Fueron miles las victimas de origen americano bajo las garras del nazismo. Yo sólo pasaré a contar sólo un par de aquellas tantas , en ambas sus protagonistas son de origen argentino, que pudieron llegar a reproducirse gracias al
aporte de familiares, no en todo los casos supervivientes del holocausto.
Rita Wacht
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/2000/00-10/0 ... /pag19.htm
Clara Wacht, “Rita” ó “Ritele”, tal su diminutivo en idioma Idish, nacida el 25 de mayo de 1936, en un domicilio particular de la calle Federico Lacroze 4136, de Buenos Aires, Capital Federal. Su padre era Samuel Wacht, un comerciante de cueros judío de origen polaco afincado en ésta ciudad a fines de los años 20. Luego de una breve relación epistolar, Samuel invita a Buenos Aires a su prometida, Raquel Kaplan (también judía de origen polaco) para contraer matrimonio y empezar una nueva vida en Sudamérica. La boda se llevó a cabo el 24 de abril de 1935 en el Hotel de Inmigrantes, y Rita Nació 13 meses después. Dado que Raquel padecía diabetes, el clima húmedo de Buenos Aires no le venía nada bien, por lo que Samuel decide enviar a su esposa e hija a Polonia. Allí, Rita y su madre van a vivir a Wolkowiske, un pueblo al norte de Polonia, donde se encontraban los padres de Raquel. De aquí en adelante, el único contacto que tendrá Samuel con Raquel y Rita será a través de cartas.
Los acontecimientos son seguidos muy de cerca por Raquel y su familia en Polonia. Entre 1937 y 1939, las medidas nazis que pronto llevarían al holocausto empiezan a caer como pesadas rocas sobre las cabezas de los judíos europeos: se cierra toda posibilidad de educación para ellos en Alemania y sus negocios y propiedades empiezan a ser confiscados.
“¿Quién sabe lo que se está cocinando aquí? Se reunieron 1500 rabinos y decidieron que por 16 días no se coma carne en señal de protesta…Sólo comemos lácteos. Ritele habla perfectamente bien idish y polaco. Cuando escucha el nombre Samuel, dice inmediatamente ‘mi papá’. No parece una nena de 3 años, aparenta por lo menos 5.”, decía una carta que Samuel recibió de su madre el 16 de marzo de 1939.
Samuel seguía con el corazón en la boca el posiblemente trágico destino de los suyos en Polonia, por lo que constantemente enviaba dinero, “…yo sé lo que te cuesta ganar éste dinero y reconozco cada centavo que nos mandás…” le retaba Raquel en una carta el 6 de junio de 1939, “…tu madre me escribe que le compre a Ritele algo por 100 zlotis. Creéme, con gusto lo haría si necesitara algo; pero gracias a Dios no le falta nada. Creo que en nuestro pueblo no hay un chico que tenga cosas tan lindas como ella...creo que al mandar los 100 zlotis lo que querés es de una u otra manera participar en su cumpleaños. Ojalá que los próximos los podamos preparar y festejar juntos.”
En abril de 1939, unos meses antes de que estallara la guerra, la madre de Samuel le escribía: “No sabemos que va a pasar con nosotros. ¿Correr, a dónde?, no existe para los judíos escondite sobre la tierra”. Días después, recibe una carta de Raquel: “Saludos de Rita. Ya le puse los zapatos amarillos que le mandaste y que recién ahora le quedan bien, ella le cuenta a todos que su papá se los mandó…No sabemos en qué mundo vivimos…si solo estuviéramos dentro de una pequeña revuelta…Rita y yo te besamos fuerte, fuerte. Tu Raquel.”.
El 1° de setiembre de ese año, Alemania invadió Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. Luego de una heroica pero infructuosa resistencia, el ejército polaco se rinde, por lo que los nazis comienzan su escalada de violencia contra la población civil, en especial, los judíos. “Querido mío. Me dispongo a escribir, en realidad no sé para qué si a cada momento estamos preparados para todo tipo de salvajismos y quién sabe si mi carta va a llegar…confiscaron todos los camiones y artículos de lujo. La intranquilidad es muy grande…salió en los diarios que la gente prepare comestibles en sus casas para una larga guerra…”.Escribía Raquel en diciembre de 1939.
Desde Buenos Aires, previniendo un trágico final Samuel peleaba para traer a su familia de Europa, inició trámites frente a embajadas, pero la actuación de la diplomacia argentina, fue fría y esquiva.
