Segunda Guerra Mundial: el apogeo de la propaganda de guerra
"Con una repetición suficiente y la comprensión sicológica de las personas implicadas, no sería imposible probar que de hecho un cuadrado es un círculo. Después de todo, ¿qué son un cuadrado y un círculo? Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse hasta disfrazar las ideas" Goebbels
En la Segunda Guerra Mundial se asistió a un uso continuado de la propaganda como un arma poderosa. Tras el fracaso alemán en entender la propaganda como un aliado esencial, Hitler se preocupó por crear un cargo en su gobierno exclusivamente dedicado a la propaganda del partido. Paul Joseph Goebbels, figura intelectual, doctorado en Filosofía en Heidelberg en 1921, fue el escogido. En 1929, sería el jefe de la propaganda del partido y desde 1933 a 1945, Ministro de Propaganda del régimen nazi.
Una de las medidas iniciadas de inmediato por el ministro fue el absoluto control de todos los periodistas, escritores, artistas y medios de comunicación, para que se registrasen como subordinados y apenas publicasen información debidamente autorizada.
Comparada con los regímenes soviético y fascista, la propaganda nazi no formaba parte de un todo, sino que era en si misma el todo. El füher se reunía casi diariamente con Goebbels para enterarse de las novedades y transmitir su opinión personal. El esquema de proliferación de información falsa en el régimen nazi pasó a la Historia como "la gran mentira".
La propaganda hitleriana se centraba en un tipo de mensaje emocional que se dirigía, sobre todo, a un público poco educado políticamente, susceptible de interiorizar la emoción y no la racionalidad. A su salida de la cárcel, Hitler aprovechó la prohibición de hablar en público en Alemania para llevar a cabo su primera gran campaña de propaganda, basada en la idea de que entre los 2000.000.000 de habitantes de la Tierra, sólo él no podía hablar en Alemania. Los discursos de Hitler eran preparados con detalle. El füher estudiaba sus textos minuciosamente, pues leía mal en voz alta. Empezaba con palabras relajadas, comunicando de una forma monótona, hasta un punto en que su voz subía de tono acompañada por fuertes gestos de su brazo derecho.
Destacan también los aspectos más importantes de la escenografía nazi: los grandes desfiles al aire libre, largos mítines políticos en locales cubiertos, las canciones, los saludos ("Sieg Heil"), las antorchas, la profusión de banderas y estandartes o el desfile de las fuerzas paramilitares, entre otros.
Antes de cualquier movimiento militar, la máquina propagandística alemana era puesta en marcha. Como ejemplo, antes de que Checoslovaquia fuese invadida se transmitió a través de la radio el mensaje de que las minorías alemanas estaban siendo perseguidas en aquel país. Los hechos se fabricaban para que los actos de invasión pudiesen ser justificados. Con Francia se hizo algo semejante: los agentes alemanes distribuirían propaganda que anunciaba los primeros indicios de la derrota francesa. Esto tipo de acciones crearon divisiones políticas, insatisfacción, miedo de la superioridad bélica alemana, hasta mayo de 1940, fecha en la que la resistencia francesa entró en colapso y las tropas de Adolph Hitler marcharon en París.
Una vez más, tanto los propagandistas alemanes como los británicos intentaron llegar a la opinión pública americana. Alemania se hizo pasar por defensora de los asuntos mundiales, justificando que la guerra era también una lucha contra el "terror rojo": el comunismo. Aún realizaron algunos movimientos que intentaron el aislamiento de los estadounidenses en la guerra. Todo el esfuerzo se reveló inútil, sobre todo después del ataque japonés en Pearl Harbor. Los Estados Unidos entraron en la guerra e hicieron de los ingleses sus aliados. Los americanos crearon entonces dos agencias oficiales de propaganda: la OWI (Office of War Information) y la OSS (Office of Strategic Service). La OWI se encargaba de distribuir información en territorio americano y extranjero. La OSS, por su parte, estaba encargada de conducir la "guerra psicológica" contra el enemigo.
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Este artículo continúa con la Guerra Fria hasta nuestros días, pero esa es otra historia...En cualquier caso, si alguien está interesado le copio el enlace:
http://www.ati.es/article.php3?id_article=161
Sin embargo, no quiero cerrar el post sin plasmar unas bonitas conclusiones:
La propaganda de guerra se rige por "principios elementales", como señala Morelli, citando los "diez mandamientos" enunciados por Ponsoby en 1928. Estos mecanismos mantienen su vigencia en la actualidad. Así, por ejemplo, la táctica de demonizar al enemigo fue usada durante el siglo XX, y todavía es efectiva.
Chomsky (2004), afirma que "actualmente el único modo de atacar a un enemigo mucho más débil pasa por elaborar una ofensiva propagandística que lo retrate como una amenaza inminente o quizá como un genocida, confiando también en que la campaña militar tenga el menor parecido posible con la guerra" .
Para Brieguer (2004), "La búsqueda de la legitimidad de los bombardeos sobre Afganistán contó con un elemento propagandístico fundamental: la demonización del enemigo. Tal y como sucedió durante la Guerra del Golfo, la magnificación y mitificación del poderío de Saddam Hussein, de los talibanes y del "ejército de los 20.000 hombres de Bin Laden" sirvió (sic) para obtener legitimidad y consenso para lanzar la ofensiva militar". Además, según este autor, "el Islam, señalado como el "nuevo enemigo de Occidente" después de la Unión Soviética, es mediática, política e intelectualmente señalado como "retrasado, fanático y bárbaro"".
La "Guerra contra el Terror" de la Administración Bush ha continuado con la invasión y posterior ocupación de Irak, sin que por el momento hayan sido encontradas las ADM (armas de destrucción masiva) presuntamente en poder de Saddam Hussein. Algunos autores hablan de "Weapons of Mass Deception" (armas de engaño masivo) usadas por EEUU para controlar la opinión pública.
En la actualidad, en un mundo globalizado, la revolución digital proporciona soportes tecnológicos de gran eficacia para la propaganda de guerra. Estas plataformas de última generación se combinan con técnicas antiguas, como la distribución de panfletos, dotando a las campañas propagandísticas de una enorme versatilidad. Este factor, unido a la experiencia ganada desde la Primera Guerra Mundial, potencia este tipo de comunicación persuasiva, de modo que cabe preguntarse hasta dónde pueden llegar sus peligrosos efectos.
Un saludo pelonero-propagandístico