13 de Abril de 1941
Ernst Heinkel sabÃa el riesgo que corrÃa, pero habÃa decidido que serÃa la única forma de superar el bloqueo que Udet y Milch ponÃan a sus proyectos.
El prototipo del He 280 habÃa hecho su primer vuelo propulsado el 30 de Marzo, y el 5 de Abril hizo una demostración ante Udet, que no se mostró interesado. Udet estaba loco: el primer prototipo de un avión de un nuevo concepto, conseguÃa superar los 700 km/h en sus primeros vuelos, y al señor Udet le parecÃa poco.
Heinkel habÃa decidido jugárselo todo a una carta. HabÃa llamado al jefe de la Luftwaffe, Ritter von Greim, para proponerle que probase el avión, sabiendo su afición por pilotar todo tipo de aviones. El riesgo era enorme: era habitual que los primeros prototipos de cualquier avión sufriesen accidentes, y si Greim se mataba en su avión, Heinkel se jugaba su fábrica, su fortuna e incluso su vida.
HabÃa sido preciso retirar las cubiertas aerodinámicas de los motores porque el combustible rezumaba de las juntas y existÃa el riesgo de incendio, por lo que el avión parecÃa a medio acabar. El piloto de pruebas de Heinkel Fritz Schäfer habÃa instruido a von Greim de las caracterÃsticas del nuevo avión. Con cierta reluctancia Greim se instaló en la cabina. El avión encendió sus motores y emitió un terrible rugido, pero apenas se movió.
Tras llegar a la cabecera de la pista Greim aumentó la potencia de los motores, poco a poco, como le habÃa dicho Schäfer. Lentamente el avión empezó a moverse y a acelerar, pero Greim tenÃa la sensación de conducir un camión y no de pilotar un caza. Tras un largo recorrido por la pista Greim decidió que ya habÃa alcanzado suficiente velocidad y levantó el morro. El avión, obedientemente, despegó, y Greim plegó el tren de aterrizaje para tener menos resistencia. Y entonces el patito feo se convirtió en un cisne.
El caza se elevó con agilidad. No se tenÃa que compensar el par de la hélice, y la visibilidad era excelente. El avión aceleraba cada vez más, y Greim tuvo que recordar no sobrepasar los 600 km/h. Incluso a esa velocidad respondÃa dócilmente a los mandos, y cuando intentó un giro brusco, respondió como un purasangre que, en lugar de perder velocidad como hubiese hecho cualquier caza a hélice, aceleraba aun más. Greim disfrutó como si pilotase una pequeña Bucker. Finalmente descendió y aterrizó, descubriendo que hacerlo con un tren triciclo era más sencillo que con uno convencional.
Tras descender del avión un exultante von Greim se acercó a Heinkel y lo abrazó
— Ernst, nunca habÃa probado nada igual. PÃdeme lo que quieras, la Luftwaffe necesita tu avión. Es como volar en alas de un ángel.