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La guerra en el oeste de Europa
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OPERACIÓN CERBERO. Cruzando el Canal a todo riesgo

Dom May 25, 2008 4:53 pm

El hundimiento del Bismarck paralizó a la Flota de alta Mar alemana. Hitler, furioso de que el símbolo del orgullo nacional hubiese sido destruido, ordenó al almirante Raeder que no arriesgase más buques de superficie en el Atlántico. Por lo pronto, la única línea de acción abierta a Raeder era mantener al Scharnhorst y al Gneisenau en Brest, junto con el Prinz Eugen, que había recalado allí, con problemas mecánicos, poco después de separarse del Bismarck. Con estos tres poderosos buques ocultos en el puerto francés, Raeder podía obligar a los británicos a retener algunos de sus propios buques de guerra de gran tamaño en los puertos nacionales. Pero ese era el único papel inmediato que estos navíos podían desempeñar. "La perdida del Bismarck", dijo más tarde el almirante, "tuvo un efecto decisivo en la guerra naval".

En el verano de 1941, el Führer manifestó su temor a que los británicos se estuviesen aprestando a invadir Noruega y, así, a poner en peligro su flanco norte. Se lo decía su célebre intuición. También presentía que si los Estados Unidos entraban en la guerra, los mares del Ártico se convertirían en un paso vital para la creciente ayuda estadounidense a la Unión Soviética. Como contramedida, Hitler exigió que la Flota de Alta Mar se concentrase en los fiordos noruegos: el gran Tirpitz, el buque gemelo del Bismarck, ahora armado y presto para la acción; el Lützow y el Almirante Scheer, los dos acorazados de bolsillo que quedaban; el crucero pesado Almirante Hipper, buque gemelo del Prinz Eugen, y, por supuesto, el escuadrón de Brest, compuesto por el Scharnhorst, el Gneisenau y el Prinz Eugen. Salvo los de Brest, todos estaban en sus puertos correspondientes y disponibles para un rápido traslado a Noruega.

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http://www.lexikon-der-wehrmacht.de/Bilder/Schlachtschiffe/Scharnhorst-4.jpg
Scharnhorst


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http://www.military.cz/ww2_ships/Germany/CA/Prinz_eugen/prinz_eugen01.jpg
Prinz Eugen

Dom May 25, 2008 4:54 pm

La Luftwaffe ya no podía proteger a los buques de Brest de los bombardeos de la RAF, y Hitler decidió que la manera más rápida y expeditiva de replegarse era dirigiéndose al norte a través del Canal de la Mancha, bajo las narices de los británicos. Cuando Raeder y sus almirantes protestaron, Hitler respondió fríamente que si los grandes buques no iban a ser de utilidad, entonces debían ser desguazados y sus cañones y blindaje enviados a reforzar las defensas costeras noruegas.

La planificación empezó en el acto....y, sorprendentemente, cuanto más ponderaban Raeder y su estado mayor la idea de Hitler, más factible parecía. Para evitar contratiempos, el plan se vio rodeado de la reserva más absoluta. Hasta el último minuto, sólo estuvo al tanto un puñado de oficiales. Se inventaron seis nombres clave para ocultar el verdadero, operación cerbero. Los barcos de Brest fueron puestos bajo el mando del vicealmirante Otto Ciliax, uno de los comandantes de acorazados mejor preparados dela Kriegsmarine. La Luftwaffe fue incorporada al plan, y pronto se reunió en bases costeras una fuerza de 250 Messerschmitt y Focke-Wulf 190 bajo las órdenes del general de cazas Adolf Galland. Proporcionarían un paraguas de protección contra la RAF; a bordo de los barcos viajarían controladores aéreos para guiar a los cazas. El general Wolfgang Martín, director de comunicaciones de la Luftwaffe, diseñó un plan para neutralizar los radares costeros británicos en momentos cruciales.

Los planificadores también tuvieron la osada idea de transitar por el Canal de la Mancha a plena luz del día. Por una parte, la audaz jugada tenía todas las posibilidades de coger desprevenidos a los británicos. Por otra, la luz del día sería esencial para la tarea de los cazas y ayudaría a los artilleros de los barcos y a las baterías antiaéreas de la costa a repeler cualquier ataque británico. El Scharnhorst y sus compañeros, navegando la noche anterior a toda máquina, realizarían la primera y larga etapa de la travesía al amparo de la oscuridad. Con suerte, lograrían cruzar los 380 Km de Brest a Cherburgo sin ser detectados, y luego atravesarían los restantes 190 Km hasta el Paso de Calais antes de que los británicos se pudiesen movilizar del todo. Ciertamente, estarían en aguas amigas antes de que los grandes buques de guerra de Scapa Flow tuviesen tiempo de dirigirse al sur para interceptarlos.

