de las Palmas está, o mejor dicho estaba, porque ya solo quedan ruinas, en la esquina nordeste de Gran Canaria. El núcleo original, la única parte que hoy sobrevive, estaba en la ladera de la montaña. Al lado había una península, la Isleta, unida a la isla principal por un tómbolo arenoso. Por la franja de arena se había extendido la ciudad, y al este estaba el puerto de la Luz, el mejor de las Canarias y ahora convertido en un cementerio de acero inglés. La Isleta tenía el relieve volcánico imposible típico de esos andurriales, con conos bastante elevados que dominaban el puerto. En esos volcanes ya había habido en su día baterías de costa españolas, y ahora los herejes plantaban ahí sus cañones automáticos. Nosotros los destruíamos pero al día siguiente habían puesto más.

No he dicho que el clima canario no ayudaba mucho a la fiesta. Quien se imagine que el sol luce sobre Las Palmas anda muy descaminado. Los vientos alisios chocan contra las montañas y forman un mar de nubes en la parte norte de las islas bajo el que está lloviznando casi continuamente y más en invierno. Que les lloviese a los herejes no sabe lo poco que me importaba, que las trincheras siempre se disfrutan más si un poco de barro las deja cual cochiqueras. Pero la dichosa panza de burra, como la llamaban por aquí, apenas se elevaba sobre los cerros, y si intentábamos atravesarla y nos desviábamos un poco podíamos estamparnos contra la montaña. Así que había que volar bajito y así apuntarnos venía a ser como un ejercicio de tiro. Últimamente nos habían cogido el tranquillo y sus cañones se quedaban callados hasta que pillaban a alguien a huevo. Yo había vuelto con el Mocho agujereado un par de veces y dos compañeros habían tenido que saltar. Otro no lo logró y en humo de gasolina subió hasta las estrellas, como decía el romance.

Harto ya de pérdidas había pensado que esta vez podríamos intentar dar un buen susto a los britanos. En lugar de aparecer por el oeste como siempre, nos la íbamos a jugar un poco. Aprovechando que sobre el manto de nubes asomaban las cimas de la montaña del interior y nos servían de referencia, la sobrevolamos, seguimos hasta el este otros veinte kilómetros y ya sobre el mar viramos al norte y descendimos poco a poco. Así no nos llevaríamos por delante ningún roque, como les decían por aquí a los peñascos. Una vez en el borde inferior de las nubes, a por las baterías.

La teoría magnífica. La práctica no salió tan bien porque justo cuando vimos el mar también divisamos un destructor de la Royal que había salido con retraso y que se puso a disparar en cuanto nos vio. No nos dio, que no pasamos cerca, pero alertó a sus amigos de más allá y cuando nos acercamos a la Isleta nos recibieron con hileras de trazadoras. El Mocho se estremeció y el motor empezó a calentarse: los simpáticos se habían cargado el ventilador del motor. Como la resistente máquina parecía aguantar, mantuve firmes los mandos y apunté a una batería en lo alto de un cráter que ya había bombardeado ni sé de veces. Solté mi regalo —un par de bombas de gasolina de las ideadas por Gallarza— y tiré de la palanca sin parar a mirar si había acertado o no. Un compañero me diría tiempo después que mis paquetes habían pasado un poco altos para caer inofensivamente en la ladera de más allá. Para entonces yo ya no estaba para historias. El motor perdía potencia, vibraba y parecía querer desmontarse, signo de que se habrían cargado algún cilindro. No iba a poder volver a Tenerife, así que tiré hacia el sur intentando llegar a Maspalomas o al menos, a las líneas propias. Pero el avión no subía y no conseguía superar las nubes. Si saltaba a saber dónde caería, si en las amorosas manos herejes —que no destacaban por su compasión por los prisioneros si eran españoles—, si en algún risco de los que hay por todas partes, o peor todavía, en el mar. Estaba volando en medio de la panza de burra, sin ver más allá de un palmo a cada lado, cuando el motor se paró. Bajé el morro para mantener la velocidad y empecé a perder altura rápidamente, pues el Mocho con esa ala pequeñita servía de todo menos para planear. Tuve suerte: de repente vi salir de entre la niebla un cerro cubierto de árboles que rebasé por pocos palmos. Luego vi la llanura y no muy lejos, Gando.

