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Instituto para la Ciencia Sexual

Dom Sep 09, 2007 11:56 am

Esto no fue más que un preludio, allí donde queman libros, finalmente también se queman personas.


Heinrich Heine (1797-1856)



Otro "exterminio" de los nazis, pero esta vez cultural y científico.
Resulta fascinante lo avanzada que estaba Alemania también en investigación social comparada con otros muchos paises. Un avance que prometía y que, para variar, se vio tristemente frenado por los mismos indeseables de siempre.

Saludotes peloneros.

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Institut für Sexualwissenschaft


El Institut für Sexualwissenschaft (Instituto para la Ciencia Sexual) fue una institución privada para el estudio y la investigación sexológica en Alemania de 1919 a 1933.

El Instituto era una fundación sin ánimo de lucro situada en el Tiergarten (zoológico), en In den Zelten, en Berlín. Su director era un médico judío, Magnus Hirschfeld (1868-1935) que desde 1897 había dirigido el Wissenschaftlich-humanitäres Komitee (Comité humanitario-científico). El Comité había hecho campaña por la reforma de los derechos de homosexuales en base a valores conservadores y racionales. El Comité también publicaba una revista Jahrbuch fur sexuelle Zwischenstufen (Anuario para sexualidades intermedias). Hirschfeld también era investigador. Consiguió respuestas en questionarios de 10.000 personas, que fueron material para su libro Die Homosexualität des Mannes und des Weibes (La homosexualidad del hombre y la mujer; 1914). Reunió una biblioteca única sobre erótica y sexo homosexual[1].

Después de que los nazis ganasen el control de Alemania en los años 30, el Instituto y sus bibliotecas fueron destruidas como parte del programa nacional de censura. La infame quema de libros nazi de Berlín incluía los archivos del Instituto.

Origen y propósito

El Institut für Sexualwissenschaftfue inaugurado en 1919 por Hirschfeld y su colaborador Arthur Kronfeld, psicoterapeuta y más tarde catedrático en la Charité. Además de ser una biblioteca de investigación y contener una gran archivo, el Instituto también tenía divisiones médicas, psicológicas y etnológicas, y una oficina de información sobre el matrimonio y temas sexuales. El instituto era visitado por unas 20.000 personas cada año y llevaba a cabo unas 1.800 consultas médicas. Los visitantes más pobres eran tratados de forma gratuita. Además, el Instituto defendía la educación sexual, la contracepción, el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual y la emancipación de las mujeres. Fueron pioneros mundiales en la defensa de los derechos civiles y la aceptación social para homosexuales y transgénero.

Pionero del transgénero

Magnus Hirschfeld fue el primero en utilizar la palabra transexualismo, identificando las categorías clínicas que su colega Harry Benjamin desarrollaría más tarde en EEUU. Entre los empleados y clientes del Instituto había personas transgénero. Se ofrecían diversos servicios endocrinológicos y quirúrgicos, incluyendo las primeras operaciones modernas de "cambio de sexo" en los años 30. Hirschfeld también trabajó en los años 30 con la policía para disminuir el arresto de travestis bajo la sospecha de prostitución, hasta que el nazismo le obligó a huir de Alemania.

Era nazi

A finales de febrero de 1933, tal como iba disminuyendo la influencia moderadora de Ernst Röhm, el Partido Nazi lanzó su purga contra los homosexuales (gays, lesbianas y bisexuales; comocidos como homófilos): cierre de clubs en Berlín, prohibición de publicaciones y organizaciones y grupos gays. Como consecuencia, muchos huyeron de Alemania, como Erika Mann. En marzo de 1933 el administrador del Instituto, Kurt Hiller, fue enviado a un campo de concentración.

El 6 de mayo de 1933, mientras Hirschfeld estaba dando una serie de conferencias en EEUU., la Deutsche Studentenschaft realizó un ataque sobre el Instituto. Unos días más tarde la biblioteca y los archivos del Instituto fueron sacados a la calle y públicamente quemados en la Opernplatz. Alrededor de 20.000 libros y revistas y 5.000 imágenes fueron destruidos. También se incautaron las extensas listas de nombres y direcciones del Instituto. En medio de la quema, Joseph Goebbels dio un discurso político frente a una multitud de unas 40.000 personas. Los líderes de la Deutsche Studentenschaft también proclamaron sus propios Feuersprüche (decretos de fuego contra el espíritu anti-alemán). Los libros de escritores judíos o de temas pacifistas o antibelicistas (por ejemplo, los de Erich Maria Remarque) de bibliotecas públicas y de la Universidad de Humboldt también fueron quemados.

