Operación Caos
21 de Abril de 1941
— Statthalter, lamento tener que decirle que nos va a ser imposible prestar ayuda al nuevo gobierno iraquí por medios convencionales. — El recientemente ascendido Mariscal Von Manstein exponía la situación en Oriente Medio en la reunión del OKW.
Los asistentes, entre los que estaban el Statthalter Goering y el Jefe del Estado Mayor, el Mariscal Beck, miraron al mariscal con disgusto. Von Manstein siguió.
— Hay bastantes factores que impiden que les prestemos ayuda. El primero es la distancia. Entre Suez y Bagdad hay 1.200 kilómetros, más que entre Varsovia y Moscú. Aunque no haya dificultades orográficas insalvables siempre que se evite la franja costera y las montañas de Judea, buena parte del recorrido es por un desierto pedregoso plagado de wadis que cortan las pocas carreteras.
Los presentes asintieron mientras Von Manstein seguía.
— Por otra parte y a pesar de la severa derrota que sufrieron los ingleses en Egipto siguen disponiendo de fuerzas apreciables. En Palestina disponen de dos divisiones australianas y una británica, más una brigada neozelandesa, dos de franceses renegados, y están reclutando apresuradamente varias brigadas entre los colonos judíos de Palestina. Además están trasladando una división sudafricana desde Kenia, y otra hindú desde Bombay. En el Alto Valle del Nilo cuentan con dos divisiones hindúes y varias unidades independientes del tamaño de una brigada, más un regimiento de tanques. En Kenia disponían de la división sudafricana que están trasladando a Palestina y de otras dos divisiones coloniales, reclutadas en Nigeria y Ghana, pero de eficacia bastante dudosa. Afortunadamente para los italianos nuestra victoria en Egipto les ha obligado a suspender las operaciones contra la colonia italiana en Abisinia, cuya situación empezaba a ser muy apurada, pero esas unidades ahora se enfrentan a nuestras tropas.
Von Manstein ordenó extender un mapa del Sinaí antes de seguir.
— En Suez los ingleses han desplegado a la 6ª división australiana en las marismas de la parte oriental del Delta y alrededor de Port Said. La 9ª División australiana está desplegada en Ismailia, y la 7ª Británica en el Sur. Tienen como reserva la brigada neozelandesa y otra de franceses renegados, y están llevando a toda prisa las unidades sudafricanas que llegan a Akaba. El resto de sus tropas en Palestina están siendo enviadas hacia el Norte, hacia la frontera con el Líbano y Siria. Afortunadamente apenas tienen tanques.
Tras mostrar la situación aproximada de las tropas, Von Manstein siguió.
— Nuestras tropas en Egipto son el Panzergruppe Afrika y el 10º Ejército italiano. El Panzergruppe Afrika tiene en Egipto de dos divisiones Panzer y una división ligera, casi equivalente a una división Panzer. También tenemos tres divisiones motorizadas. Nuestras tropas son veteranas y tienen un amoral excelente, pero aun no han repuesto las bajas en personal y material sufridas en la reciente campaña. Además los italianos han llevado a Egipto a la mayor parte de su 10º Ejército, con nueve divisiones de infantería y una brigada acorazada, el grupo Maletti. Ustedes ya conocen las deficiencias del equipo, la formación y la moral italiana.
Los presentes sonrieron mientras la exposición de Von Manstein continuaba
— Los italianos han intentado avanzar hacia el Norte con el XXIII cuerpo, apoyados por el grupo Maletti, pero se han encontrado con la 4ª División India en Assuan, que no solo ha detenido su avance sino que les ha contraatacado. La División de Camisas Negras “3 de Enero” se ha derrumbado, poniendo en peligro todo el XXIII Cuerpo, y hemos tenido que enviar a la 10ª Motorizada y a un regimiento Panzer para sostener el frente. En el Delta, el XXI Cuerpo Italiano, con nuestro apoyo, sigue intentando expulsar a la 6ª División Australiana de sus posiciones en el Delta, mientras que el XXII Cuerpo italiano protege la orilla occidental del Canal de Suez entre Ismailía y Suez, mientras que el XX Cuerpo guarnece El Cairo y Alejandría. Ustedes mismos podrán apreciar que proteger un frente de 90 km con una única división, que además es italiana — los presentes volvieron a reír — es correr con un riesgo calculado, pero juega en nuestro favor que las fuerzas británicas en el Sinaí apenas disponen de carros de combate.