La fecha fijada para la escapada fue el 11 de febrero de 1942, durante un período de luna nueva de noches oscuras y mareas favorables que aumentarían la velocidad de las embarcaciones. Aquella tarde, la ciudad de Brest fue acordonada de modo que nadie pudiese entrar o salir del área del puerto mientras los barcos acumulaban vapor...., medida que impidió que un agente británico llegase a su equipo de radio oculto y enviase una advertencia a Londres. A las 9:45 pm, los barcos se hallaban en camino, saliendo del puerto con dirección a la península de Cherburgo a 25 nudos. Como estaba previsto, era una noche oscura, con jirones de bruma aferrándose al mar. Mirando a popa desde el Scharnhorst. El almirante Ciliax podía entrever la silueta del Gneisenau y, detrás la del Prinz Eugen, ambos avanzando en perfecta formación. A los lados navegaban seis destructores grandes, que, más tarde, durante la noche, serían reforzados por más destructores y por lanchas cañoneras, barreminas y otras naves de escolta provenientes de distintos puertos franceses.

El 12 de febrero amaneció frío y gris, con neblina y veloces nubes cargadas de lluvia. La flota de batalla había cubierto 400 Km y, para alivio del almirante Ciliax, parecía haber pasado desapercibida. No se había detectado ningún submarino británico; los aviones de la RAF que normalmente patrullaban el Canal de la Mancha parecían haber pasado por alto la larga hilera de naves. El almirante, encorvado en su sobretodo en el puente de mando del Scharnhorst, bebió una taza de café caliente mientras esperaba a que los cazas de Galland ocupasen sus posiciones; sobre sus cabezas habría constantemente 16 cazas, y durante veinte minutos de cada hora, mientras se producían los relevos, estarían protegidos por 32 aviones. Ciliax temía una trampa, pero había avanzado demasiado para hacer nada al respecto excepto cruzarse de brazos y seguir avanzando.

En realidad, los británicos aún no habían descubierto el convoy alemán. La neutralización de los radares se había llevado a cabo de manera tan ingeniosa que los operadores británicos a lo largo de la costa de Kent las habían tomado por interferencias atmosféricas. Las escasas señales que llegaban no tenían mucha coherencia, y nadie transmitió os informes dispersos a los cuarteles supriores, donde se podría haber detectado una pauta.

La primera advertencia llegó por accidente. A las 10:42 am, un par de Spitfire que perseguían a unos Messerschmitt sobre el Canal de la Mancha, vieron debajo de ellos el asombroso espectáculo de la flota del almirante Ciliax. Unos minutos más tarde, otros dos aviadores británicos, en patrulla de rutina, salieron de las nubles para encontrarse con la mima vista sorprendente. Por fin, a últimas horas de la mañana, el sistema de defensa se puso en movimiento. Las órdenes fueron transmitidas por teléfono a las bases del Mando de Costas de la RAF, a una flotilla de destructores en Dover, a escuadrones de torpederas y a las baterías de artillería costeras. Pero la reacción fue vacilante y lerda; tal como habían previsto Hitler, los ingleses habían sido tomados por sorpresa.

Las primeras en actuar fueron las baterías costeras de Dover, que lanzaron varias andanadas de proyectiles de 23 cm hacia los distantes buques alemanes que, cubiertos por la niebla, navegaban ceñidos a la costa francesa. Los mísiles se quedaron cortos por un Km y medio y, tras 33 ráfagas inútiles las baterías de Dover dejaron de disparar. A mediodía, la flotilla de Ciliax había salvado la extensión más estrecha del canal- entre Dover y Calais- , perdiéndose de vista. El almirante se permitió la débil esperanza de poder escapar sin librar una batalla. Sus barcos habían recorrido 580 km de aguas prohibidas; 320 más y estarían a salvo.

Mientras la flota alemana entraba en el estrecho mar entre Ostende y la esquina suroriental de Inglaterra, dos lanchas cañoneras y un escuadrón de lanchas torpederas salían a toda velocidad del puerto de Dover, botando y ladeándose a 35 nudos en un mar agitado. El Scharnhorst y su escolta de destructores las repelieron con un huracán de fuego de artillería; las lanchas torpederas lograron lanzar un puñado de proyectiles, pero ninguno dio en el blanco.

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Dom May 25, 2008 4:56 pm

Casi de inmediato, los artilleros alemanes se enfrentaron a otro peligro, esta vez de media docena de bombarderos torpederos Swordfish, el mismo tipo de avión que había acabado con el Bismarck. Pero el episodio no se repetiría. Aunque escoltados por diez Spitfire, los Swordfish fueron presa fácil para los Me 109 y FW 190 de Galland. Los cazas alemanes se abalanzaron sobre la formación británica. Sus ametralladoras y cañones de 20 mm agujerearon alas, hicieron estallar depósitos de combustible y desgarraron grandes trozos de lona. Varios FW 190 bajaron sus trenes de aterrizaje y flaps para reducir su velocidad y ponerse a la altura de los Swordfish. Mientras tanto, los artilleros de los barcos disparaban al mar para crear una cortina defensiva de agua y astillas de proyectil. Uno por uno, los aviones torpederos se estrellaron en el canal y se hundieron. Trece de los 18 aviadores a bordo murieron, cinco supervivientes heridos fueron recogidos por barcos británicos. Ni un solo torpedo había dado en el blanco.

