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Orden nº 227

Vie Jun 15, 2007 4:40 am

En pleno verano de 1942, mientras la dura acción alemana penetraba en el corazón de la URSS en dirección a Stalingrado, Stalin envió desde Moscú este llamamiento, conocido como "Orden nº 227":


"El enemigo envía continuamente al frente nuevas fuerzas, avanza y penetra profundamente en el territorio de la Unión Soviética sin preocuparse por las grandes pérdidas que sufre, ocupa nuevas zonas, destruye y saquea nuestras ciudades y nuestros pueblos. En este momento se están llevando a cabo combates en la zona de Voronez, en el Don, en el sur y a las puertas del Cáucaso septentrional. Los invasores alemanes avanzan en dirección de Stalingrado hacia el Volga y quieren a toda costa llegar hasta Kuban, el Cáucaso septentrional y las riquezas petrolíferas y de cereales que hay en la zona. La población civil, que siempre ha mirado con amor y devoción al Ejército Rojo, empieza a desilusionarse; ya no cree en el Ejército Rojo, y una parte le maldice porque abandona a la población en manos de los tiranos germánicos, huyendo hacia oriente. En el frente, muchos y poco cuidados individuos se consuelan hablando de la posibilidad de una ulterior retirada hacia oriente favorecida por la amplitud del terreno, el gran número de habitantes y la disponibilidad de las reservas de trigo. De esta forma, estas personas quieren justificar su vergonzoso comportamiento en el frente, pero en realidad, razonamientos de este tipo resultan totalmente engañosos y falsos, útiles sólo para el enemigo. Cada oficial o cada soldado, cada funcionario político, tiene que darse cuenta de que nuestros bienes no son inagotables y que el territorio de la Unión Soviética no es un desierto, sino que representa a trabajadores, campesinos, intelectuales, madres, padres, mujeres, hermanos, nuestros hijos.
Las regiones que el enemigo ha invadido o intenta invadir representan pan y productos de todo tipo para las tropas; el subsuelo contiene los metales y el combustible necesarios para la industria, las fábricas, los talleres y las líneas ferroviarias que suministran armas y municiones al Ejército Rojo. Después de haber tomado Ucrania, la Rusia Blanca, los territorios bálticos, la cuenca del Donetz y otras zonas, disponemos de un territorio mucho más pequeño, de una población menos numerosa, de menos trigo, menos metales, menos talleres y menos fábricas. Hemos perdido más de setenta millones de habitantes, miles de toneladas anuales de trigo y más de diez millones de toneladas anuales de metal. No tenemos ya la superioridad que teníamos al principio contra los alemanes por lo que se refiere a reservas humanas y de trigo. Retirarse ahora significaría la ruina para nosotros y nuestra Patria. Cada palmo de tierra que hemos abandonado ha servido para hacer al enemigo más fuerte, debilitándonos nosotros y nuestra Patria (...). Ya no se puede tolerar que oficiales, comisarios y funcionarios políticos retiren por su cuenta un buen número de destacamentos de sus posiciones. Ya no se puede tolerar que, presa del pánico, algunos decidan sobre la situación del campo de batalla, arrastrando consigo en la retirada a otros combatientes, abriendo así las puertas a la invasión. Los pusilánimes y los viles han de ser aniquilados inmediatamente. Para cada oficial, soldado y funcionario político, la exigencia de no retroceder sin la orden expresa de sus superiores ha de representar una férrea disciplina. Los mandos de compañía, batallón, división, los correspondientes comisarios y funcionarios políticos que se retiran de sus posiciones sin la orden de sus superiores, son traidores de la Patria y como tales han de ser tratados. Esto es lo que pide nuestra patria. Responder a su llamada significa salvarla, provocando el exterminio del odioso enemigo y, consiguientemente, la victoria (...).
El mando del Ejército Rojo ordena a los consejos militares de los distintos frentes, y en primer lugar a los comandantes que: a) eliminen el estado de ánimo típico de la retirada y eviten con mano de hierro esa propaganda según la cual debemos y podemos retirarnos sin daño hacia el oriente; b) retiren totalmente el mando y envíen a los tribunales militares a los mando del Ejército que han permitido retirase arbitrariamente sin la orden del mando del frente; c) formar, en las proximidades del frente, de uno a tres destacamentos de detención (según sea la situación), a los que enviar los oficiales y los correspondientes funcionarios políticos de todas las armas culpables del reato de cobardía. Enviarles a las zonas más peligrosas del frente para darles la posibilidad de redimirse con su propia sangre de sus delitos contra la Patria (...).
La presente orden ha de ser leída en todas las compañías, escuadrones, baterías, escuadrillas y mandos".

