“Para formar el contingente expedicionario destinado para la Operación Kilt, la invasión de la Península Ibérica, se reunió un conjunto de unidades cuyo núcleo estaba formado por el Primer Cuerpo de Ejército Canadiense y la 6ª División Acorazada Británica. Sin embargo gran parte de los tanques disponibles en Inglaterra habían sido enviados a Oriente Medio, por lo que la 6ª Acorazada fue equipada con el tanque disponible en mayor número: el Cruiser Mk V, A13 Mk III Covenanter.
El tanque, aunque había sido fabricado en grandes cantidades, sufría numerosos problemas mecánicos. Los radiadores estaban situados en la parte frontal del tanque, sin apenas protección, lo que hacía que pudiesen ser dañados por esquirlas o por armas de infantería. El sistema de refrigeración del tanque era inadecuado haciendo que el líquido refrigerante alcanzara temperaturas muy elevadas. Los conductos del líquido refrigerante, que atravesaban la cámara de combate, actuaban como un radiador, y era habitual que dentro del tanque la temperatura superase los 50ºC incluso en la templada Inglaterra. En el caluroso sur de la Península Ibérica las dotaciones incluso con las escotillas abiertas la temperatura era apenas soportable y las dotaciones se fatigaban rápidamente.
La protección de los Covenanter era inadecuada. La torre tenía forma de diamante, y en su parte superior la coraza oblicua favorecía el rebote de los proyectiles, pero en su parte inferior creaba una trampa para proyectiles, al favorecer el rebote y dirigirlos hacia el vulnerable anillo de la torre. En la parte frontal, la parte más expuesta a los proyectiles, la coraza era vertical. Se había usado acero en lugar de aluminio, alcanzado la coraza un espesor máximo de 40 mm, pero se seguían usando el sistema de doble placa, y las planchas no estaban soldadas sino remachadas. Como resultado el aumento de peso no conllevó la mejora de la protección. Incluso cuando el blindaje conseguía detener o desviar los proyectiles los remaches se rompían, siendo despedidos los fragmentos hacia el interior como metralla. En los laterales y en la parte posterior la protección era mínima. El resultado era que los Covenanter eran vulnerables a todo tipo de armas, incluyendo las de infantería, salvo en el escudo de la torre, que podía detener proyectiles de 37 mm disparados a distancias medias.
Una característica especialmente desafortunada era que para mejorar la eficiencia de los radiadores estos habían sido situados en la parte frontal, externamente a la coraza, y cualquier arma enemiga podía destruirlos. Cuando los radiadores eran alcanzados ocurría frecuentemente que los conductos de refrigerante estallaban debido a la mala calidad de las soldaduras, bañando a los tripulantes con líquido hirviendo. También era inadecuado el sistema de almacenamiento de la munición, que estaba en estantes sin protección, de tal forma que era habitual que cuando los Covenanter eran alcanzados, fragmentos de los proyectiles o de los remaches alcanzasen la inestable cordita de los cartuchos: eso producía deflagraciones catastróficas de efectos funestos para las dotaciones. Los Covenanter fueron llamados por los españoles “parrillas de ingleses” porque “asaban a sus conductores”. No es de extrañar que las tripulaciones odiaran sus tanques y que los abandonasen a la primera oportunidad.
El armamento de los Covenanter estaba constituido por un cañón de dos libras (40 mm) y una ametralladora BESA coaxial. Como no se entregaron proyectiles explosivos para los cañones los Covenanter solo podían enfrentarse a los cañones antitanques enemigos a corta distancia, con su única ametralladora, exponiéndose a la infantería enemiga.
Durante la marcha entre Lisboa y Elvás al menos de la mitad de los Covenanter sufrieron averías que los inmovilizaron, teniendo que ser dados de baja muchos de ellos al no poder ser reparados. El resto atacó las posiciones españolas de la plaza fuerte de Badajoz, perdiéndose la mayor parte de los tanques y haciendo que la ofensiva fracasase. Los españoles capturaron una docena pero, tras estudiarlos, los consideraron inútiles y los desmantelaron, o los entregaron a los alemanes para que los evaluasen.
El único combate entre tanques en el que participaron los Covenanter se produjo cuando una compañía del regimiento Lothians and Border Horse se enfrentó a otra de tanques españoles T-26 (de origen soviético, capturados durante la Guerra Civil). Los españoles perdieron tres T-26 a cambio de un solo Covenanter, pero la infantería española destruyó cuatro Covenanter más y otros tres tuvieron que ser abandonados tras sufrir averías.
Tras este fracaso el tanque fue declarado no apto para operaciones de combate, y usado únicamente para instrucción. Unos pocos fueron transformados en vehículos especiales, como lanzapuentes.”