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Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Mié Dic 06, 2006 1:55 am

Hola a todos,
como me ha parecido interesante el debate abierto en el post de Albert Speer hijo sobre la culpablidad de su padre, he creido conveniente haceros una transcripción de algunos pasajes interesantes de un documental sobre el tema. Para mí, las pruebas que proporciona son irrefutables, y demuestran que Albert Speer sabía mucho más de lo que en su momento admitió.


"Es duro sobrevivir a 20 años años de cárcel, hay altibajos. Es como un túnel sin final y no hice otra cosa que pensar en el alcance de mi culpabilidad. Incluso pasados estos 20 años, he comprendido que no me libraré del sentimiento de culpa. El peso de mi responsabilidad me acompañará el resto de mi vida." - Albert Speer

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Speer en una de sus entrevistas.

Antes de la Segunda Guerra Mundial la empresa de Albert Speer ya tuvo unas relaciones privilegiadas con las entidades financieras de las SS de Heinrich Himmler, y se empleó a los prisioneros de los campos de concentración en la fabricación del material de construcción para sus edificios.

Participó activamente en la persecución de los judíos de Berlín. Una de las medidas iniciales para la remodelación de Berlín fue la demolición de casas y barrios residenciales completos. El departamento para la reubicación que estaba bajo el mando de Speer se encargó de poner en marcha este proyecto.
Un informe de los archivos federales de Coblenza confirma que las medidas del departamento de obras públicas, estaban específicamente dirigidas a desplazar a los judíos de la ciudad. Debían dejar espacio para los llamados futuros arrendatarios. Speer estaba al corriente de todo esto. La campaña del desahucio de los inquilinos judíos incluía 20.000 apartamentos. Los judíos de Berlín no fueron reubicados sino directamente deportados.

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Documentos que prueban la vinculación de Speer con la deportación de los judíos de Berlín.

"Si vives dentro de ese ambiente, no ves ni sientes lo que sucede. Estás tan inmerso en ese mundo que percibes como normal lo que para alguien de fuera es una completa aberración."
"Para ser sincero, no me fijé en esos detalles. No les presté demasiad atención, pensé que no iban conmigo. En realidad descuidé mi obligación como ser humano." - Albert Speer

En 1943 Speer visitó una acería. Una de las fotos mostraba al Ministro de armamento hablando con los presos del campo de concentración de Mauthausen.
Speer necesitaba la mano de obra que le proporcionaban las SS.
Speer también estaba a cargo de s tareas de edificación de los campos de concentración.

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Visitando una acería en 1943.

Una carta que escribió en 1944, prueba su relación con el holocausto. Speer se queja a Himmler de que la planificación de las SS en el campo de concentración de Mauthausen es demasiado generosa, teniendo en cuenta las necesidades del frente de guerra.

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La carta en cuestión.

Dos de sus empleados debían inspeccionar todos los campos de concentración. Y así acudieron a Auschwitz. A su regreso informaron al Ministro de las deplorables condiciones sanitarias. Pero no se demostró que supieran que se estaban cometiendo asesinatos masivos.
En un informe manuscrito a Himmler, Speer añadió lo siguiente: "Me siento satisfecho de que la inspección de los demás campos de concentración haya ofrecido una visión positiva".

Speer dijo que sólo fue consciente de lo que sucedió cuando vio las fotos y películas de los campos en 1945. Y que en la medida que estuvo en su mano, intentó mejorar las condiciones de vida en los campos, cosa que choca bastante con lo anteriormente expuesto.

Después de su liberación de la cárcel de Spandau en 1966, Speer concedió su primero entrevista para el semanario Spiegel, de la que aún se conserva la grabación original.

- Spiegel: ¿Tuvo usted conocimiento de los hechos acaecidos o tan solo una vaga idea?
- A.S.: Solo tuve una vaga idea de lo que sucedía en los campos de concentración.
- Spiegel: Cuesta creer que un hombre en su posición no supiera exactamente lo que estaba pasando. ¿Desea decir algo al respecto?
- A.S.:Dada mi posición podría haber averiguado la verdad. Había indicios más que de sobra, pero opté por ignorarlos. Me limité a hacer mi trabajo. No quise saber más detalles de lo que estaba sucediendo a mi alrededor.


