Regresa a casa 'marine' fallecido en Segunda Guerra Mundial
06 Junio 2016
Por años, por décadas, el joven infante de la Marina oriundo de Hereford a quien sus amigos le decían ‘Conejo’ era descrito como algo más, algo que ponía un nudo de silencio en los estómagos de su familia y de quienes lucharon a su lado en suelo extranjero.
El Departamento de Defensa llamaba ‘irrecuperable’ a Elmer Mathies Jr. Perdido para siempre desde aquella mañana del 20 de noviembre de 1943 en la playa de Tarawa. Si perder a un hijo ya resulta bastante duro, lo es todavía más nunca recuperarlo.
“El ‘Conejo’ merecía más, todos merecen más que permanecer perdido u olvidado o cualquier palabra que se quiera usar”, dijo al Amarillo Globe-News el coronel jubilado Elwin Hart, de 91 años, radicado en Federal Way, Washington.
Hace 75 años, los padres de Mathies, el contador de Hereford Elmer Mathies padre y su madre Eunice, tuvieron que firmar por él. En 1941 tenía apenas 17 años cuando se enlistó en el Cuerpo de Infantería de la Marina poco antes de que Estados Unidos entrara a la Segunda Guerra Mundial. Con estatura de 5 pies 3, su cara de niño hacía que pareciera de 12.
Mathies, a quien los marines llamaban ‘Conejo’, combatió en Guadalcanal. Durante 10 meses entrenó en Nueva Zelanda para el ataque a las Islas Marshall.
Mathies formaba parte del II Batallón de la II División de la Marina. Los barcos del desembarque lo dejaron a cientos de yardas de la costa. El ‘Conejo’ fue alcanzado por una bala. Su cuerpo permanecería casi tres días con el batallón. Era uno de los mil 200 marines que perderían la vida durante los tres primeros días de aquella sangrienta batalla caótica.
Como ocurría en ese entonces, el telegrama de Western Union llegó 34 días después al domicilio en Hereford de Elvin padre y Eunice Mathies donde también vivían sus hijos Mary Jo y Thomas.
Durante un lapso de apenas tres días de encarnizada batalla en Tarawa murieron mil 700 efectivos estadounidenses y 4 mil 690 japoneses. Lo anterior significa más de 88 cada hora por 72 horas continuas.
Se enterró en tumbas improvisadas a los infantes de la Marina y los soldados caídos. No todos arribarían a casa. ‘Conejo’ nunca llegó. Todo lo que quedaban eran solamente unas cuantas fotografías en blanco y negro.
“Sé que eso les dolía a mis padres”, dijo la hermana de ‘Conejo’, Mary Jo. “Les dolía más de lo que admitían”.
Siguen desaparecidos más de 73 mil estadounidenses que participaron en la Segunda Guerra Mundial. El Conejo era uno de ellos.
Mary Jo, su hija Denise Coble y su yerno Ken escribieron varias cartas e hicieron llamadas con escasas probabilidades de que se hiciera algo. No pasó nada en realidad. Hace unos cuantos años, el Departamento de Defensa notificó a su hermana que los restos de ‘Conejo’ eran “irrecuperables”.
“En cuanto mi mamá oyó eso”, dijo Denise, “dejó de intentar. Perdió la esperanza”.
Hace alrededor de 20 años, la Infantería de Marina entregó a Mary Jo una lápida para su hermano. La colocaron en un sepulcro vacío situado en Hereford en el cementerio West Park en un espacio familiar.
Al parecer, a ‘Conejo’ se le dejó en el cielo y en la historia.
El coronel retirado Elwin Hart, quien combatió junto a ‘Conejo’ y estuvo a su lado durante su muerte, no estaba de acuerdo. Una asociación sin fines de lucro enviada de nombre El Vuelo de la Historia, era de la misma idea. Durante los últimos 10 años ha efectuado más de 100 misiones aéreas a fin de localizar, recuperar y repatriar soldados estadounidenses desaparecidos.
Hace más de un año Hart había escrito un artículo para la publicación oficial de la Asociación de la II División del Cuerpo de Infantería de la Marina, ‘Follow Me’. El título de la nota, ‘Encuentren a Conejo’, era un incisivo llamado a traer al marine que hace más de 70 años murió junto a él.
“El director de la asociación estaba leyendo el artículo y se dirigió a su vehículo”, dijo Hart. “Tenía las identificaciones de ‘Conejo’. Me llamó y dijo, ‘ya lo encontraron’”.
En el 2015 el Vuelo de la Historia había hecho un viaje a Tarawa y recuperó las tumbas de varias docenas de estadounidenses localizadas en patios, basureros, hasta pocilgas. Se halló a un grupo de 33 debajo de una antigua pista aérea. Al parecer uno de ellos era Mathies.
En julio pasado unos oficiales se comunicaron con Mary Jo para solicitar una muestra de ADN. Por fin, hace apenas un mes, llamó la Dirección de Contabilidad de Prisioneros de Guerra/Desparecidos en Acción.
Después de casi 73 años, Elmer Mathies Jr. había sido localizado.
Finalmente ‘Conejo’ llegó a casa a descansar, no a 6 mil 23 millas de distancia en un atolón X del Pacífico Sur, sino con su padres en suelo familiar.
Así debe ser. La mayor tragedia de la guerra no es el sacrificio máximo, sino el olvido. ‘Conejo’ no fue olvidado.
Fuente: http://diario.mx/El_Paso/2016-06-05_d5c ... a-mundial/