La apertura de los Archivos Vaticanos ha mostrado que la ayuda de la Santa Sede a los judíos durante la 2ª Guerra Mundial fue mayor de la que siempre se ha creido, incluso suscitó protestas en diferentes ambientes católicos. Así lo confirman las cartas publicadas junto con los registros de la Oficina de Información Vaticana para los prisioneros de guerra instituido por el Papa Eugenio Pacelli -Pio XII-(1939-1947) editados con el título de "Inter Armas Caritas".
Los dos volúmenes publicados por el Archivo Secreto han permitido descubrir como estaba organizada la red de asistencia a las victimas de la guerra.
La sede de la Oficina se encontraba en un primer momento dentro de la Secretaría de Estado, en la Sección de Asuntos Ordinarios en el Patio de San Dámaso. era dirigida por el obispo ruso Alexander Evreinoff, asistido por un secretario, el sacerdote Emilio Rossi. Al inicio contaba con dos empleados y las peticiones de noticias sobre personas desaparecidas no superaban las sesenta al día. Los principales interlocutores, en contacto continuo con la Oficina, eran los representantes pontificios en los diferentes países- nuncios, delegados apostólicos, vicarios- que en sus sedes habian organizado oficinas de información, siguiendo el modelo a la creada en el Vaticano. Estas oficinas recibían los módulos enviados por la Santa Sede y enviaban diariamente, a traves de un mensajero, las respuestas y peticiones en formularios impresos con el escudo de la representación pontificia. Además, durante las visitas pastorales a campos de concentración, hospitales, etc, los mismos representantes del Papa, además de responder a las necesidades espirituales y de ofrecer consuelo, distribuían entre los prisioneros correo y ayudas- libros, medicinas, alimentos, vestido, tabaco, instrumentos musicales, etc.
La actividad de la Oficina de Información Vaticana experimentó un cambio importante ante el avance alemán en los Paises Bajos, Bélgica y Francia, a partir de la primavera de 1940 y con la entrada de Italia en la guerra el 10 de Junio del mismo año. El número de peticiones de información se elevó a centenares por día, de modo que la Oficina tuvo que aumentar el personal, pasando de dos a dieciseis personas. Dadas las dificultades para comunicar con las poblaciones en los paises ocupados, surgió la idea de utilizar la colaboración de Radio Vaticano. Los llamamientos radiofónicos para pedir u ofrecer informaciones o respuestas de refugiados o personas desaparecidas comenzaron el 20 de Junio de 1940. En 1944, Radio Vaticano llegó a transmitir 63 programas semanales dedicados exclusivamente a ofrecer este tipo de información, lanzando 27.000 mensajes al mes.
La radio pontificia transmitía , en días y horarios establecidos, listas de los prisioneros- civiles y militares-y de los desaparecidos y refugiados, con noticias y mensajes captados por las nunciaturas, las delegaciones pontificias y las curias diocesanas, que trataban después de transmitir a las familias. Para agilizar y aumentar los mensajes se pronunciaban números convencionales en sustitución de frases. Por ejemplo, el número 3 significaba "estoy bien", el número 11 "espero vuestras noticias", el número 13 "mi dirección es la siguiente".
En 1941, al extenderse la guerra, aumentaron las peticiones dirigidas a la Oficina de Información Vaticana, unas dos mil al día. Los empleados de la Oficina aumentaron hasta cien, obligando a cambiar de lugar las oficinas.
El 1 de Abril de 1941 la Oficina se trasladó al Palacio de San Carlos dentro del territorio vaticano. La nueva sede se dividió en dos partes: una se destinó para trabajo interno y la otra a la acogida de centenares de personas que acudían a estos locales para pedir información de sus seres queridos y rellenar formularios. Eran,sin embargo mas numerosas las peticiones que llegaban por correo.Por cada carta se rellenaba una ficha a la que se le daba un número de protocolo. La Oficina acogía estas peticiones sin distinción de raza, religión, nacionalidad o estatus social. Los registros creados por las diferentes secciones de la Oficina de Información, dividdos por miles, se depositaban al final del día en cajas de madera. Este fichero de la Oficina se actualizaba diariamente. Para poder realizar este inmenso trabajo se pidió ayuda a voluntarios de Acción Católica y a numerosas religiosas presentes en Roma pertenecientes a decenas de congregaciones religiosas. Transmitidas estas peticiones a las diferentes representaciones pontificias en el mundo, los formularios respondidos eran recogidos por la Sección de Respuestas, encargada de la actualización de cada una de las fichas y de la transmisión de noticias a las familias.
Cada semana, el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI, convocaba una reunión en la que participaban el obispo Evreinoff, el padre Rossi, monseñor Angel Baragel en representación de Radio Vaticano, junto a otros obispos y monseñores de la Curia romana. Los verbales de estas reuniones eran después presentados al Papa Pio XII para su aprobación.
la sección alemana de la Oficina tenía entre sus funciones atender a los ciudadanos judíos residentes en los territorios ocupados y controlados por Alemania. La correspondencia dirigida a alemanes y eslavos de religión judía era con frecuencia bloqueada o rechazada por la censura alemana. de los judíos de Eslovaquia y Croacia se ocupaba la Obra de San Rafael, dirigida por el padre Anton Weber en la iglesia de los Padres Pallottinos en Roma. En la segunda mitad de 1942, para promover la divulgación de estas moticias, la Oficina de Información creó la revista mensual "Ecclesia", cuyo creador y director fue monseñor Montini. Se convirtió en el órgano informativo impreso de la Oficina vaticana desde Septiembre de 1942 hasta Diciembre de 1945. En 1943 la Oficina alcanzó el momento de máxima actividad, con decenas de miles de peticiones diarias. En ese periodo, llegaron a trabajar seiscientas personas. La Oficina de Información vaticana cerró sus actividades el 31 de Octubre de 1947.
Si bien no lograron salvar las vidas de los seis millones de personas asesinadas en los campos de concentración, si que salvaron muchas vidas.