Hubo muchas otras quemas menores de libros organizadas en Alemania esa misma noche; incluyendo en la Konigplatz de Munich. Hacia el 22 de mayo, había habido quemas de libros en Heidelberg, Fráncfort del Meno, Gotinga, Colonia, Hamburgo, Dortmund, Halle, Nuremberg, Wurzburgo, Hanóver, Münster, Königsberg, Koblenz y Salzburgo - y la Gestapo estaba confiscando bibliotecas públcias y privadas para ser destruidas en molinos de papel[3].

los edificios fueron tomados más tarde por los nazis para sus propios propósitos. Hacia 1944 no eran más que ruinas bombardeadas y fueron demolidas a mitad de los 50. Hirschfeld intentó en vano reestablecer el Insitituo en París, muriendo en Francia en 1935.

Mientras que muchos huyeron al exilio, el activista radical Adolf Brand mantuvo su posición en Alemania cinco meses después de la quema de libros. Finalmente el acoso fue demasiado grande y en noviembre de 1933 se vio forzado a anunciar formalmente el fin del movimiento de emancipación homosexual en Alemania. El 28 de junio de 1934, Hitler llevó a cabo una purga de hombres gays en las filas de la S.A., lo que fue seguido por leyes más estrictas para acabar con la homosexualidad y los homosexuales. Es difícil no pensar que las listas que Hitler había obtenido del Institut für Sexualwissenschaft no le facilitaran estas acciones. Muchos miles de arrestados se vieron en campos de trabajo. Otros, como John Henry Mackay, se suicidaron.

Entre los libros que se quemaron en la Opernplatz en Berlín se encontraban las obras del poeta judío Heinrich Heine.

ImagenEl 10 de mayo de 1933 los nazis quemaron en Berlin las obras de autores judíos y la biblioteca del Institut für Sexualwissenschaft, además de otras obras consideradas "no alemanas".

Tras la Segunda Guerra Mundial

La carta del Instituto especificaba que en caso de disolución, las pertenencias de la Fundación Dr. Magnus Hirschfeld (que había esponsorizado el Instituto desde 1924) debían ser donadas a la Universidad Humbold de Berlín. Hirschfeld también escribió un testamento personal mientras estaba en el exilio en Paría, dejando todas sus pertenencias a sus estudiantes y herederos Karl Giese y Li Shiu Tong (Tao Li) para que continuasen sus estudios. Karl Giese se suicidó en 1938 cuando los alemanes invadieron Checoslovaquia y su heredero, el abogado Karl Fein, fue asesinado en 1942 durante su deportación. Li Shiu Tong vivió en Suiza y EEUU. hasta 1956, pero no es conocido que intentase continuar la obra de Hirschfeld. Los fragmentos que han sobrevivido de la biblioteca fueron recogidos más tarde por W. Dorr Legg y ONE, Inc. en los EEUU. en los años 50.

Sin embargo, ninguna de las dos voluntades fue cumplida. Los tribunales de Alemania Occidental consideraron que la disolución de la fundación y la confiscación de la propiedad realizada por los nazis en 1934 era legal. Además, el Gobierno de Alemania Occidental mantuvo las leyes nazis contra la homosexualidad, el infame Párrafo 175a, por lo que se convertía en imposible para los homosexuales supervivientes reclamar la restitución del centro cultural.