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El almirante Ciliax, que observaba los ataques desde el puente demando del Scharnhorst, estaba sorprendido por la ineficacia de la respuesta británica. Su siguiente grave preocupación eran las minas. Ambos lados habían plagado el canal de miles de minas. Los barreminas alemanes habían trabajado varios días para despejar una ruta entre los campos, pero en algunos lugares el área segur apenas tenía 800 metros de ancho, y era fácil de pasar por alto.

Como para confiar los peores temores de Ciliax, el Scharnhorst fue súbitamente estremecido por una fuerte explosión. Sus motores se pararon, y, al cabo de unos instantes, el buque de guerra de 38092 tn estaba quieto en el agua. Una inspección de los ingenieros mostró que la mina había dañado el casco y las hélices. Temiendo que las reparaciones tomasen muchas horas, Ciliax ordenó que el destructor Z-29 se pusiese al lado. El almirante descendió del Scharnhorst a la cubierta de la embarcación más pequeña, y el Z-29, ahora buque insignia de Ciliax, partió a toda velocidad para reunirse con la flota principal.

Los británicos seguían sin poder montar un asalto organizado. Un par de escuadrones de bombarderos ligeros Beaufort se alzaron en el aire, pero algunos no habían sido armados con torpedos, y otros no llegaron a reunirse con sus escoltas de cazas. Unos cuantos Beaufort localizaron finalmente el grupo principal de barcos alemanes, pero no causaron ningún daño. Tampoco las bombas lanzadas por un escuadrón de bombarderos medianos Lockheed Hudson.

Dom May 25, 2008 4:58 pm

En el momento de estos infructuosos ataques, los ingenieros del Scharnhorst habían realizado una reparación temporal, y el gran acorazado se dirigía nuevamente hacia el norte. El resto del escuadrón de Ciliax, un poco disperso pero aún avanzando a toda máquina, había alcanzado la zona más abierta del canal, frente a las costas de Bélgica. Allí, la Royal Navy lanzó un último ataque desesperado...., con dos flotillas de destructores obsoletos con base en Harwich. Los seis destructores tenían al menos 20 años de edad y sólo se utilizaban para perseguir submarinos e intercambiar tiros con las lanchas torpederas alemanas. Los destructores apenas habían abandonado el estuario del Támesis cuando fueron atacados por dos escuadrones de bombarderos de la Luftwaffe. Poco después, fueron asaltados por error por bimotores Hampden del Mando de Bombarderos de la RAF. De milagro, ninguna de las bombas dio en el blanco. A las 3:17 pm, el destructor que iba en cabeza, el Campbell, recogió señales de los buques alemanes en el radar, a 15 km de distancia. El Campbell y dos de sus buques gemelos, el Vivacious y el Worcester, se aprestaron para atacar al Gneisenau, mientras los otros tres giraban para enfrentarse al Prinz Eugen.

Los vigías y oficiales del control de tiro de las naves alemanas se sorprendieron al ver embarcaciones tan pequeñas desafiando a sus enormes cañones. Cuando los destructores británicos se situaron en paralelo para lanzar sus torpedos, el Gneisenau y sus escoltas empezaron a disparar. Los misiles empezaron a caer cerca del Campbell y el Vivacious, y pronto el Worcester recibió una serie de impactos. Desde una distancia de apenas 2700 metros, tres andanadas del Gneisenau alcanzaron al destructor, destruyendo una de las cubiertas del Worcester, derribando su puente de mando y reduciendo su salsa de máquinas a chatarra. El Gneisenau siguió su camino, dejando el casco flotante para ser remolcado por un buque de rescate. Entre tanto, los otros destructores desparecieron agradecidos en un banco de niebla, evitando ser aniquilados. Otro ataque que no lograba infligir el más mínimo daño a la flota del almirante Ciliax.

Durante las últimas horas de la tarde, bombarderos de la RAF se toparon una y otra vez con barreras de fuego antiaéreo levantadas por el Gneisenau y el Prinz Eugen. El tiempo estaba empeorando, y pronto unos bancos de nubes densas cubrieron a los barcos. En el Z-29, el almirante Ciliax decidió volver a transferir su buque insignia; un pequeño proyectil antiaéreo había estallado solo, cortando una tubería de combustible y reduciendo la velocidad del destructor a 25 nudos. Otro destructor. el Hermann Schoemann, recibió la orden de ponerse al lado, pero el mar estaba demasiado agitado para semejante maniobra; en lugar de ello, Ciliax bajó por una escala de cuerda a un cúter. Mientras era trasladado al nuevo buque insignia, se llenó de orgullo ante la visión del Scharnhorst avanzando implacable a 25 nudos. En el Hermann Schoemann, el almirante subió por otra escala de cuerda y ordenó de inmediato toda máquina.

