Holo a todos.
Os dejo aquí una transcripción de los mejores momentos de la entrevista que Melissa Müller le realizó a Traudl Junge (la que fuera una de las secretarias de Hitler) y en cuyo libro está basada la película Der Untergang, en abril de 2001.
Traudl Junge en abril de 2001.
[...] Eso solo puede suceder cuando una dictadura está establecida de tal modo que puede controlar todo la gran maquinaria por entero.
Y los alemanes saben organizar.
- ¿Incluso la conciencia de las personas?
- Sí, mire en ese aspecto, Hitler cometió un daño inmenso, porque trató de manipular la conciencia de los alemanes. Les inculcó que lo que tenían que hacer era aniquilar a los judíos, porque eran nuestra desgracia, lo cual no era idea suya, sino que venía de muy lejos. Eso era un sacrifico que tenían que hacer. Ya no sé con quién más lo había comentado... Una escritora le preguntó a un guardián de los campos de concentración: "¿No sentía ninguna piedad por l agente que maltrataba?"
Y él respondió: "Sí, me daba mucha pena, pero tenía que superarlo. Era un sacrificio que estaba obligado a hacer para la gran causa."
Y ahí está la conciencia. Hitler siempre dijo: "No os preocupéis por nada, haced lo que os digo. Yo asumo la responsabilidad."
Como si alguien pudiera asumir la mala conciencia de los demás. Y creo que la conciencia también puede ser aguzada, adormecida y manipulada. [...]
[...] Con el tiempo, cuanto más mayor me hacía, más me asaltaba esta carga, el sentido de culpabilidad por haber trabajado para un hombre que encima yo apreciaba tanto, que causó desgracias tan terribles.
Luego se supieron detalles de lo que pasó en los campos de concentración. Leí a Viktor Klemperer. Eso fue mucho más tarde, pero pocas veces me había dado cuenta de que entre 1933 y 1934, ya empezaron las vejaciones a los judíos. Y la sensación de haberlo vivido tan irresponsablemente, con tanta despreocupación aunque ni lo veía ni lo tenía en cuenta, eso me ha oprimido cada vez más. [...]
[...] Ahora para mí esta clarísimo: era un auténtico criminal. Era un criminal, sólo que yo no me daba cuenta. Reconozco, que de algún modo, debería haberlo visto. Pero yo sólo tenía 13 años cuando él saltó a la vida pública. Además, yo no era un niña muy desarrollada, sino muy infantil. Pero aparte de mí, había millones que tampoco lo veían. Yo no era la única en no darse cuenta de lo criminal que llegó a ser. Y eso ya es algún consuelo. [...]
[...] Aparte de sus trastornos gastrointestinales, tenía un aspecto muy sano, porque el ritmo de vida tan poco saludable que llevaba, eso ¿quién lo aguanta? Respiraba poco aire fresco, hacía poco ejercicio, no fumaba ni bebía alcohol, pero la salud exige algo más. Sus problemas eran simplemente, las molestias gastrointestinales. Tal ver era este el verdadero motivo de hacer vida vegetariana, una vida muy doctrinaria. Dependía mucho de su médico de cabecera, Morell, que también era un personaje bien exótico. Había sido médico de a bordo y había vivido mucho tiempo en la India. Y ejercía un tipo de medicina que hoy podríamos llamar integral, con determinados remedios homeopáticos, naturistas... Él le fue de gran ayuda, le daba pastillas para la digestión y los flatos y también le daba inyecciones de hormonas y vitaminas. Le tenía una fe ciega.
A menudo pregunté a los asistentes por sus costumbres personales y, a veces, él mismo también contaba algunas cosas. Por ejemplo, nunca le gustó que le tocasen. No simpatizaba con los masajes u otras clases de contacto corporal. "no puedo ir con pantalones de cuero porque tengo las rodillas muy blancas. Soy muy poco atlético." O también dijo: "Eva siempre quería que me pusiera derecho, y yo siempre le decía: ‘si llevases en el bolsillo unas llaves tan pesadas como las que llevo yo...’." Por ejemplo, desde que empezó la guerra, nunca más se vistió con otro abrigo que el gris de campaña, mientras que antes, en actos festivos iba con el frac, o bien con el uniforme marrón de las SA. Lo hacía por principio, era un hombre meticuloso. Otro detalle suyo: siempre se lavaba las manos después de tocar al perro. [...]
Fuente: La secretara de Hitler: En el ángulo muerto.
Saludos