"Conociendo a Hiler no sentí gran compasión por él. Pero curiosamente debo admitir, que aquella noche estando solo me eché a llorar. En aquel instante en que le dejé fue todo un alivio."
"Durante el gobierno de Dönitz fui de a opinión de que por la envergadura de los crímenes las partes involucradas debían asumir su responsabilidad y aceptar las consecuencias."
- Albert Speer

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Speer declaró haber sido apolítico durante el Tercer Reich. Menos mal.

En los juicios de Nüremberg, Speer aseguró haber intentado matar a Hitler.
- A.S.: Pensé que no había más solución. Desesperado quise hacerlo. Desde febrero comprendí que Hitler estaba dispuesto a todo para prolongar la guerra sin contar con su propio pueblo.
- Juez: ¿Intentó matarlo usted sólo? ¿Por qué falló su plan?
- A.S.: No quiero entrar en detalles. Sólo yo podía hacerlo porque a partir del 20 de julio muy pocos podíamos ver a Hitler. (se refiere evidentemente al atentado de von Stauffenberg en la Wolfsschanze).

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Durante los juicios de Nüremberg.

Durante su declaración sobre las cámaras de gas y su desconocimiento, los demás acusados no estuvieron le creyeron y se lo reprocharon.
Hermann Göring comentó al respecto de Speer: "Nunca debimos confiar en él".

Lo que le salvó el cuello, fue que al final de la guerra, intentó detener la política de tierra quemada que Hitler le había ordenado. Dos de los cuatro jueces, como se supo décadas más tarde, habían exigido su ejecución.

"Hitler y la caída de su sistema han provocado mucho sufrimiento al pueblo alemán, la prolongación de la guerra y la destrucción gratuita complican su recuperación. El pueblo alemán ha quedado reducido a la miseria. Tras este juicio, el pueblo condenará y despreciará a Hitler por ser el artífice de su desgracia, pero el mundo no sólo aprenderá a odiar las dictaduras, sino también a temerlas." - Albert Speer

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Poco después de su liberación, acontecida en 1966.

Que cada cual saque sus conclusiones.
Según el historiador Joachim Fest, autor de su biografía, Speer sabía mucho más de lo que en su momento pudo probarse.

Fuente: El mito de Albert Speer

Saludos

Dom Dic 10, 2006 2:57 pm

He preparado un articulito de opinión sobre el señor A. Speer. Si se considerase conveniente, podría ser movido al apartado de personajes. En cualquier caso, más allá de estar o no de acuerdo, espero que os guste.

ALBERT SPEER. La normalidad transgresora.


En Londres, el 1 de Septiembre de 1981, Jane Ellison anuncia el fallecimiento del hombre que tenía en sus brazos. Lo hace a su propia esposa, por teléfono, sin participar en la vida de engaño de su amante. Albert Speer ha muerto en el 42ú aniversario de la guerra que le encumbraría y lo llevaría a presidio durante 20 años en los cuales se dedicó a finalizar y lubricar esa coraza de fábula que le había salvado la vida en los juicios de Nüremberg.

