Dora + 2, 14:30
Cuando al soldado Freech lo destinaron a una batería de artillería pesada su padre, también artillero y veterano de la Gran Guerra, lo felicitó. La artillería pesada era una tarea fatigosa, porque cargar los pesados proyectiles era algo propio de mulos de carga y no de personas, y desplazar los pesados cañones era aun peor. Pero a cambio los cañones pesados se emplazaban en retaguardia, desde donde pudiesen batir amplios sectores del frente, y los artilleros podían vivir lejos del barro y del peligro de las trincheras.
Freech le hubiese dicho un par de cosas a su padre. Fatiga, desde luego, porque los obuses de quince centímetros pesaban casi cincuenta kilos cada uno y, aunque tenían cunas —una especie de camillas— para cargar los pesados proyectiles entre varios, había que atacarlos, es decir, meterlos en la recámara, a mano. La batalla que rugía desde dos días antes había agotado a los soldados, y solo podían mover sus doloridos brazos a base de Aspirinas.
Mover el pesado cañón, de cinco toneladas y pico, tampoco era una bicoca. Tenían tractores de artillería para los desplazamientos largos, pero había que meter los cañones en posición a mano, empujando y con palancas. Por suerte nadie esperaba que los cañones de quince centímetros cambiasen de posición muy a menudo.
Nadie, menos el maldito Rommel, que quería tener sus cañones lo más cerca posible del frente para que pudiesen apoyar su dichosa guerra de movimientos. La batería de Freech se había desplazado hasta la orilla del Canal, junto a Ismailía, lo que permitía que sus cañones pudiesen machacar parte del frente enemigo, pero exponiéndoles a su vez a la artillería inglesa. Desde la mañana la batería había sufrido varios bombardeos, y Freech había tenido que saltar a esas trincheras que, según su padre, nunca iba a pisar.
Ahora la batería de Freech disparaba al mayor ritmo que permitían los cansados brazos de sus sirvientes, bombardeando las posiciones de la 5ª División India que, de repente, se vio amenazada por su retaguardia.
Más al Este la 15ª Panzer lanzó su ofensiva con mucha menos alharaca. Su batallón de reconocimiento, equipado con autoametralladoras y semiorugas, avanzaron hacia el Norte, buscando las posiciones enemigas. En la parte más oriental descubrieron las posiciones recientemente cavadas por la 29ª Brigada India, que formaba la reserva de la 5ª División y que había sido enviada por Wavell para intentar tapar la brecha. Pero al Este las unidades de reconocimiento encontraron un espacio abierto de casi diez kilómetros de ancho. A través de ese espacio abierto la maza de la 15ª Panzer, el 8º Regimiento Panzer, avanzó hacia el Norte. Y entonces cometió el error que hizo fracasar la operación.
Los planes originales encomendaban a la 7ª División Panzer el avance hacia el Norte, mientras que la 15ª, debilitada por dos días de combates, hubiese tenido que explotar el éxito ampliando la ruptura hacia el Este a través de los pasos de Jatma y de Gidi, y luego hacia el Sur. Pero la 7ª Panzer no había podido cruzar el Canal y había sido necesario cambiar apresuradamente los planes. Ahora tenía que ser la 15ª la que rompiese hacia el Norte, y los Kampfgruppen de la 5ª los encargados de la explotación. Pero el general von Prittwitz había tenido que confeccionar apresuradamente sus planes, y el coronel Cramer, al mando del regimiento acorazado, no los había comprendido por completo. El regimiento avanzó treinta kilómetros en tres horas sin encontrar oposición, pero Cramer veía como quedaban a su izquierda masas de infantería británica. Considerando que su flanco derecho quedaría cubierto por la 5ª Ligera, lanzó su regimiento contra los hindúes. Pero la 5ª Ligera no iba a operar como tal, sino en pequeños grupos de campaña que todavía seguían en la cabeza de puente, y que empezaban a internarse en territorio enemigo por la brecha abierta por los tanques de Cramer.
La 5ª División India estaba resistiendo con facilidad los ataques italianos en el Canal, cuando vio aparecer los tanques alemanes en su retaguardia. Las unidades empezaron a retirarse apresuradamente, y en pocos minutos el pánico se extendió. Los soldados hindúes corrían hacia el Norte o levantaban sus manos y se rendían. Casi al atardecer los tanques de Cramer enlazaban con los italianos de la división Cirene, atrapando a las brigadas indias 10ª y 29ª Brigada India, que no tuvieron otra opción que rendirse. Solo parte de la 9ª Brigada pudo escapar, abandonando todo su equipo pesado.
Mientras Cramer se felicitaba por el éxito conseguido, el general von Prittwitz quedaba aterrado al descubrir el error de su subordinado: el error de Cramer había alejado los tanques de la división hacia el Norte, dejando un espacio abierto de decenas de kilómetros. Solo unos pocos Kampfgruppen se interponían entre el enemigo y la infantería de su división. Si los británicos conseguían explotar ese espacio vacío toda la cabeza de puente correría peligro.