Delante aguardaba un último corredor estrecho entre las islas Frisias. Y allí, a las 7:55 pm, se produjo una explosión ensordecedora. El Gneisenau había chocado con una mina que había abierto una grieta grande en el casco, cerca de la popa. Los equipos de control de averías parchearon rápidamente el agujero con unas planchas de acero especiales, y el acorazado siguió camino a menor velocidad. A la mañana siguiente, el Gneisenau estaba frente al río Elba. La cadena del ancla se soltó con estruendo; el capitán hizo parar los motores y la ansiosa tripulación estalló en vítores y aplausos. El Prinz Eugen llegó poco despues en un ambiente similar.

Entretanto, el retrasado Scharnhorst había chocado con una segunda mina la noche anterior, y los equipos de reparaciones habían trabajado tres horas bajo lámparas de arco antes de que el capitán pudiera señalar: "Puedo seguir a una velocidad máxima de 12 nudos". Ciliax, que había estado dando vueltas alrededor a manera de protección en el Schoemann, se separó y llevó su modesto buque insignia a Wilhelmshaven. Más tarde esa mañana, el almirante recibió a sus capitanes en su camerote, recogió sus informes y ofreció una celebración de la victoria. A Berlín envió un mensaje que decía: "Es mi deber informarles que la operación cerbero ha sido completada con éxito". Y en un mensaje personal a Raeder añadió: "Ha sido un día que probablemente se recuerde como uno de los más audaces de la historia naval de esta guerra".

Así fue la Segunda Guerra Mundial, volúmen 3

Re: Operación Cerbero

Dom Ene 11, 2009 11:59 pm

Kurt me quito el sombrero.
Está muy bien explicado y es muy interesante.
Esta acción fue, sin duda, una gran hazaña en la história naval.

Saludos.

Re: Operación Cerbero

Jue Ene 15, 2009 6:34 am

Realmente una hazaña asombrosa de la Kriegsmarine... excelentes muchachos hacen su trabajo.

Re: OPERACIÓN CERBERO. Cruzando el Canal a todo riesgo

Jue Ene 15, 2009 3:41 pm

Excelente Kurt:
Desconocia esta operación. Que oportunidad perdió la Royal Navy de asestar un golpe casi definitivo a la Kriegsmarine en su flota de superficie. No debieron ni tan siquiera sospechar un traslado tan osado delante de sus mismas narices. Algún oficial en Londres debió de tirarse de los pelos .
Saludos

La Operación Cerberus

Mar May 12, 2009 3:45 pm

Hola a todos.

Hace un tiempo prometí que haría un articulito sobre la Operación Cerberus, y aquí va.

OPERACIÓN CERBERUS.

Los británicos, tras haber logrado eliminar la amenaza que habría supuesto la presencia del Bismarck en el Atlántico, dedicaron todos sus esfuerzos a neutralizar el el puerto francés de Brest al Prinz Eugen, el Gneisenau y el Scharnhorst.

Durante el 10 y el 11 de abril de 1941, el Gneisenau fue alcanzado por 4 bombas de la RAF que le ocasionaron graves averías. Entre primeros de marzo y el 31 de julio de 1941, la RAF descargó, en 1875 salidas, casi 2.000 toneladas de bombas, alcanzando al Prinz Eugen y al Scharnhorst y ocasionándoles diversas averías. Por lo que tuvieron que entrar en dique para reparar.

Así que los 3 buques quedaron inmovilizados en Brest, delante de cuyo puerto habían fondeado los aviones británicos 275 minas de fondo.

La noche del 3 al 4 de septiembre, 120 bombarderos pesados atacaron Brest, y como resumen diremos que entre el 1 de agosto y el 31 de diciembre de 1941, 851 aviones de la RAF arrojaron otras 1.185 toneladas de bombas sobre los 3 buques alemanes. La ciudad quedó arrasada, pero ninguno de los buques germanos recibió impactos ni tuvo averías dignas de mención, mientras los ingleses reconocieron haber perdido 45 aviones.

A fines de 1941 las reparaciones estaban prácticamente concluidas, y el Almirante Raeder consideró que aquellos navíos se podrían sacar de nuevo al Atlántico para reanudar la guerra al tráfico marítimo enemigo. El momento era favorable, ya que EEUU acababa de entrar en guerra y en Pearl Harbor habían quedado fuera de combate varios acorazados y otros buques de la escuadra norteamericana, y la flota británica acababa de sufrir también graves pérdidas, como el Repulse y el Prince of Wales, hundidos por los japoneses, el portaviones Indomitable reparando en Jamaica tras haber embarrancado, el acorazado Nelson que había sido torpedeado en el Mediterraneo también estaba reparándose, al igual que los portaviones Formidable e Illustrious. También el acorazado Malaya, torpedeado por el U-205 estaba en astilleros. El portaviones Ark Royal y el acorazado Barham habían sido echados a pique, así como el también portaviones Audacity. Para remate, los torpedos tripulados del italiano Luigi de la Penne habían hundido en Alejandría a los acorazados Valiant y Queen Elizabeth.