Sigue el mariscal —. En estos momentos disponemos de una clara superioridad sobre los ingleses en Suez, por lo que ustedes se preguntarán por qué no atacamos. Pues bien, es porque no podemos. Aunque hemos ocupado el puerto de Alejandría, los ingleses al retirarse lo han dejado casi arrasado, plagado de bombas trampa y minas submarinas. Apenas hemos podido empezar a operar a pequeña escala en ese puerto, y la mayor parte de nuestros suministros son transportados desde Libia, a más de 600 km del frente. Con los recursos que disponemos actualmente solo podemos lanzar una ofensiva limitada, y resulta prácticamente imposible un avance profundo en el territorio enemigo, mucho menos recorrer 1.200 kilómetros.
El Mariscal Beck interviene — Mariscal Von Manstein, la evolución de las operaciones en Grecia es muy favorable, por lo que en un plazo breve podremos enviarle importantes refuerzos. Aunque tengamos que mantener a la mayor parte de nuestro ejército en Europa Oriental, vigilando al enorme ejército que está desplegando Stalin.
— Gracias, Mariscal Beck — responde Manstein — pero por desgracia nuestros enemigos también se están reforzando. Hasta el momento solo hemos detectado la llegada de algunas formaciones de la 10ª División Hindú y la 1ª Sudafricana, pero parece que Churchill está rebañando tropas de todo el Imperio Británico para enviarlas a Oriente. Parte de la guarnición de Canarias ha sido embarcada a toda prisa, y parece que también están siendo enviadas a la zona nuevas divisiones australianas y canadienses. Teniendo en cuenta las grandes distancias la llegada de esas unidades se demorará entre uno o dos meses, pero según nuestros ingenieros el puerto de Alejandría no volverá a operar a pleno rendimiento hasta dentro de dos meses o más. Mientras las unidades desplegadas en el Canal de Suez están procediendo a fortificarse. Es decir, que estamos en un impasse. No tenemos suficientes recursos como para lanzar un ataque con suficiente fuerza, pero cuando los tengamos el ejército británico en Suez dispondrá de seis a diez divisiones sólidamente atrincheradas.
Es ahora Goering el que habla, bastante disgustado — Quiere decir que va a ser imposible ayudar a los iraquíes, a pesar de nuestras promesas. No es lo que esperaba de ustedes.
Contesta Von Manstein — No digo que sea imposible. Por de pronto, las comunicaciones entre Irak y Siria son bastante más sencillas, aunque requeriría el consentimiento francés, aparque que operar en los puertos del Líbano no será seguro mientras Chipre siga en manos inglesas. Otra opción es el ferrocarril Berlín Bagdad, siempre que el gobierno turno nos autorice a usarlo.
Goering responde a Von Manstein —. Nuestra diplomacia está presionando a Francia y a Turquía. Francia lleva semanas prometiendo una ofensiva en Siria.
— Lamentablemente esa ofensiva se está reduciendo a unas pocas escaramuzas — dice el Mariscal Beck —. Esperaba algo más de los franceses.
— Sé que Francia no colabora de corazón con el Pacto de Aquisgrán — dice Von Manstein — pero tampoco les resulta sencillo, porque en Siria apenas disponen de las fuerzas suficientes para controlar el país, y van a tener dificultades para reforzarlas. De hecho un movimiento inglés inteligente sería defenderse en Suez mientras liquidan Irak y luego Siria. Por eso he dicho que para nuestro Ejército resulta imposible socorrer a Irak con medios convencionales. Pero siempre podemos usar medios no convencionales. Statthalter, mariscal Beck, desearía que el general Rommel les explicase su nueva teoría.
