La Orden del Dedo Extendido (Rigid Digit Order)
Sí habéis leido bien. La Orden del Dedo Extendido era uno de los símbolos distintivos del 91º Grupo de Bombardeo de la 8ª Fuerza Aérea.
La medalla tiene una historia casi tan larga como la de la propia unidad, y se remonta al invierno de 1942, cuando su comandante, el Coronel Stanley T. Wray, tuvo la idea de crear la Orden del Dedo Extendido como una forma de incrementar la moral de los hombres bajo su mando en unos tiempos bastante difíciles. En aquellas fechas, apenas media docena de unidades llevaban todo el peso de la ofensiva de bombardeo diurno contra objetivos enemigos en Europa, el 91º entre ellas, y el índice de bajas era tan elevado que parecía imposible sostener el esfuerzo más allá de la primavera. Sin embargo no fue así, y el creciente número de reemplazos, suministros y materiales, logró mantener y después aumentar el peso de la ofensiva en los años siguientes.
El coronel Wray pensó que una manera de elevar la moral era dar un toque de humor a los “paquetes” que pilotos y tripulaciones tenían que encarar cuando cometían fallos y meteduras de pata que no tuvieran consecuencias trágicas, pero que aún así figuraban en sus hojas de servicios. Para dar toda una pompa y circunstancia el evento, Wray diseñó la desde entonces conocida como Orden del Dedo Extendido.
La medalla era de plata, con un diámetro de cuatro pulgadas, y colgaba prendida de una cinta de color azul celeste, símbolo de la inocencia infantil. En la parte superior figuraba la inscripción “Wray’s Ragged Irregulars” (Los Harapientos Irregulares de Wray), y justo debajo el lema de la medalla “My God, Am I Right?” (¿Dios mio, lo he hecho bien?). Este lema era un juego de palabras con el de la Casa Real de Inglaterra, “God and My Right” (Dios y Mi Derecho), y como tal contó con la aprobación de La Corona. Justo bajo el lema figuraba la imagen que todos supondréis, una mano cerrada extendiendo el dedo corazón, y bajo la insultante figura el título “Order of the Rigid Digit” (Orden del Dedo Extendido). Osea, tal que así:
En el reverso estaba grabado el nombre del torpe condecorado y una breve descripción del motivo de su concesión.
En una primera serie se realizaron diez copias en miniatura, que eran entregadas personalmente en una ceremonia a los merecedores de tan peculiar galardón, y todas ellas fueron pagadas por el propio coronel de su bolsillo. Durante el día de la entrega, el “distinguido” piloto o tripulante debía lucir la medalla original, y finalmente se le hacía entrega de su copia personal, que lucía inmediatamente debajo del resto de condecoraciones logradas. En el acto de imposición, se procedía entre bromas y burlas a la lectura de la proclamación que decía, “A la vista del gran desprecio hacia su propia seguridad y la de sus pasajeros, y para vergüenza y descrédito de su servicio como militar, esta medalla se concede a…”
En un principio se pensó otorgar la primera medalla al capitán William Clancy, por una metedura de pata durante su periodo de instrucción de vuelo en los Estados Unidos. Según parece, el avión pilotado por Clancy, en el que el coronel Wray ejercía de copiloto, acabó aterrizando en un barranco por no frenar a tiempo. Sin embargo, alguien del CG de la unidad se enteró antes y se hizo con la medalla, inscribiendo en ella el nombre de Wray y culpándole en la “citación” por no haber impedido que Clancy acabara aterrizando en el barranco. Así que, finalmente, fue el autor de la idea quien tuvo el honor de recibir la primera medalla de la Orden del Dedo Extendido.
El coronel Stanley Wray haciendo el saludo de la Rigid Digit.
Pero no fue el coronel Wray el único oficial de alto rango que se ganó la medalla. El Tte. Coronel Baskin Lawrence se hizo merecedor de ella cuando subió el tren de aterrizaje en lugar de los flaps aterrizando un A-20, dejando el avión bastante perjudicado. Otro ganador de la medalla fue el General “Possum” Hansell, que “sólo” se quedó corto por 100 metros en una maniobra de aterrizaje. Lo que empezó siendo una broma para incrementar la moral de una baqueteada unidad, se convirtió en todo un signo de distinción, hasta el punto de que tres de los generales de mayor graduación de las Fuerzas Aéreas nortamericanas se vieron galardonados con ella; Ira Eaker, Carl Spaatz y James Doolittle.
Al día de hoy, los pocos veteranos supervivientes del 91º Grupo de Bombardeo que lucen la medalla lo hacen con orgullo y un punto irreprimible de sentido del humor, al igual que todos los miembros vitalicios honorarios de la Asociación de Veteranos del 91º Grupo de Bombardeo. Como muestra de la importancia que conceden a la condecoración, en la hoja de inscripción de la asociación figuraba siempre al final la misma críptica pregunta:
“Are you a member of the Rigid Digit Order?” (¿Es usted miembro de la Orden del Dedo Extendido?)
Saludos.
Fuente: The Ragged Irregulars of Bassingbourn, de Marion H. Havelaar. Publicado por Schiffer Military.