El momento para salir a la guerra de corso era por tanto ideal, pero fue entonces cuando intervino Adolf Hitler. El Führer había quedado impresionado con unos golpes de mano dados por comandos ingleses en Noruega y llegó a la conclusión de que ingleses y norteamericanos pretendían desembarcar en aquel lugar de forma inminente.

Así que ordenó trasladar a todas las unidades pesadas a los puertos noruegos, incluyendo a los tres navíos que estaban en Brest, amenazando a Raeder con que si se negaba a ello, desmontaría la artillería de dichos navíos y la usaría como baterías terrestres. Raeder se consoló con la idea de que, como los aliados habían empezado a despachar convoyes hacia la URSS vía Océano Glacial Ártico, sus buques podrían intervenir allí y crear graves trastornos en ese tráfico marítimo.

Raeder propuso a Hitler que los buques de Brest pasasen por el estrecho de Dinamarca (entre Islandia y Noruega) y se dirigiesen hacia los puertos noruegos. Pero el Führer indicó que, aprovechando la sorpresa, los tres navíos pasarían por el Canal de la Mancha en dirección a Alemania. Es decir, por una derrota peligrosísima. Pero la palabra de Hitler era ley…

La base naval de Brest fue bombardeada por la RAF la noche del 11 de febrero de 1942. Doce buques alemanes se encontraban allí dispuestos a hacerse a la mar tan pronto como concluyera el ataque aéreo. La orden de operaciones era secreta y preveía la salida de los buques para hacer ejercicios al día siguiente para volver a Brest durante la noche. Los remolcadores tenían orden de estar preparados para auxiliar a los acorazados y al Prinz Eugen durante la noche en sus supuestas maniobras de atraque.

Sin embargo, 7 individuos a bordo de aquella flota sabían que la orden secreta era falsa, que la escuadra no regresaría jamás a Brest y que el objetivo sería alcanzar Alemania a toda máquina pasando por el Canal de la Mancha. Aquellos 7 hombres eran el Vicealmirante Ciliax, que mandaba la escuadra, su jefe de estado mayor, capitán de navío Reinicke, los comandantes de los 2 acorazados y del crucero pesado y un par de oficiales del estado mayor del Almirante. Nadie más.

El audaz plan había sido preparado minuciosamente y con sumo sigilo. Para que los ingleses no pudieran sospechar nada, ni siquiera los jefes de las flotas de dragaminas que tendrían que ir “abriendo” el paso de la flota por el Canal, se había preparado este barrido por parcelas de modo que parecía que no tenían conexión entre si. Se propaló la idea que de Lejano Oriente volvía algún forzador del bloqueo con un precioso cargamento a bordo, lo cual justificaba el traslado de 200 aviones de la Luftwaffe a aeródromos contiguos al Canal.

No se alteró el ritmo habitual de permisos, e incluso aquellos 7 hombres embarcaron con lo puesto y sin maleta alguna, para hacer “más verdad” la situación.

Se había elegido una noche muy próxima a la luna nueva y en que la marea ayudase mucho a la flota durante sus primeras horas de travesía por el Canal. Así cuando los ingleses les descubrieran, ya estarían en la parte más cercana a Dover y no tendrían mucho tiempo para montar ataques coordinados y efectivos. Además ciertos equipos especiales de técnicos electrónicos habían efectuado cuidadosas mediciones de los radares ingleses de vigilancia, y habían dispuesto los transmisores de haz precisos para interceptar aquellos y dejarles “ciegos” durante la travesía.

Los ingleses por su parte no se habían dormido, y aunque naturalmente nada sospechaban, contaban en los puertos del Canal con aviones torpederos y flotillas de Destructores y de lanchas, así como 250 bombarderos a pie de obra. Las grandes unidades estaban en Scapa Flow, pero podían llegar a la zona si la flota alemana era detectada con la suficiente antelación. Además, durante enero y febrero se habí redoblado todos los minados de la zona por la cual precisamente tendrían que pasar los buques de Ciliax.

Sin embargo, la atrevida operación alemana pudo ser llevada a buen término debido a que la vigilancia aérea británica tuvo un imprevisible, triple y casi simultáneo fallo, y no pudo detectar la salida de la flota hasta 12 horas después de que hubiese zarpado de Brest.