El general Rommel se pone en pie y se dirige a los asistentes —. Statthalter, excelencias, mi superior el Mariscal Von Manstein ya les ha señalado las dificultades que supone una campaña convencional en Oriente Medio. Las dificultades logísticas obligarán a retrasar nuestra ofensiva durante varios meses, y en ese periodo los británicos no solo habrán consolidado sus posiciones, sino que podrán destruir la oposición a sus espaldas, es decir, el nuevo régimen iraquí y la colonia francesa en Siria. La guerra relámpago es una táctica demoledora contra la que nuestros enemigos no tienen defensa, pero requiere cantidades enormes de equipo y suministros. Por eso propongo un desarrollo aun más allá de la Blitzkrieg: la Lichtkrieg, la guerra ligera.
Rommel era una de las autoridades sobre tácticas del ejército alemán, por lo que los presentes prestaron atención.
— Tanto en la anterior guerra, como en la actual, el ejército alemán se ha revelado superior, hombre por hombre, a los ejércitos enemigos. Esta superioridad no se debe a que sus enemigos sean menso valerosos. Todos los aquí presentes hemos combatido en la guerra anterior o en esta, y conocemos la valentía de poilus y tommies — apodos de los soldados franceses e ingleses en la Gran Guerra —. Por lo que sé los griegos han derrochado valor en la Línea Metaxas, y hasta los italianos lucharon bravamente en el Isonzo o en el Piave. La ventaja de los ejércitos alemanes se debe a la moral de victoria del soldado alemán, y a la habilidad y flexibilidad con la que las unidades alemanas responden incluso en situaciones críticas, como la reciente Batalla de los Oasis.
— Batalla que casi destruye a mis paracaidistas — dice Goering, aun disgustado por el resultado de la operación.
— Statthalter, permítame que discrepe con usted, pero esa batalla nos ha mostrado la guerra del futuro. En la operación solo participó una división paracaidista y una fracción de la 5ª División ligera, en total menos que una división de infantería regular. Sufrieron muchas bajas, en parte por elección inadecuada de los objetivos, pero lo importante fue la respuesta británica a la irrupción de fuerzas relativamente pequeñas en su retaguardia: descontrol, desorganización y, finalmente, pánico. Ahora sabemos que fue ese ataque el que desequilibró al mando inglés y llevó a Wawell a retirarse precipitadamente, lo que le llevó a perder muchas más tropas que las sufridas por nuestros paracaidistas.
Goering seguía disgustado pero Rommel siguió —. Excelencia, la experiencia nos ha mostrado como los ejércitos no luchan igual en todas las guerras. Los ejércitos franceses o ingleses brillan en batallas organizadas, en las que nada se deja al azar, en las que se prevé hasta donde tiene que caer cada proyectil, y se planean los movimientos las tropas con precisión que ya quisiera un director de orquesta. Sin embargo para el soldado español es imposible atenerse a un plan, pero lucha como un león en una ciudad o en sus montañas.
Goering pregunta — General ¿qué tipo de guerra le gusta a nuestros aliados italianos? — las carcajadas se extienden y el ambiente se relaja. Sigue Rommel.
— Pero lo del ejército español es la excepción. La mayor parte de los soldados solo luchan bien en guerras organizadas, cuando sabe que el enemigo está delante y el amigo detrás. Pero su moral se hunde cuando sabe que el enemigo está a su espalda, y sus oficiales, acostumbrados a trasladar al pie de la letra las órdenes de sus generales, no saben como actuar cuando quedan aislados. La Blitzkrieg nos ha dado la herramienta con la que situarnos a la espalda del enemigo y provocar su hundimiento. Pues bien, yo propongo un desarrollo de la Blitzkrieg, que tienda a crear el mayor desorden posible en la retaguardia enemiga, sabiendo que en la confusión el soldado alemán mantiene la cabeza fría y el inglés no. Statthalter, si el caos nos beneficia ¿Por qué no provocarlo?