Pero lo que más me llama la atención de Speer no es su capacidad para revestir su vida como ministro de uno de los gobiernos más terribles que haya concebido la Humanidad, con las típicas mentiras piadosas basadas en la ignorancia o en la sobredimensionada capacidad de su jefe para la hipnosis o hasta en cierta atracción sexual, amparada en la difícil expresión de esta en el caso del Führer; tampoco su reconocida capacidad organizadora ni mucho menos su más modesta capacidad arquitectónica; lo que realmente llama la atención de Speer son sus rasgos distintos del resto de los componentes de la cúpula nacionalsocialista: él no es un excombatiente de la PGM, acosado por el sentimiento de culpa de la derrota, excusado por una quinta columna compuesta de marxistas identificada racialmente en los judíos, amparado en esa sencilla mirada para tornarla con odio hacia la comunidad internacional y la propia República alemana, acusada de debilidad, vinculado a un movimiento populista y nacionalista, cohesionado por el racismo desesperado que homogeneizaría el atomismo de todas y cada una de las fracciones de la derecha, desde la más conservadora hasta la más radical; ni tan siquiera es un obrero frustrado por la falta de pan en su casa, la precariedad del trabajo para lograrlo y el hundimiento de toda estructura social que pudiera protegerle, dejando suplir este papel perdido por el Gobierno deceso de la República, por el de las facciones radicales que se disputan su cadáver, como un pececillo que se debate en las corrientes de un río revuelto, siendo arrastrado por una o por otra. Albert Speer es simplemente un hijo de familia adinerada, cuyo único infortunio es el desamor de sus padres, para nada vinculado con la política, lo cual se desprende de las cartas del aún joven Speer a su futura esposa, Margarette. Realmente, al superministro alemán, dotado de una normalidad fuera de sitio en su momento histórico, sólo puede unirle una cosa a la agresiva corriente que alteraría de manera dramática el futuro de Alemania y del mundo entero, ese cúmulo de sensaciones embriagadoras que un ser humano recoge fruto de su buen hacer, explotando no sólo sus cualidades como gestor, como hombre afable y de buena presencia, sino también sus limitaciones como la aparente frialdad emocional cual máscara de su necesidad de agradar a quien le rodea, que denominamos ambición cuando van destinadas a colmar el ego más allá de necesidades más apremiantes en cuanto nobles, como la ética, el bien social antepuesto al personal. No sería Speer el único, ni mucho menos, de entusiastas apolíticos, embriagados no obstante por la fuerza desencadenante de opciones inexistentes con anterioridad, que lucharían por un puesto donde realizarse mediante sus funciones como técnicos, auténticos mercenarios del hijo monstruoso de una democracia agónica, soñadores de una tecnocracia aséptica al horror considerado como mal menor, quizás innecesario, pero en todo caso inevitable y hacedor de un mundo nuevo: su mundo. Pero sólo Speer lograría lo que otros tan sólo intentaron: una proximidad al Dios de la Oportunidad, dado su poder magnético, que le catapultaría al escalafón más alto al que pudiera aspirar. Y pronto aprendería de él, como hacedor de oportunidades para soñadores despiertos, coleccionando técnicos, especialmente antiguos compañeros de la escuela de Tessenow, algunos especialmente brillantes, como Hans Peter Klinke, según algunos el verdadero creador de la "Catedral de la luz", que, frustrado ante la obstinada reticencia de su jefe a darles a conocer, prefiere marchar al frente donde morirá. El empeño de mantenerles en el anonimato de Speer es obvio en cuanto no es él el único artista próximo al Führer, teniendo que lidiar contra Hermann Giesler, al cual boicoteaba siempre que podía. No sería, sin embargo, Giesler su principal enemigo, pues Speer no era más que un técnico advenedizo y arrogante a ojos de la vieja guardia del NSDAP, que haría cuanto pudiese para frenar su carrera excesivamente apoyada en los intereses empresariales en una sociedad teóricamente comunitaria, algo que Hitler consideraría necesario para la modernización y promoción de la economía de guerra alemana, tratando siempre de calmar los ánimos de sus Gauleiter manteniendo las apariencias al supeditar a Speer a Göring, o colocando un fiel a Bormann para la tarea de recolección de mano de obra, Fritz Sauckel, algo que le vendría muy bien al arquitecto para salvar el cuello de la horca, pese a sus intentos para controlar este funesto aspecto de la producción, también disputado por el todopoderoso Himmler. Serían precisamente Bormann y Himmler los principales causantes de la caída en desgracia de Speer, más allá de la misteriosa aparición de su nombre en el hipotético gobierno post julio 1944. Es posible que esta sospechosa nominación tuviera que ver con su sorprendente comportamiento de última hora, cuando contrariaba las órdenes de destrucción de su desahuciado mentor. Y es que esa enorme capacidad de servicio de Speer al líder de turno, demostrada con ahínco en Nüremberg, no hacía más que señalarle. Resulta difícil pensar que un hombre tan ambicioso y libre de ataduras políticas y hasta éticas fuese reconvertido en un héroe justo cuando los nuevos amos de Alemania llamaban a las puertas. Cuando se observa al super ministro, tan distinto a los demás, cuya higiénica indiferencia hacia el doloroso momento histórico, trastocada por el hábil Himmler en su discurso de Posen, no puede uno más que adivinar intencionalidad en todos sus actos finales. Si bien esa normalidad fuera de sitio, tan alejada de la estridencia ideológica de sus jefes y compañeros, pero al tiempo tan despojada de ética hacia el perseguido, el esclavizado, el asesinado, aprovechando todos los resortes del Estado hitleriano para lograr sus fines como ministro fundidos con su ambición personal, no lograría vencer la lógica reticencia del Partido hacia individuos como él, sí le permitiría engañar a muchos y resultar interesante a los Aliados no sólo como pieza clave del entramado bélico, sino como representación del alemán medio, del que se dejó arrastrar por los acontecimientos, sintiéndolos ineluctables y sacándoles provecho. Porque si se colgaba a Speer, ¿a quién en Alemania no habría que colgar? ¿Y acaso no eran absolutamente necesarios todos esos técnicos y funcionarios para poder mantener en marcha los restos de la maquinaria estatal, de la cual no podían hacerse cargo las fuerzas de ocupación? ¿Y cómo podían evitar juzgarle si fue parte de la cúpula del Reich? Speer supo representar a la nueva generación alemana, la que había que cargar con la deshonrosa herencia del nazismo, convirtiéndose con su arrepentimiento y condena en una suerte de redentor para un sociedad que precisaba pasar página, y bajo los designios de un ocupante con prisas por normalizar la situación. Speer, el técnico, sabría lo que esperaban de él sus nuevos amos y cumpliría su misión a la perfección una vez más.