A las 8’30 de la noche de aquel 11 de febrero acabó el ataque aéreo. Al poco, los buques largaron amarras y fueron saliendo del puerto. Ciliax izaba su insignia en el Scharnhorst, y muy pronto los buques navegan a 30 nudos, los destructores ocupan sus puestos en la formación en las 2 bandas de los buques mayores y se hace todo con tal rapidez que se gana una hora sobre el horario previsto.

Los aviones Hudson que cubrían el reconocimiento aéreo y los 2 submarinos ingleses se supone que detectarían enseguida la salida de la escuadra alemana, pero el radar de uno de los Hudson se averió, el avión regresó a su base, la tripulación cogió otro avión y volvió a su patrulla, pero… por aquel hueco había pasado totalmente inadvertida la flota de Ciliax. Los submarinistas tampoco vieron nada, pues la noche era negra como boca de lobo, y finalmente también falló el radar de otro Hudson que patrullaba entre Ouessant y la entrada del golfo de Saint Malo, con lo que este afortunado y simultaneo fallo en el reconocimiento británico permitió pasar indetectada a la flota alemana.

En esos momentos, a bordo del Scharnhorst se ordena el rumbo, totalmente inesperado para todos (salvo para los 7 hombres que conocemos) y esto llena de contento a miles de hombres que hace ya más de un año sufren nostalgia de la patria. Sin embargo el secreto no había sido aún revelado, ya que si la flota era descubierta o surgía algún grave contratiempo, tendría que volver a Brest. Pero el mar y el cielo estaban desiertos y la tranquilidad era absoluta. Después de la medianoche, rebasado el paralelo de Ouessant, se cayó al nordeste y se comunicó por los altavoces que la escuadra llegaría a Alemania al día siguiente. El júbilo fue indescriptible.

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Ciliax pasando revista a sus hombres.

A bordo de cada acorazado y del crucero pesado iba un oficial de la Kriegsmarine que conocía al dedillo el Canal de la Mancha y ayudaría a la escuadra en su navegación por aquellas aguas todo lo que fuera necesario.

Se recibe la noticia por parte del capitán de una flotilla de dragaminas de que se ha descubierto un campo de minas nuevo no barrido, pero Ciliax opta por continuar.

Con la amanecida del día 12 llegan 16 cazas de Luftwaffe que se irán relevando durante todo el día para proteger a la escuadra de ataques aéreos. Hay 250 aparatos repartidos por los aeródromos cercanos al Canal al mando de Adolf Galland, que cumpliendo órdenes del propio Hitler se ha comprometido a colaborar con la Armada y cumplirá su palabra al pie de la letra. Además, a bordo del Scharnhorst hay un oficial de enlace de la Luftwaffe que hará perfecto el entendimiento entre marinos y aviadores.

La amanecida es neblinosa y con blanquecinos cirros, la marea ayuda mucho y al rebasar la isla de Alderney, la escuadra que ya arrumba al 100º verdadero lleva cierto adelanto sobre el horario previsto.

A las 8’30 de la mañana se divisan por la proa los dragaminas del Capitán Bergelt (que era quien había avisado de aquel nuevo campo de minas unas horas antes), pero han trabajado como diablos y han conseguido abrir un paso para la flota, que pasa por allí sin novedad.

A las 9’20 horas, los transmisores dirigidos alemanes se ponen en función e interfieren a los radares ingleses, pero como esto lo venían haciendo desde hacía semanas y por poco tiempo, los británicos no le dan importancia. Sólo cuando una hora después sus estaciones seguían ciegas cundió la alarma. Los alemanes interfirieron todos los radares menos uno nuevo, experimental, el cual detectó perfectamente el paso de la flota alemana, pero sus indicaciones no fueron tenidas en cuenta precisamente por estar en fase de pruebas.

En fin, a los buques de Ciliax se unieron otros 6 destructores salidos de El Havre, pues la escuadra se acercaba a la parte más peligrosa del recorrido, el Estrecho de Dover y se speraba que los ingleses que aún no habían dado señales de vida, descargaran toda su furia con buques, aviones y baterías de costa precisamente allí, entre Folkestone y Dover.

De pronto en uno de los destructores de la cortina aparecen una bandera azul y amarilla ¡ avión enemigo a la vista ! Era un Spitfire del Grupo XI que había salido de su base a hacer unos reconocimientos rutinarios y que se encontró sin querer con la flota alemana. Cuando regresó a su base comunicó lo observado, pero allí pensaron que había visto visiones. En aquellos mismos momentos, 2 Spitfires que combatían con los Me-109 se encontraron de pronto muy cerca del Gneisenau y el Scharnhorst. Informaron de ello a su regreso a la base, después de las 11 de la mañana. En el Almirantazgo se produjo una gran sorpresa. Una escuadra alemana de 18 buques se colaba en sus propias barbas por el estrecho de Dover después de una travesía completa por el Canal de la Mancha. La home Fleet ya no tendría tiempo de intervenir desde Scapa Flor. Así que tuvieron que lanzar al ataque lo que encontraron “a mano”.