La pregunta queda en el aire mientras Rommel continua — Lo que propongo es que, una vez perforado el frente enemigo de forma convencional, lancemos pequeñas unidades que creen la mayor alarma posible, y estimular el reflejo natural del soldado que se siente rodeado de escapar para no ser atrapado. Esas unidades, los Kampfgruppen, deben ser pequeños grupos de armas combinadas: una compañía de tanques ligeros, otra de infantería montada en camiones, unas pocas armas de apoyo y, sobre todo, unidades de comunicaciones, que permitan su coordinación con otros grupos similares y, sobre todo, con la Luftwaffe. Se extenderán por la retaguardia enemiga, atacando puestos de mando o depósitos de suministro, pero evitarán enfrentarse a fuerzas superiores. La Luftwaffe explorará delante de ellos, atacará los objetivos localizados, y los mantendrá aprovisionados.
Goering asiente satisfecho al ver el papel de su Luftwaffe en la nueva táctica.
Beck objeta — Esos Kampfgruppen que usted propone ni tendrán potencia para tomar objetivos, ni fuerza para defenderse del enemigo.
Rommel responde — Tiene usted razón, Mariscal, pero es que su objetivo no será conquistar nada, sino actuar como la caballería ligera napoleónica, creando una pantalla que ciegue al enemigo sobre nuestras intenciones. Porque, tras esa pantalla, nuestras fuerzas atacarán el objetivo principal. Una vez derrotado el enemigo, los grupos ligeros lo acosarán durante su huida, aprovechando que resulta mucho más fácil aprovisionarlos. En cualquier caso deben rehuir enfrentarse con fuerzas enemigas importantes, y deben usar su movilidad para flanquearlos.
Es Goering ahora quien pregunta — General, suponiendo que consiga crear el caos en la retaguardia enemiga ¿No afectará también a nuestro ejército?
— No, Statthalter. Porque nuestros soldados sabrán que ellos son los causantes, estarán comunicados con el mando y gozarán del apoyo de la Luftwaffe. Y si quedan realmente aislados, confío en la iniciativa de los oficiales para resolver la situación. Desde luego que se necesitará a los mejores oficiales de nuestro Panzergruppe Afrika, por lo que he comenzado a seleccionarlos. Solo necesito su autorización para comenzar.
Goering sigue — Si se la diese ¿Cuánto tiempo se tardaría en iniciar la ofensiva? ¿Y cuáles serán los objetivos de esa ofensiva?
— En cuanto al tiempo, el mínimo posible. Las tropas italianas ya están atacando a las australianas en el Delta. Nuestras tropas atacarán en cuanto se formen los Kampfgruppen, lo que espero lleve menos de dos semanas.
— ¿Tan pronto? — pregunta Beck.
— Cuanto antes, mejor — responde Rommel —. Es ahora cuando están desmoralizados por su reciente derrota, cuando todavía no se han fortificado ni organizado. La carencia de suministros impedirá un ataque general, pero nuestro objetivo será simplemente abrir una brecha en el dispositivo británico. Luego los Kampfgruppen formarán la pantalla de humo mientras atacamos nuestro objetivo principal: Aqaba.
— ¿Aqaba? Eso está en Transjordania — dice Beck.
Es ahora von Manstein el que toma la palabra.
— Excelencia, Mariscal, tras analizar la posición inglesa en Palestina creo que tiene la misma debilidad que la nuestra: sus comunicaciones. Entre Palestina e Irak solo hay una carretera muy larga, y no creo que dispongan de suficientes camiones como para mantener suministrado su ejército. Por tanto, todo depende de este puerto señaló un punto en el mapa y los presentes se acercaron.