Lun Dic 11, 2006 11:06 am

Dicen que una imagen vale mas que mil palabras...¡mentira!.
El retrato de Bitxo es magistral, enhorabuena.

Seguimos en el frente...

Lun Dic 11, 2006 8:51 pm

¡Gracias, Jacbass! Me alegra que te haya gustado.

Lun Dic 11, 2006 9:55 pm

Hola Bitxo.
Totalmente de acuerdo.
Respecto a lo de la máscara de Speer, recuerdo que en una entrevista a Joachim Fest, éste comentó que tenía la impresión de no haber conocido nunca al Speer anterior a 1945, sólo al posterior a esa fecha.
Realmente era alguien muy diferente a la cúpula del régimen Nacionalsocialista.

Saludos

Mar Dic 12, 2006 5:16 pm

Este Albert, como decia mi abuela, "servia tanto para un cortado como para un dobladillo". ¿Cuantas caras tenia el arquitecto de Hitler? ¿O mas bien era como las ratas, que sobreviven ante cualquier calamidad y a cualquier precio?
Si al final Hitler al lado de Speer es el niño Jesus :shock: .
Pero no dejan de ser individuos interesantes.
Y me surge la eterna preguna-dilema que me asalta no pocas veces ¿Quien es mas c*b**n? ¿El que dispara por la nuca o el que viendolo mira a otro lado y no hace nada ni en uno o en otro sentido? ¿Quienes eran los asesinos?, ¿los que dictaban sentencia, los que la jaleaban o los que la toleraban?
Como siempre en todas las ocasiones, la verdad es que la situacion politica era dificil, en cierot modo puedo justificar que muchas personas, antes de tener problemas, se dejaran llevar por los infames acontecimientos de la epoca. Horas dificiles, y que os desafio a todos me diga que hubiera hecho en aquella epoca y en aquella sociedad, dejando a un lado lo que afortunadamente hemos mamado de 30 años a esta parte.
Dificil eleccion...creo. Mejor dejarlo, podriamos llevarnos desagradables sorpresas.
Por eso...

Seguimos en el frente...dialectico, que hiere pero no mata. :wink:

Mar Dic 12, 2006 5:18 pm

Muy bueno, si señor, especialmente el último párrafo; desde "Si bien esa normalidad fuera de sitio, tan alejada de la estridencia ideológica de sus jefes y compañeros..."

Gracias Bitxo.

Mar Dic 12, 2006 5:18 pm

Por mi parte prefiero no opinar al respecto. Ese tipo de cuestiones sobre "qué habría o qué no habría hecho" sólo se pueden responder a base de la experiencia real, que suele estar a cientos de millas naúticas de lo que pensamos desde fuera del suceso.

Pero algo si tengo claro.

Tengo muy claro que en una escabechina, donde se trata de escabechar o que te escabechen podría ser tan sacamantecas como el que más, aunque sólo sea porque no vaya a ser que el de enfrente no entienda que voy de buen rollito y no me gusta ir pegando tiros a diestro y siniestro. Que Jesucristo dijo hermanos pero no primos.