Hacia las 12’30 surgió por la amura de babor de la escuadra alemana una flotilla de 5 lanchas salidas de Dover, pero fueron recibidas con un vendaval de proyectiles y tuvieron que lanzar sus torpedos desde gran distancia y retirarse a toda prisa, con lo cual el ataque no tuvo consecuencias. Casi simultáneamente se lanzaron al ataque el escuadrón 825 de aviones Swordfish acompañados por 10 Spitfires. Los Me-109 acudieron prestos y se enzarzaron con los cazas ingleses, mientras los antiaéreos disparaban contra los Swordfish sin cesar. 4 aviones fueron abatidos y los británicos no obtuvieron éxito alguno.

Pero los germanos no tendrían tiempo de regocijarse con aquel triunfo, pues las 6 horas que quedaban hasta la puesta del Sol serían auténticamente dramáticas, pues al peligro de las minas se unirían los incesantes ataques de la RAF, prácticamente cada 10 minutos. Si bien es cierto que, como sabemos, los alemanes habían desplegado 250 aviones para cubrir a los buques de Ciliax durante su travesía, también es cierto que los ingleses hicieron despegar contra ellos 680 aparatos (242 bombarderos del Bomber Command, 398 cazas del Fighter Command y varias docenas de bombarderos y torpederos del Coastal Command y de la Armada). Pero gracias a la sorpresa, las malas condiciones meteorológicas, la inutilización de los radares de vigilancia y la falta de adiestramiento de los pilotos de la RAF, hicieron absolutamente estériles todos los esfuerzos aéreos británicos. En aquellos duelos, los alemanes perdieron 17 cazas y los ingleses perdieron 41 aviones. Todo lo que consiguieron fue echar a pique un patrullero alemán fondeado en el Estrecho de Dover para señalizar el paso de la escuadra.

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Paso de la escuadra por el canal de la Mancha


Desde el puente de mando del Scharnhorst se divisan ya a un lado los acantilados de Dover y al otro el cabo Gris Nez. De pronto se ve un rojizo relampagueo hacia la costa inglesa. ¡¡ Comienzan a disparar las baterías de costa !! Unos aullidos terribles precedieron a la caída de los proyectiles, pero los destructores germanos se apresuraron a tender espesas cortinas de humo que confundieron a los ingleses, sus disparos cayeron lejos y poco después las baterías enmudecieron. Se había salvado el paraje más peligroso de la travesía y la carrera de los buque s alemanes seguía imparable a toda velocidad hacia el Mar del Norte que ya les recibía, encrespado, con visibilidad de 2 millas, viento fuerte y cubierto.

De pronto surge una nueva alarma, 9 beaufort salidos de Kent acompañados de 5 Hudson de bombardeo. Aquellos aviones fueron molestados por el fuego antiaéreo, y gracias al zigzaguear de los buques no consiguieron impacto alguno. Pero nada más pasar el peligro, una explosión conmociona al Scharnhorst. ¡ Había estallado una mina !
El buque perdió la energía eléctrica y quedó sin arrancada y quedó parado al fin. El Gneisenau y el Prinz Eugen pasaron de largo como bólidos. Pero las averías sufridas habían sido mínimas y pronto estaría el navío de nuevo en movimiento. Pero Ciliax no se puede quedar allí, pues tiene que dirigir a su escuadra, y junto a su jefe de Estado Mayor y el oficial de la Luftwaffe, transbordan al destructor Z-38 que se había aproximado para recogerles. Cuando ya a bordo de él se alejan del lugar, Ciliax mira hacia atrás y ve como se va empequeñeciendo la silueta de su buque insignia, y siente un gran peso en su corazón.

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El Scharnhorst

Una hora después, el Z-38 alcanzó a la escuadra. Se divisó como tanto el Gneisenau como el Prinz Eugen hacían fuego, y se divisaron 5 pequeñas siluetas que se acercaban a los titanes grises a toda velocidad. Eran los destructores ingleses Campbell, Vivacious, Worcester, Maackay y Whitshed, al mando del capitán de navío Pizey, y habían salido de Harwich.
El ataque realizado por los ingleses fue muy audaz, y dejaron caer al agua 30 torpedos, ninguno de los cuales haría impacto. El Worcester resultó repetidamente alcanzado por el fuego alemán y quedó hecho una criba, aunque conseguiría milagrosamente llegar a puerto. Los destroyers ingleses se retiraron sin mayor novedad de aquel avispero donde se habían metido.