La disputada base ya estaba de nuevo en manos cristianas, pero demasiado cerca de las líneas contrarias y no se podía emplear, aunque solo fuese porque su pista estaba cubierta de cráteres. Decidí intentar posarme en un margen que veía menos malo. Mientras me acercaba di un rápido vistazo a las alas, y al ver que la derecha tenía un hermoso agujero, ni intenté desplegar el tren. Eché atrás la capota y posé el desfalleciente Mocho de panza. El avión, o lo poco que quedaba, se arrastró unos metros antes de parar de golpe en un cráter. Con el porrazo debí perder el sentido unos momentos, pero tuve suerte porque el avión, noble hasta el final, quedó deshecho pero no se incendió. Algo que siempre es un detalle cuando uno está en la carlinga, atado con el arnés y en los brazos de Morfeo. Cuando desperté y comprendí donde estaba salté del aparato y desmonté. Fui a quitarme el paracaídas pero no pude porque tenía el brazo entumecido. Medio atontado por el golpetazo, aun me quedé ahí para ver qué tal había quedado el avión, y me sorprendió haber podido llegar hasta Gando. No solo el morro estaba deshecho —ya lo imaginaba— sino que el plano derecho había encajado un proyectil de un montón de milímetros que entre otras cosas había partido la pata del tren y dañado el larguero.

Estaba yo mirando al pobre Mocho cuando llegaron dos guripas agachados y me dijeron que me alejase. Uno miró mi uniforme para conocer mi grado.

—Mi teniente, tenemos que apartarnos de aquí o los herejes nos zumbarán ¿Puede andar?

Pensando que estaba bastante entero asentí. Intenté correr pero noté que la pierna no me respondía, y el brazo izquierdo me dolía horrores. Menos mal que entre los dos me llevaron hasta una trinchera que estaba cerca, porque al poco empezaron a caer morterazos.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Sep 24, 2017 12:47 am

Relato de Max Freitag

Volvía de otra infructuosa caza de los destructores ingleses cuando me encontré en la base de Tefia lo que menos hubiera podido imaginar: una carta de la encantadora Inge. Al hablar de encantos no se piense en belleza —aunque mona era la chica y mucho— sino en los hechizos de una bruja, que cuadraban más con el carácter de la fémina. La nota me trajo recuerdos de cuando en la escuela de vuelo me esforzaba por demostrar que era el piloto más torpe del universo conocido. Entre otros logros no se me ocurrió mejor idea que juntarme con Inge, una rubia con un envoltorio que haría pecar a San Antonio, sin pensar en los motivos que pudiera tener una mujer de bandera para mirar dos veces al cadete más tonto que había pisado Neuburg. Resultaba que Inge era una vieja conocida de la escuela porque le gustaban los uniformes azules más que a un perro los picatostes. Había pasado por más manos que un billete falso y todos se la sacudían en cuanto podían. Bastaba un atisbo de su melena rubia para que los cadetes escapasen por puertas, ventanas y chimeneas. Si se encaprichó de mí fue por eliminación y me lo agradeció colaborando con los profesores para convertir mi paso por la escuela en un infierno. Yo vivía entre bronca y bronca que no se compensaban con los ocasionales achuchones. Muy pero que muy ocasionales. Tan agradable fue la experiencia que cuando me di cuenta de con quién me estaba jugando los cuartos me esforcé en ser aun más torpe de lo habitual —mucho no me costó— hasta que Inge me despidió con viento fresco, aprovechando la llegada de nuevos cadetes, pobres pipiolos no sabían en dónde se metían.

De mi relación con Inge obtuve dos conclusiones. Una, que antes de mirar dos veces a una rubia hay comprobar si en su cabecita anidan pajarillos o se esconden perros rabiosos. La otra la recordé al leer la carta.

Leyendo las zalamerías de la nota —escrita en papel rosa y que aun albergaba una nota de perfume— hasta llegué a pensar que de la chica se podían decir muchas cosas menos que no fuese guapa. Pero recordando sus almohadillados delanteros me vino a la mente un permiso que pasé con la susodicha en Munich. Ella llevaba un escote que al aguantar demostraba ser una obra maestra de la ingeniería, y yo alternaba las inspecciones del plano de la ciudad con miradas de reojo a la rajita, arreglándomelas para esquivar todos y cada uno de los monumentos. Yo tomaba con las dos manos el mapa que me había agenciado y empezaba a darle vueltas, para al final señalar una calle y acabar cayendo al Isar o metido en callejones que espantarían a los vagabundos. Inge hizo gala de toda su paciencia, que duró algo así como dos o tres minutos, antes de empezar a gritarme para animarme a encontrar la dirección correcta. Escogí otra calle más o menos al azar pues mi atención estaba más pendiente de los estremecimientos de las dos colinas gemelas. Acabamos frente a un par de tugurios y un almacén que se caía a trozos, con unas lindas señoritas que apoyadas en las esquinas usaban su bolso y sus medias como distintivos de su antigua profesión, y que medían a Inge con la mirada clasificándola como camarada del oficio, no sin algo de razón. La chica solía necesitar poco para entrar en fase eruptiva y no fue de extrañar que explotase.