Pero también tengo claro que el asesinato masivo con premeditación y alevosía de civiles por motivos politico-raciales, o prisioneros de guerra, llámese Holocausto y crímenes de guerra con todas las letras, no va conmigo. Creo que hay que tener la cabeza y/o las tripas hechas de un material determinado para no sólo parir semejante barbarie sino además ejecutarla y ponerla en marcha con deleite y serenidad de espíritu.

Creo que el ejemplo más claro podría ser la diferencia entre el tipo que se apunta a las SS y el soldado de a pie de toda la vida. Si el primero resulta seleccionado para formar parte de los Einsatzgruppen o para encargarse de la logística de Auschwitz por algo será, algo tiene el agua cuando la bendicen. Si el segundo se ve en la situación de formar parte de un pelotón de fusilamiento la situación es una m-i-e-r-d-a, pero ahí no hay vuelta de hoja; te tragas el sapo, blasfemas un par de veces y listo. Otra cosa es si después se duerme bien por las noches o si se decide alumbrarse los sesos para olvidar el cuadro. No creo que ninguna conciencia ni ninguna memoria salga con bien de ninguna guerra, ni siquiera cuando se ha luchado en el bando "justo" y ganador.

El caso de Speer es, desde mi punto de vista y como creo que ya os dije, uno más de oportunismo político mezclado con gusto por el poder y bañado con esa iluminación mesiánica hitleriana. No tenemos más que mirar alrededor par ver, con las distancias evidentes, hasta donde puede llegar un tipo así metido en política en nuestros días. Sin embargo estoy convencido de que Speer no era amigo de soluciones finales, no por humanidad, sino por privar al estado de mano de obra barata y útil en el esfuerzo de guerra. Eso no le sitúa muchos escalones por debajo de asesinos despreciables como Himmler, Bormann, Heydrich, Goebbles y el propio Hitler. Si acaso le equipara ya que en su caso no es aplicable ni siquiera el atenuante de locura transitoria, sabía muy bien lo que hacia, cual era el fin y de que instrumentos se servía para ello. Es más, ¿no serían sus últimas decisiones contrarias a la destrucción total el inicio de un plan personal de lavado de cara con vistas a lo que se veía venir?

En fin, una personalidad compleja la de Speer y creo que con más dobleces que una Torre Eiffel de papiroflexia y más trampas que una película de chinos. O tal vez uno más de tantos millones de nazificados que nunca quisieron mirar o preguntarse de donde venía el humo. O cuando lo hicieron ya era tarde para todos, ellos incluidos.

Echo de menos en estas cuestiones la opinión de Mika, mucho más afinada que la mia cuando se trata de preguntas que tienen que ver con las "cabecitas humanas". A ver si un siglo de estos el trabajo la deja participar un poco más.

Saludos.

Mar Dic 12, 2006 6:43 pm

Gracias a todos. En mi opinión, Speer podría haber dicho "no". Hitler supo rodearse de personas leales y recompensaba esa lealtad con cargos que equivalían a resortes del Estado. A los que no le inspiraban confianza, pero no por ello dejaban de ser útiles y/o buenos miembros del Movimiento, los apartaba con cargos más alejados, desde donde pudiera controlarles sin que estos pudieran dañarle, como es el caso de Gregor Strasser, finalmente liquidado. Al que decía "sí", lo maniataba manchándole las manos de sangre, obligándole a participar en esa huída hacia adelante constante que era el Régimen. Toda es mezcla de funciones entre los altos cargos no correspondía sólo al deseo del Führer a tenerlos en constante competencia, ni tan siquiera para provocar las lógicas peleas que sólo él podía arbitrar, apoyando de esta manera su hegemonía, sino para atarlos a todos en una especie de juramento de sangre, si bien la sangre era la de otros. Pero Speer era un simple artista, y si se hubiera limitado a ese papel, no tendría por qué haberse manchado las manos.

Dom May 18, 2008 5:45 pm

Hola a todos,

Os dejo un artículo sobre otro enfoque de la obra de Albert Speer...a ver que os parece

http://www.cultopia.net/pages/tres/speer.pdf

Saludos
Irena

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Sab Sep 27, 2008 1:15 am

Hola a todos.
Vuelvo sobre el tema de los trabajadores forzados que empleó Albert Speer en sus fábricas de armamento, ya expuesto anteriormente. Reproduzco algunos pasajes del libro Conversaciones con Albert Speer, de Joachim Fest, que aportan más datos sobre el tema, y que considero tremendamente esclarecedores, sobre el posicionamiento de Albert Speer sobre este asunto después de la guerra.

