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Un estuche para explosivos

Lun Nov 06, 2006 10:21 am

La historia de un violinista judío de 12 años que en la Segunda Guerra Mundial ayudó con su instrumento a la lucha contra los nazis.

Muchos relatos extraños tienen su origen en la Segunda Guerra Mundial. Pero el fabricante israelí de violines Ammon Weinstein tropezó con una de las más singulares del género poco antes de dar en junio de 1999 una charla en la ciudad de Dresden en la Asociación Alemana de Fabricantes de Violines. Titulada "El violín: una muda evidencia", la charla de Weinstein se centró en el violín en el Holocausto. En el curso de la investigación efectuada para preparar su exposición Weinstein descubrió la existencia de un instrumento secretamente atesorado por la familia de Sefi Hanejbi que, en la actualidad vive en Israel.

Sin embargo no se trata de un Stradivarius, Guarnieri o Amati perdido por largo tiempo ni de un instrumento tocado por algún genio anónimo cuyo talento permaneció desconocido en el caos de la guerra. Antes bien, el relato se orienta hacia la existencia, vivida al filo de la navaja, de partisanos rusos y judíos que luchaban contra un enemigo común y cómo la música ayudaba fugazmente a saldar viejas cuentas.

Durante la guerra, el abuelo de Hanejbi - Diada (tío) Misha - renombrado partisano, se topó con un niño que dormía bajo los árboles con un violín a su lado. Cuando se verificó que el muchacho era judío, los partisanos lo adoptaron y tramaron un ardid peligroso. Planearon actuar como un conjunto de músicos ambulantes en una aldea cercana en la que había una cantina frecuentada por soldados alemanes. Al oír al grupo, un oficial de la Gestapo local advirtió el talento del joven y lo invitó a tocar para ellos en la cantina.

Conocido con el nombre de Motele, el muchacho - de doce años - comenzó una serie de audiciones ante los oficiales. En cada ocasión, con gran riesgo para él mismo y sus compañeros de grupo, Motele utilizó el estuche de su violín y cualquier otro objeto que ingeniosamente permitiera esconder explosivos para introducirlos de modo subrepticio en la cantina o en cualquier otro lugar donde se pudiera ocultar. Los explosivos fueron colocados estratégicamente en el edificio, cuya disposición fue muy pronto conocida por los partisanos. En un predeterminado intervalo de la ejecución Motele encendió la mecha y desapareció en el bosque para observar la destrucción de la cantina. A pesar de este escape milagroso, que le permitió contar lo sucedido, fue muerto un año después en un incidente desvinculado de la voladura de la cantina.

Cómo se salvó el violín -un instrumento alemán del que se desconoce el origen y del que una etiqueta fechada en 1891 indicaba una reparación efectuada por J. Altrichter de Frankfurt am Oder-, continúa siendo un misterio. Basta decir que en agosto de 1999 Hanejbi apareció con él en el kibutz Eilon porque en ese Kibutz se llevan a cabo cursos de verano de violín que el mismo Wainstein ayudó a crear hace diez años. Hanejbi consideró que era el momento adecuado para donarlo a Yad Vashem, Museo del Holocausto en Jerusalem. El Presidente del Museo Avner Shalev, se presentó al recibirlo: "Al resguardar el violín" fue la reflexión de Hanejbi al entregar el instrumento, "también resguardamos el alma del niño".

El 3 de agosto se realizó una ceremonia especial de gran contenido simbólico en memoria de Motele y los partisanos.

Como una invocación a la juventud, el violinista británico Charlie Siem, de 12 años, tocó el tema de la película de La lista de Schindler. A continuación, el violinista israelí Matun Gavol, de 16 años, ejecutó con el violín de Motele - "un instrumento con natural calidez", conforme a la opinión de Weinstein- el conmovedor Nigún de Baal Shem, de Bloch. La interpretación fue apreciada en un silencio más profundo que el habitual en la sala de Keshet Elion por el patrocinador del curso magistral, Schlomo Mintz, en presencia de Gilad Shevi, Itzjak Rashkovsky e Ida Haendel, director ejecutivo de Keshet Elión, director musical y artista invitada, respectivamente.

Al limpiar el violín de Motele, Weinstein comprobó que se trataba de un buen instrumento alemán, similar a los que las familias pobres judías compraban antes de la guerra para sus hijos. "En realidad", dijo, " los ejecutantes de cuerda judíos, polacos y rusos, usaban casi exclusivamente instrumentos alemanes". De modo que quizá no resulte una desagradable ironía que este violín haya visto la luz en la ciudad de Dresden.

Fuente: The Strad, diciembre de 1999, vol. 110 n°1316
Orpheus Publications Ltd., 7 St. John’s Road
Harrow, Middlesex, HA1 2 EE, UK
Keneth Ash
Traducción: Clara Guinsburg
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