“Bialystok, 3 de junio de 1940. Mi querido: en Wolkowiske ocurrió una desgracia. En el transcurso de tres días, tu adorada Raquel fue cremada. Qué es lo que le ocurrió, no se sabe con claridad. Se cree que se contagió de difteria y se ahogó sin que nadie lo viera. Últimamente se sentía muy bien, estaba rozagante y nadie hubiera dicho que se trataba de una chica enferma…ahora Ritele ha quedado huérfana. Es tan triste, hay tanto dolor en la nena. Cuando estuve por allí ella me preguntó: ‘Bobe, ¡está mi madre en tu casa?, ¿por qué no regresa ya?’.” Así, a través de una carta de su madre, Samuel se enteró del fallecimiento de su esposa, dos meses después de que ocurriera. Rita vivió un tiempo con sus abuelos maternos, hasta que fue a vivir con la madre de Samuel. “Es una nena muy alta, mide 1,07 metro y la gente piensa que tiene 6 años. Voy a contarte algo de ella: Ritele habla constantemente de su papá deseándole siempre buena salud, como si supiera que nadie le queda ya con vida…”, escribía la madre de Samuel el 27 de febrero de 1941.
A partir de allí, los paraderos de los Wacht, se repartían por distintos lugares, huyendo de la cacería nazi. El único consuelo que percibían era escribir a Samuel: “Vilna, 1 de mayo de 1941…Ritele está en Wolkowiske. A mi casa de ninguna manera quiere venir, aunque en verdad tampoco tengo lugar. Vivimos en dos piecitas…no tenemos cocina. Yo duermo en un sofá cerca de la puerta, lejos de la pared que está demasiado húmeda, ya que el agua corre por ahí. Toda la ropa está cubierta de un moho verdoso y el edredón siempre tiene olor a humedad. Pero esto es lo que conseguí por suerte…”. Un mes después Rita se instaló con su abuela: “Ritele está ahora conmigo…vivimos en una casita muy chiquita, dos habitaciones y no hay cocina, pero nos arreglamos muy bien con ella…”. El 11 de junio de 1941, Samuel recibió la última carta de su madre. Desde entonces, sólo pudo saber después de finalizada la contienda que Rita y sus abuelos quizá pasaron sus últimos días en Terezin.
En 1948, Samuel volvió a casarse en Buenos Aires con Aída, una chica doce años menor que él que había perdido a sus padres en el ghetto de Varsovia. Tuvo otras tres hijas, Miriam, Ana y Paulina, a las que nunca contó nada sobre Rita y su madre Raquel. Cuando Samuel Wacht murió en 1987, su hija Ana encontró en un aparador del comedor una bolsita de supermercado con cartas, fotos, y un almanaque hebreo. Allí, con lápiz negro, Samuel marcó dos fechas y anotó dos nombres: “29 de noviembre de 1943, Rita”, "22 de enero de 1944, mamá”. Le habían dicho que en esas fechas fue la última vez que se las vio con vida. Por intermedio de Ana, esta triste historia, llegó a nosotros.
Matilde Bueno
Nació en Buenos Aires el 27 de setiembre de 1929, en una familia que había emigrado desde Bulgaria 7 años antes con sueños de un mejor futuro. Así es como el padre Jacobo, griego de nacimiento, consiguió un puesto como acomodador de cine y la madre, Estrella, un trabajo en una peletería. Vivían en una casa sobre la calle Boedo al 700, en Almagro, Buenos Aires. Los chicos concurrieron a la escuela primaria y Alberto, el hijo superviviente, recuerda que los domingos iban a la cancha a ver jugar al club de futbol San Lorenzo. En 1931 cuando Jacobo contrajo tuberculosis, deciden retornar a Bulgaria. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la familia fue expulsada a Grecia, por ser éste el lugar de nacimiento de Jacobo. En la Grecia dividida en zonas de ocupación italiana, alemana y búlgara, los Bueno padecieron hambre y humillaciones hasta que en 1943, fueron deportados con destino Auschwitz II (Birkenau).
Alberto, el hijo del medio que por entonces tenía 19 años, se salvó por su ciudadanía argentina. Matilde, que por entonces tenía 13 años, podría haber tenido una historia distinta, pero su madre se negó a abandonarla y la llevó con ella, con la creencia de que irían a trabajar en un lugar de labranza, más hacia el este. Pero allí, sólo cosecharon muerte el 96% de los judíos griegos, Matilde, aunque nacida en Argentina un país en aquél entonces neutral, no tuvo mejor suerte.
Fuente: Revista Viva, edición del diario Clarín de Argentina, 26 de noviembre de 2000.