—¡Mira que eres tonto! ¿Quién me mandaba juntarme con un piloto que no distingue un mapa de una servilleta? ¡Pregunta a alguien, hombre de Dios, que no se te caerán los anillos ¿O es que para preguntar se necesita tener tetas? —dijo meneando sus parachoques, haciendo gala de una fina educación.

La carta hablaba de cómo me añoraba, de lo que me había querido y que suspiraba por volverme a ver, pero a esas alturas yo ya estaba vacunado y entendí que traducida al pedestre significaba que lo que de verdad le gustaba era mi cruz de caballero. Así que la carta se fue a la papelera con perfume y todo, y yo me quedé meditando en esa segunda lección aprendida en Múnich. Que venía a ser que a veces, en situaciones críticas, cuando parecen no quedar alternativas, queda una última opción desesperada: preguntar. Algo que en esta ocasión me venía de perlas, porque ya no sabía qué hacer.

Re: Crisis. El Visitante, parte III

Dom Sep 24, 2017 3:58 pm

Había llegado a Canarias para probar los aviones ametralladores y la verdad era que no me estaba luciendo. Al menos no me había tocado tener que apoyar a los españoles, que en esa condenada isla cubierta de nubes con relleno de montañas era imposible. Como había demostrado la pobre tripulación de otro avión ametrallador, que se había escachado contra un risco en su tercera salida. A mí me habían endosado otra misión muy aparente, que era intentar impedir las correrías nocturnas de la marina inglesa. Como ya me había cargado un destructor en Peniche pensaban que podría repetirlo hundiendo dos o tres portaaviones, al Hood o la isla de Wight si se me ponía a tiro. No habían tenido en cuenta que al destructor de marras lo había pillado cerca de la costa y solo porque el imprudente había encendido un reflector. Como los marinos ingleses pueden ser muchas cosas pero tontos no, habían aprendido y ahora se cuidaban muy mucho de encender sus luces, y tenía que buscarlos empleando las bengalas de los Fw 189. Como si fuese fácil encontrar una aguja en un pajar, digo un destructor en un océano.

Los ingleses llegaban noche sí y noche también a Gran Canaria, pero yo solo los había encontrado cuatro veces. Ni siquiera entonces lo había hecho especialmente bien. Había frito a balazos a varios destructores pero no se habían dado por aludidos. Los torpederos se las arreglaron mejor mandando tres barcos al fondo, pero a costa de seis aparatos y la escuadrilla se estaba quedando en cuadro. Vamos, que no estaba cumpliendo las expectativas —algo que no debiera sorprender a quién me conociese— y el coronel Möller, el mandamás de la base de Tefia, torcía el morro cada vez que me veía.

Visto que pillar destructores en alta mar no se me daba bien me habían mandado a intentarlo en el Puerto de la Luz. Aunque había montañas cerca, no corría peligro si no bajaba de los quinientos metros, cosa que tampoco pensaba hacer, y si algo no me faltaría allí serían blancos. Si los destructores faltaban a la cita, siempre estaban las chalupas que empleaban para descargar o los almacenes junto al puerto. Pero se olvidaron de decirme que tampoco había sequía de antiaéreos y a las primeras de cambio le dieron a dos Fw 189 —uno pudo hacer una toma de emergencia en las líneas españolas, pero el otro cayó como una piedra— y mi Heinkel quedó como un colador. Moraleja: los aviones ametralladores y la antiaérea no se llevaban nada bien.

Así que vuelta a la casilla de salida. Había que hacer la faena en alta mar, y el problema era encontrar a esos malditos destructores. Porque una vez que los localizase, ya se me ocurriría como hundirlos. Le pregunté al coronel, un buen hombre —tenía que serlo porque aun no me había dado el pasaporte— pero tampoco se le ocurría. Al menos me dejó que me buscase la vida por mi cuenta, e incluso picó de incauto al firmar un documento que me autorizaba a curiosear un poco. Seguramente el concepto de «un poco» que tenía el coronel no incluía que me agenciase su Siebel de enlace y que me dedicase a ver mundo.
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