Le he preguntado acerca de los trabajadores forzados, debido a los cuales, en buena medida, fue condenado. Ha contestado que en cuanto se enteraba de que en algún lugar los trabajadores tenían que soportar unas condiciones inhumanas, intentaba poner remedio en la medida de sus posibilidades. Pero decenas y decenas de miles de ellos murieron, insistí, y a menudo en unas condiciones estremecedoras.
anduvimos un rato en silencio por la playa de Munkmarsch. Luego dijo que la muerte de tantos seres humanos le causa una profunda aflicción. Al principio, cuando se presentó ante el tribunal y durante los primeros años en Spandau, trató de consolarse pensando que, en el "caos de competencias" reinante, los trabajadores forzados dependían formalmente de Sauckel y en parte también de Himmler, y en última instancia, como todo lo demás, de Hitler. Pero, ante la pared de su celda, esa clase de excusas se esfumaron rápidamente. De ahí que haya reconocido el tribunal de Nuremberg y que haya aceptado el veredicto de los jueces militares de los vencedores y lo haya defendido una y otra vez delante de los demás presos. "¿Por qué iba a hacerlo, si no?", añadió tras una breve pausa.
Así pues, concluyó, nadie le tiene que decir lo horroroso que fue lo sucedido en muchos campos de concentración ni la carga que pesa sobre su conciencia y la de todos los demás. Pero también quiere hacer constar que las condiciones ni mucho menos eran tan espantosas como se dijo en Nuremberg y se viene diciendo desde entonces. Nombró algunas fábricas y relató lo que pudo observar casualmente cuando las visitó; acto seguido habló de las explotaciones agrarias, donde las condiciones de vida eran pasables, etcétera. Cuando le contradije, alegó el caso del enfermo Toni Proost, quien, en Spandau, al poco de comenzar su condena, se le ofreció como mensajero clandestino en agradecimiento, como él dijo, por el buen trato que recibió como trabajador forzado (incluido el tratamiento médico que se le dispensó cuando enfermó de gravedad). Speer dijo que no pretendía disfrazar nada, pero que una de las consecuencias de una guerra tan espantosa como aquella es que, a medida que pasa el tiempo, tanto las heroicidades como los sufrimientos adquieren cada vez mayores proporciones.
Al preguntarle si su intento de mejorar las condiciones en los campos se debía a motivos humanitarios o más bien al deseo de aumentar la productividad, Speer respondió que en una guerra de tal magnitud una especie de "furor por la eficiencia" se superpone a todo y absorbe cualquier otra motivación. Fue como un "delirio" que "nos poseyó a todos".
Más tarde volvió sobre el mismo tema. En el bando contrario no fue muy distinto. También ellos, como se sabe, en el tratamiento de los prisioneros de guerra y en otros casos transgredieron una y otra vez la legislación vigente. No hay duda de que los rusos así lo hicieron, pero también los franceses, los norteamericanos y otros cometieron abusos de diversa gravedad. Ninguno de los dos bandos respetó demasiado lo principios establecidos en la Convención de Ginebra o de La Haya o en cualquier otra parte.


Que cada uno saque sus conclusiones, pero a mi personalmente sólo me parecen malas excusas. Todos los bandos cometieron crímenes de guerra, también los aliados. La guerra de exterminio en el Este fue el detonante de una crueldad por parte de ambos bandos no conocida anteriormente. Pero querer afirmar que tos los aliados obraron de la misma manera se me antoja un poco exagerado, aunque tampoco la existencia de los prisioneros alemanes en algunos campos en Alemania fue un camino de rosas. Al menos, el exterminio de esos soldados no era el objetivo que se perseguía.

Fuente: Conversaciones con Albert Speer, de Joachim Fest

Saludos

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Sab Sep 27, 2008 5:17 am

Al principio, cuando se presentó ante el tribunal y durante los primeros años en Spandau, trató de consolarse pensando que, en el "caos de competencias" reinante, los trabajadores forzados dependían formalmente de Sauckel y en parte también de Himmler, y en última instancia, como todo lo demás, de Hitler.