El comisario del pueblo para la defensa
Firmado: Stalin

Moscú, 28 de julio de 1942.

http://www.artehistoria.jcyl.es/batalla ... s/4294.htm

Vie Jun 15, 2007 8:26 pm

Hitler y Stalin se parecían tanto que no hay manera de entender por qué se pelearon :) . Pero no nos equivoquemos del todo: las órdenes del tipo ni un paso atrás tuvieron su beneficio desde un punto de vista militar y político... porque para el soldado...

Vie Jun 15, 2007 9:35 pm

Alemanes, rusos, americanos, franceses, ingleses...¿tenían escapatoria?, o peleaban o peleaban, no había elección. Ya se sabe como estaba el tema para aquellos que daban un paso atrás . Sería interesante saber que porcentaje exacto de los que allí estaban peleaban porque no quedaban más salidas, por salvar el pellejo(o tu propio bando o el otro), y no porque realmente lucharan por la causa.

Pero las dos criaturas que nombras se llevaban el premio gordo. Típico de los psicópatas arriesgar la piel del otro y no la suya propia; al menos el resto de aliados parecían tener más "inteligencia estratégica".

La deserción, sin embargo, sigue siendo una vergüenza hoy en día, conque por aquellos tiempos... :?

El otro día pusieron un documental sobre los desertores en la guerra de Irak que marcharon a Canadá: ahora no los fusilarán, pero desde luego son mirados mu mal mu mal y pedir ayuda al loquero también :(

Mucha tecnología pero los mismos clichés que hace...¿21 siglos?

Un abrazote.