http://es.wikipedia.org/wiki/Institut_f ... ssenschaft

Dom Sep 23, 2007 11:57 pm

Los líderes de la Deutsche Studentenschaft también proclamaron sus propios Feuersprüche (decretos de fuego contra el espíritu anti-alemán). Los libros de escritores judíos o de temas pacifistas o antibelicistas (por ejemplo, los de Erich Maria Remarque) de bibliotecas públicas y de la Universidad de Humboldt también fueron quemados.
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No hay muchas obras cuyos títulos hayan trascendido el nombre del autor hasta el punto de que, en la medida que el título se convertía casi en lugar común, el nombre del autor se perdía.Es el caso de Sin novedad en el frente, el nombre de la novela de mayor éxito de Erich María Remarque, escritor nacido el 22 de junio, hace 100 años, en Osnabruck, Alemania, y muerto a los 72 años en una casa frente al lago Maggiore, en Suiza.El destino de la frase lacónica del título (no tan lacónica en su traducción literal: En el frente occidental no hay novedades) fue convertirse en una frase hecha, un artefacto irónico, útil para referirse tanto a la vida en general como para ser utilizado entre compañeros de trabajo durante un relevo.Pero las imágenes que difundió con sus muchísimos ejemplares (10 millones hacia 1970), en 48 idiomas, son también un patrimonio público. Seguramente, si uno se imagina la Primera Guerra Mundial como una sórdida lucha de trincheras en las que se arrastraban miles de soldados entre el barro y la sangre, y si identifica esa guerra con restos humanos pendientes de las alambradas y hombres muriendo entre atroces convulsisones por los gases venenosos, eso es, en gran parte, gracias a la novela In Westen nichts Neues.Partes militares teminaban invariablemente con tales palabras cuando Remarque, nacido Paul Kramer Remark, estaba precisamente en el frente, allí donde se moría acribillado, atravesado por esquirlas o por una bayoneta, envenenado o de asco, sin avanzar ni un metro durante semanas. El terrible sin novedad ocultaba esa lucha lenta, exasperante, que además de muertos y mutilados producía dementes.La novela de Remarque apareció por primera vez en capítulos en el diario Vossische Zeitung en 1928. Había sido un desahogo personal. Tuvo un éxito enorme. Se convirtió en la novela antibelicista por antonomasia. Remarque fue postulado al Premio Nobel pero no se lo dieron. Entretanto, siguió escribiendo. De regreso y Tres camaradas completaron su trilogía sobre la Primera Guerra.Pero se gestaba muy lentamente otra. Remarque no era un alemán bien visto en su patria, donde crecía el belicismo hitlerista. Algunos trataban de desprestigiarlo diciendo que las cosas no habían ocurrido como él las había narrado. Imposible, contestó un veterano, eso sólo pudo hacerlo alguien que estuvo entre nosotros. En 1938, Adolf Hitler emitió un decreto privando a Remarque, que vivía en Suiza y Francia, de su nacionalidad alemana. Sus libros fueron arrojados en la hoguera que ardió ese año en Berlín, junto con obras de otros autores antialemanes.El hombre, compositor de música vocacional a quien la guerra convirtió en escritor, era ya un autor próspero. En 1940, se mudó a Estados Unidos y siete años después se nacionalizó estadounidense.En Hollywood había colaborado como argumentista en varias películas. Se le atribuyeron amores con Greta Garbo y Marlenne Dietrich, que pegaban con su imagen: Es un hombre alto, delgado, de ojos azules, de voz suave y estilo muy vieja Alemania, lo describe en 1958 el periodista Pierre Joffroy. Ese año, se había casado con Paulette Goddard, la chica de Tiempos modernos, ex esposa de Chaplin.Al estilo de las revistas actuales de ricos y famosos, pero en versión más modesta, el reportaje de Joffroy se publicó en la porteña Vea y lea acompañado de fotos donde la pareja aparece en los jardines y el salón de la residencia del escritor en Porto Ronco, Suiza. Remarque tenía 60 años. Ella, aparentaba poco más de 30.Un día estaba triste. Tenía 30 años. compré un florero antiguo que no estaba roto y me parecía hermoso. En el mercado, de paso, compré un ramo de lilas y, de regreso a mi casa, lo puse en mi florero. Miré y al cabo de media hora me abandonó el aburrimiento. Estábamos allí los tres con nuestras edades: el florero de 2.500 años, la lila que iba a morir dos días más tarde y yo. La lila no se quejaba. Yo tampoco.Dice el periodista que este breve cuento se lo dijo de un tirón Remarque. Mucho para un escritor a quien consideraban un cronista, un autor testimonial. Quisiera saber qué culpa tienen ellos, dice con furia y piedad el campesino Detering en el frente, cuando ve morir a los caballos. Es la más horrenda infamia que los animales tengan que venir a la guerra. ¿Cuánto de Ernest Hemingway y del neorrealismo estaba allí?Remarque escribió muchas otras novelas -El obelisco negro, Arco de triunfo, llevada al cine con Ingrid Bergman y Charles Boyer, El cielo no tiene favoritos, entre ellas-, pero fue siempre el autor de Sin novedad en el frente y así se anunció su muerte en 1970.Su libro había sido la guerra misma, sin adjetivos. Todavía es angustioso leerlo hoy, después de tantas imágenes de masacres, de tantas escenas del Holocausto o de Vietnam o de Sarajevo. Y de la AMIA y Oriente Medio. Como lección, es evidente, no sirvió. Quizás eso confirme que se trata de literatura en estado de pureza.

http://www.clarin.com/diario/1998/06/22/e-05201d.htm


Sin Novedad en el Frente,que recuerdos, fue el primer libro que leí cuando era niño y fue entonces cuando comprendí que la Guerra no era como la pintaban en el celuloide.Una fábrica de medallas y amigos para toda la vida,en donde cada soldado estaba convencido que iba a salvar el mundo.

Aunque me he desviado un poco del tema,me pareció nostálgico leer como los trabajos de unos de mis mejores autores fueran desechados en la hoguera :(

Un Saludo.Durand.....

Mar Sep 25, 2007 10:20 am

El terrible sin novedad ocultaba esa lucha lenta, exasperante, que además de muertos y mutilados producía dementes


Cierto, Durand, cierto... :( , en la IGM comenzó a andar la psiquiatría y la psicología,y además de la Neurosis de Guerra, se estudió otro trastorno mental que llamaron "Psicosis de las trincheras", tan propio de la IGM pero que no se dio, como todos sabéis, en la II.

Y sí, cuentan las leyendas, además de Remarque, que era realmente espantoso el tiempo que transcurría metido en una trinchera; días, semanas...creciendo a cada minuto la paranoia. ¡uf, que horror!

"Sin novedad en el frente", una frase que claramente no ayudaba mucho a mantener la cordura, sino que más bien debía potenciar la desesperación :(

Gracias, Durand, por la información :)

Un abrazote pelonero.
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