De pronto también el Z-38 quedó sin arrancada. Un proyectil había estallado dentro del ánima de su cañón y había seccionado la tubería principal de lubricación. La reparación llevaría 20 minutos, así que el Almirante se rezagaría de nuevo. Así que se ordenó a otro destructor que se acercase a recogerlo. Ciliax mandó arriar una ballenera de 10 remos del Z-38 y embarcó en ella con su jefe de estado mayor y el oficial de la Luftwaffe. Mientras se dirigían al próximo destructor que les había de recoger, de pronto se dieron cuenta que un gran buque se dirigía hacia ellos a toda máquina. ¡ Era el Scharnhorst ! había podido reanudar la marcha y se dirigía a toda máquina hacia Alemania. En fin, la ballenera fue recogida por el destructor y se puso rumbo hacia el resto de la flota.

Los ataques aéreos continuaron hasta la noche. Las tripulaciones estaban reventadas de cansancio, pero el peligro que pudiese provenir del cielo había acabado por fin.

Los ingleses lanzaron minas en la boca del Elba, como última posibilidad de destruir a la flota alemana. Cuando los buques de Ciliax navegaban a la altura de la isla holandesa de Terschelling una mina magnética de fondo estalló en las proximidades del Gneisenau, pero las averías no eran graves y el buque pudo continuar a 25 nudos.

La oscuridad es ya total y no hay rastro de aviones ni buques enemigos, la escuadra se aproxima a la costa alemana, la navegación se presenta fácil y la gente se reúne a tomar un cigarrillo y departir tranquilamente.

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El Gneisenau

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El Prinz Eugen


Sin embargo, no todo terminó tan bien. Inesperadamente otra mina hizo explosión bajo el Scharnhorst. Esta vez sus averías eran más graves, pero consiguió llegar a puerto por propios medios y allí estaría una temporada en astilleros.

No hubo más novedades en ésta auténtica odisea de la Escuadra de Ciliax a través del Canal de la Mancha. La escuadra se dividió al divisar la costa alemana. El Gneisenau y el Prinz Eugen cruzaron el canal de Kiel mientras que el Scharnhorst se dirigió a Wilhelmshaven, donde entró sin otra novedad que la ya conocida. La misión imposible se había llevado a efecto.

El 13 de febrero fue un día de fiesta en Alemania, mientras que en la Gran Bretaña todo fue indignación. The Times de Londres publicó: “El Vicealmirante Ciliax Ha logrado el éxito allí donde fracasó el Duque de Medina Sidonia… Nada tan mortificante para el orgullo de nuestro poderío naval se ha producido en aguas inglesas desde el siglo XVII”.

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Vicealmirante Otto Ciliax

Pues así acabó la Operación Cerberus. Lo que luego ocurriría con los buques alemanes es ya otra historia.
Espero que os haya gustado.

Un abrazo a todos camaradas.

Re: La Operación Cerberus

Mar May 12, 2009 3:51 pm

Hola a todos.

Perdón, voy con las fuentes.

Fuentes:
"La guerra naval en el Atlántico" de Luis de la Sierra, Editorial Juventud.
http://www.exordio.com/1939-1945/milita ... berus.html

Fuente de las fotos:
http://www.andyterry.co.uk/images/scharnhorst02.jpg
http://www.military.cz/ww2_ships/German ... enau01.jpg
http://www.lexikon-der-wehrmacht.de/Bil ... ugen-1.jpg
http://www.ritterkreuztraeger-1939-45.d ... x-Otto.jpg

Un saludo a todos.

Re: La Operación Cerberus

Mar May 12, 2009 6:11 pm

Sin duda una de las operaciones más audáces de la guerra que tomaron desprevenidos a los Alliados.

Buen post Aníbal, muy interesante. :D

Re: La Operación Cerberus

Mar May 12, 2009 6:27 pm

Buen trabajo Aníbal, gracias. :)

Saludos.

Re: La Operación Cerberus

Mié May 13, 2009 2:50 pm

Hola Anibal.

Buen post! Sino te importa vamos a unir este hilo a uno que ya había escrito Kurt Steiner hace tiempo sobre la misma operación.viewtopic.php?f=24&t=2680

Un saludo! :wink:

Re: OPERACIÓN CERBERO. Cruzando el Canal a todo riesgo

Jue Ene 13, 2011 11:24 pm

Gracias Kurt, por contarnos esta apasionada historia.
Saludos.

Re: OPERACIÓN CERBERO. Cruzando el Canal a todo riesgo

Jue Ene 13, 2011 11:58 pm

Muy bueno Kurt_Steiner.
Y pensar que nos querias dejar.
Simplemente dejo unas fotos :

Imagen
http://www.panzertruppen.org/kriegsmari ... rbero7.jpg

Imagen
http://www.panzertruppen.org/kriegsmari ... rbero6.jpg

Imagen
http://2.bp.blogspot.com/_L1vlbK3vPMk/S ... ile443.bmp

Imagen
http://sauce.pntic.mec.es/jcaq0000/prue ... erus01.gif

Saludos

Re: OPERACIÓN CERBERO. Cruzando el Canal a todo riesgo

Vie Ene 14, 2011 12:56 am

Mucahs gracias, chicos, por los comentarios y por las fotos.
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