Un aspecto sobre los combates de la "División Española de Voluntarios" conocida como "División Azul".
La DEV participó en varios combates defensivos en los que resultó especialmente efectiva. Como el citado de Krasny Bor, o la defensa de Possad, o los combates de Mga. Especialmente, la batalla de Krasny Bor asombra por el desequilibrio entre ambos bandos: entre 33.000 y 44.000 soviéticos, con por lo menos 30 tanques (muchos de ellos pesados KV-1, otras fuentes citan 100 tanques), apoyados por 1.000 cañones y morteros, contra un regimiento y medio, unos 5.600 hombres, sin tanques y sólo con la artillería divisionaria. Y eso a pesar de la desafortunada actuación de varios mandos, incluyendo al general al mando, Esteban Infantes.
Causas hubo muchas. El ejército soviético todavía seguía tácticas primitivas (ataques frontales sin mayores filigranas), incluso en 1943, y las unidades atacantes tampoco eran las mejores. Por otra parte, la tropa era voluntaria con un periodo de servicio relativamente corto. Y la oficialidad era veterana de la Guerra Civil Española, y varios de ellos tenían experiencia de crisis similares (como la ocurrida en la batalla de Brunete).
Pero hubo otro factor que contribuyó a la tenaz defensa de las posiciones de los soldados españoles, y fue un sistema táctico diferente, heredado de las guerras coloniales.
Tras la Gran Guerra la línea de defensa por definición era la trinchera. Más o menos profunda, más o menos fortificada, flanqueada o no por puntos de apoyo, y en una o varias líneas. La idea era formar una línea continua de defensa, efectiva tanto para defenderse de ataques masivos como para evitar infiltraciones. Fue la táctica defensiva habitual usada por las fuerzas republicanas durante la GCE y en los primeros años de la SGM. Este tipo de defensa no era perfecta: requería un importante contingente para ser defendida, y además no era fuerte en ningún punto.
En la Guerra de Marruecos, el ejército español se había enfrentado a un problema diferente, clásico en campañas coloniales. Ni tenía efectivos como para formar líneas de defensa, ni tenía sentido hacerlo, pues los indígenas del territorio "ocupado" y supuestamente "pacificado" podían retomar sus armas en cualquier momento. En lugar de ello, de adoptó un sistema defensivo de puntos concretos (aduares, cerros, puntos de aguada) con posiciones fortificadas, los "blocaos".
El bando sublevado en la GCE tomó una decisión crucial: en lugar de ser fuerte en todos los puntos, se asignarían efectivos mínimos a las fuerzas que cubriesen los frentes secundarios, y se usaría el contingente liberado como masa de maniobra para decidir la guerra. Eso hará que los frentes estén defendidos con casi nada, y era del todo imposible guarnecer líneas continuas. Los mandos, muchos de ellos, veteranos de la campaña marroquí, adoptaron un sistema defensivo similar: en lugar de dispersar sus escasos efectivos por toda la línea, los reunirían en unos pocos puntos fuertes bien protegidos.
El sistema no era perfecto, ni mucho menos, y fracasó en muchas ocasiones de las que fue puesto a prueba. Generalmente se escogían como puntos de defensa las localidades de la zona, independientemente de su importancia táctica, y se dejaban amplísimos huecos entre ellas, que permitían infiltraciones de los atacantes republicanos, que embolsaban esas posiciones. Las localidades cercadas solían resistir hasta el final, dando tiempo a que las reservas contuviesen el ataque (pero raramente a que relevasen a los cercados), pero el desastre se rondó en varias ocasiones. Pero el sistema fue madurando paulatinamente. En lugar de unos pocos puntos fuertes densamente fortificados (los pueblos) se adoptó un sistema más flexible, con una red de puntos de apoyo, guarnecidos por contingentes variables (entre un pelotón y un batallón dependiendo de su importancia) que se cubrirían entre sí mediante sus fuegos, y con una reserva móvil que acudiría a los puntos amenazados. Además, la cohesión de las unidades en lso puntos fortificados mejoraba su moral y permitía un mejor control del combate por los mandos. Este fue el sistema que llevaron los españoles a Rusia.
Ahí contrastó vivamente con el sistema germano clásico, el de las trincheras. Los españoles distribuían sus fuerzas de otra manera, lo que permitía defender fuertemente grandes espacios con relativamente pocas tropas. Y este sistema rindió magníficamente en los combates en Rusia. En Krasny Bor la actuación del mando fue deficiente (especialmente las del Coronel Sagrado, jefe del sector, relevado a los pocos días, y la del general Esteban Infantes) pero las pequeñas unidades siguieron combatiendo, primero retrasando y fragmentando la gran ofensiva rusa, luego deteniéndola.
Es significativo que alemanes y rusos, enfrentados a un problema similar al español en la GCE, adoptasen una táctica parecida, dando menor importancia a las líneas continuas y mayor a los sistemas defensivos en profundidad basados en posiciones que se apoyasen mutuamente por el fuego. Este sistema funcionó espléndidamente en Normandía, donde las líneas continuas fueron destruidas por el fuego, pero las pequeñas unidades resistían en posiciones de campaña.
Saludos