Sab Jun 16, 2007 12:56 am

A un dictador le resulta fácil dar una orden del tipo ni un paso atrás, pues el resultado de la misma difícilmente le va a afectar, más aún si se vende la guerra como una total o de supervivencia de la nación, de la raza, de la cultura, etc. En una democracia donde seguir en el poder significa convencer a la mayoría, resulta más complicado, aunque con la debida dosis de propaganda se pueden lograr, en un momento dado, los mismos resultados. He leído por ahí -y siento no dar la fuente, pues no la recuerdo- que Hitler, con la batalla de las Ardenas, deseaba provocar la retirada de los EUA al provocar un fenómeno de bajas. Esto es una buena explicación a la ofensiva que no podía permitirse e incluso se podría aplicar a Kursk, más allá del intento de recuperar el prestigio internacional necesario para mantenerse en danza, algo de lo que dependía Alemania -el auge de la confianza en Hitler fue en el 41. Baste mirar que el Afrika Korps hizo tambalear la posición de Churchill, y el hecho de que Rommel no fuera apoyado debidamente desde Berlín me da yuyu, pues un servidor se ha educado con aquello de piensa mal y acertarás. No deja de resultar llamativo que en un principio no se hiciera nada o casi nada por motivar la derrota política en occidente -Dunkerque o Egipto- y a última hora se tratase de hacer lo imposible, cuando los rusos ya tenían ganada la guerra y Hitler sentía la necesidad, más urgente si cabe, de ser un bastión ante el comunismo. Y es que me da la impresión de que el dictador alemán no supo interpretar debidamente la política, ya casi en desuso, del cordón sanitario, no viendo el ejemplo polaco, maniatado en occidente y alimentado en oriente, ni las jugadas en aras del equilibrio de poderes. A fin de cuentas, el cabo bohemio, pese a su buen olfato, demostró ser un burro en materia de asuntos internacionales.
Pero volviendo al tema, Hitler, con su orden prohibitiva de retirada, logró mantener el frente oriental cuando este se desmoronaba. Tuvo su coste, no cabe duda, en pérdida de hombres y máquinas, que no podía fácilmente reemplazar. Pero sentó la base para el siguiente año de guerra y, pese al revés, se mantuvo en el poder al darse a conocer como líder por derecho tras su acierto. Si Hitler no hubiese dado esa orden, la guerra hubiese acabado mucho antes. Siendo perseguidos por el RKKA difícilmente hubiesen sido capaces los alemanes de lograr una línea de defensa lo suficientemente fuerte en medio del follón de una retirada a todas luces caótica. Además negaba a Stalin buena parte de su capacidad productora y mantenía a su lado a sus aliados tan menores como necesarios, pues sus aliados o estaban con él o con los británicos mientras no fueran engullidos por los rusos. Por parte de Stalin, encontramos la viceversa bien expresada en la orden: retirarse suponía perder la capacidad industrial de la URSS y perder la guerra por tanto. Había que desgastar a los alemanes a costa del desgaste propio y dar tiempo a la nación a reponerse con el utillaje necesario para la guerra. Además, pese al supuesto poder absoluto de Stalin, este contaba con oposición y no sólo troskista -al igual que Hitler era un ejemplo de que el poder absoluto no existe, pese a todo. Las purgas antes, durante y tras la guerra, como el lamentable caso que nos has narrado, es una buena muestra de la crueldad como medio para perseguir un fin, el poder, y no como medida maniática cuasi gratuita. Para Stalin, la consecución del logro de la homogenización total de la sociedad rusa era un recurso para afianzarse a su posición, de la misma manera que Hitler, si bien Stalin era el segundo gran líder bolchevique y usaba en mayor medida la deificación de Lenin en lugar de la propia como su antagonista, al menos hasta que hubo ganado la guerra y lograra su meta.
Hoy día la cosa no ha cambiado. En el mejor de los casos, el método se ha refinado para vendernos el mismo producto pero con un envoltorio menos revulsivo. Y es que la guerra sigue teniendo las mismas causas y la misma definición. Los gobiernos ricos prosiguen con su tarea de cuidar del bienestar del votante mientras hacen lo posible por mantener al menos su hegemonía tan amparada como subyugada a los grandes poderes, al igual que Hitler se reservó cuanto pudo la llamada a la economía de guerra en tal de que el alemán medio no se deprimiera ante la falta de medios para subsistir cómodamente y se tornara opositor. Los gobiernos pobres hacen lo mismo a su nivel.
En el universo orwelliano el poder está ahí, y alguien tiene que tomarlo...

Sab Jun 16, 2007 4:09 am

Hoy día la cosa no ha cambiado. En el mejor de los casos, el método se ha refinado para vendernos el mismo producto pero con un envoltorio menos revulsivo. Y es que la guerra sigue teniendo las mismas causas y la misma definición. Los gobiernos ricos prosiguen con su tarea de cuidar del bienestar del votante mientras hacen lo posible por mantener al menos su hegemonía tan amparada como subyugada a los grandes poderes, al igual que Hitler se reservó cuanto pudo la llamada a la economía de guerra en tal de que el alemán medio no se deprimiera ante la falta de medios para subsistir cómodamente y se tornara opositor. Los gobiernos pobres hacen lo mismo a su nivel.

Absolutamente de acuerdo contigo, Bitxo.

Además no hay nada más cómodo que dar una orden de -ni un paso atrás- desde un despacho sin ni siquiera oir los sartenazos del enemigo y con carniceros de segunda línea dispuestos a hacerla cumplir a base de patíbulos ambulantes. Me voy a la cama, que si sigo dándole vueltas me conozco.

Saludos.

Sab Jun 16, 2007 12:49 pm

Sí, pero si uno se da a sí mismo una orden ni un paso atrás, no lo llamamos loco ni sanguinario, sino héroe. Y si un líder de una nación da una orden de ese tipo y se sale con la suya, podrán llamarle cruel, pero tendrá asegurado su liderazgo por la firmeza mostrada en aras de la causa. Una vez puesta en marcha la máquina de la guerra, esta penetra a todos los niveles y domina las emociones en pos de la necesidad y el miedo a ser vencido. Sólo la derrota o cuando al menos una parte de los grande intereses deciden jugar en contra, se puede paralizar ese engranaje como recientemente se está dando el caso, sobretodo si la guerra está lejos de casa. Por ello lo ideal es impedir que la guerra se inicie. Las dos guerras mundiales son el mejor ejemplo de lo que puede llegar a suceder cuando los diferentes poderes vislumbran la guerra total como medio más conveniente para asegurar su futuro.