— El puerto de Aqaba está en el fondo del golfo del mismo nombre, uno de los dos “cuernos” con los que el Mar Rojo rodea la península del Sinaí. La distancia no es excesiva, es de unos 250 km, y el terreno es casi liso salvo junto al Canal, en el paso de Mitla, y luego ya llegando al Mar Rojo. Ni siquiera es preciso tomar el puerto, que supongo estará bien defendido, ya que el Golfo ahí apenas tiene 15 km de ancho y nuestra artillería y nuestra aviación pueden cerrarlo. El plan que hemos preparado el general Rommel y yo supone las siguientes fases:
- En una primera fase nuestras tropas cruzarán el Canal de Suez entre el Pequeño y el Gran Lago Amargo, y al Sur del Gran Lago Amargo. Para ello están reuniendo todo tipo de embarcaciones en el Nilo, pero no se desplazarán hasta el Canal hasta que se inicie el ataque.
- La Luftwaffe y la aviación italiana en Egipto atacarán las bases aéreas inglesas. Posteriormente atacarán las unidades británicas que se detecten, y la navegación enemiga en el golfo de Aqaba, especialmente los buques de guerra.
- Simultáneamente la infantería italiana atacará en todo el frente y enviará patrullas al otro lado del Canal.
- Se lanzará una unidad paracaidista, del tamaño de un regimiento si es posible, en al entrada oriental del Paso de Mitla.
- Una vez tendidos los primeros puentes la 7ª División Panzer y la 10ª motorizada se desplegarán en la Orilla Oriental y aguardarán el probable contraataque inglés. El terreno de la orilla oriental es llano, y se combatirá dentro del alcance de nuestra artillería, por lo que un contraataque británico nos sería favorable.
- Antes del contraataque se enviarán kampfgruppen hacia los pasos de Gidi y de Mitla, con instrucciones de tomarlos y mantenerlos a cualquier coste. La importancia de esos pasos justifica el posible sacrificio de los grupos.
- Tras derrotar el contraataque, o si no se produce, la 15ª División Panzer atacará los pasos de Gidi y Mitla. Mientras los kampfgruppen se introducirán en la retaguardia enemiga, tanto en dirección hacia Aqaba como hacia la costa, en dirección de El Arish.
- Tras tomar los pasos, especialmente el de Mitla, la 5ª División Ligera avanzará hacia Akaba, con órdenes estrictas de evitar los puntos de resistencia enemigos y llegar cuanto antes al golfo.
- Una vez en el golfo de Aqaba comenzará la segunda fase de la operación: las divisiones 7ª y 15ª Panzer, a medida que reciban suministros, avanzarán hacia el Norte para rodear a las tropas inglesas que aun permanezcan en el Canal. Si no disponen de suficiente combustible, organizarán Kampfgruppen reducidos que serán los que deban explorar el éxito.
Finalmente resume von Manstein— Excelencia, el objetivo de la Operación Kaos es arrebatar a los ingleses su única vía de suministros a Palestina y, secundariamente, atrapar al ejército que han desplegado en el Canal de Suez. Resulta improbable que lo consigamos, ya que sus tropas están motorizadas y es probable que eludan el cerco, aunque les será difícil retirar a los australianos del Delta. Una vez en posesión de Aqaba enviaremos nuestras tropas hacia el Norte, en dirección a Amman y la frontera iraquí. No puedo asegurar esta segunda fase, pero en cualquier caso la ruptura de la línea de Suez y la pérdida de Aqaba causarán en el bando británico una gravísima crisis que, como mínimo, les impedirá efectuar las operaciones que probablemente estén planeando ya contra Irak y Siria.
— Gracias, caballeros — contesta Goering —. Tendré que revisar la documentación que me han entregado con mis asesores, y les daré a conocer mi decisión cuanto antes.