Con 19 años de edad, Ambrosio Antonio Solano fue parte de la segunda oleada de tropas que invadieron la playa Omaha en Normandía. Solano estuvo en el peor lugar en el peor momento del Día D.
El ex combatiente, nacido en Nuevo México, sobrevivió ese día y siguió combatiendo en Normandía hasta que fue herido. Y regresó al frente alemán, para ser herido otra vez.
Durante 47 años desde el fin de la guerra no contó a nadie sus experiencias, ni siquiera a sus familiares.
Una vez conocida su historia, se pudo investigar que Solano merecía 13 medallas por sus esfuerzos en la Segunda Guerra Mundial, las que recibió en 2002.
Cuando se conmemoraron los 60 años del Día D, Solano brindó este testimonio a BBC Mundo.
"Nos dijeron que no fuéramos a ninguna parte, porque íbamos a salir ese mismo día para Francia, a Omaha Beach. Fuimos en estas lanchas, íbamos ochenta en una lancha. Pero en Omaha Beach, estas lanchas no llegaban a la orilla del mar, llegaban como a una milla (1,6 km), nos dijeron que nos bajáramos.
Brincamos, y el agua nos pegaba a la cintura. Oía yo las balas que zumbaban a los costados. Había como una milla, con el agua a la cintura, había matorrales que creaban una barrera natural como de un metro y medio de altura. Vi los cuerpos de soldados nuestros. Otros estaban nadando en el agua. Pero yo alcé mi rifle para arriba, a mí no me importaba que me mojara yo, pero el rifle no se mojó. Y dije yo entre mis pensamientos 'si Dios me da la vida y salud para llegar a esos matorrales'... Yo me decía que si llegaba a los matorrales, ya no era más peligroso.
Caminamos toda la noche, todo el día, casi 25 millas. Había muchos enemigos. Caminamos hasta que cayó la noche y nos dijeron que hiciéramos trincheras individuales. Yo oía al enemigo hablar, ellos estaban como a dos matorrales de nosotros.
Cuando nos levantamos en la mañana, caminamos todo el día, y todo el día estuvimos peleando con el enemigo. Avanzamos muy cerca de 15 millas. Y llegamos a este lugar, Saint Lo. Agarrábamos la placita de Saint Lo y luego nos la quitaban. Ahí estuvimos como cinco días peleando.
Y vino el general y nos dijo, "agarren a los paracaidistas". Y le dijeron que no había, que todos estaban en África. Y dijo, "pues agarren voluntarios". Y yo me presenté como voluntario. La idea era que nos soltaran en el aeroplano detrás del enemigo. Me decían mis amigos que me iba a matar en el aire. Pero yo lo que quería era saber cómo saltar de un aeroplano.
Dos veces herido
Para brincar no tuvimos problema, porque el sargento estaba en la puerta del aeroplano, y al que no quería saltar él lo empujaba. La gente gritaba, no quería brincar. Cuando yo brinqué, había ocho soldados antes que yo. Cuando bajamos y estaba ya en el suelo, había detrás de mí un tanque de Alemania, que me tiró una bala muy gruesa. Saltaron todos los pedacitos y una bala me pegó atrás, con tan buena suerte que tenía mi impermeable doblado atrás, porque sin él habrían pasado pedazos de esquirlas.
Yo todavía iba andando con la sangre de esa bala que se me enterró, yo sentía muy caliente (la herida), pero seguía andando hasta que me vi con el sargento, que vino a llamar a los médicos, y ya no seguí más con los paracaidistas.
Nos atendieron en una carpa, y ahí estuve un mes, y cuando me dijeron que me iba ir de regreso, yo dije que quería seguir con mi compañía, que ya estaba en Alemania. Y en el Día de Acción de Gracias, me pegó otro tanque en la mano derecha en medio del dedo chiquito y el otro, y luego en los pies y la rodilla, que estaban llenos de pedacitos de bala. Me hirieron otra vez y fui al hospital. Cuando volví, ya no fui a la frontera, ya de regreso, cuando llegué aquí a Estados Unidos, le di gracias a Dios que me cuidó, y a los rezos de mi tía y mi hermana.
Me dio mucho gusto ver que Dios me había cuidado. Pero al mismo tiempo, tres de mis compañeros sí no volvieron, y me sentí muy mal de ver que no volvieron. Yo dormía con ellos en su casa y nos cuidábamos los unos a los otros.
De una vez me acosté, no quería pensar, pensaba en muchos de ellos, yo fui el único que volví. Como por seis meses, no quería nada. Siempre pensando en mis amigos. No he ido a Normandía, yo quería ir, pero ya no."