Re: Orden nº 227

Lun Jun 21, 2010 4:14 pm

Bastante lapidaria la orden... :?

Re: Orden nº 227

Lun Jun 21, 2010 11:06 pm

La orden 227 hizo que la resistencia de los soviéticos aumentaran. Tal vez fue algo exagerada pero permitió que los rusos pudieran expulsar a los alemanes de la URSS. Ahi una película que mi padre me dijo que sino mal recuerdo se llama "El francotirador" es sobre el sitio de Stalingrado en la cual se ve como los soviéticos castigaban cualquier acto de anti patriotismo.

Saludos

Re: Orden nº 227

Lun Jun 21, 2010 11:37 pm

Evidentemente, los actos de resistencia a ultranza pueden llegar a ser útiles tácticamente hablando, porque contribuyen a retrasar o fijar tropas del enemigo mientras las propias se recomponen. El problema es la utilización masiva de esa estrategia, al estilo del "donde está el soldado alemán, allí se queda", que a la larga lo que hizo fue desperdiciar tropas en cantidad y calidad, dejando desguarnecidos diversos frentes, como sucedió en Stalingrado, durante la operación Bagration, en diversas localidades de Normandía y Francia... Más vale retirarse hoy para seguir combatiendo mañana. Y más en unas condiciones de franca inferioridad material, como le sucedía en esos casos que apunté a la Wehrmacht, y más cuando Mannstein había mostrado y demostrado que una defensa móvil podía resultar igual o más efectiva que una concepción basada en la guerra de trincheras de la PGM.

Re: Orden nº 227

Mar Jun 22, 2010 1:37 am

Todo depende...

No permitir la retirada alemana en el primer invierno soviético fue, al fin y al cabo, un acierto. Esto ya lo comenté en un hilo. No es que lo diga yo, sino que lo he leído a varios analistas y comparto su opinión. En una guerra hay tres componentes fundamentales: militar, político y económico. Una retirada puede ser conveniente desde un punto de vista militar, pero un desastre desde un punto de vista político. Y si lo es político, y más en el caso alemán, lo es económico. Cuando apenas hay comercio debido al bloqueo marítimo y dependes de débiles y asustadizos aliados que te proporcionan materias primas y hacen de colchón balcánico y/o mediterráneo, la política es todo un factor. Especialmente si tu impronta se debe a fulgurantes éxitos militares. Una imagen de retirada humillante era un signo de debilidad que Hitler no se podía permitir. Luego está el factor de política interna. Dicho de otro modo, de estabilidad en casa. Basta recordar cómo Hitler mimó -y el término, pese a todo, es adecuado- al pueblo alemán al no implantar una economía de guerra hasta bien entrada en ella. De hecho la derrota de Stalingrado supuso un pistoletazo de salida para muchos descontentos que acabarían urdiendo una trama para asesinar a su líder.

Con Stalin el problema era similar. Stalin precisaba que sus aliados se convenciesen de que podía resistir. De ello dependía la ayuda económica y las entregas de diversos materiales. Es más, al menos desde su punto de vista, dependía que ellos no pactasen una paz por separado, lo cual significaría su final al levantarse el bloqueo. Y Stalin también tenía serios problemas internos, y baste recordar ahora cómo muchos soviéticos vitorearon a los alemanes al inicio de la contienda.

El problema es saber discernir cuándo debe prevalecer lo político (y económico) sobre lo extrictamente militar. Una situación bélica generalizada da lugar a una órden generalizada. Y un estado de paranoia generalizada da lugar al miedo a incumplir una orden general en un caso local. No es que sea fan de ninguno de los dos dictadores, ni mucho menos pero, como poco, considero que existe la posibilidad de que en más de un caso el problema residió más en el General de turno que en el dictador. Obviamente, la ferocidad de semejantes jefes resulta todo un atenuante. Pero no ha resultado menos escandalosa la manera en que más de un jefe militar le echó la culpa de todo a su querido dictador.