Speer respondió que en una guerra de tal magnitud una especie de "furor por la eficiencia" se superpone a todo y absorbe cualquier otra motivación. Fue como un "delirio" que "nos poseyó a todos".


Que dos comentarios más esclarecedores; los del perfecto e insensible burócrata sólo preocupado por realizar su trabajo de la mejor manera posible.

Muy bueno, Paradise.

Saludos.

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Mié Oct 01, 2008 2:26 am

Es evidente que era un zangano....

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Mié Dic 10, 2008 4:00 pm

La verdad es que el libro Conversaciones con Albert Speer, mencionado anteriormente, tiene pasajes muy interesantes. Sobretodo a los que me he estado refiriendo en este hilo, cuando Joachim Fest le pregunta a Speer sobre hasta que punto estaba al tanto de las atrocidades del régimen nacionalsocialista.
Extraigo algunos pasajes muy interesantes de las evasivas de Speer:

Para concretar, Siedler le preguntó cuál habría sido su actitud (1), por ejemplo, si en 1941 hubiesen llegado a su poder pruebas irrefutables de los crímenes cometidos en el este. ¿Habría abandonado sus planes arquitectónicos? ¿Habría intervenido ante Bormann? ¿Habría informado a los generales o a los colaboradores en quienes confiaba? ¿O al menos al doctor Brandt, su amigo y el médico personal de Hitler? Pareció confuso por un momento y dijo: "Creo que no". Y añadió: "Pese a todas las pruebas, no me habría creído los informes de esas atrocidades". [...]
Resumiendo una conversación que duró varias horas, la justificación de Speer era la siguiente: desde el principio de la guerra, o poco después, intuía que el régimen tenía un "lado oscuro". Oyó ciertas alusiones que, por poco que hubiera indagado, por fuerza le habrían obligado a sacar unas conclusiones horribles. El problema fue, justamente, que no quiso indagar. Volvió a contar el episodio con Karl Hanke, el Gauleiter de Breslau, quien le habló sobre las cosas espantosas que sucedían en un campo de concentración de la Alta Silesia, refiriéndose evidentemente a Auschwitz. [...]
pero añadió que no llegó a cuestionar el régimen en su totalidad ni, como es lógico, el papel que él desempeñaba dentro de éste. con todo, debe decir que las imágenes de los presos que trabajaban en aquellas catacumbas(2) lo persiguieron durante mucho tiempo, aunque es consciente de que esto constituye una débil o nula justificación. Al final de la conversación, que se ha desarrollado en medio de una tensión desacostumbrada, desarmó todas nuestras críticas al decir, con aire de sinceridad inimitable: "¿Por qué fui leal a un régimen que no sólo permitía esas atrocidades, sino que las ordenaba? Llevo años intentando hallar la respuesta".

1. Se refiere a Speer.
2. Se refiere a la fábrica subterránea de Mittelwerk-Dora.



Después de según que pasajes me hago más a la idea de que Speer sabía. Sabía pero no se pudo demostrar cuando fue juzgado, ya que todo se basó en indicios. Y todos esos indicios apuntan a que a Speer le llegó de sobras la información de las atrocidades que se cometían en el Este, defendiéndose él, al afirmar que no quiso indagar que se escondía tras esas informaciones. Poco probable y más sospechoso el hecho aun, que cuando Fest y compañía lo acorralaban con sus preguntas (sin duda, la parte más interesante del libro), Speer se escondía tras los bastidores de la ingenuidad, tal como los llamaba Fest. O eso, o decía no recordar según que pasajes escabrosos de la historia, como el Progrom de 1938.

Saludos

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Mié Dic 10, 2008 6:45 pm

Alguien vio la miniseria protagonizada por Rutger Hauer sobre este mamarracho? Digo, porque mi conocimiento de Speer viene de ahi, y en esa mini, lo trataban muy bien por lo que veo aqui

Re: Albert Speer, el arquitecto del Tercer Reich

Mié Dic 17, 2008 5:02 am

Para mi el ascenso de Hitler descansa sobre los hombros de Speer, todos los que asistian a los desfiles y mitines del partido Nazi coincidian en que eran grandiosos y era este arquitecto quien los diseñaba al detalle.
A parte decir que salvo la cabeza en el juicio de Nueremberg ya que no descubrieron que era uno de los mas antiguos afiliados al partido Nazi
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