Fuente: http://www.bbc.co.uk/mundo/internaciona ... o_ln.shtml
Pero la historia de Antonio Ambrosio Solano no acaba ahí. Buscando en la red he podido encontrar lo siguiente:
[Congressional Record Volumen 148, Número 110 (miércoles, 4 de septiembre de 2002)]
[Página E1488-E1489]
Actas Online del Congreso a través de la Government Printing Office [www.gpo.gov]
EN HONOR DE AMBROSIO SOLANO
Honorable (Representante) de Colorado en la Cámara de Representantes
Miércoles, 4 de septiembre de 2002
Sra. DeGETTE: Sr. Presidente, tomo la palabra para rendir homenaje a uno de mis electores, quien sirvió con valentía y honorablemente en el Ejército de los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial. El Sr. Solano se alistó cuando tenía 18 años y participó en el Día D y la invasión a Normandía. Después de sufrir heridas de metralla, el Sr. Solano regresó a Estados Unidos tras casi 2 años de servicio honorable.
Sin embargo, el Sr. Solano nunca recibió el reconocimiento oficial del dolor y sufrimiento que dio a su país. El Sr. Solano nunca recibió ninguna de las medallas que le debía el Gobierno Federal. Ahora, 56 años más tarde, el 28 de Agosto de 2002, el Sr. Solano finalmente recibió su 14 medallas, incluyendo dos Corazones Púrpura, una Estrella de Bronce, y un grupo de hojas de roble.
Me siento honrada de contar con el Sr. Solano como uno de mis electores y deseo incluir en el registro la siguiente editorial alabando al Sr. Solano. Fue publicada en el Denver Post el 30 de agosto de 2002.
“Estamos satisfechos de que finalmente Ambrosio Solano reciba las 14 medallas que ganó luchando por su país durante la Segunda Guerra Mundial - a pesar de que estamos consternados por el hecho de que el veterano de Normandía tuviese que esperar 56 años para el reconocimiento”
Incluso su familia sabía poco acerca de las experiencias de combate de Solano, porque rara hablaba de la guerra con su esposa o hijos.
(…)
Solano, de 76 años, es nativo de Chapel, Nuevo México. Se crió en Nuevo México y Colorado. Se alistó en el Ejército en 1943 y desembarcó en Normandía el 6 de junio de 1944, entre las primeras oleadas de invasores de tropas americanas que encabezaron la liberación de Europa.
Inicialmente, Solano sirvió en la 29 ª División de Infantería, pero más tarde se convirtió en paracaidista y fue trasladado a la 101st Airborne Division. El relató los horrores de la invasión anfibia sobre Normandía, recordando los sonidos metálicos de las rampas de las lanchas de desembarco cuando llegaron a las playas y avanzando frente al fuego de los soldados alemanes que esperaban a las tropas invasoras. Recordó el agua que le llegaba por la cintura y ver los cuerpos flotantes de los soldados americanos muertos.
Tras incorporarse a los paracaidistas, Solano saltó a la batalla de Saint-Lo, donde sufrió heridas de metralla. Más tarde, cuando las tropas norteamericanas avanzaron por Renania, Solano fue herido en la pierna.
Entre las condecoraciones de Solano además de los dos Corazones Púrpura, está la Estrella de Bronce por servicio de combate, la Medalla de Buena Conducta, la Medalla de Campaña de América, la Medalla de la Victoria de la Segunda Guerra Mundial, la Medalla del Teatro Europeo, la Insignia de Combate de Infantería y la Insignia de Servicios Honorables.
Solano fue licenciado del Ejército en 1946 y regresó a Colorado, donde trabajó para Ideal Cement Co. durante 36 años. Debido a que la guerra le impidió ir a la universidad, Solano, que ha estado casado 52 años, determinó que sus hijos sí irían. Su hijo Henry es un abogado y otro hijo, Ambrose, es médico.
Hace unos tres años, Solano escribió el gobierno, con la esperanza de recibir finalmente sus medallas, pero fue en vano. Entonces, la Representante Diana intervino e hizo realidad su demanda.
Usted no puede conocer personalmente a Ambrosio Solano, pero el mero hecho de que yo sea libre de leer estas palabras significa que le debo las gracias por su lucha para preservar nuestra libertad y por ayudar a derrotar a la tiranía nazi.
Nunca podremos pagar adecuadamente a Solano y sus compañeros, pero las medallas que finalmente recibió de su país son una manera de darles las gracias, aunque sea con retraso, por su noble servicio y sacrificios.''
http://fdsys.gpo.gov/fdsys/pkg/CREC-200 ... 1488-3.htm