Por supuesto podemos decir que el problema está en la raíz, en un sistema piramidal tan feroz que es muy capaz de autoconsumirse con purgas y delicadezas por el estilo. Pero, ¿acaso un dictador puede sostenerse si apoyos? ¿En serio Hitler y Stalin se mantuvieron en el poder sin la concurrencia de todo un aparato político y militar? Claro que cuando las cosas se complican, cambiar de camiseta o quejarse es lo más normal.

Re: Orden nº 227

Mar Jun 22, 2010 3:19 am

Hola a todos.
Hablar en general de este tipo de órdenes puede resultar un ejercicio peligroso, pues cada una de ellas se ajustaba a distintos ejércitos y a unas condiciones y parámetros de batalla diferentes.
Antes de entrar en ésta en particular, habría que mencionar la del invierno de 1941, en la que Hitler prohibió a sus tropas retirarse. Sobre ella ya hablamos anteriormente, y sin intención de volver a reproducir aquí el mismo intercambio de ideas, quisiera comentar que entre los diferentes historiadores, hay opiniones totalmente enfrentadas. Algunos lo consideran como una victoria, pues ello evitó el descalabro del ejército alemán. Otros lo ven como la causa de unas enormes pérdidas, a la postre irremplazables, en el bando alemán. Lo cierto es que cuando Barbarroja se volvió a lanzar en la primavera de 1942, las bajas alemanas sumando la campaña de 1941 y las pérdidas por el gélido invierno eran ya de 1/3 de los tres millones de efectivos con los que se lanzó la Operación Barbarroja en junio de 1941. A la postre, Alemania adoleció en 1942 de una gran falta de hombres y efectivos para mantener los frentes meridional y central en la URSS y a la vez lanzar la Operación Blau.
La retirada invernal de 1941 no debería haber significado en ningún caso un desbandada caótica pues el Ejército Rojo carecía de reservas e infraestructura para acometer la persecución de las tropas alemanas, cosa que quedó en evidencia cuando algunas de sus unidades rompieron el fente alemán y quedaron aisladas al no poder recibir apoyo.
Como dijo Bitxo, evidentemente hubiera sido un revés para el prestigio del ejército alemán, pero la ofensiva del 42 necesitaba de efectivos, más que de prestigio. Para mí es una difícil elección, pero casi lo definiría como un error, pues algunos generales viendo el desastre que se avecinaba al conservar las posiciones invernales, desobedecieron a Hitler, y se retiraron a posiciones más seguras, reconquistando rápidamente el terreno en la primavera del 42, sin haber sufrido tantas bajas en caso de haber conservado sus posiciones en el invierno de 1941.

El hecho de que la orden de Hiter de resistir a toda costa tuviera éxito (aunque eso sí, con un precio muy alto) influyó más tarde en su decisión de no abandonar Stalingrado, aunque esto sería un visión demasiado simplista, pues los factores que tomaron parte en tal decisión fueron muy numerosos y más complejos.

Sobre la orden 227 de Stalin, personalmente diría que fue un acierto. La moral del Ejército estaba baja y en Stalingrado no había posibilidad de retirada. O se resistía o la derrota sería total. Y la resistencia debía conseguirse a toda costa.
En los primeros envites de la batalla, el Ejército Rojo no creía en la victoria, aunque contrariamente, la propaganda soviética nos ha hecho creer lo contrario.
Por ejemplo Damlet Dallakian, que perteneció al Estado Mayor del 62.º Ejército afirma en el libro de Michael K. Jones, Stalingrad, How The Red Army Triumphed que, por supuesto, no pensaban que la ciudad pudiera resistir, ya que disponían de pocas tropas regulares y casi no disponían de hombres para defender la ciudad y que estaba prohibido admitir que Stalingrado podía caer, de lo contrario uno podía ser arrestado. Durante la batalla, la idea de que los soldados soviéticos nunca perdieron la fe en la victoria es un mito, añade Dallakian, ya que solo se preocupaban de sobrevivir y de resisitir.

La orden 227 hizo que las tropas soviéticas resistieran hasta el límite (a pesar de su crueldad) y con ello empezaron a surgir los primeros héroes como Pavlov, Panikakha, el silo de grano, Zaitszev... que a la postre dieron una nueva inyección de moral a las tropas del Ejército Rojo que luchaban en el Volga y en definitiva hizo que creyeran en que la victoria era posible.

Saludos
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